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En
español
La muerte de las lenguas
Seis
mil lenguas, un patrimonio en peligro
In English
Winners and
Losers
6,000
languages: an embattled heritage
En français
6 000
langues: un patrimoine en danger
LA MUERTE DE LAS LENGUAS
Pronto
desaparecerán cerca de 700 lenguas en el continente americano, 200 en Africa, 80
en Asia y 40 en Europa. En beneficio de las ocho lenguas más utilizadas del
mundo, encabezadas por el inglés
El patrimonio lingüístico
mundial está repartido muy desigualmente. Según las estimaciones de SIL
International (Summer Institut of Linguistics), una organización que lucha a
favor de las lenguas menos conocidas, solamente 3% de las 6.000 lenguas del
mundo se utilizan en Europa, en tanto que, por sí sola, la región Asia-Pacífico
concentra la mitad. El campeón de la diversidad lingüística es el conjunto
formado por Nueva Guinea (el territorio indonesio de Irian Jaya y Papua Nueva
Guinea), que acapara la sexta parte de los idiomas del mundo.
El mapamundi de la diversidad lingüística no
coincide con el de la densidad de población: 96% de las lenguas son habladas por
4% de la población mundial, y más de 80% de las lenguas son endémicas y están
confinadas a un solo país. Únicamente veinte idiomas del mundo cuentan varios
cientos de miles de hablantes en diferentes países. Aunque las cifras varían en
función de los métodos de recuento, la Encyclopédie Millenium (1998) estima que
cerca de la mitad de la población mundial se expresa en una de las ocho lenguas
de mayor difusión: chino (1.200 millones de hablantes), inglés (478 millones),
hindi (437 millones), español (392 millones), ruso (284 millones), árabe (225
millones), portugués (184 millones) y francés (125 millones). Los datos de
Linguasphere y del SIL son sensiblemente comparables, aunque para estas grandes
lenguas suman a los que las tienen como lengua materna y a quienes las hablan
como una segunda lengua.
Diez
lenguas mueren cada año
Este desequilibrio lleva a los expertos a prever la
desaparición de 95% de las lenguas vivas en el transcurso del presente siglo.
Actualmente, diez idiomas se extinguen cada año en algún lugar del mundo.
Algunos estudiosos llegan a afirmar que cada dos semanas muere una lengua. Y los
índices de extinción son particularmente elevados en las zonas de mayor
diversidad lingüística.
En
Africa, más de 200 lenguas cuenta menos de 500 locutores y corren el riesgo de
desaparecer muy rápidamente: el umbral mínimo para que una lengua sobreviva se
eleva a 100.000 hablantes.
En
América del Norte, las situación más preocupante es la que amenaza a las lenguas
indígenas y criollas, especialmente en Estados Unidos y Canadá, donde las 200
lenguas amerindias que lograron sobrevivir hasta ahora están todas en peligro,
excepto el navajo, el cree y el ojibwa.
En América Latina corren peligro entre un tercio y la mitad
de las 500 lenguas amerindias existentes, y la reducción más marcada es la
prevista en Brasil, donde la mayoría de los idiomas son hablados por comunidades
extremadamente pequeñas.
En el sureste asiático el
número de hablantes por lengua es relativamente elevado, pero el porvenir de
unas 40 de las entre 600 y 700 lenguas existentes dependerá esencialmente de las
políticas que adopten los respectivos Estados.
Por el contrario, en el noreste de Asia sólo seis de las 47
lenguas censadas tienen posibilidades reales de mantenerse junto al ruso: 20
están “moribundas”, ocho “próximas a la extinción” y 13 “en peligro”. Las
primeras tienen un máximo de 10 hablantes, las segundas se utilizan algo más,
pero no son transmitidas a los hijos, mientras que las terceras sí cuentan niños
entre sus hablantes, aunque cada vez menos.
En Europa, por último, donde el número de lenguas censadas
varía de uno a dos en función de los criterios de definición utilizados, se
hablan 123 lenguas, según ese mismo libro. Nueve están moribundas, 26 cercanas a
la extinción y 38 corren peligro.
Libro rojo sobre las lenguas amenazadas de Europa y el noreste de
Asia. Ediciones UNESCO.
