Pagina Principal Indice de temas Tema anterior Siguiente Tema

Tema 2.- Un Proyecto de Dios en Ejecución

  •  

    "Señor: Tú formastes mis entrañas.Tú me tejiste en el seno de mi madre. Mis huesos no se te ocultaban Cuando fui modelado y bordado en 1as profundidades". (Salmo 139, 13).

  • En el interior de las células humanas, como también en las de los animales y vegetales, existen los cromosomas, que a su vez contienen los genes, que transmiten la herencia.

    En el acto de la fecundación, en el seno de la mujer se encuentran y se funden 23 cromosomas del padre y 23 de la madre, formándose así una célula humana completa, con 46 cromosomas que llevan los caracteres hereditarios del padre y de la madre, de los abuelos y antepasados.

    Los caracteres hereditarios son distintos en cada hijo, ya que cada hijo se forma con distintos cromosomas; por lo tanto, cada individuo con todas sus características propias es único, individual e irrepetible, según el plan de Dios.

    En toda la historia de la humanidad, no puede existir un hombre igual a otro.

    Desde un principio quedan determinados en el niño: el color de sus cabellos, de sus ojos y de su piel, el grupo sanguíneo, su altura y también su predisposición para la salud y para la enfermedad.

    En la célula madre primitiva se hallan contenidas, como factores de herencia, no solamente las propiedades del cuerpo, sino también las cualidades espirituales, es decir, las características de inteligencia, de sentimiento y de voluntad del ser humano también el temperamento.

    Cuando nace un niño con malformaciones o enfermedades, no siempre se trata de enfermedad hereditaria, éstas pueden ser causadas por muchas otras causas, por ejemplo, por heridas o lesiones durante el parto (como en los partos por forceps)

    Las malformaciones también pueden ser causadas por las enfermedades prenatales, o sea, desde la fecundación hasta el parto, el feto está expuesto a diversas lesiones, por ejemplo:

    Las enfermedades infecciosas de la madre sufridas en los tres meses antes de la concepción o durante el embarazo, como rubéola, sarampión, paperas, varicela, parálisis.

    La falta de oxígeno y de vitaminas.

    Las intoxicaciones de la madre producidas por el alcohol, el tabaco o las drogas que hacen daño al futuro bebé.

    Las radiaciones aplicadas a la madre durante el embarazo.

    Cuando una embarazada en el segundo mes sufre rubéola, el feto puede sufrir graves malformaciones en la vista, en el oído y en el corazón.

    Se puede heredar una mayor predisposición para algunas enfermedades como la tuberculosis, la diabetes, la calcificación arterial, la leucemia y los defectos del ojo como miopía, astigmatismo o estrabismo.

    Hoy se habla mucho de la responsabilidad que el hombre y la mujer tienen en el problema de la procreación, pero generalmente sólo en cuanto al número de hijos o la higiene del embarazo. Entre los aspectos de una paternidad responsable está la obligación de buscar la manera de prevenir malformaciones y enfermedades hereditarias que se pueden evitar.

    Los padres le dan mucha importancia a muchas cosas, se preparan para trabajar, para viajar, para distraerse, pero sorprende que un acontecimiento de tan enorme importancia y responsabilidad como la procreación suceda sin que se tomen cuidados particulares.

    El hijo muy a menudo es engendrado en momentos de agotamiento o de estado alcohólico o aún de violencia; a veces se habla de ello como de un accidente o de un descuido.

    Esto no debe suceder, la pareja puede y debe prepararse para engendrar hijos mejores; con buenas condiciones de salud, alimentación e higiene, con análisis y estudios médicos periódicos

    Pero sobre todo, no basta el conocimientó del proceso de la reproducción y todo lo que implica, lo principal es valorar su carácter sagrado, en cuanto que es colaboración con Dios Creador.

    El hijo, espíritu encarnado en la doble corriente de vida del padre y de la madre, tiene derecho a una naturaleza sana y fuerte, de riquezas físicas y morales que le van a acompañar durante toda su vida.

    Ser mujer, es preocuparse, en unión con el esposo, por una preparación física y moral que proporcione al hijo las mejores condiciones para su desarrollo prenatal.

    Ser mujer, es amar y desear al hijo antes de nace y compartir esto con su esposo.

    Ser mujer, significa saber que la espera de un hijo produce satisfacciones muy grandes pero también molestias físicas y momentos de tensión nerviosa. Como madre, tener valor y serenidad para adaptarse a esta nueva situación de su organismo.

    Ser mujer, obliga a un interés por conocer todo lo que es favorable a la madre y al niño que se anuncia, así como todo lo que a ambos puede ser perjudicial.

    Ser mujer, quiere decir compartir con otras mujeres las orientaciones que nosotras hayamos recibido de aquéllos que más saben y están capacitados para darlas.
       

    Pagina Principal Indice de temas  Tema anterior Siguiente Tema
    Hosted by www.Geocities.ws

    1