ES PRECISO SUPERAR LAS DIVERGENCIAS[1] PASADAS'

(16 de agosto de 1936)

 

Mí querido Rous[2],

Adjunto le envío una carta que puede -si lo juzga útil - mostrar a Nin y a los demás. Lo que afirmo en esta carta no es diplomático: de nuevo es preciso saber combinar la firmeza y la flexibilidad. Me siento atado de pies y manos. Los mejores saludos de N. [Natalia] y míos.

Afectuosamente.

L. T.

 

Queridos camaradas,

He recibido inesperadamente vuestro telegrama.[3] Desgraciadamente aquí puede ser considerado como prueba de mi «directa participación en los asuntos españoles»[4],  ya que trata -según lo interpreto yo- de la posibilidad de obtener un visado para ir a Barcelona. Es inútil deciros que esto me haría feliz. ¿Hay posibilidad?[5]

Conocéis mi actual situación: por una parte el ataque de los fascistas, por otra la infame declaración de Tass[6]. No sé qué actitud tomará el gobierno, que no tiene ni la menor idea de la criminal infamia de la pandilla Stalin-Iagoda.[7] Estaré, junto con Natalia, dispuesto para partir inmediatamente para Barcelona. Para que este asunto acabe felizmente, debe ser tratado con la máxima discreción posible.[8]

Comprenderéis que desde aquí no puedo aconsejaros: ahora lo importante es la lucha armada, la situación cambia cada día y mis informaciones son nulas. Se habla de la desaparición de Maurín.[9] ¿Qué significa esto? Espero que no haya muerto. En cuanto a Nin, Andrade y los demás, en la actual situación sería criminal dejarse llevar por las reminiscencias del periodo precedente. A pesar de que haya divergencias de programa y de método, incluso después de la pasada experiencia, éstas de ninguna forma han de impedir un acercamiento sincero y duradero, la experiencia posterior hará el resto. En cuanto a mí, estoy absolutamente dispuesto a colaborar en La Batalla, aunque sea como simple observador lejano.[10]

Lo que más me preocupa son las relaciones entre el P.O.U.M. y los sindicalistas.[11] Me parece que seria extremadamente peligroso dejarse llevar exclusivamente, o incluso parcialmente, por consideraciones doctrinarias. Es imprescindible acercarse a los sindicalistas, cueste lo que cueste, a pesar de todos sus prejuicios. Es necesario vencer al enemigo común. Es necesario ganarse la confianza de los mejores sindicalistas durante la lucha. Estas consideraciones pueden pareceros triviales, me excuso por adelantado, pero no conozco suficientemente la situación como para poder expresar opiniones concretas. Sencillamente quisiera subrayar que antes de Octubre hacíamos todo lo posible para actuar conjuntamente, incluso con los anarquistas de pura sangre. El gobierno Kerensky intentaba servirse de los bolcheviques contra los anarquistas, Lenin se oponía encarnizadamente, solla decir que un anarquista luchador valía más que cien mencheviques titubeantes. Durante la guerra civil, que os ha sido impuesta por fascistas [de la peor calaña], el mayor peligro es la falta de decisión, el ánimo tergiversador, en una palabra: el menchevismo. Lo repito una vez más: todo esto es muy vago. Hago todo lo posible para dar la mayor precisión posible a mis sugestiones, pero para esto es necesario vencer la distancia... Por mi parte, puedo prometeros mi más sincera disposición con los camaradas que están luchando, a pesar de todas las posibles divergencias. Sería una odiosa mezquindad volver el pasado[12] cuando el presente y el porvenir abren una vía común.

Intentaré desenvolverme con La Batalla con la ayuda de un diccionario. Pero no vuelvo a casa hasta dentro de 4 ó 5 días.

Mi más ferviente saludo a todos los amigos, incluso -y sobre todo- para los que creen tener razones para estar descontentos de mí.[13]

Afectuosamente

 

 

