EMILIE MAZOYER

También Amelie,  Emile o como la rebautizara Gabriele d'Annunzio: Aélis

 
Emilie Mazoyer, había nacido en la región francesa de Borgoña, pero vivía en París. Entro al servicio de Gabriele d'Annunzio en el año 1911, cuando el poeta, huyendo de sus acreedores, se refugio en Francia.
En ese momento no llegaba a los 30 años y más seductora que bella, tuvo junto a él funciones indefinidas, desde gobernanta o ama de llaves , hasta amante y amiga.
Según el diario de Antogini, secretario de D'Annunzio, Aelis (así la llamaba el poeta) fue presentada a él como una mucama muy especial, por el conocido empresario Schumann.
Al tiempo, ambos se instalaron en un chalet de Arcachon (Francia) donde de acuerdo al diario que ella escribiera, D'Annunzio tenía una actividad sexual verdaderamente excepcional y también costumbres exóticas, como la manía de cubrir la cama con pañuelos perfumados.
El 29 de Abril de 1915, junto a su patrón y otras personas que vivían con en la casa, se mudaron a París.
Allí permanecieron por algunos días hasta que el poeta partió de regreso a Italia. La Guerra había estallado y D'Anunnzio quiso regresar a Italia.
 

Aélis Mazoyer

Ella permaneció en Francia junto a Nathalie Goloubeff y Romanie Brooks, hasta fin de año, cuando acudió a Roma, llamada por D'Annunzio.
En 1919, cuatro años después, Aelis fue enviada a la casa de Arcachón para ocuparse del embalaje de libros y otras pertenencias del poeta. Su trabajo finalizó recién a mediados de febrero del 20, cuando finalmente partió hacia Venecia, ocupando ocho vagones de ferrocarril que contenían libros, muebles y accesorios del chalet de Arcachon.
Allí, en Venecia, se quedó Aelis, aún después que D'Annunzio se instalara en Il Vittoriale (Gardone) para no despertar los celos de Luisa Baccara. Pero en Agosto de 1922, después de la misteriosa caída por la ventana de la hermana de Luisa, la mandó a llamar y la instaló definitivamente en Il Vittoriale. Al tiempo Aelis se convirtió en la encargada de organizar la entrada y salida de las diferentes mujeres que llegaban "invitadas" por d'Annunzio, entre ellas la pintora Tamara de Lempicka.

El Libro de Franco María Ricci
Italia 1977
Una joven y bellísima pintora polaca: Tamara de Lempicka. Un poeta elocuente y lascivo con uniforme militar: Gabriele d'Annunzio. Tamara fue a pintar su retrato; d'Annunzio esperaba hacerla parte de su harem. La cronista de este encuentro era Aélis Mazoyer, ama de llaves de d'Annunzio y autora de un escandaloso "diario" inédito. Una imagen de la vida cotidiana de Gabriele d'Annunzio, sus conquistas y apetitos sexuales en su residencia de Il Vittoriale.
Olvidaron a Tamara durante muchos años, hasta que en 1977 (tres años antes de su muerte) con este libro la vuelven a descubrir.
Desde entonces, su arte monumental y su frívola vida, se mediatizan.
 
El disgusto de Tamara
México 1977
El joven escultor y amigo íntimo de Tamara, Víctor Contreras, atendió el teléfono de la casa en Cuernavaca. Era Octavio Paz, quien al no poder hablar con Tamara, pues estaba descansando, le anticipo a Víctor que el famoso editor italiano Franco María Ricci, publicaría un lujoso libro con reproducciones de las obras de Tamara. Ambos coincidieron que era una muy buena noticia para la anciana pintora, que para ese entonces tenía mas de 80 años.
 

Tapa del libro:

"Tamara de Lempicka"
con el diario de la gobernanta de
Gabriele d'Annunzio
Editor: Franco Maria Ricci, 1977
 
aélis en la Ficción >>>
Al despertar, Víctor le dio la noticia y Tamara llamo entusiasmada a la esposa de Octavio, Marie-Jo. Estaba eufórica y no era para menos. Hacía años que de ella nadie se acordaba y esta era una gran oportunidad de que su nombre vuelva a ser noticia.
El libro finalmente salió a la venta y el humor de la anciana dama cambió. En él, se reproducían no solo muchos de sus cuadros, sino también textos del diario íntimo del ama de llaves de Gabriele D'Annunzio, Aélis Mazoyer, quien develaba detalles íntimos y escandalosos del encuentro entre el poeta y "la polaca", como despectivamente nombra a la pintora. Tamara había sido invitada por d'Annunzio para pintar su retrato, pero en verdad lo que buscaba el poeta era sumar a Tamara a su larga lista de conquistas amorosas. A la mañana siguiente, Tamara decide partir de Il Vittoriale y d'Annunzio, asumiendo su fracaso amoroso, le envía un poema: "La Donna d'Oro". Junto al escrito, iba también un gran topacio montado en un anillo de plata.
Tamara no se quitaría jamás ese anillo, ni siquiera al morir. En 1980, cumpliendo su voluntad, fue incinerada con el anillo puesto.