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SEIS MIL LENGUAS, UN PATRIMONIO EN PELIGRO
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Ranka Bjeljac-Babic, catedrática e investigadora de
psicología del lenguaje en la Universidad de Poitiers,
Francia
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Todos los años desaparecen diez lenguas en el mundo. Y con
ellas, un tesoro cultural. Su proceso de extinción se acelera, por lo que
preservarlas es un asunto urgente
¿Están
condenadas a desaparecer a corto plazo la inmensa mayoría de las lenguas? Los
lingüistas estiman que una lengua sólo puede sobrevivir si cuenta con más de
100.000 hablantes. Ahora bien, de las cerca de 6.000 lenguas que existen hoy
día en el mundo, la mitad es hablada por menos de 10.000 personas y un cuarto
por menos de 1.000. Apenas unas veinte cuentan con millones de
hablantes.
La muerte de las
lenguas no es un fenómeno nuevo. Desde que se diversificaron, al menos 30.000
(algunos hablan incluso de 500.000) nacieron y se extinguieron, a menudo sin
dejar huella. A esta gran mortalidad corresponde una duración media de vida
relativamente breve. Escasos son los idiomas que, como el vasco, el egipcio,
el chino, el griego, el hebreo, el latín, el persa, el sánscrito, el tamil y
algunas otros, lograron cumplir 2.000 años.
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De las conquistas coloniales a
la mundialización
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Lo que es
una novedad, en cambio, es la rapidez con que perecen en la actualidad.
Remontándonos en el tiempo, advertimos que la disminución de la diversidad
lingüística se aceleró considerablemente a raíz de las conquistas coloniales
europeas, que eliminaron al menos 15% de las lenguas habladas en esa época. Y,
si en el curso de los tres últimos siglos Europa perdió unas diez, en
Australia no quedan más que 20 de las 250 habladas a fines del siglo
XVIII. En Brasil, 540 (o
sea las tres cuartas partes) murieron desde que se inició la colonización
portuguesa, en 1530.
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El nacimiento de
los Estados-nación, cuya unidad territorial estaba estrechamente ligada a su
homogeneidad lingüística, también fue un factor decisivo de la consolidación
de las lenguas adoptadas como nacionales y de la marginalización de las demás.
Los gobiernos nacionales, en su marcado empeño por instaurar una lengua
oficial en la educación, los medios de comunicación y la administración,
procuraron deliberadamente eliminar las lenguas
minoritarias.
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Este proceso de
homogeneización lingüística se reforzó con la industrialización y el progreso
científico, que impusieron nuevos modos de comunicación, rápidos, sencillos y
prácticos. La diversidad de idiomas fue considerada entonces como un obstáculo
a los intercambios y a la difusión del saber. El monolingüismo pasó a ser un
ideal. Es así como a finales del siglo XIX surgió la idea de una lengua universal (se pensó incluso
en volver al latín), lo que dio lugar a una proliferación de lenguas
artificiales. La primera de ellas fue el volapük, siendo el esperanto la que
tuvo el éxito más resonante y la mayor longevidad.
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En tiempos más
recientes, la internacionalización de los mercados financieros, la difusión de
la información por medios de comunicación electrónicos y los demás avatares de
la mundialización han contribuido a acentuar las amenazas que pesaban ya sobre
las lenguas “pequeñas”. Una lengua que no está en Internet es una lengua que
casi “ha dejado de existir”. Queda al margen del “comercio”.
El ritmo de
extinción de las lenguas ha alcanzado así proporciones sin precedentes en la
historia: diez al año a escala mundial. Según los pronósticos más sombríos,
50% a 90% de las lenguas habladas hoy día morirán en el curso del presente
siglo. Preservarlas es un asunto urgente.
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Las consecuencias
de la desaparición de las lenguas son graves en más de un sentido. En primer
lugar, si nos tornáramos todos uniformemente monolingües, es posible que
nuestro cerebro resultara afectado al punto de perder parte de su capacidad
innata de creación lingüística. A continuación, todo intento de remontarse a
los orígenes del lenguaje humano se volvería imposible y el misterio del
“primer idioma” jamás se dilucidaría. Por último, con la muerte de cada
lengua, un capítulo de la historia de la humanidad se cierra para
siempre.
