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Tema 3: La Luz Primera

  • "La mujer, una vez que ha dado a luz a aun hijo, ya no se acuerda de su angustia, por la alegría de haber dado un hombre al mundo". (S. Juan 16, 21).
  • La espera ha terminado. El niño nace.

    Se dice que "ha visto la luz primera" porque pasa de la intimidad y oscuridad del seno materno a la vida exterior.

    Se habla casi siempre de los dolores de la madre al momento del nacimiento de su hijo; pero el niño, a su vez, sufre intensamente, y está mucho más expuesto a la muerte que la madre.

    El nacimiento ha sido para él un sinnúmero de esfuerzos, molestias, violencia, incluso lesiones, en un breve tiempo. No es "algo" que simplemente sale, es un ser vivo que siente.

    Ha tenido que pasar por un estrecho conducto, en el que su cuerpo ha sido terriblemente oprimido y su cabeza ha tenido que ajustar sus huesos, lo cual puede ocasionarle hemorragias cerebrales que pueden causarle daño para toda la vida, puede lastimarse o aun romperse alguno de sus miembros.

    Está expuesto a la asfixia, bien porque el cordón se haya enredado o por alguna mucosidad o por efecto de la anestesia aplicada a la madre.

    Necesita aprender a respirar y al hacerlo se escucha su primer llanto, se encuentra de pronto en una temperatura muy distinta de la que está acostumbrado.

    Siente frío y hambre.

    Esa luz, que ve por vez primera, le herirá con sus matices e intensidad.

    Está casi dormido, muy poco a poco se irá acostumbrando al nuevo ambiente.

    Al nacer ha sido liberado del cordón que lo unía a la madre, porque es un ser individual y nace libre, aunque relacionado y necesitando de los demás para su supervivencia; esta necesidad la sentirá durante toda su vida y más tarde se dará cuenta de que los otros también necesitan de él, porque ésta es la naturaleza del hombre como ser social.

    De todos los seres, es el ser humano el más desvalido al nacer. Por esto es indispensable que encuentre una adecuada acogida en su nuevo ambiente.

    Necesita alimento, aire, calor, limpieza, cuidados que le proporcionarán quienes están cerca de él:

    Padres, principalmente la madre.

    El niño siente necesidades. La fuerza y energía que trae almacenadas desde su vida embrionaria, le dan la forma de manifestar su deseo de satisfacerlas.

    Su primera necesidad es el hambre. En un mundo que le es indiferente o molesto la madre le proporciona la primera satisfacción. El mamar es su primera experiencia agradable, con la que se van ejercitando a la vez sus sentidos. ; encuentra el sabor y el olor del alimento, oye la voz de la madre, siente el roce de su piel y poco a poco su vista va distinguiendo la imagen de su madre.

    La madre da al niño el alimento necesario, pero puede ser que no se lo proporcione en la cantidad y la forma debida; También le dará la atención afectiva que necesita, pero también puede ser que no en la forma y cantidad suficiente y adecuada.

    El niño, desde sus primeros días de nacido, empieza a tener experiencias, comienza a "aprender" y adquiere sus primeros hábitos. Pero necesita encontrar amor, la comprensión de sus padres y la seguridad de un hogar, en ese su empezar a vivir

    Amor, que es atención, amor que es respeto, amor que es educación.

    ¿ Podemos hablar de educación, cuándo el niño es apenas un recién nacido? Desde luego que sí, para su momento presente y para su futuro, porque el proceso de la vida y el de la educación son simultáneos.

    Así, lo primero será que los padres tengan formado su concepto de lo que es educación, para que su actitud, desde el principio, vaya de acuerdo con ese concepto.

    Educar quiere decir: Hacer salir, desplegar, dejar crecer, dejar desarrollarse.

    Es hacer salir todas las facultades vitales que el niño tiene en potencia, para que llegue a adquirir la plenitud de su personalidad.

    Es cultivar, ejercitar, desarrolla, fortalecer y hermosear todas esas facultades: físicas, intelectuales, sociales, morales y religiosas, que constituyen en el niño la naturaleza y la dignidad humana; ponerlas en la plenitud de su poder y de su acción y, por lo mismo, Formar al hombre.

    La educación debe ir encaminada precisamente en esta forma integral: si se desatiende un aspecto por dar preferencia a otro, se atrofia o mutila la personalidad del niño.
       

    Pero la es empresa de dos: del niño que se educa y de los padres que lo ayudan a ello.

    La tarea del educador consiste en promover en el niño el deseo de crecer, de perfeccionarse a sí mismo. Nada se puede hacer si no se hace despertar en el niño este deseo.

    Educar al niño es ayudarlo a elevarse, por encima del animal, hasta el hombre, hasta Cristo, hasta Dios. Y esta elevación empieza en la cuna.

    "La luz primera" será para el niño también ese primer encuentro con Cristo en el Bautismo, donde se realiza su incorporación a la comunidad cristiana, que forma parte de ese mundo exterior al cual ha entrado.

    La creación de "buenos hábitos", la atención oportuna a las necesidades de su organismo y la vivencia cristiana de sus padres, proporcionarán al niño los elementos de una buena educación, necesarios para su desarrollo en esa vida que empieza.

    Ser mujer-madre significa amar al hijo.

    Amar al hijo, no es considerarlo una "cosa" de su propiedad, sino un depósito sagrado que se le confía, para que lo ayude a vivir.

    Amar al hijo es respetarle su libertad, orientándolo y ayudándolo en el buen uso de esa misma libertad.

    Amar al hijo es conocer sus facultades para ayudarlo a desarrollar sus necesidades, para ayudarlo a satisfacerlas.

     

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