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8° Encuentro Interparroquial de Cultura Amaguaña 2000

Ecuador,América del Sur.

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JUSTIFICACION

 

La realización del VIII Encuentro Interparroquial de Cultura Amaguaña 2.000, pretende reflejar la importancia que tienen las expresiones culturales que viven y se desarrollan en las diferentes Parroquias rurales del Distrito Metropolitano, como evidencia de un pasado y presente con identidad, frente a la globalización que lleva indefectiblemente a la pérdida de las identidades locales para reducirnos a simples datos estadísticos del mercado mundial.

Este evento necesariamente nos llevará al conocimiento de lo que tenemos como pueblo heredero de un aservo cultural propio; para mediante su diagnóstico y análisis, plantear diversas estrategias que logren la consolidación de una propuesta que al surgir de los sectores populares, se constituyan en los ejes que dinamicen y animen a las trabajadores de la cultura en su diaria lucha por la libertad de pensamiento y de acción.

Amaguaña es parte de una realidad geográfica, que es el Valle de los Chillos. Los primeros pobladores estaban organizados en bandas de cazadores y recolectores de El Inga, formaban un grupo social local. Este grupo estaba compuesto por varias familias unidas por lazos de parentesco y de cooperación en todas las actividades que requerían participación colectiva como la cacería y la recolección. Pasados los siglos encontramos que el Valle de los Chillos desarrolla una intensa actividad económica por la producción de su famoso maíz. Suministró de este preciosísimo alimento a la cercana ciudad de Quitu (hoy Quito) y en tiempos de las guerras contra el racismo teocrático cuzqueño alimentó de sus levas de gentes para la guerra. Así nos lo cuenta el más grande biógrafo de todos los tiempos de Atahualpa, el Dr. Don Luis Andrade Reimers en su Biografía de Atahualpa (Por favor fíjese en la Segunda Area de la "Bibliografía"). De hecho parece ser que el aguerridísmo y muy temido Apu Chalcochima (Calicuchima), brazo derecho de Atahualpa en las guerras anti racistas contra el Cuzco fue originario de este valle. Por otro lado, un ramal del Camino del Inca comunicaba a Quito con la población asentada en el Valle de los Chillos. El Camino del Inca fue construido por y durante la invasión racista incaica justamente para la expansión de sus dominios. Tal camino no tuvo igual sino hasta entrado el siglo XX. Cruzó de Norte a Sur todo el Tahuantinsuyu y brindaba facilidades por sus puntos de apoyo logístico y guerreros (los tambos) y de hecho organizó económica y administrativamente todo el Imperio. En fin, el valle de los Chillos estaba comunicado por el Qápaq Ñan tanto por el Sur pasando por Panzaleo (Machachi) y por Uyumbicho, como por el Oriente a través de los caminos que conducían a Píntag, El Inga y Cumbayá. El ramal de El Inga era además una vía hacia los Quijos del Oriente Amazónico. Señalada así esta referencia histórica, las actuales comunidades indígenas, asentadas en las faldas del monte Pasochoa, que aún hablan el quichua impuesto por la invasión inca de Huayna Cápac, son evidencias de un asentamiento humano importante en lo que hoy es la jurisdicción de Amaguaña. Hacia 1559 había en este espacio seis cacicazgos. Estos eran: Uyumbicho, Anan-Chillo (Amaguaña), Urin Chillo (Sangolquí), el Inga, Pingolquí y Puembo. Lo que significa que el Valle se extendía por el Norte hasta los planes y faldas de la Cordillera Oriental y las faldas del Norte del Ilaló.

Este breve recuento histórico nos señala a Amaguaña como un importante centro generador de formas culturales dignas de respeto y cultivo.

Actualmente sus pobladores expresan en su vida diaria esa tradición y su vida misma es la vida de ese legado, razones más que suficientes para que el VIII Encuentro Inperparroquial de Cultura Amaguaña 2.000 se constituya en el espacio de reflexión, sobre el origen de Amaguaña, su identidad, su legado histórico, y con ello genere acciones culturales por parte de la propia comunidad, como dice Ezequiel Ander Egg, se desarrollen en libertad, creatividad y espíritu crítico posibilitando formas que dinamicen sus propias experiencias y participen a las Parroquias hermanas. La tan mentada descentralización, no debe constituirse en una formula teórica, por el contrario, la participación directa de las Parroquias rurales del Distrito Metropolitano de Quito en el Encuentro, debe constituirse en el mecanismo para lograr la participación real de las bases populares, no basta fomentar continuadamente la discusión y el diálogo; es necesario el intercambio de experiencias, y con esto lograr una verdadera descentralización del poder mediante la distribución amplia de responsabilidades, como planificadores y ejecutores de un proyecto cultural, que esté al alcance de los niños, jóvenes y adultos, no como simples espectadores. Si este ejercicio se lo asume con conciencia, se constituye en un válido proceso de interaprendizaje, en el que los sujetos participantes, van reforzando sus concepciones acerca de la vida en comunidad, del trabajo compartido, de la solidaridad, de las virtudes individuales y colectivas; todo esto, desde los intereses de los sectores populares y como una exigencia de sus derechos y al reconocimiento de la vitalidad social de las treinta y cinco Parroquias y las cinco Comunidades del Distrito Metropolitano.

El carácter masivo del Encuentro se enmarca dentro de la concepción moderna de cultura popular, esto es una cultura de resistencia frente a quienes pretenden negarle voz e identidad a los sectores populares que es negarles, precisamente, su cultura; la democracia cultural busca generar espacios para la creación cultural en ambiente de libertad, constituye el reto que tenemos actualmente por generar condiciones sociales para que el pueblo sea el actor de su destino sin intermediarios ni paternalismos, lo que contribuye a la elevación de la calidad de vida de la población, cuestionando como es obvio, al sistema social injusto en el que vivimos y es allí, cuando la cultura popular transgrede esquemas establecidos pues su voz se ha pretendido acallar u opacarla desde hace más de 500 años.

Cada Parroquia participante en el Encuentro, tiene a su haber un cúmulo de experiencias que van desde su forma particular de hablar, sus hábitos, su producción intelectual y manual, sus mitos, leyendas, cuentos y expresiones escénicas, que los comparten con todas las Parroquias asistentes. Sin embargo, es preciso que desde los mismos gestores y actores, surjan nuevas propuestas, que se basen en la investigación, en la observación y luego de un proceso de sistematización, se genere mediante la reflexión y el análisis, una imagen fidedigna de su cultura y más concretamente de sus aspiraciones. Para esto el Encuentro deberá dar las pautas y directrices generales y particulares

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