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Diversidad cultural y
biodiversidad
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El plurilingüismo es el reflejo más fiel del
multiculturalismo. La eliminación del primero acarreará inevitablemente la
pérdida del segundo. Imponer un idioma —sea regional o internacional— a
poblaciones cuya cultura y estilo de vida no se identifican con él es acallar
la expresión de su genio colectivo. Las lenguas no sólo son el medio
primordial de comunicación entre los seres humanos, sino que encarnan también
la visión del mundo de sus hablantes, su imaginación, sus formas de trasmitir
el saber. Pese a su parentesco, reflejan de manera diferente la realidad. Si
tratamos de inventariar las palabras que existen en todos los idiomas y que
tienen estrictamente el mismo sentido, se da uno cuenta de que hay a lo sumo
300, tales como yo, tú, nosotros, quien, que, no, todo, uno, dos, grande,
largo, pequeño, mujer, hombre, comer, ver, oír, sol, luna, estrella, agua,
fuego, caliente, frío, blanco, negro, noche, tierra…
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El peligro que se
cierne sobre el multilingüismo es análogo al que afecta a la biodiversidad. No
sólo porque la gran mayoría de las lenguas son “especies” en vías de
desaparición, sino también porque entre la diversidad biológica y la
diversidad cultural existe un lazo intrínseco y causal. Al igual que las
especies vegetales y animales, las lenguas en peligro son endémicas, o sea
están confinadas a una región exigua. Más de 80% de los países donde existe
una “megadiversidad” biológica forman parte de los que albergan el mayor
número de lenguas endémicas. Esta correlación se explica por el hecho de que
los grupos humanos, al adaptarse al entorno en que evolucionan, crean un
conocimiento especial de su medio que se refleja en su lengua y, a menudo,
únicamente en ésta. Gran parte de los recursos naturales en peligro sólo son
conocidos actualmente por algunos pueblos cuyas lenguas se extinguen. Al
morir, éstas se llevan consigo todo el saber tradicional sobre el medio
ambiente.
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En 1992 la
Cumbre de Río creó dispositivos para luchar contra la reducción de la
biodiversidad. Ha llegado la hora del “Río de las lenguas”. La toma de
conciencia de la necesidad de proteger ese patrimonio surgió a mediados del
siglo XX, cuando los derechos lingüísticos se integraron en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos. Desde entonces se han iniciado diversos
proyectos internacionales a fin de salvaguardar lo que ahora se reconoce
como patrimonio de la humanidad. Aunque no logren poner término al proceso de
extinción de las lenguas, tienen el mérito de atenuarlo y de promover el
plurilingüismo en el mundo.
WINNERS AND
LOSERS
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Half the world’s population uses
a total of eight languages in daily life, while one sixth of the world’s
languages are spoken in New Guinea
alone
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The
linguistic heritage is very unevenly distributed. According to estimates made
by the Summer Institute of Linguistics (SIL), which campaigns for preservation
of the least-known tongues, only three per cent of the world’s 6,000 languages
are used in Europe, whereas half of them are spoken in the Asia-Pacific
region, with the top prize going to New Guinea (the Indonesian territory of
Irian Jaya plus Papua New Guinea), which is home to one sixth of the world’s
languages.
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Linguistic diversity does not match population density: 96
per cent of languages are spoken by only four per cent of the world’s
population and over 80 per cent are endemic, i.e. confined to one country.
Only about 20 languages are spoken by hundreds of millions of people in
several countries. Although the figures vary according to the method of
counting, the Millennium Family Encyclopaedia (Dorling Kindersley, London,
1997), estimates that around half the people in the world use in everyday life
one of the planet’s eight most widespread languages: Chinese (1.2 billion
speakers), English (478 million), Hindi (437 million), Spanish (392 million),
Russian (284 million), Arabic (225 million), Portuguese (184 million) and
French (125 million). SIL and Linguasphere Observatory provide comparable
figures, by adding to those who speak a language as a mother tongue those for
whom it is a “second language”.
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"Ten languages die out every
year"
This imbalance leads specialists
to forecast that 95 per cent of all living languages will die out during the
next century. At present, 10 languages disappear every year somewhere in the
world. Some go so far as to claim a language dies out every two weeks. The
rate of disappearance is especially high in areas where linguistic diversity
is greatest.
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In Africa, more
than 200 languages have fewer than 500 speakers each and may soon die out. The
minimum number of speakers to ensure survival is put at 100,000.
