LOS ULTRAIZQUIERDISTAS EN GENERAL Y LOS
INCURABLES EN PARTICULAR[1]
(algunas consideraciones teóricas)
28 de septiembre de 1937
La ideología marxista es concreta, es decir que comprende
todos los factores decisivos importantes de una cuestión determinada, no sólo
en sus relaciones recíprocas, sino también en su desarrollo. No diluye la
situación del momento presente en la perspectiva general; sino que mediante la
perspectiva general, hace posible el análisis de la situación presente con
todas sus particularidades. Precisamente, es con este análisis concreto como
comienza la política. La manera de pensar oportunista, así como la sectaria,
tienen un rasgo en común: que extraen de la complejidad de las circunstancias y
de las fuerzas en presencia, uno o dos factores que les parecen los más
importantes -y que a veces lo son realmente-, los aíslan de la realidad
compleja y les atribuyen una fuerza sin límites ni restricciones.
Durante mucho tiempo antes de la guerra, el
reformismo se ha servido de esta manera de factores muy importantes pero
temporales: el fuerte desarrollo del capitalismo, la elevación del nivel de
vida del proletariado, la estabilidad de la democracia, etc. Es el sectarismo
quien se sirve ahora de las tendencias y factores más importantes: el declive
del capitalismo, el descenso en el nivel de vida de las masas, la
descomposición de la democracia, etc. Pero, lo mismo que el reformismo de la
época precedente, el sectarismo transforma las tendencias históricas en
factores omnipotentes y absolutos. Los "ultraizquierdistas" detienen
su análisis justo donde éste comienza. Oponen a la realidad un esquema
prefabricado. Ahora bien, las masas viven en la realidad. Y por esto el esquema
sectario no tiene la menor influencia en la mentalidad de los obreros. Por su
misma esencia, el sectarismo está consagrado a la esterilidad.
El capitalismo imperialista no es capaz ya de
desarrollar las fuerzas productivas de la humanidad, y por esta razón, no puede
dar a los obreros ni concesiones materiales ni reformas sociales efectivas.
Todo esto es exacto. Pero todo esto no es exacto más que a escala de toda una
época. Existen ramas de la industria que después de la guerra se han
desarrollado con una fuerza prodigiosa (la del automóvil, la aviación,
electricidad, radio) pese al hecho de que el nivel general de la producción no
se eleve o se eleve muy poco, por encima del nivel de antes o de durante la
guerra. Esta economía podrida tiene además sus flujos y reflujos. Los obreros
no terminan casi nunca con su lucha, que a veces sale victoriosa. Es exacto que
el capitalismo quita a los obreros con la mano derecha lo que les da con la
izquierda. Por eso el aumento de los precios anuló las grandes conquistas de la
época León Blum*. Pero este resultado, determinado por la intervención de
diferentes factores, empuja a su vez a los obreros a continuar en el camino de
la lucha. Es precisamente esta dialéctica poderosa de nuestra época la que abre
una perspectiva revolucionaria.
Un líder sindical que se deje guiar
exclusivamente por la tendencia general del capitalismo a pudrirse para
renunciar a toda lucha económica y parcial, será, en efecto, a pesar de sus
concepciones "revolucionarias", un agente de la reacción. Un líder
sindicalista marxista debe no sólo considerar las tendencias generales del
capitalismo, sino analizar también los factores específicos de la situación, la
coyuntura, las condiciones locales y también el elemento psicológico, para
proponer una actitud de lucha, de expectativa o de retroceso.
Es sólo sobre la base de esta actividad práctica
íntimamente ligada a la experiencia de la gran masa, como el líder sindical
puede poner al desnudo las tendencias generales del capitalismo putrefacto y
educar a los obreros para la revolución.
Es cierto que nuestra época se caracteriza
políticamente por una lucha a muerte entre el socialismo (comunismo) y el
fascismo. Pero, desgraciadamente, esto no significa que el proletariado sea ya
y en todas partes consciente de esta alternativa, ni que pueda, en un país
determinado, en un momento dado, desinteresarse de la lucha parcial para
salvaguardar sus libertades democráticas. La alternativa fundamental: comunismo
o fascismo, establecida por Lenin, se ha convertido para muchos en una fórmula
hueca de la qué se sirven demasiado a menudo los centristas de izquierda para
cubrir sus capitulaciones, o los sectarios para justificar su inacción.
Refiriéndonos al gobierno de la Generalidad de
Cataluña, el desgraciado Andrés Nin* comenzó su declaración radiada con la
tesis siguiente: "La lucha que comienza no es la lucha entre la democracia
burguesa y el fascismo, como piensan algunos, sino entre el fascismo y el
socialismo". Esta fórmula era además la fórmula corriente del POUM[2].
