PLACIDO ACEVEDO 
EN EL RECUERDO


Foto Cortesía de Itzalia Acevedo

                 

Artículo publicado en Revista Ecos de Plazuela
Autor: Luis Felipe Castelló Cruz- Director

"La gratitud es una de las más enaltecedoras virtudes que los
espíritus nobles manifiestan. El olvido, inevitable consecuencia
de la indiferencia, es terriblemente injusto, inmisericorde..."

En un artículo publicado en un periódico del país en 1983 sobre la vida y obra de Plácido Acevedo, expresaba el Lcdo. Israel Roldán Blas que; "Cuando un pueblo se olvida de sus grandes hombres, comienza inevitablemente su propia destrucción. Esto se puede ver al comenzar la adoración en falsos valores, o como se dijo en los comienzos de la cristiandad, la falsa creencia en la adoración de los ídolos de barro".

En el caso de Plácido, aclamado músico y compositor aguadillano, barcelonetence por adopción, nuestro pueblo ha cumplido su deber. Un grupo de sus admiradores, aficionados a su música que anualmente se reunían ante su tumba, fueron los precursores de los actos que el Centro Cultural de Barceloneta realiza como parte de sus esfuerzos para la preservación del patrimonio cultural borincano. Personas dotadas de humildad contribuyeron a mantener vivas en la memoria de sus pueblos las figuras que han sobresalido en el campo de la composición musical. Algunos, guiados por una actitud digna de encomio, se organizan para rendirle el merecido homenaje póstumo al compositor cuya obra les recuerda experiencias propias, sus penas y sus alegrías, sus esperanzas y sus frustraciones...

La gratitud y la admiración que nos inspira el músico y compositor, director del inolvidable Cuarteto Mayarí, se unen al patriótico deseo de contribuir a la preservación del legado musical de uno de los más prolíficos compositores de la América nuestra.

En su composición "Barceloneta" (punto guajiro), resplandece el amor que Plácido le ofrecía al pueblo que le abrió sus puertas, y en cuyo camposanto reposan sus restos, como era su deseo:

BARCELONETA

El pueblo que más yo quiero
con tanto amor y cariño
se llama Barceloneta.
Ese es mi pueblo querido.
Barceloneta, este cantor no te olvida.
Barceloneta, por tí suspira mi lira.

A la orillita del río
escribí por vez primera
mis canciones amorosas
para una linda trigueña.
Barceloneta, este cantor no te olvida.
Barceloneta, por tí suspira mi lira.

En tu viejo camposanto
duermen mis hijos queridos,
dos angelitos del alma
que jamás yo les olvido.
Barceloneta, este cantor no te olvida.
Barceloneta, por tí suspira mi lira.


Autor: Plácido Acevedo Sosa

En Aguadilla, la misma tierra donde nacieron sus padres, vino al mundo Plácido Acevedo Sosa, el día 13 de junio de 1903. Su progenitor, un reconocido músico, pianista, director de grupos musicales que se llamaba Plácido, el mismo nombre que recibió el niño, no deseaba que el menor de sus hijos fuera músico. Basaba su objeción en los problemas económicos que sufrían quienes incursionaban en el campo que tanto atraía a quien llegaría a ser una gloria de la música puertorriqueña, un prolífico compositor, gran trompetista y director del exitoso Cuarteto Mayarí.

Antes de cumplir los veinte años, habiendo obtenido su diploma de octavo grado, un logro significativo en aquella época, el joven Plácido Acevedo se independizó, y su trompeta deleitaba al público que acudía a circos que recorrían la isla.

En uno de estos viajes, volvió a Barceloneta (en su niñez había estado en este pueblo, como parte de un grupo musical dirigido por su padre). En esta ocasión se queda en Barceloneta, se enamora y se casa con la joven Francisca Escobar, convirtiéndose en un miembro más de la comunidad donde formaría parte de una agrupación que se presentaba en el Teatro Variedades.

A mediados de la década del '20, empujado por su situación económica, Plácido emigró a Nueva York, donde vivió experiencias que dejaron en su alma profundas huellas que se revelan en algunas de sus canciones, tales como "Calle 124" y "Borinquen, tierra de flores". En la primera, expone los efectos de un clima extraño, que agravaba las condiciones de vida del boricua que había llegado allí impulsado por anhelos de progreso. En la segunda, contiene versos que, además de expresar el más profundo amor por esta tierra, muestran la decepción que Nueva York dejó en el sensible espíritu del compositor.

