Al recordarte mi
pecho se rompe
y mi alma
es una lágrima.
Apenas puedo recordarte,
éramos tan pequeñas
cuando te fuiste;
huérfanas nos dejaste
a mí y a mi hermana
en un mundo hostil
y tu que eras un ángel,
Dios quiso llevarte con él,
para iluminar otro mundo
y derrochar tu bondad.
Siento envidia y congoja
cuando las gentes
te recuerdan y aman
y los celos me corroen
porque siempre
he acusado tu ausencia.
Te fuiste como un ave
al paraíso,
nunca pude llorarte,
quizás porque quería
sentirte viva en mi alma
y mi recuerdo.
Pero hoy lloro,
como una niña
que te añora,
y quisiera
tenerte cerca
para que me quisieras
como tu solo
sabías hacerlo.
Aún hay gentes
que lloran
con tu recuerdo
y el coro esta triste
porque falta tu canto.
Solo te pido que
salgas a mi encuentro
cuando llegue la hora
y me lleves contigo
y con mi hermana,
al lugar de la luz,
del amor y la esperanza.
¡ESPÉRAME!
Celia García García ©
3 de marzo de 2003
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