PABLO VI Y SUS RESPONSABILIDADES 
EN EL CAOS ACTUAL DE LA IGLESIA(*)
Pbro. Dr. Joaqu�n S�enz y Arriaga

LA ACTUALIDAD DE TODO LO QUE SE DICE  AQU�,
 ES IMPRESIONANTE, Y CLARAMENTE APLICABLE
 AL "PONTIFICADO" DE KAROL WOJTYLA

CON LA DIFERENCIA DE QUE YA NO CABEN DUDAS:
 LA "IGLESIA" QUE SE PRESENTA ANTE EL MUNDO
 COMO LA "CAT�LICA", YA NO ES TAL, ES UNA NUEVA
 RELIGI�N QUE NADA TIENE QUE VER CON LA
 ENSE�ADA POR NUESTRO SE�OR JESUCRISTO.

SE HA CUMPLIDO LO QUE SE DICE EN ESTE LIBRO:

SI LA MAYOR�A DE LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA SIGUE
 
  AL AP�STATA, �STE SER� EL PEOR CASTIGO DEL MUNDO.  
        

   En una exposici�n, que, durante los tiempos del Concilio, hice yo en el Santo Oficio, delante del Cardenal Ottaviani, delante del entonces Mons. Parente, ahora ya Cardenal de la Iglesia, delante de Mons. Mazala y de otro Mons. de cuyo nombre no puedo acordarme, despu�s de haber explicado el memorandum, que hab�a yo presentado por escrito sobre la revoluci�n que, con el pretexto del Concilio y del esp�ritu conciliar, se estaba gestando en la Iglesia de Dios, ped� permiso para exponer abiertamente todo lo que en mi coraz�n llevaba y que por vez primera en mi vida hab�a hecho vacilar mi misma fe cat�lica. Obtenido el permiso, habl� y habl� muy claro, exponiendo mis dudas sobre las ideas y la actitud de Paulo VI y sobre el mismo Concilio, que pretend�a imponemos la nueva teolog�a, la que hab�a sido antes condenada por P�o XII.

   El Modernismo, doctrina y partido denunciados y condenados por San P�o X, resurge y se impone en nuestros d�as con una pujanza y un poder�o sin paralelo en la historia. El Congreso del Bruselas -hablo aqu� de consecuencias recientes dell Concilio- "The (World FUTURE Church", la Iglesia futura del mundo, preparado por el IDOC, (es decir, la revista CONCILIUM y su equipo internacional de te�logos ampliamente conocidos, presididos por el Cardenal Suenens y el P. Schillebeeckx, Hans K�ng, Congar y el supergrande Karl Rahner, S.J.), ha eliminado a su antojo los dogmas fundamentales o los ha silenciado, o los ha interpretado a su capricho. El Modernismo cobr� carta de ciudadan�a en la Iglesia Cat�lica, durante los d�as turbulentos del Vaticano II.

   Yo encuentro incomprensible e inaceptable este Concilio, que adem�s de ser equ�voco, tiene puntos, que han venido a revolucionar la doctrina de la Iglesia, en innegable contradicci�n con las definiciones de anteriores y recientes Concilios Ecum�nicos y con documentos solemnes del Magisterio. Pregunto yo: esas definiciones y esos solemnes documentos anteriores �estuvieron o no estuvieron inspirados por el Esp�ritu Santo? Si lo estuvieron, �c�mo es posible ahora ignorarlos y contradecirlos? La raz�n aducida por los "expertos" del Vaticano II es que esas definiciones y esos documentos tuvieron un valor circunstancial, incompatible con el progreso de la teolog�a y del mundo que est� a punto de nacer. El "aggiornamento" de la Iglesia a ese nuevo mundo pide que revisemos toda nuestra doctrina, todas nuestras creencias, toda nuestra moral, nuestra liturgia, nuestra disciplina y las leyes de la Iglesia. Con estas premisas, nada queda en pie y el mismo Concilio Vaticano II pasar� a la historia como una pesadilla, cuando las circunstancias del mundo en constante evoluci�n hayan cambiado. Entre el Vaticano II y el Vaticano I y el Tridentino no hay continuidad, no hay progreso, sino antagonismo y cambio completo de mentalidad, que, a mi humilde sentir, es un cambio de fe. Y si malo es ese Concilio Pastoral, peor es el postconcilio, que no s�lo ha ignorado las definiciones dogm�ticas de anteriores Concilios y los documentos todos del anterior Magisterio, sino ha superado y desconocido en la pr�ctica lo que est� escrito en los documentos del Vaticano II. Ahora bien, �qui�nes son responsables de esta demolici�n interna de la Iglesia? �qui�nes han callado las voces de la ortodoxia que buscaba, con la TRADICI�N en la mano, defender la verdad revelada? �Por qu�, si estaban y est�n tan seguros de sus reformas inauditas y demoledoras, no han permitido no digo ya la pol�mica, la discusi�n esclarecedora, sino el "salv�fico di�logo", que han buscado, con servilismo vergonzoso, con todos los enemigos de la fe cat�lica? Es imposible negar la complicidad personal y colectiva de los pastores de la Iglesia y, especialmente, de aquel que es sucesor de Pedro.