Todos los artículos de La Batalla no son otra cosa que interpretaciones y
variaciones. Hemos visto a algunos sectarios, en Bélgica por ejemplo, ampararse
en esta fórmula para encontrar la justificación, total o parcial, a la política
del POUM. No obstante, Nin ha transformado prácticamente la fórmula leninista
en su contraria: ha entrado en un gobierno burgués que tenia por objetivo
expoliar y asfixiar todas las conquistas, todos los puntos de apoyo de la
revolución socialista naciente. El fondo de su pensamiento era aproximadamente
éste: puesto que esta revolución es una revolución socialista "por
esencia" nuestra entrada en el gobierno no puede hacer otra cosa que
ayudarla. Y el sectario seudorrevolucionario exclama: "La participación de
Nin en el gobierno es, quizás, una falta, pero seria un crímen exagerar su
importancia. ¿Acaso no ha reconocido Nin que la revolución es socialista ‘por
esencia’?” Sí, así lo ha proclamado, pero solamente para justificar una
política que: mimaba las bases de la revolución.
El carácter socialista de la revolución,
determinado por los factores sociales fundamentales de nuestra época, no
obstante, no puede servirse todo preparado y todo asegurado desde el principio
mismo del desarrollo revolucionario. No; desde abril de 1931 el gran drama
español ha tomado el carácter de una revolución "republicana" y
"democrática". Durante los años que siguieron la burguesía ha sabido
imponer su sello a los sucesos, aunque la alternativa leninista: comunismo o fascismo,
haya conservado -en último análisis- todo su valor. Cuanto más los centristas
de izquierda y los sectarios transforman esta alternativa en una ley
suprahistórica, menos son capaces de arrancar a las masas de la influencia
burguesa. Peor todavía, no hacen más que reforzar esta influencia. El POUM ha
pagado muy caro esta experiencia, sin, además y esto es lo triste, extraer las
enseñanzas necesarias.
Si los centristas de izquierda se cubren con
Lenin para encerrar larevolución en su marco primitivo, es decir el de la democracia
burguesa, los ultraizquierdistas apoyan en la misma alternativa leninista el
derecho a ignorar y a "boicotear" el desenvolvimiento real de la
revolución. "La diferencia, contesté a un camarada norteamericano, entre
el gobierno Negrín* y el de Franco, es la misma que entre la democracia
burguesa en putrefacción y el fascismo". Es con esta constatación
elemental como comienza nuestra orientación política. ¡Cómo! -exclaman los
ultraizquierdistas-. ¡Se nos quiere acorralar así a la elección entre la democracia
burguesa y el fascismo! ¡Pero esto es oportunismo puro! La revolución española
es, en el fondo, la lucha entre el socialismo y el fascismo. La democracia
burguesa no presenta la menor salida... Y así continúan.
La alternativa: socialismo o fascismo, significa
solamente, y es bastante importante, que la revolución española no puede ser
victoriosa más que por la dictadura del proletariado. Pero esto no significa de
ninguna manera que la victoria esté asegurada por adelantado. Se trata también,
y toda la tarea política está ahí, en transformar esta revolución híbrida,
confusa, medio ciega y medio sorda, en revolución socialista. Hace falta no
sólo decir lo que es, sino también saber partir de lo que es. Los partidos
dirigentes, incluyendo hasta los que hablan de socialismo el POUM entre ellos,
hacen todo lo que pueden por impedir la transformación de esta semirrevolución,
mancillada y desfigurada, en revolución consciente y terminada. La clase
obrera, empujada por su instinto consigue, ciertamente, en los momentos de
culminación revolucionaria, colocar jalones importantes en el camino del
socialismo. Pero no son más que jalones que en el momento del reflujo son
barridos por los partidos dirigentes. No es difícil saltar por encima de esta
realidad contradictoria apoyándose en alguna generalización sociológica. Pero
esto no cambia las cosas un milímetro.
Hace falta sobrepasar las dificultades
materiales mediante la acción, es decir mediante una táctica apropiada a la
realidad.
La lucha militar en España está dirigida
actualmente, de un lado por Franco, del otro por Negrín-Stalin. Si Franco
representa el fascismo, Negrín-Stalin de ninguna manera representan al
socialismo. Al contrario, representan un freno "democrático" que
impide el movimiento hacia el socialismo. La alternativa histórica: comunismo o
fascismo, no ha encontrado todavía su expresión política. Lejos de ello.
