LA CONFERENCIA PROYECTADA EN BARCELONA[1]

(Carta al S.I., 20 de marzo de 1937)

 

No estoy seguro de que realmente se llegue a realizar la conferencia de Barcelona, que los diarios fijan para el 1º de mayo, teniendo en cuenta lo que está ocurriendo en España y en otras partes.[2] Me es difícil expresar una opinión sobre esta conferencia, ya que mis informaciones, más que incompletas, son casi inexistentes. No puedo expresar sino algunas consideraciones complementarias.

La marcha de los acontecimientos somete a todos los grupos, fracciones y tendencias a terribles pruebas. Ya hemos visto explotar el ultraizquierdismo de pura cepa (los bordiguistas) a consecuencia del choque recibido en España.[3] En nuestras propias filas, hemos podido comprobar como la intransigencia formal se transformaba, en el plazo de pocas semanas, en miserable deserción (los adversarios de -la entrada, Schmidt, Stien de Zeeuv, Muste).[4] Igualmente hemos visto otros no entristas intransigentes que ayer se aliaban con Schmidt, Stien de Zeeuv y Muste contra  nosotros, buscando nuevamente un apoyo político contra nosotros de la dirección oportunista del P.O.U.M. (Sneevliet, Vereecknen). Estas son las lecciones decisivas. El I.L.P. y el S.A.P. se han hecho estalinistas en el mismo instante en el que el estalinismo se revelaba como la verdadera sífilis del movimiento obrero. El Buró de Londres, con el que se han aliado no sólo Schmidt, sino Vereecken y Sneevliet, expira o está cercano a adaptarse. Los diferentes grupos intermedios, aterrorizados por su propia inconsistencia política, buscan un apoyo de última hora en la revolución española. Las direcciones del I.L.P. y del S.A.P., al sostener a Nin contra nosotros, están impidiendo la victoria de la revolución en España. Creen que podrán disimular su definitiva bancarrota tras la sombra del heroico proletariado español y catalán. Es inútil. La victoria sólo podrá lograrse por el camino tantas veces señalado por nosotros. O Nin, Andrade y Gorkin cambian radicalmente la politica[5] de Martov por la de Lenin, o conducen al P.O.U.M. a una escisión, e incluso quizás a una terrible derrota. Las declaraciones revolucionarias (discursos, editoriales solemnes) no hacen avanzar a la revolución ni un solo paso. La lucha de los obreros poumistas es gloriosa, pero sin una dirección firme no puede conducir a la victoria. Se trata de dirigir con supremo coraje a las masas contra sus direcciones traidoras. Aquí comienza la sabiduría. Romped con el fantasma de la burguesía, que no permanece en el Frente Popular más que para impedir a los obreros hacer su revolución. Esto es lo primero que está en el orden del día. El segundo paso es dirigir a los socialistas, anarquistas y comunistas contra sus dirigentes que no quieren romper con sus ministros burgueses, esos espantajos protectores de la propiedad privada. Aparte de esto, no hay más que verborrea, charlatanería y mentiras. Esta gente ha perdido cinco años para poner en práctica una política leninista. No estoy seguro de que aún tengan cinco meses o cinco semanas para corregir los errores que han cometido.[6]

Si Sneevliet, después de haber flirteado con Londres, intenta ahora fundar una nueva internacional con Nin, tanto peor para él.[7] De esta empresa no saldrá mas que compromiso.

Si la conferencia de Barcelona llega a tener lugar, vais a participar en ella. Esta decisión me parece correcta.[8] Sería absurdo imitar por encima de todo a los «no entristas». Participaremos o no, según las circunstancias. Esto no es lo decisivo. Lo que hemos de saber es lo que vamos a hacer en la conferencia. Seria fatal participar al estilo de Vereecken y Sneevliet.[9] Es preciso participar con plena independencia, sin hacer la más mínima concesión en los principios, y sin quitar la más mínima importancia a los errores, a los crímenes de los demás participantes. Naturalmente la forma de nuestras denuncias y nuestras críticas debe adaptarse a la situación española y a la mentalidad de los obreros españoles que aún no están con nosotros. Creo que los procesos de Moscú pueden ser la piedra de toque para todos los grupos que dicen ser revolucionarios.[10] El obrero medio bien puede carecer de opinión sobre estos procesos, nosotros se los explicaremos pacientemente. Pero los «jefes», que pretenden fundar una nueva internacional, no pueden tomar una postura evasiva, solidarizándose secretamente con la G.P.U. como hace la chusma que gira alrededor de Brandler y Walcher.[11] Lo mínimo que se puede pedir en una conferencia de este tipo es un apoyo total a una comisión internacional de investigación. Si la mayoría estuviese en contra, entonces convendría abandonar ruidosamente la sala. Si la mayoría aprueba esta propuesta, hay que atacar sin piedad a la minoría que se opusiese a una declaración donde se nombrase y denunciase a todos los agentes de la G.P.U. No hay que permitir decir a los charlatanes, que en función de los intereses de la revolución española, no debemos abrir el debate sobre la cuestión rusa, o como dice Malraux, ese miserable lacayo, sobre «problemas personales». Precisamente en interés de la revolución española y de la guerra inminente, es necesario distinguir donde se encuentran los revolucionarios, incluso los semicentristas semirrevolucionarios honestos, y dónde los falsarios, esos agentes de la casta bonapartista que, gracias a los procesos de Moscú, ha demostrado que está dispuesta en todo momento a traicionar los supremos intereses de la revolución proletaria para salvaguardar sus propios intereses.

La discusión sobre las cuestiones programáticas y políticas con los elementos que tienen el suficiente valor como para oponerse a los bonapartistas de Moscú, puede ser calmada, e incluso amistosa. En cuanto a los otros, debemos dirigirnos a ellos a base de tiros.

