Teotihuacán II


El cambio social y político es mas claro en el periodo siguiente –Teotihuacán II-, que perdura hasta el año 350 d.c.. Entonces no solo podemos pensar en un estado teotihuacano, si no en una francamente imperialista que sé esta lanzando a una serie de conquistas o de incursiones comerciales, que habrían de llevarlo a lugares lejanos. En Belice se han encontrado objetos de obsidiana y figurillas teotihuacánas. Evidentes influencias son patentes en el valle de Oaxaca, en Veracruz y hasta en Kaminaljuyu, en el Altiplano de Guatemala. Pero también llegan ideas y estilos de fuera. De aquí que podamos hablar de un imperio, ya que se extiende sobre pueblos diferentes subyugados por conquista o atraídos por el comercio y el prestigio cada vez mayores de la gran ciudad.

 

Se supone que durante la fase Teotihuacán II se formó el área metropolitana que abarca el valle de México además del de Puebla. Desde entonces es evidente que quien quiera dominar a Mesoamérica tendrá que tener pleno dominio sobre os dos valles, lecciones que olvidaron, o no pudieron llevar a cabo, los toltecas, y que los mexicas empezaban a lograr en el momento de la conquista española. Además Teotihuacán, probablemente por el comercio de obsidiana, también controlaba una parte del actual estado de Hidalgo, con lo que completaba esa zona, en la cual durante las dos épocas de grandeza (esta y la que seguirá) no se advierten rasgos que no pertenezcan a la cultura teotihuacána o no sean un claro producto local de la misma.

 

Teotihuacán es una gran ciudad con una superficie que llego a ser de 20 km2; pero no es tanto por la expansión territorial, cuanto por la mayor concentración de construcciones. La ciudad queda totalmente planificada en sus grandes líneas. En esa época construye lo que aparentemente fue su centro político y comercial, el Gran Conjunto, difícilmente visible hoy día al visitante, y que esta constituido por el templo de Quetzalcoatl, lo que parece fue el palacio y el enorme cuadrángulo frente a el, al otro lado de la calle de los Muertos, que seria tal vez el mercado de la ciudad y seguramente un poderoso motivo de atracción. Quedan bien establecidas las avenidas Este y Oeste y se prolonga en 3 Km mas hacia el sur la calle de los Muertos. Con ello no solo adquirió la ciudad un carácter más monumental, sino que la extensión total de la avenida cortó por completo el paso entre los valles de Puebla y México por el camino más fácil. Al dominar el paso, Teotihuacán controlaba el comercio y cualquier movimiento que hubiese entre una región y otra. Como ambas formaban parte de su zona metropolitana, Teotihuacán pudo establecer un mayor dominio sobre los dos valles.

 

El templo de Quetzalcoatl y el Gran Conjunto quedan al sur del río San Juan, que cruza la calle de los muertos. El templo del que solo queda la fachada de poniente, es uno de los monumentos mas ricamente decorados y suntuosos del antiguo México. Tiene seis cuerpos escalonados, cada uno con un pequeño talud y un gran tablero. En el centro de la fachada poniente, una enorme escalinata tiene las alfardas decoradas con cabeza de serpiente en alto relieve. Los taludes también están decorados con serpientes, pero aquí en bajorrelieve y con el animal completo. Las colas con los cascabeles están hacia los extremos, mientras las cabezas se dirigen hacia la escalera central. Los ofidios se muestran como si estuvieran en el agua y aparecen rodeados de conchas y caracoles.

 

En el fondo los tableros también hay enormes serpientes acuáticas, cuyas cabezas en alto relieve forman uno de los dos motivos principales de la decoración. Emergen de una especie de gola de plumas, y su boca abierta muestra los feroces dientes. El otro motivo, también en alto relieve, es más difícil de identificar. Se ha dicho insistentemente que representa a Tlaloc, el dios del agua, con unos grandes anteojos que enmarcan sus ojos, aunque puede tratarse de otra divinidad, mas conocida en las urnas de Oaxaca como el "dios del moño en el tocado", ya que ignoramos su verdadero nombre. En conjunto, parece haber contado con 366 esculturas, numero acaso relacionado con el calendario solar.

 

Toda esta espléndida piedra admirablemente cortada, ajustada y tallada estaba pintada en vivos colores, de los que aun se conservan restos. Lo mismo ocurrió en otros lugares. En el edificio adosado a la pirámide del Sol construyeron también los teotihucanos una gran fachada íntegramente esculpida –de la que solo quedan fragmentos- que representa motivos distintos, pero de estilo similar a los del templo de Quetzalcoatl.

 

Esta ubicado al fondo de un enorme cuadrángulo de 400 metros de lado, limitado por plataformas con pequeños templos encima. Atrás quedan restos de lo que acaso fue el palacio de la ciudad. Al otro lado de la calle de los Muertos probablemente estuvo, como ya dijimos, el mercado principal de la ciudad. Todas estas construcciones forman el Gran Conjunto, cuya importancia y tamaño sugiere que allí estaría el centro administrativo, comercial y político de la ciudad. Es el primer ejemplo y él más grandioso de estas combinaciones de templo, palacio y mercado, que fueron características y que aun se encuentran en muchas ciudades de México.

 

Con ello se desplaza hacia el sur el centro de las actividades, dejando a la parte norte de la calle una función mas bien religiosa y de mas solemnidad.