En un escrito sobre "la trayectoria personal y musical de don Plácido Acevedo Sosa," por el conocido coleccionista aguadillano de música del ayer, Ismael Serrano, encontramos datos relativos a las actividades musicales realizadas por el compositor y trompetista mientras residía en Nueva York. En esa época tocó con diferentes agrupaciones musicales, entre ellos los Reyes de la Plena, en la cual hizo su primera grabación, tocando la trompeta en la plena "Josefina, Josefina" y "El Nuevo gobernador"; organizó el grupo "Los Pleneros sureños", con el cual grabó ocho plenas de su inspiración; grabó con el "Grupo Ponceño", dirigido por Pellín Serrano, y que también era conocido como "Los Líricos"; con el "Cuarteto Machín", participó en la grabación del "Lamento Borincano", famosa composición de su compueblano Rafael Hernández; grabando para la Casa Víctor, aparece como integrante del "Grupo Flores", en 1933; con "Canario y su Grupo" grabó sus canciones "Campanas de mi aldea", "General Sandino" y "El Grito de Lares", y una ecuatoriana titulada "El Zorzal" (arreglo suyo).

La versión de la causa de su regreso a Puerto Rico en 1937, indicando que atravesaba por una situación económica que lo forzó a abandonar la inhóspita ciudad, al igual que la versión que señala que Plácido era muy regionalista y no soportaba estar lejos de Puerto Rico durante mucho tiempo, encuentra apoyo en la letra de algunas de sus canciones. Otra de las versiones indica que la pérdida de dos de sus cuatro hijos, los varones, fué la verdadera razón de su desición, lo que parece probable si tenemos en cuenta la alusión a los niños fallecidos, en la canción "Barceloneta".

En el año 1990, Noel Salcedo Oquendo, entonces administrador del Centro Cultural de Barceloneta, escribió sobre los inicios del Cuarteto Mayarí. Noel, también músico, nos habla de "el primer ensayo que realizara un trío llamado Los Ruiseñores Criollos, compuesto por Manuel Jiméndez (La Pulguita), Félix Rodríguez (Corozo) y Francisco Sánchez (Paquito), que traería cambios interesantes en la música puertorriqueña". A este primer ensayo, Corozo invitó a un amigo trompetista y compositor que llegaba desde la ciudad de Nueva York después de cosechar éxitos con Canario y su Grupo y el Cuarteto Machín, entre otros.

Se refería a Plácido Acevedo, quien sugirió allí la formación de un cuarteto, en vez del trío que intentaban organizar. La respuesta fué afirmativa, "Y así se forma el Cuarteto Mayarí", que quedará en la historia como el cuarteto más famoso y popular de Puerto Rico".

Plácido transformaba sus experiencias en canciones. Sus más profundos sentimientos eran plasmados en la letra de sus composiciones que, "cruzaron la veda del cómputo olímpico", según dice don Jesús María Santaliz en un artículo titulado "Recordando a Plácido Acevedo", que apareció en el periódico El Mundo en marzo de 1990. La versatilidad del compositor es expuesta por el Ing. J. M. Centeno Añeses en una semblanza de Plácido Acevedo publicada por el Centro Cultural José de Diego de Aguadilla en ocasión del Homenaje a Plácido Acevedo celebrado en junio de 1995 en la plaza Rafael Hernández de Aguadilla. Dice el Ing. Centeno que Plácido incursionó no solamente en el bolero, sino en música alegre, como la guaracha y la plena. También compuso pasodobles, pasillos, valses y hasta danzas. En todos los géneros lució con maestría.

La vasta producción de Plácido incluye algunas canciones románticas que son consideradas joyas musicales. Entre las más populares se cuentan; "Un imposible amor", "Cantando", "Lucero de mis noches", "Por seguir tus huellas". Los temas patrióticos y los humorísticos también ocupan su lugar en la extensa lista.

La puertorriqueñidad del compositor se revela en canciones como la guaracha "Ay, yo quisiera". Ese sentimiento aflora también en su canción "El Grito de Lares", que dice: "Soy borinqueño, si, soy borinqueño. Borinquen es mi amor, soy borinqueño..."

Una larga enfermedad apagó la luz de la vida del inolvidable compositor el día 27 de febrero de 1974. La muerte, piadosa, lo liberó de las penas de este plano terrenal y lo condujo al lugar donde reposaría junto a sus angelitos, al camposanto del pueblo que tanto amó, al que le cantó "Barceloneta, este cantor no te olvida", el pueblo agradecido que le responde: "Cantor, este pueblo no te olvida".

                 

               HOMENAJE A PLACIDO ACEVEDO

                 

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