   Cuando, a los principios de esta autodemolici�n de la Iglesia, yo se�alaba la cabeza como la causa principal de la tragedia, mis palabras escandalizaban; cre�an que hab�a ya naufragado en mi fe. Pero poco a poco, sin embargo, las cosas han cambiado y es cada vez m�s clamoroso el grito de los que con un YO ACUSO valiente se�alan el MONTINISMO como la ra�z de la destrucci�n progresiva de la Iglesia. Los acontecimientos posteriores han forzado despu�s no s�lo a los observadores preparados, sino a las mismas masas de creyentes a examinar el caos m�s de cerca y con menos ingenuidad. La ruina de la Iglesia coincide tan exactamente con el Pontificado actual y sigue tan de cerca sus orientaciones reformistas y revolucionarias, que es ya imposible cerrar los ojos, para no darnos cuenta de que son los pastores, de que es, ante todos, Paulo VI , el verdadero responsable de esta crisis sin precedente ni  paralelo en la historia de la Iglesia. La conspiraci�n judeo-mas�nica-comunista ha tenido tanto �xito, porque ten�a en sus manos el poder.  

   Son diversas las hip�tesis que se han dado para explicar el enigma de Paulo VI. Entre ellas, las principales son las siguientes:

  • 1� - El Papa es un prisionero, al que rodean amenazantes poderosos enemigos, que le obligan a decir y hacer lo que ellos quieren. Hay quien a�ade que existe un chantage de los enemigos, que, conociendo las secretas debilidades personales del Pont�fice, pueden descubrirlas, con gran desprestigio de la autoridad, si Paulo VI no secunda los planes que ellos tienen.        

  • 2� - El Papa est� drogado, espor�dica o habitualmente. Los diab�licos inventos de la qu�mica moderna hacen ciertamente posible esta hip�tesis espantosa. Existen actualmente drogas capaces de nulificar la voluntad, de hacerla fluctuante y a�n contradictoria, en las resoluciones de asuntos capitales. Esta nulificaci�n de la voluntad puede ser intermitente, y puede ser, seg�n las drogas y la dosis con que ellas se administran, constante, permanente. En el primer caso, hay una especie de dualidad en las acciones y en los dichos de la persona drogada, seg�n que est� o no est� bajo el influjo de la droga; y, en el segundo caso, la persona es un juguete en manos de los que la han drogado.  

  • 3� - El Papa, despu�s de haber sido leg�timamente elegido, cay� en la herej�a, tal vez en la apostas�a. La prerrogativa de la infalibilidad, con la que Cristo enriqueci� al Primado de Pedro, seg�n la misma definici�n del Concilio Vaticano I, es una prerrogativa en favor de la Iglesia, no en favor de los individuos que hab�an de ocupar la Sede de Pedro; es una infalibilidad no personal, sino meramente did�ctica y que no hace al Papa ni infalible en todos sus juicios, opiniones y personales doctrinas, ni tampoco impecable, como lo demuestra, por desgracia, la historia misma de la Iglesia. y esta infalibilidad meramente did�ctica, solamente se da cuando se cumplen las cuatro condiciones, que se�ala la definici�n conciliar, seg�n la doctrina de la Escritura y de la Tradici�n: a) que el Papa hable ex cathedra, con su autoridad suprema y universal; b) que hable en cosas de fe o de costumbres, ya que su ministerio abarca tan s�lo estas materias; c) que defina, es decir, que nos diga que la verdad concreta por �l ense�ada se encuentra en el Dep�sito inmutable de la Divina Revelaci�n. El Papa, al definir no inventa una verdad, no adapta el Evangelio al mundo, sino �nicamente nos dice que esa verdad concreta fue revelada por Dios, se encuentra en el Dep�sito inmutable de la Divina Revelaci�n; y, finalmente, que la obligaci�n, que nos imponga el Papa para aceptar esa definici�n sea bajo pena de eterna condenaci�n, seg�n las palabras de Jesucristo: "Los que creyeren ser�n salvos; los que no creyeren se condenar�n". Negar, en estas circunstancias una verdad definida por el Magisterio supremo de Pedro es naufragar en la fe, es negar la doctrina de Cristo. 

