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Dirige y presenta Jos� Carlos Fern�ndez
WOODY ALLEN, UN CREADOR RECOMPENSADO
Si quieres conocer el resultado de las mejores y peores pel�culas del a�o 2001 seg�n nuestros oyentes, pulsa aqu�
El Rinc�n de Jos� Carlos
Habr�a que ser un ignorante en las lides cinematogr�ficas -e incluso filos�ficas- para proclamar que Woody Allen es un creador de escasa relevancia, un mal director y a�n peor pensador. Pero la predisposici�n a conocer las excelencias que pueda poseer el cineasta neoyorkino no se convierte en un cheque en blanco a la hora de analizar el contexto en el que Allen se sit�a en el cine de las �ltimas d�cadas o la verdadera relevancia que su obra ha presentado -o quiz�s lo m�s correcto es decir deber�a haber tenido- a lo largo de los m�s de 30 a�os de su carrera.
Porque la evoluci�n de Woody Allen a lo largo de estas d�cadas de creaci�n, interpretaci�n y producci�n no se corresponde realmente con la g�nesis del fen�meno provocado por su irrupci�n en el S�ptimo Arte. Aqu�l chico de dudosa habilidad direccional pero indudable talento para la creaci�n de situaciones c�micas que nos mostr� en
Toma el dinero y corre (1969) se transform� paulatinamente en un ejemplo de realizador m�s depurado tras la c�mara, pero no dud� en cambiar los roles de la sagacidad humor�stica -no tan vulgar y simple como pudiera parecer- por un trascendentalismo que desde 1975 hasta 1985 conjug� con un humor din�mico alabable. Son ejemplos de ello La �ltima noche de Boris Grushenko (1975), Annie Hall (1977) o su obra culmen, La rosa p�rpura de El Cairo (1985), una deliciosa y fantasiosa historia que supuso el punto de ruptura de su anterior etapa para comenzar a abandonar su dinamismo y transformar sus filmes en tuercas con las mismas vueltas alrededor de un manido eje. Y as�, aparece el Allen m�s sopor�fero, expositor de sus problemas interiores -que no son m�s que las relaciones afectivas humanas simplificadas por �l en el sexo-, d�ndose el caso de cintas en las que realmente el alabado cineasta no aporta nada nuevo. Tal es el caso de Septiembre (1987), Alice (1990), Sombras y niebla (1991) y los ejemplos m�s inauditos del cine pl�mbeo y caduco, egoc�ntrico en sus obsesiones e innecesario como Poderosa Afrodita (1995) o  la fallida Celebrity (1998).
S�lo el soplo de aire fresco de
Balas sobre Broadway (1994) salva al director en los �ltimos a�os de un anacronismo en su cine que a los amantes del S�ptimo Arte nos indigna, porque -insisto- no es posible denostar a Woody Allen ante su inconmensurable talento. Pero no hay duda de que le pierde su tem�tica preferida, sus mon�logos hier�ticos, su escasa evoluci�n y la sensaci�n de que lleva haciendo las mismas pel�culas aunque realmente sean distintas. Y eso es demasiado pecado para un director,  y en este caso un creador,  considerado como un genio del cine y premiado con prestigiosos como el Pr�ncipe de Asturias.
Es francamente sencillo escoger entre la tesitura de ver un filme de Allen a las dos de la madrugada o cualquiera de la pel�culas de William Wyler, Willy Bilder o Luis Garc�a Berlanga. Yo no dudar�a en ning�n momento a la hora de dirigirme a mi videoteca. Y eso no dice mucho en favor de un Allen al que todos hemos tratado de comprender en muchas ocasiones, pero que no nos ha dado pie para justificar una manifiesta irregularidad que ni siquiera han salvado brillantes di�logos dispuestos en sus pel�culas.


