- hacia el siglo XIII -
Ojos, cuello, mejillas, rizos
de dorado pelo:
éstas eran las llamas de Jove
por su Ganimedes.
Cuando Júpiter buscaba darse
un pequeño [placer] con el muchacho,
el dios ordenó que todo fuera
lícito con un muchacho.
Ajeno a la preocupación del
mundo y a los rumores de los dioses,
a la lengua de su afrentada esposa
y al cielo,
se llevó al efebo ilíaco
a los cielos, una estrella a las estrellas,
y finalmente hasta creyó que
era un dios,
de modo que el muchacho pudiera darle
placer por el tacto y por la vista.
A la luz del día llevaba a
Jove su copa; por la noche, besos.
©1997 / 2000
Grecino amaba a un muchacho,
una moza amaba a Grecino,
y el muchacho sólo a la moza
amaba.
Grecino la empujaba hacia el muchacho,
que al hombre terminó por rendirse,
y tanto el hombre como el mozo tuvieron
lo que querían.