   En su Magisterio ordinario el Papa solamente es infalible cuando nos ense�a verdades que han sido ya definidas o por otros Papas o por otros Concilios, o cuando nos ense�a una doctrina, quam semper et ubique tenuit Ecclesia, que siempre y en todas partes ense�� la Iglesia.

   No tendr�a sentido la c�lebre definici�n del Vaticano I, si el Papa, por el hecho de ser Papa, fuera personalmente infalible, no pudiera enga�arse, ni pudiera caer incluso en la herej�a. Es cierto que, en su oficio, cuenta siempre con la asistencia del Esp�ritu  Santo, pero esta ordinaria asistencia presupone y exige la fiel correspondencia del Pont�fice, que siempre es libre y puede estar sujeta a las fluctuaciones posibles del libre arbitrio. No es, pues, una herej�a el decir que el Papa no es siempre infalible y que, por lo tanto, puede equivocarse, culpable o inculpablemente -esta es otra cuesti�n- y puede incluso caer en la herej�a. Lo que s� podemos afirmar es que, en estos posibles y lamentables casos, el Papa no definir� ex cathedra un error(1) una herej�a, porque esto equivaldr�a a que sucumbiese la "inerrancia" de la Iglesia.

   En el lamentable caso de que el Papa cayese personalmente en la herej�a, muchos autores piensan que autom�ticamente dejar�a de ser Papa: non deponnendus, sed iam depositus. Otros, por el contrar�o, piensan que el Papa, her�tico o ap�stata, sigue siendo Papa. A su juicio s�lo la muerte o la renuncia del Pont�fice dejan vacante el Pontificado. Para sostener esta sentencia, se necesita establecer en tales casos una verdadera dualidad en la persona y en los actos y dichos del Pont�fice her�tico, dif�cilmente comprensible: unas veces habla como cat�lico y entonces es Papa; otras, en cambio, no habla como cat�lico, sino como hereje, y entonces no es Papa. Su pontificado carecer�a de aqu�lla estabilidad y consistencia que parecen exigir las palabras de Cristo: "T� eres piedra, roca inconmovible, y sobre esta piedra edificar� mi Iglesia". "Y las puertas del Infierno no prevalecer�n en contra de ella". Lo que es en un edificio el fundamento eso es Pedro en la Iglesia: principio de unidad, de cohesi�n de todos los elementos que integran ese edificio, garant�a de su consistencia y permanencia. �C�mo es posible que el que ha ca�do en la herej�a siga siendo el fundamento de la Iglesia? �No ser�a esto atentar contra la inerrancia de la Iglesia?

   Los que sostienen la tesis de que un Papa her�tico non est de positus, sed deponendus, no ha dejado de ser Papa, sino que debe ser depuesto, parecen anteponer las normas jur�dicas sobre la misma Verdad Revelada. A mi modo de ver, las normas jur�dicas -cualesquiera que sean- tienen un valor de medio, no de fin; mientras que la preservaci�n de la Verdad Revelada es a no dudarlo el fin del Magisterio, del Primado y del Episcopado, porque la fe es la ra�z de la justificaci�n; porque sin fe es imposible agradar a Dios. Y no puede haber una fe verdadera, cuando no se funda en la Verdad Revelada, cuando no se acepta TODO lo que Dios nos ha revelado.

