La Madre:
La Paz esté con vosotros.
PUBLICO:
Y con tu Espíritu Madre.
La
Madre: Ave María Purísima.
PUBLICO:
Sin pecado concebida.
La Madre:
Hijo mío, ya estás aquí. Yo
también, triste, muy triste por el mundo; escuchando cómo me llaman para
ofenderme. Escuchando y viendo que el mundo cambia a peor hijo mío.
Ni siquiera para a escuchar un poquito mis palabras. Es tan triste hijo
mío... ¡Cuánto lloro!, cuánto hijo mío.
Santiago ha venido al mundo, y está dentro de tí hijo mío.
"En
la Tierra ya están los DOCE Apóstoles de Jesús. Con ellos Judas
Iscariote: Los Apóstoles de Jesús preparan la Nueva Venida, pero
SANTIAGO encaminará a las almas hacia la Nueva Jerusalén, salvando
allí sus almas." (1)
A
aquéllos que creyeron en mi palabra; aquéllos
que
confiaron en mis dichos, en mis consejos, aquéllos llegarán a
la Nueva Jerusalén.
¡Ay hijo mío...!, cuando tú me orabas mi plegaria favorita, tu corazón
lloraba hacia Mí. Hijo mío, sé fuerte, muy fuerte, no te preocupes
por nada del mundo, solo preocúpate de salvar sus almas, pero sé fuerte
hijo mío, y sigue como hasta ahora.
JOSE-LUIS: ¡Señor!
Padre Eterno:
¡Dime!
JOSE-LUIS:
He cambiado
Padre Eterno:
Pero ha sido para bien. No tengas miedo, has
alcanzado la sabiduría de tu alma
La Madre:
Con eso, hijo mío, es suficiente para que tú hables de
mi amado Hijo.
JOSE-LUIS:
De cada vez os quiero más.
La Madre:
Hijo mío, pero el mundo no quiere escucharnos.
JOSE-LUIS:
Aquí nos tenéis a todos nosotros.
La Madre:
Hijo mío, pero es tan triste. Es
cierto que todo acabará y vendrá el bien, y cuántos dicen:
“Tú Madre mía, piensa en lo que vendrá después...”
Hay que pensar también
en lo que hay ahora. Es distinto hijo mío, un pié a una mano. El
pié sirve para andar y la mano para coger o agarrar. Es muy
distinto el cuerpo al alma. El alma sirve para rechazar pecados y
hechos que no sean dignos, y el cuerpo para superar la prueba de
la vida.
Hijo mío, tú desde ahora empezarás a predicar la palabra de mi
Hijo amado. Pero no quiero que tengas miedo, que sé que tú no lo
tendrás. Quiero que seas fuerte, y no te preocupes, porque Yo ya
sé que habías cambiado para bien.
Hijo mío, eso me alegra. Sé
fuerte y aunque nadie te comprenda, siempre habrá alguien hijo mío.
JOSE-LUIS:
Gracias por animarme.
La
Madre: Pero no hay nadie que te anime a tí, solo tu oración.
Eres distinto a los demás hijo mío, y nadie, nadie te comprende,
pero siempre habrá un alma en el mundo que sepa escuchar. Y hay
tu familia.
JOSE-LUIS: Ellos me entienden como familia.
La
Madre: Heme a mí aquí.
JOSE-LUIS:
Tú como Madre.
La Madre:
A todos.
JOSE-LUIS:
Ellos como hermanos.
La Madre:
Pero sé fuerte.
JOSE-LUIS:
Con tu ayuda seré como un mulo
La Madre:
Así será hijo mío. Hay muchas almas hijo
mío, que levantan falsos testimonios, poniendo nombres que no han
de ponerse, porque son sagrados, y ofenden al Señor. Por eso
muchas almas serán castigadas, porque ofenden al Señor. Heme a Mí
aquí hijo mío, triste, dolorida. ¡Mírate tú!
JOSE-LUIS: Yo
he visto que en esta semana triste para Tí, cuando a mí me ofendían,
Tú llorabas.
La Madre:
Porque, hijo mío, tu sufrimiento te ha unido a mí.
JOSE-LUIS: Por eso, como tú dices: “de cada vez nos quieres
más.”