 

El eje principal es seguramente el Norte – Sur, ósea la calle de los Muertos –Micaotli-, nombre desafortunado, ya que no se ha encontrado sepultura alguna a lo largo de tal vía. Es un error posterior, tal vez de la época mexica, cuando sé creyó que eran tumbas los destruidos monumentos que a ambos lados constituyen la calle. Además, si queremos ser estrictos en nuestra terminología, mal puede llamarse calle una sucesión de alargadas plazas colocadas en fila y separadas unas de otras por escaleras que regulan la inclinación natural del terreno.

 

Durante esa época queda terminada la pirámide de la Luna y su sensacional plaza –una de las más bellas del mundo y sin duda el triunfo más notable de la arquitectura ritual mesoamericana-. No hay que olvidar tampoco a Monte Albán. Queda plenamente desarrollado el tipo de tablero que completa el talud y que será la marca permanente de la arquitectura en las ciudades futuras. Todos los monumentos están recubiertos de una capa de cal, con lo que la piedra desaparece totalmente. ES difícil imaginarnos que la ciudad de piedra ocre que hoy vemos fuera una ciudad llena de color para los habitantes de entonces.

 

El encalado de los muros permitió cubrirlos de pintura mural mediante numerosos frescos. Los de esta época son como miniaturas, ya que los motivos son generalmente pequeños, aunque el muro pintado sea grande. Ejemplo de ello son los "animales mitológicos".

 

La pintura principal ocupa todo el muro de una habitación encontrada en una plataforma del lado oeste de la calle de los Muertos. La escena, que incluye numerosos animales, ocurre dentro del agua. Los animales están pintados a escala bastante reducida; hay jaguares feroces devorando una curiosa combinación de peces-aves, o adosando a la pirámide del Sol o el templo de Quetzalcoatl, a esa época corresponden los monolitos como la diosa del Agua y el llamado Tlaloc, en el Museo de Antropología. Pero a diferencia de la pintura mural, que puso un sello indeleble y es un arte mayor en Teotihuacán y fue imitada en otros lugares, la escultura teotihuacána, a pesar de algunos éxitos notables, no llego nunca a superar a su antepasada olmeca, a su contemporánea maya o a su descendiente mexica.

 

Los enormes cambios habidos en la ciudad no se limitaron solo a los edificios públicos. En este momento la mayoría de las antiguas casas modestas fueron remplazadas en muchos lugares por vastos conjuntos residenciales, con muros de piedra y techo de vigas de madera formando azoteas, en los que son muy frecuentes las pinturas murales.

 

La naturaleza de estos conjuntos, obviamente residencial, es, sin embargo, algo confusa. A veces son llamados palacios, nombre correcto cuando se trata de la mansión de algún personaje. Pero muchos de ellos poseen gran número de piezas agrupadas, lo que sugiere casas de apartamentos. Es muy posible que allí vivieran familias relacionas entre sí por nexos realmente de sangre o tribales, y seguramente formaban un grupo con templo o templos comunes situados en el propio conjunto. Sea como fuere, ello provoco gran densidad de población, sobre todo en ciertos barrios de la ciudad, que alcanzo unos 20 km2 de extensión y contó con unos 100,000 habitantes.

 

Ciertos barrios pueden delimitarse claramente, tanto por la profesión de los que en ellos vivían como por su procedencia. Así, existe un barrio de operarios dedicados a la alfarería o a construir figurillas, o bien a la producción de objetos de obsidiana. Mas de cuatrocientos talleres han sido descubiertos, con unos cien especialistas en tallar implementos cortantes y otros tantos en puntas de proyectil. Conocemos talleres de ceramistas, de lapidarios, de quienes labraban productos de concha, pizarra, piedra sin pulir, albañiles, estucadores... Muchos no dejaron la menor traza, como los carpinteros, hiladores, cesteros, etc. En la zona más antigua, las artesanías no parecen agrupadas por barrios.

 

Tan interesantes como estos barrios son los de extranjeros. El de Oaxaca es evidente y hasta contiene una tumba al estilo de Monte Albán. Recordemos que los teotihuacános no construían tumbas a sus muertos, sino que los enterraban en fosas o los incineraban –practica desastrosa para nosotros-. Hay otros barrios menos definidos, con cierta proporción de cerámica procedente de Veracruz o de la zona maya, que sugieren la posibilidad de conjuntos asociados con el gran comercio, o sea con aquellos mercaderes antepasados de los pochtecas mexicas. Se encontró en una estructura de adobe, que no se utilizaba como habitación, buen número de tepalcates –mas de 1,100- provenientes de la costa del golfo de México o de la zona central maya. Todo indica que Teotihuacán era ya una ciudad internacional donde vivían, o cuando menos pasaban temporadas, gentes llegadas de otros lugares, a veces muy distantes. Del sur de Puebla importaban abundante cerámica del tipo anaranjado delgado. Indudablemente, este ir y venir de gentes, y por tanto de ideas, promovió en parte el gran desarrollo, y las interinfluencias culturales impulsaron nuevos adelantos. Es una de las consecuencias de toda civilización.

 

Pero esta gente de fuera, ya cercana o de lejos, no venia solo por intereses comerciales. La ciudad debió de haber sido impresionante por la monumentalidad de sus conjuntos y los imponentes edificios. Seguramente seria la base de la atracción estética y emocional que durante tanto tiempo ejerció la religión teotihuacána. Todos sus habitantes debieron quedar fuertemente impresionados por aquellos dioses tan poderosos que permitían esa grandeza. Creemos que llegaban numerosos peregrinos a pedir favores a los dioses y, como los turistas de hoy, contribuirían al auge de la ciudad.

 


Última modificación: 22/Abril/1997

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