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- In North America, the biggest
threats are to indigenous and Creole languages. With the exceptions of Navajo,
Cree and Ojibwa, the 200 Amerindian tongues which have survived until now in
the United States and Canada are endangered.
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Between a third
and a half of Latin America’s 500 Amerindian languages are in danger, with the
highest rate of extinction predicted in Brazil, where most languages are
spoken by very small communities.
The languages of Southeast Asia are each spoken by relatively
large numbers of people, and the future of about 40 of the 600 to 700
languages there will depend largely on government policies.
On the other hand, only six
languages out of north-east Asia’s 47 have any real chance of survival in the
face of Russian. Twenty are “nearly extinct”, eight are “seriously endangered”
and 13 are “endangered”. The first group are spoken by only a dozen people at
most. The second group are more widely used but are not being passed down to
children. The third category includes tongues spoken by some children but
fewer and fewer, according to the forthcoming UNESCO Red Book on Endangered
Languages: Europe and North-East Asia.
In Europe, where
the number of languages varies by a factor of two according to the criteria
used to define them, 123 languages are spoken, including nine which are nearly
extinct, 26 seriously endangered and 38 endangered, according to the UNESCO
book.
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- http://www.unesco.org/courier/2000_04/uk/doss03.htm
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6,000
LANGUAGES: AN EMBATTLED HERITAGE
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Ranka Bjeljac-Babic,
lecturer and specialist in the psychology of language at the University of
Poitiers (France)
- Ten
languages die out each year. International action is needed to counter this
erosion of cultural diversity
Are the vast majority of languages doomed to die out in
the near future? Specialists reckon that no language can survive unless
100,000 people speak it. Half of the 6,000 or so languages in the world today
are spoken by fewer than 10,000 people and a quarter by less than 1,000. Only
a score are spoken by hundreds of millions of people.
The death of languages is not
a new phenomenon. Since languages diversified, at least 30,000 (some say as
many as half a million) of them have been born and disappeared, often without
leaving any trace. Languages usually have a relatively short life span as well
as a very high death rate. Only a few, including Basque, Egyptian, Chinese,
Greek, Hebrew, Latin, Persian, Sanskrit and Tamil, have lasted more than 2,000
years.
Minority languages
sidelined
What is new,
however, is the speed at which they are dying out. Europe’s colonial conquests
caused a sharp decline in linguistic diversity, eliminating at least 15 per
cent of all languages spoken at the time. Over the last 300 years, Europe has
lost a dozen, and Australia has only 20 left of the 250 spoken at the end of
the 18th century. In Brazil, about 540 (three-quarters of the total) have died
out since Portuguese colonization began in 1530.
The rise of nation-states,
whose territorial unity was closely linked to their linguistic homogeneity,
has also been decisive in selecting and consolidating national languages and
sidelining others. By making great efforts to establish an official language
in education, the media and the civil service, national governments have
deliberately tried to eliminate minority languages.
This process of linguistic
standardization has been boosted by industrialization and scientific progress,
which have imposed new methods of communication that are swift,
straightforward and practical. Language diversity came to be seen as an
obstacle to trade and the spread of knowledge.
- Monolingualism became an ideal,
and at the end of the 19th century the notion of a universal language was
born–a return to Latin was even considered–which gave rise to a spate of
artificial languages, the first of which was Volapük. The one that gained the
widest acceptance and has survived longest is Esperanto.
More recently, the
internationalization of financial markets, the dissemination of information by
electronic media and other aspects of globalization have intensified the
threat to “small” languages. A language not on the Internet is a language that
“no longer exists” in the modern world. It is out of the game. It is not used
in business.
The rate of language
extinction has now reached the unprecedented worldwide level of 10 every year.
Some people predict that 50 to 90 per cent of today’s spoken languages will
disappear during this century. Their preservation is an urgent
matter.
The effects of the death of
languages are serious for several reasons. First of all, it is possible that
if we all ended up speaking the same language, our brains would lose some of
their natural capacity for linguistic inventiveness. We would never be able to
plumb the origins of human language or resolve the mystery of “the first
language”. As each language dies, a chapter of human history
closes.
Multilingualism is the most
accurate reflection of multiculturalism. The destruction of the first will
inevitably lead to the loss of the second. Imposing a language without any
links to a people’s culture and way of life stifles the expression of their
collective genius. A language is not only the main instrument of human
communication. It also expresses the world vision of those who speak it, their
imagination and their ways of using knowledge.