La Madre:
Sé fuerte pequeño, pero grande.
Porque tú eres el Guerrero Blanco de Dios: el Gran
Guerrero, el príncipe de las almas. Este que tenéis aquí
hijos míos, es vuestro maestro, el que os enseñará por medio de
palabras, el que os ayudará, el que nadie..., nadie entenderá a él,
pero él entenderá a todos. Ese es mi hijo, ése es vuestro hermano.
Padre
Eterno:
Sé que quieren destruir este lugar, pero sé que
escuchan, y decidles que no podrán. Mi Poder es grande, puedo
castigar si a Mí me ofenden.
La
Madre: ¡Pedidme hijos míos!
PUBLICO:
¡Madre!
La Madre: ¡Dime!
(No se entiende lo que dice.)
La Madre:
El
gran Guerrero,
mi hijo, está muy triste. Las almas del mundo no saben escucharle.
Ya es suficiente que me ofendáis a Mí, para que él se lleve mi
parte. El es fuerte, pero ya sufre bastante. ¡Seguid pidiendo!
PUBLICO: ¡Madre!
La
Madre: ¡Dime!
PUBLICO:
Te pido por mi hijo Fernando que está aquí, si lo
que vió la otra noche, en este lugar, si es de Dios, o no es de
Dios.
La
Madre: Es de Dios hija mía.
PUBLICO:
Gracias Madre mía, gracias.
La
Madre:
¡Seguid pidiendo!
PUBLICO: ¡Madre!
La
Madre: ¡Dime!
PUBLICO:
Yo te quisiera dar gracias por las maravillas que hiciste
ayer con esa alma, que le quitastes los dolores y le diste tanta
fuerza Madre mía.
¡Que sea testimonio tu pueblo!
La Madre:
Yo quiero que sepáis, porque mi hijo, el Guerrero, no
esté aquí, yo estoy aquí para estar con vosotros siempre, como
estoy con él. ¡Seguid pidiendo!
PUBLICO:
¡Madre!
La Madre:
¡Dime! (Piden varios a la vez, no se les entiende.)
La Madre:
Sed fuertes almas de Dios.
Rechazad el mal y uníos al bien. Ahora tenéis a alguien más que
llorará a mi lado ante Dios por vosotros. Ese es el Guerrero
Blanco, el Gran Guerrero. "Guerrero blanco",
lo de blanco porque
su alma es pura, muy pura y nadie hay como él en el mundo humano.
¡Seguid pidiendo!
PUBLICO: ¡Madre!
La Madre:
¡Dime!
(No se entiende lo que pregunta.)
La Madre:
Llega la hora de marcharme, pero yo nunca me marcho. Yo
aunque diga, "Adiós hijos míos..,
Padre Eterno:
...Siempre estamos aquí."
PUBLICO:
Gracias Padre.
La Madre:
Adiós hijos.
PUBLICO:
Adiós Madre.
El Hermano:
Adiós hermanos.
PUBLICO:
Adiós Hermano.
El Hermano:
Adiós hermanos.
PUBLICO: Adiós Hermano.
Padre Eterno:
Adiós hijos.
PUBLICO:
Adiós Padre.
El Maestro:
Hijo mío, el día 25 será tu día.
Has de predicar en este lugar, y ellos te escucharán. Háblales de
mi Madre, de tu sentimiento, de tu fé ante Dios, y de tu fuerza.
Ellos te escucharán aunque no te entiendan. Pero habrá muchos que
sepan comprenderte. Adiós hijos míos.
PUBLICO:
Adiós Maestro.
El
Hermano: Adiós hermanos.
PUBLICO:
Adiós Hermano.
El
Hermano:
Que la Paz del Señor Yahvé, y la fuerza del Guerrero
Blanco, príncipe de las almas, quede con vosotros.
PUBLICO: Y con tu Espíritu Hermano.
El
Hermano:Ave María Purísima.
PUBLICO:
Sin pecado concebida.
El
Hermano:
Adiós hermanos.
PUBLICO:
Adiós Hermano.__
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(1)
c.f.
Mt. 17, 10-13; s. Mt. 11, 13-15; Mc. 9, 10-13. |