Baldomero Pujadas

En 1892, Baldomero Pujadas publica en Montevideo "Tratado de Taquigrafía (Arte de escribir tan velozmente como se habla).- Sistema Martí-Escuela Catalana", primera obra de su género publicada en Uruguay, muy completa en cuanto a sus referencias históricas.

Pujadas había nacido en Barcelona en 1855 y falleció en Buenos Aires en 1939. En 1876 estudió Taquigrafía con Cayetano Cornet y Mas. Fue miembro de la Academia de Taquigrafía de Barcelona y en Montevideo fundó una Academia Taquigráfica (1889-1894) de la que fue Presidente y profesor desde el inicio. Anteriormente, había sido Secretario general y Tesorero de la Academia Taquigráfica de Barcelona y profesor de Taquigrafía entre 1878 y 1882 en esa ciudad. Trabajó como redactor en los periódicos "La Reforma" (1881-1882), "La Voz de Cataluña" (1883-1885) y "La Papallona" (1887-1888).

En 1892, en adhesión a los homenajes al descubrimiento de América, los miembros de la Comisión Directiva de la Academia Taquigráfica de Montevideo reprodujeron en caracteres taquigráficos el Acta de Declaración de la Independencia uruguaya, cuyo facsímil luce en la Dirección del Cuerpo de Taquígrafos de la Cámara de Representantes.

En esta Academia se formaron, entre otros, Enrique Duhau, que ingresó a la Cámara en 1894; Amable Piacenza, que ese mismo año ingresó al Senado, donde aprendió el sistema Escobar; y José María Zamora, uno de los profesionales más destacados del Uruguay, que ingresó en 1896 en el Senado -donde aprendió el sistema que allí se practicaba- y en 1900 en la Cámara de Representantes.

Falleció en Buenos Aires en 1929.

Amable Piacenza lo describió así: "Tenía la figura del pedagogo clásico: casi enjuto, talla mediana, barbas patriarcales, voz llena, mentón pronunciado y voluntarioso, espíritu claro, sin entrelíneas, ademanes abiertos que revelaban la reciedumbre de su origen catalán; mirada escrutadora, con gran vida interior; y, por sobre todo, una bondad extrema, casi piadosa para los hombres y para las cosas.- Los que fuimos sus discípulos no podemos olvidar esa silueta de eremita, que se esfumó en el silencio, como había llegado; tenemos para él la admiración que provocan el saber, la abnegación y el desinterés".

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