Dying whispers of traditional
cultures
To grasp how differently each
tongue reflects the world, one only needs to list the words that crop up in
every language with exactly the same meaning, words like I, you, us, who,
what, no, all, one, two, big, long, small, woman, man, eat, see, hear, sun,
moon, star, water, fire, hot, cold, white, black, night, land. There are about
300 at the most.
The threat to
multilingualism is similar to the threat to biodiversity. Not just because
most languages are like disappearing “species”, but because there is an
intrinsic and causal link between biological diversity and cultural diversity.
Like plant and animal species, endangered languages are confined to small
areas. More than 80 per cent of countries that have great biological diversity
are also places with the greatest number of endemic languages. This is because
when people adapt to their environment, they create a special stock of
knowledge about it which is mirrored in their language and often only there.
Many of the world’s endangered plant and animal species today are known only
to certain peoples whose languages are dying out. As they die, they take with
them all the traditional knowledge about the
environment.
The 1992 Rio Earth
Summit set up machinery to combat shrinking biodiversity. Now it is time for a
Rio summit to tackle languages. The need to protect languages began to be
appreciated in the middle of the 20th century, when language rights were
included in the Universal Declaration of Human Rights (article 2). Since then,
a number of instruments have been adopted, and projects have been launched
to safeguard what is now considered a heritage of humanity. These laws
and initiatives may not prevent languages from dying out, but at least they
will slow down the process and encourage
multilingualism.
http://www.unesco.org/courier/2000_04/uk/doss01.htm
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6 000 LANGUES: UN PATRIMOINE
EN DANGER
Ranka Bjeljac-Babic, maître
de conférences et chercheur en psychologie du langage à l’Université de
Poitiers (France)
Dix langues meurent chaque année dans le monde. Avec
elles disparaissent des trésors culturels. Parce que ce processus d’extinction
s’emballe, un sursaut international est requis
L’immense majorité des
langues serait-elle condamnée à disparaître à court terme? Les linguistes
estiment qu’un idiome ne peut survivre qu’à condition de compter au moins 100
000 locuteurs. Or, sur les quelque 6 000 langues qui existent actuellement
dans le monde, la moitié comptent moins de 10 000 locuteurs et un quart moins
de 1 000. A peine une vingtaine sont parlées par des centaines de millions de
personnes.
La mort des langues
n’est pas un phénomène nouveau. Depuis qu’elles se sont diversifiées, au moins
30 000 sont nées et se sont éteintes, souvent sans laisser de trace. D’aucuns
portent ce nombre jusqu’à 500 000. A cette très grande mortalité correspond
une durée moyenne de vie relativement courte. Rares sont celles qui, comme le
basque, l’égyptien, le chinois, le grec, l’hébreu, le latin, le persan, le
sanskrit, le tamoul et quelques autres ont soufflé leurs 2 000 bougies.
Internet et
l’exclusion des «petites» langues
Ce qui est nouveau,
en revanche, c’est la vitesse à laquelle elles périssent en ce moment. En
remontant dans le temps, on s’aperçoit que le déclin de la diversité
linguistique a été considérablement accéléré par les conquêtes colonialistes
européennes qui ont éliminé au moins 15% des langues parlées à l’époque. Au
cours des trois derniers siècles, l’Europe en a elle-même perdu une dizaine.
En Australie, il ne reste plus que 20 des 250 langues parlées à la fin du
XVIIIe siècle. Au Brésil, environ 540 (soit les trois quarts) sont mortes
depuis le début de la colonisation portugaise, en 1530.
La naissance des
Etats-nations, dont l’unité territoriale était étroitement liée à leur
homogénéité linguistique, a également joué un rôle décisif dans la
consolidation des langues adoptées comme nationales, et la marginalisation des
autres. Déployant de gros efforts pour instaurer une langue officielle dans
l’éducation, les médias et l’administration, les gouvernements ont
consciemment visé l’élimination des langues minoritaires.
