Misioneros Oblatos

 


  • "El que quiera ser de los nuestros, deberá arder en deseos de la propia perfección, estar inflamado en amor a nuestro Señor Jesucristo y a su Iglesia, y en celo ardiente por la salvación de las almas..." (Regla de 1853).
  • "Escogidos para anunciar el Evangelio de Dios, los oblatos lo dejan todo para seguir a Jesucristo..." (Constitución 2).
  • "La comunidad de los Apóstoles con Jesús es el modelo de su vida..." (Const. 3).
  • "Predicar como el Apóstol 'a Jesucristo, y éste crucificado, no con el prestigio de la palabra...', es decir, mostrando que hemos meditado en nuestro corazón las palabras que anunciamos, y que hemos comenzado por practicar antes de ponernos a enseñar" (Regla de 1826).
  • "Nuestra misión nos lleva en todas partes principalmente hacia aquellos cuya condición está pidiendo a gritos una esperanza y una salvación que sólo Cristo puede ofrecer con plenitud" (Const. 5).
  • "La caridad fraterna debe sostener el celo de cada miembro, en conformidad con el testamento del Fundador: 'Practicad entre vosotros la caridad, la caridad, la caridad, y fuera, el celo por la salvación de las almas'"(Const. 37).
Estas pocas citas muestran el realismo y el ideal de nuestra vida. Nos asusta a veces lo prometido... la mediocridad es siempre un peligro potencial. La fidelidad en lo cotidiano, fidelidad generosa, heroica muchas veces, es el camino que recorrieron hermanos nuestros cuya santidad ha reconocido la Iglesia: san Eugenio de Mazenod, los beatos José Gérard, apóstol de los basutos, y José Cebula muerto en Mauthausen en 1943, y tantos otros cuya santidad anónima se lee en el corazón de Dios

Cercanos a la gente

"Siempre cerca de la gente con la que trabajan, los oblatos prestarán constantemente atención a las aspiraciones de la misma y a los valores que posee..." (Const. 8). Cercanos, es la palabra que la gente emplea a menudo cuando habla de nosotros. No somos complicados. Se ve en nuestra forma de recibir a nuestros huéspedes. El P. de Mazenod tenía un corazón grande, gran capacidad de afecto; algo nos ha quedado probablemente. El P. Gérard, al que citamos ahora, escribía en uno de sus retiros: "... el secreto con los basutos es amarlos, amarlos siempre, amarlos a pesar de todo." ¡Había conocido al Fundador de joven! Esta cercanía nos ha movido a aprender las lenguas de los pueblos y a ser uno más entre ellos; nos ha llevado a hacer nuestra la causa de los trabajadores en América latina o en Francia, acompañar a los inmigrantes, construir escuelas, hospitales o emisoras de radio; nos ha preservado del riesgo de convertirnos en funcionarios; hace que la gente nos quiera y sienta que nos vayamos...

Hombres de la Palabra

¡No estamos hechos para la pastoral ordinaria! Es cierto que en el curso de la historia nos hicimos cargo de parroquias -nos gustaría que fueran misioneras-, pero el proyecto original es "... llevar la Buena Noticia a los pueblos que todavía no la han recibido... y, donde la Iglesia está ya implantada, consagrarse a los grupos más alejados de ella..." (Const. 5). La Iglesia necesita siempre renovación, reactivación, ir al fondo. ¡Ésta fue y sigue siendo la tarea de las misiones parroquiales, verdaderos acontecimientos en lugares determinados, con visitas a domicilio, momentos de encuentro y de oración en pequeños grupos, grandes celebraciones en la iglesia, procesiones por las calles! Los métodos y procedimientos evolucionan y algunos están definitivamente superados. ¿Cómo ayudar al mundo moderno, posmoderno y secular a descubrir las riquezas de la fe cristiana? Gran interrogante. Nuestra presencia en muchos santuarios marianos puede ser un comienzo de respuesta. Estamos en Lourdes desde 1985, en Ntra. Sra. de las Nieves, Belleville, Illinois, EE.UU., en Koden, Polonia, en Madhu, Sri Lanka, y en muchos otros lugares de peregrinación, y últimamente en Loreto, Italia. Acuden muchedumbres. Buscan una experiencia, la conversión, una luz para su vida. Es el momento de "servirles" el buen alimento de la Palabra en el lenguaje de hoy, "para que tengan la alegría y su alegría sea completa", como dice san Juan (cf. 15, 11)

Nuestro Futuro

La Carta a los Hebreos dice de Moisés que andaba 'como si viera al Invisible' (cf. Heb 11, 27). Es un poco la situación nuestra. La figura del mundo cambia, nuestros contemporáneos se debaten por encontrar trabajo, llevar su vida, educar a sus hijos, darse el gusto cuando la ocasión se presenta. ¡Las referencias son confusas, los valores son como en la bolsa, suben y bajan y se intercambian! ¡Cada cual se esfuerza por llevar su vida, como si estuviera solo en el mundo!

Este contexto cultural, principalmente occidental, ha afectado profundamente nuestra existencia y nuestro trabajo. La elección de nuestra vida se revela difícil para las generaciones actuales. ¡La generosidad, el desapego y desprendimiento, la comunidad..., Dios... no son valores de moda! ¡El compromiso de por vida da miedo muchas veces! Se plantea el problema de las vocaciones. ¿Seremos nosotros los últimos eslabones de una gran historia, o las nuevas generaciones recogerán el legado vigorosa y gozosamente? 

Gracias a Dios, la Congregación aun cuando disminuye en el hemisferio norte, crece en el hemisferio sur. Hay que pasar el testigo, aceptar los cambios, adaptar las estructuras y acoger las culturas.