NO SOMOS MÁS QUE ESPECTADORES

 

tomo segundo

L. Tr.



[1] Hemos reunido bajo este título, dos textos, una carta y una corta nota, redactadas directamente a mano, por Trotsky, en francés. Estaban destinadas a Jean Rous, y habían sido enviadas el 16 de agosto (sello postal del 17) en el mismo sobre, igualmente redactado a mano por Trotsky, a «M. Fosco, Hotel Falcón, Plaza del Teatro, Barcelona» (sic). El hotel Falcon, requisado por el P.O.U.M., se utilizaba para alojar a militantes y simpatizantes. Fosco era el seudónimo más empleado por el italiano Nicola di Bartolomeo, ligado a Molinier, residente en Barcelona desde hacía varios meses, y admitido como militante del P.O.U.M. La carta de Trotsky, al propio hotel Falcón. (En una reciente obra Spanien in diesen Jahrhun dert, p. 144, el socialista alemán Rolf Reventlow., cuenta como podía entrar y salir libremente del hotel Falcón, vigilado por milicianos armados, y como pudo circular por su interior sin presentar el más mínimo papel ni la más mínima explicación de su presencia). M. Paolo Spriano, ha encontrado estos dos preciosos documentos en los archivos de la policía italiana. Fueron publicados por vez primera en Le Monde, tras una «versión francesa» discutible. Posteriormente, han sido incluidos en la Storia del partido comunista italiano, de Spriano: Il Fronti populari, Stalin, la guerra, pp. 76-77.

[2] tariado internacional bajo el pseudónimo de Clart. Catalán-francés, hablaba corrientemente catalán y castellano y habla sido enviado a Barcelona a principios de agosto como representante del Buró del Movimiento por la IVª Internacional, así como del P.O.I., acompañado por dos militantes franceses, el poeta Benjamin Péret y el cineasta Pierre Sebas. Los tres hombres, llegaron a Barcelona el 5 de agosto, entraron en contacto con Fosco, y posteriormente i con la dirección del P.O.U.M. Su misión, decidida durante la llamada Conferencia de Ginebra, consistía en buscar las condiciones para un trabajo común con el P.O.U.M., al que otorgaban un apoyo político, aparte de ayudarle en todo lo posible en el terreno militar.

[3] Desconocemos el texto de este telegrama. Habla sido dirigido a Trotsky por Jean Rous y contenía las informaciones esenciales sobre los primeros resultados de su misión: llamamiento del P.O.U.M. invitando a Trotsky a vivir en Cataluña junto con su compañera y propuesta de una colaboración regular en La Batalla. Debido a la interceptación de este telegrama, Trotsky esperaba en vano la contestación a las propuestas transmitidas por Rous, a pesar de que a los ojos de los dirigentes del P.O.U.M., éstas permanecieran sin respuesta.

[4] La situación de Trotsky en Noruega era especialmente precaria, ya que estaba amenazado, tanto por los fascistas de Quisling, como por la insistente presión del gobierno ruso sobre el noruego. El 4 de agosto, los nazis penetraron en su domicilio descerrajando la puerta: el robo cometido por ellos, de cierto número de papeles -manuscritos y artículos, de los que algunos ya habían sido publicados, sobre todo en francés- había proporcionado a sus enemigos la «prueba» que buscaban sobre su «intervención» en los asuntos de los países extranjeros durante su exilio en Noruega. Temía añadir cualquier pieza suplementaria a su dossier, ya que sabía que podría verse privado de la ínfima libertad de acción que había gozado desde su llegada a Francia.

[5] La proposición de acoger a Trotsky en Cataluña había sido hecha por el P.O.U.M. (Cf. resolución del Comité ejecutivo, La Batalla, 3 de septiembre de 1936, y El Combatiente Rojo, 20 de septiembre de 1936) pero topó finalmente con la desautorización de la Generalitat. En esta época, los anarquistas eran los dueños de la situación en Cataluña y el presidente Companys no podía negarles nada.

[6] Trotsky alude aquí simultáneamente al robo cometido por los nazis de Quisling, el 4 de agosto, y al comunicado de la agencia Tass, del mismo día, anunciando la apertura del primer proceso de Moscú, con Zinoviev, Kanienev, Smimov... en el banquillo de los acusados.

[7] En esta época, Iagoda era el jefe de la N.K.V.D., ex G.P.U.. A principios del año 1936. M. Koht, ministro socialdemócrata de asuntos exteriores, había recibido una acogida especialmente favorable en su visita a Moscú. Trotsky comenta en estos términos la conversación que mantuvo con su huésped Konrad Knudsen: «¿Sabe usted -le pregunté en tono semicomplaciente- por qué han recibido tan bien a Koht en Moscú? « ¿Por qué?» ¿Se trata de mi cabeza?» «¿Cómo lo interpreta usted? -Moscú insinúa, o más bien plantea abiertamente a Koht: Nosotros fletaremos sus barcos, compraremos sus arenques, con una condición, que nos vendan a Trotsky.» Knudsen se indignó al oírme hablar de comerciar con «nuestros principios» «-Mi querido Ynudsen- le respondí yo- no estoy diciendo que el gobierno noruego esté dispuesto a comprarme» («Los crímenes de Stalin», p. 73). El gobierno noruego modificará posteriormente su actitud, convirtiendo a Trotsky en un verdadero prisionero, privado de cualquier posibilidad de actuar, incluso de escribir. (Ver «En Noruega Socialista», «Los crímenes de Stalin», pp. 15-16.)