   Por otra parte, los Pastores han sido instituidos por Cristo para apacentar las ovejas en la verdad, para conducirlas siempre por el camino seguro de la salvaci�n. Cuando los pastores fallan, cuando incurren personalmente en el error, dejan de ser verdaderos pastores, ya que no pueden apacentar seguramente a las ovejas, ni llevarlas por el camino recto de la salvaci�n.

  • 4� - El Papa es un verdadero Papa; el Papa no ha incurrido personalmente en la herej�a. Pero es un Papa d�bil, que no cumple sus deberes esenciales de reprimir las herej�as, de aplicar las debidas sanciones de la Iglesia contra los destructores de la unidad, contra los que difunden el error, contra los que han causado la presente confusi�n doctrinal en la Iglesia de Cristo. Es el caso del Papa Honorio, que, por su grav�sima omisi�n, en reprimir las herej�as, por sus condescendencias ecum�nicas con los monofisitas, o monotelitas, fue, al fin, despu�s de su muerte, condenado como hereje por un Concilio.   

  • 5� - El Papa no es un verdadero Papa: su elecci�n no fue v�lida. Porque, aunque can�nicamente, hasta donde nosotros podemos saberlo, su elecci�n haya sido leg�tima -y la aceptaci�n universal en toda la Iglesia de su Pontificado as� parece confirmarlo- sin embargo, si el sujeto no era "capax electionis", no era capaz de ser leg�timamente elegido, la elecci�n, seg�n los c�nones leg�tima, es en realidad ileg�tima. Dos cosas pueden invalidar in radice una elecci�n aparentemente leg�tima: si el elegido no es un verdadero cat�lico, si profesa p�blicamente doctrinas anticat�licas(2); si el elegido es un excomulgado y su excomuni�n no ha sido levantada por aquel que tiene autoridad para hacerlo, suponiendo, claro est� una completa retractaci�n de sus errores; porque, sin esta sincera retractaci�n, la excomuni�n no podr�a ser v�lidamente levantada.

   Estas son, en resumen, las diversas hip�tesis, que corren en el mundo, para explicar la inc�gnita terrible del actual Pont�fice. Ellas demuestran, desde luego, la realidad aterradora de que, en el mundo, son muchos y muy preclaros varones los que miran arriba, los que se�alan a Paulo VI como el verdadero responsable de �sta, que �l mismo llam� "autodemolici�n" de la Iglesia. Var�an las opiniones en la soluci�n, pero no en el diagn�stico del mal que nos aqueja.

   Citaremos ahora a algunos de los escritores que con m�s precisi�n y valent�a han afrontado el problema, antes de exponer yo mis puntos personales de vista en tan espinoso y delicado problema. Empezaremos por copiar aqu� la CARTA ABIERTA del sacerdote franc�s Noel Barbara a Paulo VI: 

   El objeto de este estudio sobre la Revoluci�n en la Iglesia es normal, ya que el Se�or instituy� a Pedro como Pastor Supremo, a quien dio la misi�n de confirmar nuestra fe. Es, pues, normal, en las presentes aflictivas circunstancias, el que nos dirijamos a �l, para que, con su Magisterio, disipe todo equ�voco y toda confusi�n, nos devuelva la confianza y confirme nuestra fe.

   "YO RECONOZCO, SIN TITUBEAR, LA AUTORIDAD DEL SANTO PADRE. PERO AFIRMO, SIN EMBARGO, QUE CUALQUIER PAPA, EN EL EJERCICIO DE SU AUTORIDAD, PUEDE COMETER ABUSOS DE SU AUTORIDAD, Y SOSTENGO QUE EL PAPA PAULO VI COMETE UN ABUSO DE AUTORIDAD DE EXCEPCIONAL GRAVEDAD, CUANDO EDIFICA UN RITO NUEVO DE LA MISA, SOBRE UNA DEFINICI�N DE LA MISA, QUE HA CESADO DE SER CAT�LICA". (R. P. Th. Calmel, O.P.)