...
In questa storia, però, ci sono due protagonisti che hanno fatto dell' esibizionismo la loro ragione di vita: da una parte la bella avventuriera polacca, Tamara de Lempicka; dall' altra il celebrato Vate, Gabriele D' Annunzio. Quando decisero di scontrarsi in una camera da letto del Vittoriale, il risultato non fu una battaglia epica, ma una farsa grottesca.
Testimone privilegiata, Aelis Mazoyer, governante e amante dello scrittore nonché avida voyeuse delle di lui avventure riportate nei diari pubblicati in Italia nel 1977 da Franco Maria Ricci.
Una lettera da Firenze che fa venire in mente il felliniano «gradisca!»: «Caro Maestro e amico (come spero e intensamente desidero) Passo per Milano dove conto di trattenermi due giorni. Volete che passi anche da voi (nel senso buono della parola)? Io ne sarei così felice! E voi? Vi invio, caro fratello, tutti i miei pensieri, quelli buoni e quelli cattivi, quelli scurrili e quelli che mi fanno soffrire».
Interessato ai di lei pensieri scurrili, lui le risponde: «Venite al Vittoriale. Troverete qui riunite le Muse dell' arte, della musica e della letteratura». In realtà, al Vittoriale in quel momento erano riunite la principessa del Piemonte; Luisa Baccara, la maîtresse in carica, con la giovane sorella Emilia; la già citata Aelis; Carlotta Barra, diciassettenne ballerina che si offre al Vate sperando di essere presentata a Diaghilev, più una serie di prostitute che vanno e vengono dall' harem dannunziano.
Ma il Vate non si accontenta di portare a letto sempre nuove amanti: il suo estremo narcisismo vuole anche compiacerle e per impressionare Tamara prepara un' accoglienza da sceneggiata: fa sparare al suo arrivo tre cannonate a salve dell' incrociatore Puglia, sistemato nel parco della villa, accompagnate dalle grida: «Alla Polonia indipendente! Alla vostra arte! Alla vostra bellezza!».
 
Ma, ahimè, le cose si inceppano subito. L' aristocratica Tamara, che già di per sé non nutre una vera passione per il sesso maschile, giudica D' Annunzio «un vecchio nano in uniforme» e dal momento in cui mette piede al Vittoriale, fa di tutto per levarsi di dosso lo smanioso nano afflitto da alitosi; allo stesso tempo, però, ormai che è arrivata fin lì vuole ottenere il suo scopo illudendosi che al Vate basti qualche moina.
Forse nella raffinata Parigi va così, ma con gli abruzzesi gli affari si concludono con più volgare concretezza. Ogni sera è un supplizio: lei riesce sempre a sottrarsi al «momento supremo» e lui diventa sempre più nervoso. Prova anche a drogarla con la cocaina, ma ancora una volta lui si ritira sconfitto.
Alla fine le chiede che cosa vuole da lui e questa volta Tamara scivola nella mossa sbagliata perché gli parla finalmente del ritratto e aggiunge: «Può darsi che non vogliate toccare questo argomento perché non conoscete i miei prezzi». È la goccia d' indignazione che fa traboccare il vaso dell' orgoglio: «Come avete detto, Madame?», le risponde il Vate. «Se credete di poter parlare in questo modo con Gabriele D' Annunzio, vi sbagliate! Ebbene, addio». E per far sfoggio della propria grandeur alla meschina cocotte dilettante, il giorno dopo invia a Tamara, che nel frattempo si era trasferita a Gardone, ospite di amici, un rotolo di pergamena con una poesia dedicata alla «donna d' oro» e un gigantesco topazio che Tamara porterà sempre, in ricordo di un ritratto mai eseguito. Dopo quell' avventura, Tamara conquisterà comunque la fama, ma rivolgerà la sua passione all' amore saffico.
 
Bonazzoli Francesca
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Artículo publicado en Noviembre 1996, por Pablo Sodor
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