X. ¿HA HABIDO UNA REVOLUCIÓN PROLETARIA EN ESPAÑA?
¿Ha habido una revolución proletaria en España?
Vale la pena plantear la cuestión y responderla.
Álvarez del Vayo, Dimitrov, Díaz, Marty e incluso ciertos
"anarquistas", responden que esto es una invención de exaltados
y de trotskistas.
Veamos sin embargo las cosas desde más cerca. Pido pues un minuto
de atención a los miembros de los partidos de la II y III Internacionales
y de la Internacional anarquista. Dejo de lado a los "exaltados" que construyen
la IV Internacional... Abrid vuestros carnets de miembros del partido.
Veréis cómo se define el objetivo revolucionario de estas
organizaciones. Los medios de producción deben pasar a manos del
proletariado, que debe, al mismo tiempo, apoderarse del poder político.
Este objetivo revolucionario, que es a la vez la definición de la
revolución proletaria, lo encontraremos en los estatutos de los
partidos que se llaman marxistas. En cuanto a los anarquistas, plantean
como objetivo de la transformación revolucionaria la supresión
inmediata, no sólo del capitalismo, sino también del Estado.
Según los marxistas, en consecuencia, la revolución
proletaria es la toma de los medios de producción y del poder político
por la clase obrera, que debe tomar la forma de la dictadura del proletariado.
Después de este simple recordatorio volvamos a España.
Cuando los generales y toda la canalla reaccionaria dieron el golpe
el 18 de julio, los obreros comprendieron instintivamente el sentido del
golpe de Estado. Fueron a las barricadas. El proletariado, y él
solo, salvó la situación. El aparato burgués se pasó
en su mayor parte del lado de los fascistas... Pero los obreros no
fueron a las barricadas por los bellos ojos de la democracia burguesa.
Pasaron a la revolución socialista. En las grandes capitales y en
los pequeños pueblos, atraparon a los burgueses y a los terratenientes,
y se apoderaron de sus bienes. Que esto haya tomado la forma de colectivización,
de socialización, de "construcción del comunismo libertario
en un solo pueblo", sólo tiene una importancia secundaria. Lo principal
es que el fenómeno fue general. Los obreros se apoderaron de todas
las riqueza del país.
En cuanto al aspecto político de la revolución, "empezó"
también realmente en España en 1936: los obreros crearon
sus organismos independientes del Estado burgués: las milicias con
su Comité Central de Milicias Antifascistas; las Patrullas de Control,
organismo auténticamente revolucionario destinado a proteger el
orden público contra los ataques contrarrevolucionarios; los comités
obreros que existían en todos los pueblos, independientemente de
su variada forma, constituían la única autoridad real durante
los primeros meses que siguieron al 19 de julio. Existían dos poderes:
Un poder fantasma, el poder oficial estatal republicano. Otro, éste
real, el de los comités y las organizaciones obreras. Aunque
este segundo poder no haya tomado jamás la forma coordinada, organizada
y centralizada de los soviets, dominaba la vida del país los tres
primeros meses hasta la formación de los gobiernos de coalición
que incorporan a todos los partidos obreros, y subsistía aún
hasta el golpe contrarrevolucionario de mayo de 1937. En consecuencia,
la revolución obrera había comenzado completamente, en el
terreno económico y político, en España, en julio
de 1936.
Evidentemente, hacía falta concluirla. Era necesario destruir
completamente el viejo aparato estatal de la burguesía y todo lo
que quedara de ella. Los Comités debían ampliar su base y
transformarse en órganos democráticos del proletariado. Debían
tomar el poder en el país, centralizar la economía, nacionalizar
los bancos, elaborar un plan económico y conducir, sobre la base
proletaria revolucionaria, la guerra contra el fascismo.
Pero la revolución social fue criminalmente estrangulada en
seguida por los jefes del Frente Popular, y también por los dirigentes
de todos los partidos obreros que optaron por las carteras en el Gobierno
y en la Generalitat y no por la vía revolucionaria. La aplicación
de la fórmula "Primero ganar la guerra, después hacer la
revolución" condujo, como lo habíamos previsto desde 1936,
a perder, primero la revolución, después la guerra.