Beat�simo Padre:
      Esta Carta Os est� dirigida para expresaros los sentimientos de vuestros hijos, que ven en Vos al Sucesor de Pedro. Ellos Os presentan de rodillas su coraz�n despedazado; pero su fe y su buen sentido cat�lico han sido de tal manera probados, que les es ya imposible callar. Tienen un inmenso deseo de obedeceros, pero para ello es necesario que su fe y sentido com�n no sean m�s triturados.
      Por esta raz�n se permiten, siendo yo su intermediario, haceros unas preguntas, cuya respuesta les llenar� de gozo, pues con ella podr�n preservar su fe, su recta inteligencia y podr�n tambi�n obedeceros, con tranquilidad de conciencia, en lo que ahora no pueden comprender.
       Sant�simo Padre, �HA HABIDO SIEMPRE, EN LA SANTA IGLESIA, UNA SOLA VERDAD, UN DOGMA INMUTABLE, UNA FE INTANGIBLE?
       Vuestro admirable "CREDO" as� nos lo ha reafirmado; pero, �c�mo es compatible la adhesi�n a este CREDO con todos esos nuevos catecismos, que omiten afirmaciones esenciales y ponen en duda gran n�mero de dogmas, que son ah� reestructurados? �No sois Vos el guardi�n y el defensor de nuestra fe? �C�mo pod�is entonces tolerar la publicaci�n y difusi�n de esos catecismos, que deforman la verdadera noci�n del mensaje de nuestra salud, tal como hab�a sido siempre ense�ado por los Evangelios y la Tradici�n? �Pueden admitirse dogmas contradictorios?
       Sant�simo Padre, �es todav�a admisible Vuestro CREDO, cuando en la liturgia, as� de la Misa como del ritual, se omite deliberadamente todo aspecto asc�tico de la vida cristiana, basado en la realidad del pecado original con todas las consecuencias que ese pecado tiene para la humanidad; omisi�n, que est� en contradicci�n manifiesta con la doctrina del Evangelio y de la Tradici�n? �Por qu� esa constante contradicci�n entre lo que Vos afim�is y lo que Vos autoriz�is con Vuestra firma? �No ha sido anatematizado este proceder por el mismo Jesucristo?
         Sant�simo Padre, es todav�a verdadero Vuestro CREDO, despu�s de lo que ha afirmado Vuestro Legado, el Cardenal Willebrandt, en las reuniones luteranas y, en particular, en la de Evian, que parece haber sido aprobado por Vos mismo? �Puede ser verdadero, como lo ha afirmado �l, con Vuestro consentimiento, ya que hablaba como Legado Vuestro, que hay una afinidad entre las orientaciones de Lutero y las del Concilio Vaticano II? Mirad que esta afirmaci�n plantea un grav�simo problema teol�gico y de conciencia para nosotros
(3).
          Por favor, explicadnos lo que nosotros no podemos comprender.
          Sant�simo Padre, �debe todav�a ser cre�do por todos los fieles cat�licos y afirmado y defendido hasta el sacrificio de la vida ese Vuestro CREDO, despu�s que Vos hab�is recibido y estrechado las manos, llenas de sangre, de los verdugos de millares, mejor dicho, de millones del comunismo, siempre perseguidor y asesino de los cat�licos, que quieren ser fieles a Vuestro CREDO y a la Iglesia de Roma, de la que sois el Pastor Supremo? �Debemos confesar Vuestro CREDO despu�s de que Vos hab�is impedido que cualquiera levante la voz en la Iglesia, para protestar y condenar a esos asesinos, como lo atestiguan los 540 obispos, que en el Concilio pidieron, sin ser o�dos, esta condenaci�n?
          Dignaos explicarnos esta contradicci�n.
          Sant�simo Padre, hemos aplaudido la defensa de la moral conyugal, que hab�is hecho en Vuestra enc�clica "Humanae Vitae"; pero, los Episcopados de casi todos los pa�ses han podido contradecir esa enc�clica, sin que Vos levant�is la voz. Mas todav�a, estos Episcopados persiguen a los sacerdotes y fieles, que han intentado hacerse escuchar, para seguiros, y Vos hab�is dejado hacer a esos Episcopados, si es que no los hab�is secretamente inducido a ello; y estos sacerdotes son considerados en Roma como "contestatarios".
          �Qu� explicaci�n pod�is damos de estos hechos incomprensibles?