Ce processus
d’homogénéisation s’est renforcé avec l’industrialisation et le progrès
scientifique, qui ont imposé de nouveaux modes de communication, rapides,
simples et pratiques. La diversité des langues a été alors perçue comme une
entrave aux échanges et à la diffusion du savoir. Le monolinguisme est devenu
un idéal. C’est ainsi qu’à la fin du XIXe siècle, est née l’idée d’une langue
universelle (on a même songé à revenir au latin), qui a donné lieu à une
prolifération de langues artificielles. Le volapük a été la première d’entre
elles, tandis que l’espéranto a connu le plus vif succès et la plus grande
longévité.
Plus près de nous,
l’internationalisation des marchés financiers, la diffusion de l’information
par les médias électroniques et les autres avatars de la mondialisation ont
intensifié la menace qui pesait déjà sur les «petites» langues. Une langue qui
n’est pas employée sur Internet «n’existe plus» dans le monde moderne. Elle
est hors circuit. Elle est exclue du «commerce».
Le rythme d’extinction
des langues a ainsi atteint des proportions sans précédent dans l’histoire: 10
par an à l’échelle mondiale. L’avenir paraît encore plus sombre. Selon les
pronostics, de 50 à 90% des langues parlées aujourd’hui mourront au cours de
ce siècle. Leur préservation est une affaire urgente.
Les conséquences de la
disparition des langues sont graves à plus d’un titre. Si nous devenions tous
uniformément monolingues, notre cerveau en serait affecté, au point de perdre
une partie de notre créativité linguistique innée. Toute tentative de remonter
aux origines du langage humain deviendrait impossible et le mystère de la
«première langue» ne serait jamais percé. Par ailleurs, avec la mort de chaque
langue, un volet de l’histoire de l’humanité se referme.
Un «Rio des langues»
Le plurilinguisme
est le reflet le plus fidèle du multiculturalisme. La disparition du premier
entraînera inévitablement la perte du second. Imposer une langue à des
populations dont la culture et le mode de vie ne s’y identifient pas, c’est
étouffer l’expression de leur génie collectif. Les langues ne sont pas
seulement le moyen privilégié de communication entre les humains, elles
incarnent la vision du monde de leurs locuteurs, leurs imaginaires, leurs
façons de véhiculer le savoir. Malgré toutes leurs parentés, elles reflètent
différemment la réalité. Ainsi, lorsqu’on répertorie les mots qui existent
dans toutes les langues et ont strictement le même sens, on n’en trouve que
300 tout au plus. Parmi eux, figurent: je, tu, nous, qui, quoi, non, tout, un,
deux, grand, long, petit, femme, homme, manger, voir, entendre, soleil, lune,
étoile, eau, feu, chaud, froid, blanc, noir, nuit, terre, etc.
Le danger qui pèse sur
le multilinguisme est analogue à celui qui concerne la biodiversité. Non
seulement parce que la grande majorité des langues sont bel et bien des
«espèces» en voie de disparition, mais aussi parce qu’entre la diversité
biologique et la diversité culturelle, il existe un lien intrinsèque et
causal. Tout comme les espèces végétales et animales, les langues en péril
sont confinées à une région exiguë; on les dit alors «endémiques». Plus de 80%
des pays où il existe une «mégadiversité» biologique font partie des pays qui
abritent le plus grand nombre de langues endémiques. Cette corrélation
s’explique par le fait que les groupes humains, en s’adaptant à
l’environnement dans lequel ils évoluent, acquièrent une connaissance
particulière de leur milieu qui se reflète dans leur langue et, souvent,
uniquement dans celle-ci. Ainsi, une grande partie des espèces végétales ou
animales en péril ne sont connues à l’heure actuelle que par certains peuples,
dont les langues s’éteignent. En mourant, elles emportent avec elles tous un
savoir traditionnel sur l’environnement.
En 1992, le sommet de
Rio a mis en place des dispositifs de lutte contre la réduction de la
biodiversité. L’heure est venue d’un «Rio des langues». La prise de conscience
de la nécessité de protéger les langues remonte au milieu du xxe siècle, quand
les droits linguistiques ont été intégrés dans la Déclaration universelle des
droits de l’homme de l’ONU (article 2). Depuis, une série d’instruments et un
certain nombre de projets ont été mis en place en vue de sauvegarder ce qui
est désormais considéré comme patrimoine de l’humanité. Ces instruments ont au
moins le mérite de ralentir le processus d’extinction des langues, à défaut de
l’arrêter, et de promouvoir le multilinguisme dans le monde.
http://www.unesco.org/courier/2000_04/fr/doss01.htm