EL ABORTO COMO CONSECUENCIA DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO

Cualquier estadística mínimamente seria nos dice que las mujeres no son felices abortando. El aborto es una decisión traumática que deja secuelas para el resto de la vida. Citemos un ejemplo: un estudio realizado en Alemania indica que el 52% de las madres que han abortado se muestran incómodas o se sienten mal cuando se les recuerda el hecho; un 70% de las mujeres que abortan sufren, a lo largo de su vida, con la idea de lo que habría sido de ese niño si ellas no hubiesen abortado; un 50% de las uniones se disuelven al año de haberse producido el filicidio.

El aborto es una acción brutal que destruye una vida humana y deja destrozada a la madre fallida, que deberá cargar de por vida con las consecuencias del síndrome post aborto. El aborto no es una acción voluntaria, sino que en la mayoría de los casos se produce bajo los efectos de las coacciones o amenazas del entorno familiar y afectivo de la mujer.

He aquí algunos datos al respecto:

Un 62% de las mujeres que aborta experimenta abandono y/o coacción hacia el aborto provocado por parte de su pareja mientras que el 95% refieren ‘acoso laboral maternal’ por razón de su embarazo.

Además, hay que recordar que según un estudio realizado por el Instituto C. B. Medical de Madrid (2005), detrás de cerca del 80% de los abortos se encuentran manifestaciones de violencia de género. Por su parte, un estudio del año 2000 de la prestigiosa revista Maternal and Child Health Journal reveló que las mujeres con embarazos no planificados tenían un riesgo 2,5 veces mayor de sufrir abuso físico frente a las embarazadas con embarazos “planificados”. A su vez, un estudio de Fisher y colaboradores (2005) de la Universidad de Ontario, ha detectado como factor de riesgo para que se realicen más de dos abortos provocados el sufrir abuso psicológico y físico de la pareja. Aún más, esta violencia está especialmente patente entre los adolescentes que abortan, en comparación con los que continúan su embarazo, tal y como demuestra un reciente estudio de Québec que encontró el triple de riesgo de ser víctima de violencia en las adolescentes que abortaron frente a las que tuvieron a sus hijos.

El verdadero problema del aborto es que la mujer ha sido abandonada por sus parejas y familia, tal y como reconoce un reciente estudio sobre las causas del aborto en España efectuado por el Ministerio de Sanidad.

Estos datos demuestran que la mayoría de las mujeres que abortan no lo hacen como una opción libre ni como un "derecho a decidir", tal como argumentan muchas asociaciones que se pretenden defensoras de los derechos femeninos. La mayor parte de las mujeres abortan forzadas por su entorno social, principalmente por sus maridos, sus novios, sus compañeros sentimentales y sus familiares directos.

El aborto es, pues, una forma de maltrato femenino e infantil en grado extremo.

Es necesario ofrecer alternativas económicas, laborales y legales para permitir que las mujeres puedan concluir con éxito sus embarazos, que es lo que haría la inmensa mayoría si sus condiciones materiales fuesen más favorables.






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