[8] La interceptación de esta carta demuestra que el propio Trotsky estaba aún por debajo de las precauciones necesarias.

[9] Maurín se encontraba en Galicia la víspera de la insurrección, con motivo de un miting, y allí fue sorprendido. En esta época se le consideraba desaparecido. Su muerte sería anunciada oficialmente un mes más tarde (ver más abajo p. 129). En realidad había sido detenido, pero no reconocido, ya que destruyó su documentación, y no lo sería hasta el encuentro, por casualidad, durante un traslado, con un policía que le había detenido -y herido- diez años antes, cuando era dirigente del P.C.E. bajo la dictadura de Primo de Rivera. Hasta 1937, no se sabría que estaba detenido en una cárcel franquista; el P.O.U.M. pidió en vano un «cambio» como se había hecho con otras personalidades -incluso con parientes- franquistas detenidos en zona republicana.

[10] Esta propuesta quedó sin respuesta. únicamente apareció un artículo del 30 de julio en La Batalla del 22 de agosto. El hecho de haber sido censurado lo relativo al ataque a Marceau Pivert no facilitó la discusión entre el P.O.U.M. y los representantes del Movimiento por la IVª Internacional. Algunos días después de escribir esta carta, se prohibió a Trotsky «inmiscuirse» en los asuntos políticos de ningún país. Cuando recobró la libertad de expresión en México, las relaciones con el P.O.U.M. no fueron como él había deseado que fuesen en agosto de 1936

[11] En esta época, Trotsky consideraba que la política revolucionaria pasaba en España por el P.O.U.M., así pues, este párrafo tiene el carácter de consejos dirigidos a su dirección (actitud que había abandonado en enero, y que no volvería a mantener). Tenía motivos para temer reacciones sectarias por parte de los dirigentes del P.O.U.M. frente a la C.N.T. Un «Manifiesto» del comité ejecutivo del P.OU.M., publicado en La Batalla del 17 de julio, consideraba como «grave peligro», el hecho de que, durante la huelga de la construcción, los trabajadores de Madrid confiaron la dirección de sus intereses a la central anarcosindicalista, y añadía: «la C.N.T. carece de línea y de visión política y, como lo demuestran las pasadas experiencias, no puede conducir a los trabajadores más que al «putsch» y a la catástrofe». Existía un grave enfrentamiento entre los «faistas» de la C.N.T. y la Izquierda comunista; Comunismo había proclamado la necesidad de «aniquilar» a los sectores «putschistas» del movimiento anarquista español.

[12] No puede dudarse que ésta era la orientación de la política de Trotsky respecto al P.O.U.M. en esta época, conforme a la resolución de la conferencia de julio, que otorgaba a éste, «apoyo político». No fueron tanto los «errores sectarios» de Rous –como afirman Vereecken y Fosco-, ni tampoco el discutible comportamiento de los bolcheviques-leninistas extranjeros en España –Como aseguran los miembros del P.O.U.M.-, sino que lo que hizo impracticable esta orientación, impidiendo la lucha común, fue la propia política de este partido en las siguientes semanas, su entrada en el gobierno de la Generalitat, la disolución por parte de éste de los comités nacidos a raíz de la insurrección. Desgraciadamente, a causa de su detención en Noruega, Trotsky no tuvo la oportunidad de explicar rápidamente este giro decisivo. Será ya muy tarde, después de su llegada a México, cuando pueda volver a tratar los temas españoles. Sin embargo, es muy verosímil, que el artículo redactado por su secretario en Noruega, Walter Held, refleja su opinión sobre este punto. («El estalinismo y el P.O.U.M. en la revolución española» Quatriéme Internationale, n.º 3, marzo-abril de 1937, pp. 19-28.)

[13] Se trata de una nota personal, extremadamente rara en la correspondencia de Trotsky. La emoción asoma a través de este mensaje dirigido a sus antiguos camaradas, y sobre todo a Andrés Nin, al que, meses más tarde, en plena polémica, tratará siempre como su «amigo».

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