Después de julio de 1936, la revolución española ha sido empujada hacia atrás
del objetivo que formulaba Nin sin comprenderlo. Pero pese a todo, la guerra
civil en España sigue siendo un hecho de importancia capital. Hay que tomar
este hecho tal como es, es decir como la lucha armada entre dos campos
sociales, subyugados, de un lado por la democracia burguesa, y del otro por el
fascismo bien comprobado. Se trata de encontrar una actitud justa con respecto
a esta lucha híbrida, para transformarla desde dentro en lucha por la dictadura
del proletariado.
El gobierno Negrín-Stalin es un freno
cuasi-democrático en el camino del socialismo, pero es también un freno,
ciertamente ni seguro ni perdurable, pero por lo menos un freno, en el camino
del fascismo. Mañana pasado mañana, el proletariado español quizás pueda romper
este freno para apoderarse del poder. Pero si ayuda, aunque sea pasivamente, a
romperlo hoy, esto no servirá más que para ayudar al fascismo. La tarea no es
solamente apreciar teóricamente las dos campos en su justo valor, sino también
utilizar prácticamente su lucha para dar un salto hacia adelante.
Los centristas de izquierda como los incurables
"ultraizquierdistas" citan a menudo el ejemplo de la política
bolchevique en el conflicto Kerensky-Kornilov, sin comprender nada. El POUM
dice: "Pero los bolcheviques luchaban junto a Kerensky". Los
ultraizquierdistas responden: "Pero los bolcheviques negaron, hasta frente
a la amenaza de Kornilov, toda confianza a Kerensky". Los dos tienen
razón... a medias, es decir, los dos se equivocan completamente. Los
bolcheviques no permanecieron neutrales entre el campo Kerensky y el de Kornilov.
Aceptaron el mando oficial, mientras no fueron lo suficientemente fuertes para
derribarlo. Es precisamente del mes de agosto, cuando se produce el
levantamiento de Kornilov, del que data la ascensión prodigiosa de los
bolcheviques. Esta ascensión no fue posible más que gracias al doble aspecto de
la política bolchevique. Al participar en primera línea en la lucha contra
Kornilov, los bolcheviques no tenían la menor responsabilidad por la política
de Kerensky, al contrario, la denunciaban como responsable del asalto
reaccionario y como incapaz de dominarlo. Es así como se prepararon las
premisas políticas de la Revolución de Octubre, en la que la alternativa:
bolchevismo o contrarrevolución (comunismo o fascismo), de ser una tendencia
histórica llegó a ser una realidad viva e inmediata.
Debemos enseñar esta lección a la juventud.
Debemos inculcarle el método marxista. Pero, en cuanto a las personas que hace
decenas de años pasaron la edad de ir a la escuela y que se obstinan en
oponernos siempre -a nosotros y a la realidad- las mismas fórmulas, que además
han tomado de nosotros, hace falta reconocerlos públicamente como incurables
que es necesario tener a varias leguas de distancia de los Estados mayores
donde se elabora la política revolucionaria.
28 de septiembre de 1937
Parece que mientras escribimos estas líneas una
nueva "depuración" se está efectuando en España a gran escala. Por lo
que se puede comprender de los telegramas voluntariamente confusos, el golpe
está dirigido esta vez sobre todo contra los anarco-sindicalistas. Es muy
posible que ésta sea la preparación de una reconciliación entre Negrín-Stalin y
Franco. Pero no hay que excluir que la burocracia de Moscú, que cree que todo
se puede arreglar cón la GPU, prepare de esta manera una "victoria"
que se le escapa siempre. En realidad no puede más que preparar o el triunfo de
Franco, o alguna dictadura militar de un Miaja "republicano", que se
parece a Franco como dos gotas de agua.
Sólo los completamente imbéciles, pueden hacerse
ilusiones sobre los objetivos y los métodos de la pandilla stalinista o de la
democracia negrinista. La lucha entre los dos campos puede muy bien terminar de
un solo golpe. Esta nueva situación dictaría una nueva táctica, al servicio del
mismo fin estratégico. Pero en este momento todavía la lucha militar entre
Negrín y Franco continúa y la táctica de hoy está dictada por la situación de
hoy.
29 de septiembre de 1937
RESPUESTA A OTRAS CUESTIONES SOBRE ESPAÑA
[1] Tomado de la versión publicada en España, La guerra civil y el POUM, León Trotsky, Ediciones Ruedo Ibérico, Francia, 1971, p. 163.
[2] POUM: Partido Obrero de Unificación Marxista, fundado en España en 1935, cuando la Oposición de Izquierda española, dirigida por Andrés Nin, rompió con Trotsky y se unió con el Bloque Obrero y Campesino, dirigido por Joaquín Maurín. Trotsky calificará de traición el ingreso del POUM al Frente Popular.