                      
Jos� Carlos Fern�ndez.
Cartelera de los Cines de la Bah�a de C�diz
El cineasta neoyorkino recibir� en septiembre el Premio Pr�ncipe de Asturias de las Artes por su contribuci�n al mundo de la cultura y concretamente en el cine. Se incluyen a continuaci�n dos an�lisis sobre la carrera de Allen, escritos por Jos� Carlos Fern�ndez, director de '�ltimo Estreno', y un segundo art�culo de Paco L�pez, periodista.
Woody Allen.
Un universo de Personajes

                          
Por Paco L�pez

El modo de entender el cine del director, actor y escritor norteamericano Woody Allen, acaba de ser considerado en Europa arte con may�sculas, o lo que es lo mismo, sus pel�culas dejan de ser sucesiones de im�genes impresionadas en celuloide y se convierten en algo tan et�reo como es la Cultura.
Resulta cuando menos curioso que haya tenido que ser una instituci�n europea la que descubra la calidad de este neur�tico neoyorkino. Es como si ma�ana los norteamericanos concediesen un �scar honor�fico a Luis Garc�a Berlanga por toda su carrera dedicada al cine y aqu� no loe hubi�semos dado ni un miserable diploma. Pero la verdad es que el cine americano no se caracteriza precisamente por cuidar y premiar a sus estrellas y si no, que se lo digan a Alfred Hitchcock, al que no le concedieran ni un peque�o hombrecillo dorado.
El cine de Woody Allen es fundamentalmente un universo de personajes en el que est�n exageradas una serie de cualidades, o defectos, seg�n se mire, el amor, el miedo, la muerte, el miedo a la muerte, la timidez, la neurosis obsesiva, el sexo, las mujeres, el cine... que forman parte de la condici�n humana y a trav�s de los cuales organiza la trama de sus pel�culas. Son conceptos tan abstractos que valen para un musical, una pel�cula de g�ngsters o una comedia. Allen es un director al que le interesan sobre todo los pesonajes, y por ello siempre encuadra las escenas de sus pel�culas con tres planos, desarrollando a partir de ah� toda la secuencia. Arranca con un plano general para situar al espectador y a continuaci�n juega con los planos medios y cortos. No es un director t�cnico como pudiese serlo Steven Spielberg o Brian de Palma, a los que les gusta experimentar con los encuadres, aunque la fotograf�a de sus pel�culas siempre est� muy cuidada, dejando que Carlo di Palma o Sven Nikvyst retraten sus historias.
Allen es sobre todo un director de actores, un realizador que da prioridad a la palabra nates que al efecto digital y que prefiere cualquier calle neoyorkina al plat� m�s grande de Inglaterra.
Es uno de los grandes, no cabe duda, y aunque no goza del benepl�cito del gran p�blico, norteamericano sobre todo, m�s interesado en pagar por ver pel�culas como
Spiderman, Blade II o El ataque de los clones, siempre tiene en marcha alg�n proyecto, ya sea en primavera o en oto�o, los actores y actrices que pueblan el universo de estrellas de Hollywood se tiran de los pelos unos a otros por participar en alguna de sus pel�culas. Bueno, todos no; Mia Farrow no quiere ver ni en pintura a este genio, pero esa es otra historia.
Un realizador que ha sido capaz de conectar con dos generaciones tan dispares como la de los a�os 70 y la de los a�os 90, treinta a�os fascin�ndonos de igual modo con la frescura de
Annie Hall (1977) y la ternura de Manhattan (1979), interpretadas ambas por una maravillosa Diane Keaton, o con la genial Misterioso asesinato en Manhattan (1993) -siempre Nueva York- o su obra cumbre, Balas sobre Broadway (1994).
Allen, al que hemos adoptado los europeos como uno de los nuestros, cuenta unas historias que nos son m�s cercanas a nosotros que a sus compatriotas norteamericanos, que lo consideran m�s bien un bicho raro que hace pel�culas europeas, que no tienen ning�n �xito comercial, pero que brinda ese marchamo de
qualit� del que a los americanos les gusta presumir en los festivales, aunque luego tengan en los jardines de sus casas flamencos rosas de metal o fuentes de champ�n en sus jardines.
Woody Allen nos ha regalado, a los europeos, la promesa de seguir poni�ndose cada a�o detr�s de la c�mara, para contar su particular modo de entender la vida y las complicadas relaciones entre las personas.






Jos� Carlos Fern�ndez Moscoso/Paco L�pez
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