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Tema 1.- Todos Empezamos Así

  • "Estas manos me hicieren y me formaron; dame sabiduría para aprender tus mandamientos" (Salmo 119-73).
  • Tratemos de asomarnos a la maravillosa historia de la vida de un ser humano.

    Toda vida procede siempre de otra vida. Este es el orden establecido por el Creador para los seres vivientes: las plantas, los animales y también para el hombre.

    Estos organismos están formados por células, que realizan las diversas funciones necesarias para su conservación y su reproducción.

    En la forma de vida más sencilla, como por ejemplo la ameba o las algas, los hongos, la reproducción es asexual, es decir, una sola célula al dividirse da origen a otros seres de su misma especie.

    Cuando la fecundación se origina por la unión de dos células, la reproducción es sexual. Este proceso rige para la procreación del ser humano.

    Al unirse dos células germinales, una del padre y una de la madre formando una sola, empieza una nueva vida.

    Treinta minutos después de la concepción, esta celula se divide en dos, unas horas más tarde en cuatro, luego en ocho, en dieciséis y al seguirse multiplicando y organizando, a los dos días será un embrión en una pequeñísima esfera como de gelatina, llena del líquido que lo alimenta en esos primeros días de su existencia.

    En la intimidad del cuerpo de la madre se anida y algunas de sus células formarán un puente vital entre los dos, que le suministra alimento y oxígeno.

    Cuatro semanas después latirá ya su propio corazón, tendrá médula espinal y empezará a formarse su columna, crecen los brazos y las piernas y al finalizar el primer mes está completamente formado, midiendo un centímetro de largo.

    Tres meses después será un feto, capaz de girar su cabeza y fruncir la frente. Ya se le habrán formado dedos, manos, pies, ojos, nariz, boca y oídos.

    Al quinto mes percibe los sonidos, de las voces o de la música. Un ruido fuerte lo afecta, lo hará hacer movimientos bruscos.

    Y así continúa formándose en esta primera etapa de su vida, anterior al nacimiento.

    "Y creó Dios al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios le creó y los creó varón y mujer". (Génesis 1-27).

    De aquí procede la dignidad de la persona humana: creada a imagen de Dios, participa de la luz de la inteligencia divina.

    Este cuerpo material en formación está animado de un espíritu inmortal, porque la persona humana es una unidad de cuerpo y alma y el feto es una persona que se desarrolla tanto en el plano físico como en el mental.

    Este espíritu hace al hombre capaz de someter sus actos, no al instinto como el animal, sino a la razón y al sentimiento, a su conciencia moral y a su libre elección.

    "Y los hizo hombre y mujer»: innata igualdad de los dos.

    Al formarse el nuevo ser, fruto de esa sociedad humana, completa su íntima naturaleza: cuerpo, alma y ser social.

    En el deber de transmitir la vida humana, el hombre y la mujer deben saber que son cooperadores del amor de Dios Creador y que esa misión no se limita a la vida en este mundo, sino que siempre mira al destino eterno de los hombres.

    Así, la unión de la pareja humana, bendecida por Dios desde el principio, se basa en una comunidad de vida y’ amor: el matrimonio, institución humana confirmada por la ley divina.

    Por tanto, la vida humana ya concebida ha de ser protegida de un modo digno del hombre.

    La Iglesia enseña: "la vida desde su concesión ha de ser salvaguarda con el máximo cuidado

    Declaración universal de derechos: "Todos los seres humanos tienen derecho a la vida".

    Promesa en la Federación Mundial de Médicos:

  • "Yo, tendré el máximo respeto por la vida humana desde el momento de la concepción".
  • La Organización de las Naciones Unidas: "El niño, en razón de su falta de madurez física e intelectual, necesita una protección especial y cuidados, principalmente una protección jurídica adecuada, tanto antes como después de su nacimiento".

    En México, el Código Civil del D. F. señala: "desde el momento en que un individuo es concebido, en trabajo la protección de la ley y se le tiene por nacido para todos los efectos

    ¿Y cuál es la opinión del padre y de la madre del niño que ellos han concebido?

    ¿ De esta su primera sociedad, que ha contraído con él la responsabilidad mayor, ya que el hijo que viene es parte de su propio ser?

    ¿ Es esperanza y amor lo que despierta en ellos su espera?

    Por fortuna en la mayoría de las parejas la respuesta es un sí, pleno y confiado.

    Pero... desgraciadamente también pueden darse respuestas negativas y se deja oír la palabra: aborto.

    Y el aborto provocado por rechazo a la creación concebida, es un crimen que ofende a Dios, a la ley natural, a la sociedad y a la ciencia, porque es una violación del derecho a la vida del ser humano.

    El hombre y la sociedad están sometidos al mandamiento de Dios: No matarás.

    Reflexionemos sobre cuáles pueden ser las causas por las que una pareja o una mujer-madre, puedan pensar en el aborto como una posible solución de algún problema.

    Algunas personas en esas circunstancias, pueden necesitar de nuestra comprensión y ayuda material o moral: cooperemos a que no busquen la solución equivocada.

    Ser mujer quiere decir defender la vida humana, sobre todo de los seres que no pueden defenderse, de los niños que en el interior del cuerpo de una madre esperan encontrar protección, alimento y amor.

     

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