La obra de Guillermo Atanasio Jaramillo

En 1811, aparece en Cádiz -en ese entonces centro de la Escuela Madrileña- una obra de Guillermo Atanasio Jaramillo, que había sido alumno de Martí, titulada "Curso de Taquigrafía Española, o sea Arte de escribir tan pronto como se habla.- Obra utilísima para aprender este arte sin ayuda de Maestro.- Su recopilador D. Guillermo Xaramillo". Jaramillo se ciñó al sistema Martí, pero extendió a todas las vocales la aplicación de las terminaciones que hasta ese momento se concretaban a pocos casos. Su obra se reimprimió en Londres el mismo año y volvió a aparecer en los años 1823 en Cádiz y en La Habana y en 1840 en Cádiz.

Portada de la obra de Jaramillo

En el "Discurso preliminar" de la segunda edición de la obra de Martí, éste dice de su antiguo discípulo:

"No es fácil que se consigan todas las ventajas de que es susceptible" (la Taquigrafía) "tomando una idea superficial, como la que da Jaramillo en su folleto, del cual me veo precisado a hablar para desengañar al público, que es acreedor de todo mi respeto y consideración, y mayormente cuando se trata de la instrucción de un arte de mi invención. Seré despiadado, y sin duda alguna justamente, con los malos taquígrafos. D. Guillermo Jaramillo, Maestro de primeras letras en Madrid, fue uno de los discípulos que se matricularon para aprender este arte en el primer curso del año 1803, según consta en el libro de las matrículas. De los ocho meses que dura el curso solamente asistió dos escasos, faltándole todavía uno para aprender la parte teórica, que comprende los tres primeros. Por aquí se podrá inferir lo que Jaramillo aprendería.

"Habiéndose ido a Cádiz con motivo de la invasión de los franceses, impelido por la necesidad enseñó la Taquigrafía, de lo que no tengo queja alguna, puesto todo hombre de bien está obligado a buscar su subsistencia por medios lícitos; de lo que sí me quejo es de que sin tener a la mano ningún arte, y sin estar completamente enterado, viendo el gran deseo que tenía aquel público de instruirse en esta materia, recopiló todas sus reglas en un folleto, que todo él consta de 48 páginas en octavo, impreso en letra muy gorda, y de éstas sólo emplea para explicarlas 22 páginas, pues el resto lo invierte en la portada y en la introducción y en contar sus gracias y desgracias. En este corto volumen ha puesto una porción de disparates, más propio para volver loco a cualquiera, que para instruirle en la Taquigrafía; pero esto nada le importaba a Jaramillo, pues su objeto estaba reducido a sacar dinero valiéndose de la ocasión de no encontrarse ningún arte en Cádiz. Esto lo prueba muy bien el haber hecho pagar al público 20 reales de vellón por once hojas en octavo y una estampa tan disparatada como su contenido.

"Lo más particular fue el modo que tuvo de anunciar al público mi recopilador su bella recopilación, pues un día amanecieron todas las esquinas de aquella ciudad empapeladas con unos carteles que decían: 'Quien quisiere aprender el secreto del modo de escribir tan aprisa como se habla, podrá comprarle por veinte reales en la librería de...'. ­Anuncio que sólo Jaramillo podría haberle puesto, y que era capaz de retraer a cualquier hombre sensato! Pero, ¿podrá creerse?: tal era el deseo de aprender este arte, que no hallando otro documento por donde instruirse en él, se dieron tanta prisa a comprarlo, que se imprimió por segunda vez en Londres".

No es de descartar la idea de Avenir Rosell de que detrás de este juicio hubiera un trasfondo político e, inclusive, una airada reacción de Martí contra quien alteraba su obra.

Posteriormente, Vela también se expresó con bastante dureza sobre su obra, pues en su "Tratado de Taquigrafía" decía que "hallándose refugiado en Cádiz con motivo de la irrupción de los franceses en la guerra de la independencia, publicó allí, en 1811, un folleto que tituló Curso de Taquigrafía Española, el cual es una mezquina y malísima recopilación del arte de Martí. Sin embargo, según dice éste en el prólogo de su segunda edición, tal era el deseo de aprender Taquigrafía que, no hallando otro documento para ello, se dieron tanta prisa a comprarlo que se reimprimió en Londres". Efectivamente, también en 1811 se publicó en esa ciudad, a la que siguieron ediciones en Cádiz y La Habana en 1823 y nuevamente en Cádiz en 1840.

La reivindicación de Jaramillo recién se inicia cuando Enrique L. Orellana y Narejos, en su "Nuevo Tratado" publicado en 1883 expresa que Jaramillo, "ciñéndose estrictamente a los signos de Martí, así en su número y figura como en su significación, introduce no obstante la importantísima mejora -de que todos después se han aprovechado sin agradecérsela- de extender a todas las vocales la aplicación de las terminaciones, que Martí ceñía y concretaba a una, dos o tres. A pesar de esa innovación utilísima, la obrita de Jaramillo ha sido muy mal juzgada por los autores que de ella se ocupan".

Otro cubano, Roberto J. Madan, dice: "Jaramillo supo luchar por la mayor difusión del Arte Taquigráfico, buscando la manera de que su libro apareciese impreso en Cádiz, en La Habana y en Londres, lo que indudablemente representaba para él un esfuerzo superior a los recursos con que seguramente contaba, que debían ser bastante limitados, dada su modesta profesión de maestro de primeras letras".

También Baldomero Pujadas, en su "Tratado de Taquigrafía", publicado en Montevideo en 1892, exalta los valores de la obra de Jaramillo. Es de destacar que esta sistematización es el origen de la que por muchos años utilizó la Cámara de Representantes del Uruguay en forma obligatoria.

Hosted by www.Geocities.ws

 1