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T E C N E Historia.
La Cuestión Homosexual en la Historia de la Edad Media:
El Siglo XI


Nosotros, más humanamente.
(Nos, humanius agentes)
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- respuesta de León X al Liber Gomorrhianus, de Pedro Damián -

El libro que habeís publicado, hijo mío, contra la cuádruple polución del contagio carnal, franco de estilo y más directo aún en el razonamiento, constituye una prueba irrefutable de la intención de vuestra mente de sumaros a la santa disputa del espléndido poder del brillante recato. En verdad habeís caído con fuerza sobre el desenfreno de la carne, habéis castigado el deseo obsceno con el brazo del espíritu y habeís presentado con toda claridad la figura del vicio excecrable con la autoridad de la virtud, que, siendo ella misma inmaculada, no permite la menor impureza. Nunca podría ser el tipo de cosa que se presta a las sórdidas vanidades. En verdad estos clérigos cuyas desagradables vidas vuestra sabiduría ha expuesto con pesadumbre, imparcialidad y racionalidad, están con justicia -con plena justicia- excluidas del [literalmente, 'no pertenecen al'] vínculo de su herencia, de la que se han apartado con voluptuosidad. Porque si vivieran castamente, no sólo serían llamados al templo de Dios, sino también al santuario, en el que el Cordero de Dios es sacrificado en brillante gloria, por quien el mundo entero se limpia de su horrible inmundicia. Tales clérigos, por supuesto, mediante el testimonio de sus actos, si no de sus palabras, revelan que no son lo que pensaban ser. Pues, ¿cómo podría alguien ser un clérigo, ni siquiera así ser llamado, cuando no ha temido al mal en su propia voluntad?
Acerca de estas cosas, puesto que habéis escrito lo que os ha parecido mejor, movido por la santa indignación, está bien que, como lo deseáis, interpongamos nuestra autoridad apostólica a fin de eliminar toda duda escrupulosa entre quienes lean [esto], y que quede claro para todos que el contenido de este librito, como agua lanzada a las llamas del infierno, ha merecido nuestra aprobación. En consecuencia, para que la licencia impune del sucio deseo no se extienda, es esencial combartir[la] con medidas adecuadas de severidad apostólica y, además, dar alguna prueba de rigor.
Aun cuando la censura de la equidad -tanto de los concilios sagrados como la de nuestro propio juicio- excluya de todas las jerarquías de la inmaculada iglesia a todos aquellos contaminados por la suciedad de cualquiera de los cuatro tipos mencionados, aun así, nosotros, más humanamente, deseamos y ordenamos que aquellos que liberaron su semen, ya sea con sus propias manos, ya mutuamente con algún otro, e incluso quienes lo vertieron en coito interfemoral, si no fue una práctica duradera o realizada con muchos hombres y si refrenaron sus deseos y expiaron esos vergonzosos pecados con una penitencia adecuada, sean admitidos en la misma jerarquía que tenían mientras pecaban (aunque no deben seguir haciéndolo), confiando en la misericordia divina. Pero no puede haber esperanza de recuperar la jerarquía para aquellos que se han manchado con cualquiera de los dos tipos de pecados que habéis descrito -solos o con otros- durante un tiempo prolongado o con muchos hombres aunque fuera por poco tiempo, o -lo que es tan horrible de mencionar como de oír mentar- aquellos que han caído en su última categoría [la penetración anal].
Si alguien se atreve a criticar o a cuestionar este decreto de dirección apostólica, hágasele saber que pone en peligro su jerarquía. Pues quien no ataca el vicio, lo alienta, y es con justicia considerado culpable del fin que el que sucumbe al pecado.
Pero, hijo querido, me congratulo inexpresablemente de que lo demostréis con el ejemplo de vuestra vida precisamente lo que habéis enseñado con el don de vuestra palabra. Pues es más grandioso enseñar con los actos que con las palabras. Por ello, Dios mediante, obtendréis la victoria, gozaréis con el Hijo de Dios y la Virgen en lo alto del cielo y seréis coronado y recompensado con gracias por todos aquellos que por vos se han salvado del fuego del diablo.


... par de pendejas ... con sus pendejas jerarquías ...
... vengo en un momento, ¡¡¡voy a tirar mi semen!!! ...


La fuente documental del texto es:
John Boswell. Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad.
Muchnik Editores, Barcelona, España. 1992. Págs. 391 a 392.
Edición al español con la que no estoy de acuerdo por alterar el formato de la edición original.


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