             Sant�simo Padre, todos Vuestros hijos sacerdotes, fieles al voto de su subdiaconado, han escuchado con alegr�a Vuestra enc�clica "Sacerdotalis Coelibatus", que afirma una vez m�s que la Iglesia de Occidente no puede abandonar la antigua tradici�n, que es la suya. Y los hogares cristianos tambi�n se sintieron de nuevo confortados y grandemente ayudados, para sobrellevar el yugo de su fidelidad conyugal, con el ejemplo de los mismos sacerdotes, fieles a su voto de castidad. �C�mo explicarles ahora que, en una carta a Vuestro Secretario de Estado, Vos, Vos mismo hay�is puesto a juicio el asunto del celibato sacerdotal, al examinar o insinuar la posibilidad de ordenar hombres casados, que puedan unir su vida conyugal con el ejercicio activo de su sacerdocio? �C�mo hacer comprender a los esposos as� traicionados la indisolubilidad de su v�nculo conyugal, cuando Vos mismo conced�is con tanta facilidad a los sacerdotes infieles la dispensa de sus sagrados compromisos?
         Sant�simo Padre, Vos hab�is hecho un elogio extraordinario de la Misa de San P�o V, reconociendo que ella encierra preciosos documentos, que se remontan hasta los tiempos apost�licos; y, sin embargo, Vos mismo hab�is autorizado reemplazarla; m�s todav�a, o Vos hab�is permitido indulgentemente a los Episcopados el imponer la nueva misa obligatoriamente a todos los sacerdotes, o sois Vos el que secretamente dio a los Episcopados esa consigna. Por eso la liturgia de cambios constantes, lo mismo en su estructura, que en sus numerosos y diferentes esquemas y sus innumerables prefacios, est� sujeta al arbitrio de cada celebrante y provoca r�pidamente la indiferencia y el abandono de los verdaderos creyentes.
         Y �c�mo podr�amos recibir nosotros con agrado una "reforma", en la que han participado seis pastores protestantes; y, al terminar el trabajo, Vos los hab�is recibido y Os hab�is fotografiado con ellos
(4), en reconocimiento de su colaboraci�n? As� los herejes han sido admitidos a reformar aquello que la Iglesia tiene de m�s sagrado y precioso, el tesoro que Jes�s le hab�a dejado y que no es otro, sino El mismo, en su Sagrada Pasi�n, continuada en el Altar?
         �C�mo puede ser esto concebible para aquel que tiene la verdadera fe? Os pedimos que Os dign�is explic�rnoslo.
         Sant�simo Padre, Vos hicisteis el elogio del lat�n y del canto gregoriano y Vos encargasteis a los monjes benedictinos el guardar este tesoro de la Iglesia, �c�mo es posible entonces que un mes tan s�lo despu�s hay�is podido autorizar a estos mismos monjes la supresi�n del lat�n y del canto gregoriano?