No me expreso aquí sobre las cuestiones tácticas, ya que nuestros camaradas están lo suficientemente armados en las cuestiones teóricas y políticas. No hay nada que cambiar, nada que revisar. Sólo tienen que adaptar lo que la experiencia les ha enseñado a la propia situación actual. Éstas son las observaciones que puedo hacer aquí sobre la conferencia de Barcelona.

LUND

 

 

 

 

DECIR LAS MÁS AMARGAS VERDADES

 

tomo segundo



[1] Esta carta, vuelta a traducir de la edición inglesa del boletín del S.I. Information Bulletin de julio de 1937, trata de la conferencia decidida por los partidos adherentes al Buró de Londres durante la conferencia de Bruselas de 1936, y cuya fecha había sido fijada para febrero de 1937. Su objetivo sería «Examinar las condiciones necesarias para impulsar y organizar las fuerzas necesarias para la formación de una internacional verdaderamente revolucionaria». La discusión comenzada en las filas de los B.-L. a propósito de la conferencia de Bruselas, aún no había terminado

[2] La organización de la conferencia de Barcelona había sido confiada al Secretariado Internacional del P.O.U.M., cuyo responsable era Gorkin; retrasada desde febrero hasta el 1º de mayo, posteriormente al 19 de julio, finalmente no tendría lugar

[3] Sobre la discusión en las filas bordiguistas, ver la revista Invariance, 2º año, n.º 8, octubre-diciembre de 1969, que reproduce un artículo de enero de 1937 firmado Jehan, «La guerre en Espagne». El autor polemiza a la vez con la Unión Comunista, para la que la guerra de España opondría «dos ejércitos de clase», y el «camarada H», que niega el «contenido imperialista de la guerra de España», afirmando que «la lucha militar contra Franco era condición de vida o muerte para la supervivencia del proletariado español», pasando por los anarquistas, poumistas y trotskystas que hacen coro con los estalinistas para «pedir armas para España». La conclusión de Jehan es: «En España no se trata hoy de revolución, sino de guerra. Una guerra que está bajo el dominio capitalista ( ... ). El proletariado es impotente ante esto. No puede aceptarlo Los obreros y campesinos españoles, dejándose masacrar bajo la bandera del antifascismo, no luchan por el socialismo, sino por el capitalismo. La guerra antifascista no se dirige contra el capitalismo, sino contra el proletariado».

[4] P. J. Schmidt y Stien De Zeeuw eran antiguos dirigentes del O.S.P. y pasaron a ser dirigentes del R.S.A.P. holandés. Tanto uno como otro habían roto con este último y con la IVª Internacional poco antes del primer proceso de Moscú que había acabado por convencerles de la «irremediable derrota de la dictadura del proletariado» y del marxismo (Declaración a la prensa el 31 de agosto de 1937). A. J. Muste, antiguo pastor, posteriormente animador del Commitee for progressive Labor Action de los Estados Unidos, había sido el principal dirigente del American Workers Party cuya fusión con el Communist League of America -oposición de izquierda americana- habíaa dado lugar al nacimiento en 1934 al Workers Party. Había entrado de mala gana en el partido socialista, y poco después rompió, al mismo tiempo que Schmidt y De Zeeuw, por idénticas razones

[5] Trotsky conservará mucho tiempo la esperanza de ver a Nin, Andrade, etc., «cambiar radicalmente de política», lo que le había valido la acusación de oportunismo, sobre todo por parte de los dirigentes oehléristas.

[6] Pasarían menos de seis semanas antes que los acontecimientos de mayo colocasen al P.O.U.M. entre la espada y la pared, desencadenando el mecanismo que conduciría a su prohibición menos de tres meses después de esta advertencia. Concretamente, el 28 de mayo del 37 se prohibió «La Batalla». Mientras las esferas políticas negociaban su liquidación, los portavoces del P.S.U.C. catalogaban con frecuencia a los miembros del P.O.U.M.  de «fascistas enmascarados», con lo que se instigaba a su persecución El 15 de junio, el P.O.U.M. era declarado ilegal, y al día siguiente A. Nin era detenido en Barcelona junto a otros miembros del C.E

[7] Sneevliet y Vereecken pensaban que el ala izquierda de los Partidos adheridos al Buró de Londres -el P.O.U.M. en primer lugar- pretendían, a través de la conferencia de Barcelona, sentar las bases de una «nueva Internacional».

[8] El Buró internacional para la IVª Internacional se había dirigido al secretariado Internacional del P.O.U.M. haciéndole conocer su intención de estar presente en la conferencia. El 2 de diciembre el propio Buró haría conocer sus razones para participar: El objetivo fijado era más concreto, ya que se trataba de preparar una nueva Internacional, por otra parte, la conferencia iba a tener lugar en Barcelona, corazón de la Cataluña revolucionaria, y no constituiría únicamente un encuentro por la «cumbre».

[9] Vereecken y Sneevliet habían defendido la necesidad de participar en la conferencia de Bruselas, a la que el segundo había acudido. Se había abstenido de toda critica fundamental al P.O.U.M. y Trotsky consideraba que «capitulaba» ante los centristas

[10] Dado el papel contrarrevolucionario jugado en España por el estalinismo, Trotsky consideraba que la postura frente a los procesos de Moscú constituía un excelente revelador. Los oehleristas ironizarían esta postura que consideraban como reveladora de la incomprensión de los problemas por parte de Trotsky

[11] Nueva llamada sobre las posiciones tomadas por el K.P.O. y el S.A.P. después del primer proceso de Moscú.

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