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EL LENGUAJE DE LAS FLORES Y  EL DE LAS FRUTAS. Florencio Jazmín

 
Lenguaje de de la sombrilla.
 

     Pues, señor, en el supuesto de que esté usted enamorado y de que le guste hacer el oso a la novia en la calle y en el paseo; considerando que muchas veces no puede usted hablar con la individua, y que desea usted entenderse, aunque sea de lejos; considerando también que usted, lectora, desea decir cuatro palabras tiernas a su novio, sin que se enteren los papás, si está usted con ellos, y sin que tampoco caiga en la cuenta el público, si está usted de paseo; resultando que el amor es una necesidad, y que una seña bien hecha puede decir mas cosas que un discurso perfecto; resultando que se hace precisa en esta época de adelantos y de innovaciones, una reforma completa en materia de lenguajes amorosos; resultando, por consiguiente, que voy a hacer un gran servicio a la pollería de ambos sexos: Vista urgencia del caso: Fallo, que debemos regalar, y regalamos, un nuevo vocabulario del amor, puesto al alcance de todos los hombres y mujeres que usen sombrilla.
     Hasta hoy se ha conocido el lenguaje de las flores, el de las frutas, el del pañuelo, el del abanico y el de las legumbres y hortalizas... que hasta este punto se ingenia el amor.
     Pues, bien; voy a presentaros el lenguaje de la sombrilla, muy a propósito de todo tiempo, y que se usa lo mismo en invierno que en verano.
     Tiene, además, otra ventaja este nuevo idioma, y es que, así como los anteriores se expresan pocas palabras... por ejemplo, amor, constancia, celos, ingratitud, hipo, sueño, constipado, etc., con este podrán ustedes mantener una conversación tirada a la sombra, para lo cual habrá necesidad de que aprendan de memoria esta cartilla.

Lenguaje de la sombrilla en manos de la mujer.

Cogida con la mano derecha. - Te quiero mucho, pero haz el favor de contárselo pronto a mi papá, porque no me gusta perder tiempo. Eres muy salao. Déjate las patillas. Te espero esta noche en la ventana... No te digo mas.
Cogida con la mano izquierda. - no me vuelvas a mirar la cara. Eres un coquetón. Te detesto, y no creas que por esto me voy a desconsolar. Novios mejores que tú no han de faltarme. Indigno, inicuo, vil. Quítese usted de ahí... Hable usted a papá.
Dejándola caer al suelo (con cuidado de que no se rompa). - Veremos. No parece usted mal sujeto. Vaya usted por casa. Busque usted quien le presente, y convídenos usted a teatro. Allí es donde se conocen los caballeros y se saben si vienen con buen fin... Hable usted a papá.
Abriéndola de pronto. - Tenga usted esperanzas. Síganos usted, y escríbame su sentir por medio de la cocinera que saldrá mañana a las ocho, poco más o menos. Me dan ataques de nervios, conque... ayúdeme usted, a sentir. Hable usted con papá.
Cerrándola. - Todo ha concluido entre los dos. No espere usted nada. Me caso. ¡Qué placer! Si hablara usted con papá.
Echándola sobre el hombre derecho. - Atrévase usted, hombre. Conozco que está usted enamorado de mí. Tenga usted valor, que será bien recibido... Ya ve usted que yo no he de empezar... Hable usted a papá.
Sobre el izquierdo. - Estoy cansada de recibir desengaños. Conque, si lo que me dicen sus ojos es cierto, vaya usted a ver al cura, y después de tenerlo todo arreglado, ya se puede usted declarar... ¿No ha hablado usted a papá?
     Creo que basta con eso. Sin embargo, bueno será poner una nota.
Nota. - Cuando sea el hombre el que haga la pregunta, la sombrilla de la mujer dirá siempre que sí.

Lenguaje de la sombrilla de verano en manos del hombre.

Con la mano derecha. - Pues... vaya una carita bonita tiene usted, y unos ojos de cielo... ¿Es usted de esa población? Mire usted, me gusta a mi ese cuerpecito, y la quiero a usted... ¿Y usted, me adora también?... ¿Quiere usted que nos entendamos? Yo no hablo a papá.
Con la izquierda. - Anda con Dios, ingrata; ya no te convido al café esta noche. Eres mas veleta que la del reloj de la Puerta del Sol. Me voy a dormir, porque quiero olvidarme de tu inconstancia. Me alegro de no haber hablado a papá.
Dejándola caer. - Esta noche pasaré por tu calle. Dile a tu perro que no me ladre. Te llevaré una libra de caramelos y medio bigote. Yo no hablo con los papás.
Abriéndola de pronto. - Devuélvame usted las cartas y el retrato. Yo haré lo mismo. Mándeme usted también el guardapelo, porque lo necesito para otra mujer menos falsa que usted. Expresiones a su papá.
Cerrándola. - Convenido. ¿Me querrás siempre? Ya nos casaremos cuando me nombren gobernador civil. Entonces iré a hablar con tu papá (que ya se habrá muerto).
Sobre el hombro derecho. - ¿Me darás un poco de pelo? ¿Sales esta noche? ¿Me va queriendo tu mamá?
Sobre el izquierdo. - Dile a ese momo que se vaya de tu lado, y a tu papá que no me mire tanto, porque no pienso hablarle.
     Y así sucesivamente.
     Esto podría ser interminable; pero creemos que con estos apuntes podrán las mujeres y los hombres hacer tomos in folio. Su perspicacia respectiva suplirá lo que aquí no se halla.

Lenguaje del abanico              Los ojos negros y los azules

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