          Sant�simo Padre, Vos pedisteis por favor a los obispos que guardasen la costumbre de dar la Sagrada Comuni�n sobre la lengua; pero, Vos mismo, aduciendo profusos e inusitados raciocinios, acab�is al fin autorizando el distribuir la comuni�n en la mano. �Qu� es lo que significa todo esto? Explic�dnoslo.
         Sant�simo Padre, Vos Os hab�is lamentado frecuentemente de que Vuestra autoridad sea cada d�a menos respetada en la Iglesia; pero, por favor, decidnos: �qui�n Os ha quitado Vuestra tiara, s�mbolo de Vuestra autoridad, para venderla, en p�blica subasta, con estupefacci�n de much�simos Padres del Concilio, que no estaban comprometidos en la conspiraci�n, presentes a Vuestra descoronaci�n?
(5)
      Sant�simo Padre, Vos hab�is deplorado -ya que no hab�is debidamente sancionado- las "intercomuniones" de Holanda, de Par�s (rue de Vaugirard) y de Medell�n; pero �qui�n permiti� que fuese concedida la Comuni�n Sacramental del Cuerpo de Cristo a Barbarino Olson, obstinado presbiteriano, y, durante el Congreso Eucar�stico de Bogot�, a los ministros herejes?
      �C�mo explicar el que hay�is pr�cticamente reconocido el car�cter episcopal de Michael Ramsey, Presidente del Anglicanismo, a quien Vos mismo, en p�blico, le hab�is puesto en su dedo Vuestro propio anillo y a quien pedisteis bendijese a la multitud, cuando, seg�n la Bula "APOSTOLICAE CURAE" de Le�n XIII, Bula confirmada por el mismo Pont�fice como "irrevocable" (perpetuo ratam, firmam, irrevocabilem), "las ordenaciones conferidas seg�n el rito anglicano son absolutamente inv�lidas y nulas
(6)
       En verdad, no entendemos esto y Os suplicamos Os dign�is explicamos lo que, con raz�n, a nosotros nos parece un esc�ndalo.
      Sant�simo Padre, deplor�is el ateismo y la creciente irreligiosidad; pero, �qui�n ha hecho desaparecer todos los Crucifijos de las oficinas y salas de Vuestra Secretar�a de Estado, laicizando as� el Vaticano?
      �Qui�n Os oblig� a entrar y a inclinaros en religiosa postura en el lugar del culto mas�nico de la O.N.U., en Nueva York?
      �Qui�n ha creado dificultades sin n�mero a los pocos gobiernos cat�licos y qui�n ha sostenido abiertamente la "contestaci�n" y la revoluci�n contra esos gobiernos, bien sea con el nombramiento de obispos de tendencias y de ideas marxistas, bien sea manifestando p�blicamente Vuestra simpat�a a todos los rebeldes, ya sean �stos cl�rigos, ya laicos, ahora, cuando todas las sonrisas se dirigen a los gobiernos comunistas, a aquellos que se abren hacia el Este?
          �Quer�is explic�rnoslo?
         �Ser� esto debido a la "DECLARACI�N SOBRE LA LIBERTAD RELIGIOSA" del Vaticano II? Pero, entonces, �qu� debemos pensar de ese Concilio?
         Sant�simo Padre, Vos, sin cesar, afirm�is que la Iglesia atraviesa por una crisis dif�cil y dolorosa; pero, �qui�n es el que tiene como amigos a los que son los principales autores de esta crisis? �Qui�n nombr� como moderadores del Concilio a los Cardenales Suenens, Dopfner y Lercaro? �Qui�n ha nombrado a todos los que Os rodean y que est�n haciendo el juego a los enemigos de la Iglesia? �Qui�n ha removido de los puestos importantes de la Curia a aquellos varones, que tanto trabajaron por la Iglesia y que eran sus verdaderos sostenes y defensores?
         �Qui�n ha pedido al Presidente de la m�s importante Conferencia Episcopal el que dejase esta Presidencia? (Se trata del Cardenal Siri, Presidente que fue de la Conferencia Episcopal Italiana).
         �Qui�n hizo todo lo posible, aunque esta maniobra no haya tenido ning�n �xito, para impedir que el s�lo Secretario del Concilio, que nunca fue Cardenal (Mons. Morcillo, Arzobispo de Madrid y Alcal�) fuese elegido Presidente de su Conferencia Episcopal?
         �Por qu� Os lament�is de esta crisis, a la que Os neg�is poner el necesario remedio, cuando sois Vos el �nico que puede poner ese remedio?
         Todos estos son misterios, que nosotros no podemos es clarecer. Por favor, ayudadnos a hacer luz sobre ellos. Os lo pedimos.
         Sant�simo Padre, Vos hab�is afirmado Vuestra adhesi�n a la Tradici�n, a la Fe de la Iglesia, pero Vos est�is arruinando la Iglesia y la Tradici�n, al abrir Vuestros brazos a todos aquellos, que siempre en el pasado y hoy, con m�s decisi�n que nunca, combaten esta fe y esta Tradici�n: herejes, francmasones, comunistas y jud�os
(7). Y a todos aquellos, que, en la Iglesia, cometen el adulterio y el concubinato con estas doctrinas, mientras que cerr�is esos mismos brazos a todos los fieles servidores de la Iglesia.
         Sant�simo Padre, -lo decimos con la m�s grande angustia- Vuestra conducta nos recuerda la de Salom�n, que habien
do recibido la herencia de su padre David, no dud� en admitir en su intimidad a todas las mujeres extranjeras, con sus dioses y sus creencias. Y, como �l -no podemos dejar de verlo- Vos arruinar�is el Reino del verdadero Israel, que es la Santa Iglesia.
        Disc�pulos de Jes�s, nosotros preferimos la verdad de los ACTOS a la verdad de las PALABRAS y, por eso, nos sentimos tentados a preguntaros: QUID DICIS DE TE IPSO? QUIS ES TU? �Que dec�s de Vos mismo? �Qui�n sois Vos?
                                                                      Noel Barbara, Pretre.

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