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Octubre 2007

EVIVA IL 28 OTTOBRE 

 

La teoría del corcho

A lo largo de los años varios me han preguntado, se habrán preguntado ustedes, y yo también me he preguntado ¿por qué este bendito país nunca consigue salir a flote y mantenerse a flote? ¿Por qué el desarrollo argentino es una especie de sinusoide con picos de un desarrollo relativo y valles de hiperinflación, caos o cuasi derrumbe? ¿Por qué el devenir de la República Argentina se parece tanto a la de un corcho en alta mar, subiendo y bajando sin rumbo fijo al vaivén de las olas y desplazándose, en el mejor de los casos, en la dirección en la que, casualmente, al viento se le dio por soplar?

Parte de la respuesta podría estar en la trayectoria. Repasando la Historia de la Argentina es casi increíble la cantidad de personajes increíblemente nefastos que ha tenido este país. Desde Rivadavia y los Baring Brothers, siguiendo por Martinez de Hoz y los Rockefeller pasando por Menem y toda la manada financiera internacional hasta los actuales “K” y su sainete de “me-hago-el-malo-pero-pago”; la pobre Argentina ha tenido que soportarlo todo. A veces, lo que me parece más increíble es que lo haya soportado en absoluto.

En ocasiones me he puesto a pensar en que el escudo argentino, con sus dos manos entrelazadas sosteniendo el palito y el gorro frigio, no representa adecuadamente a la Nación. Yo propondría cambiarlo por algo más representativo. Algunos de mis amigos, a quienes les he comentado esto, han propuesto las cosas más inverosímiles; la casi obligada pelota de fútbol, el asador, el mate ... las ideas han sido múltiples y algunas hasta un tanto escatológicas. Con todo, a mí se me ocurre que, por lo menos, podríamos reemplazar ese gorro frigio medio masónico (¿quien demonios sabe algo de los frigios, de todos modos?) por algo que tenga la virtud de flotar. En serio: creo que, quizás, el símbolo más adecuado para el país sería el del corcho. Porque desde 1810 que tratan de hundirlo y nadie lo consigue del todo. Siempre, de alguna manera, al menos por un tiempo, este país sale a flote. Sólo que la flotación nunca dura. Después del ciclo de unos cinco o diez años, ¡agárrense que nos sumergimos! De nuevo.

Lo cual, obligadamente, nos lleva a poner bajo la lupa lo que se nos viene encima antes y después de este Octubre. Porque dentro de unos días, poco más de 27 millones de argentinos serán convocados a depositar dentro de una caja, un papelito con el nombre del nuevo titular del Poder Ejecutivo. Y me temo que lo que el destino nos depara es otra inmersión.

El sistema electoral

Por de pronto, el sistema electoral de la Argentina tiene, ya de por sí, algunas particularidades que lo convierten en considerablemente riesgoso. Basta con mirar la distribución geográfica de la población para que aparezca un primer dato bastante revelador: de las 24 provincias que tiene el país, apenas 4 concentran casi el 64% de los electores. En cifras exactas y en otras palabras: el 16,66% del territorio político del país contiene el 63,91% de los votantes.  O sea que, en estas democráticas elecciones, el destino de la Nación lo deciden los habitantes del 17% de sus provincias [1]. ¡Y véngame después alguien a hablarme de federalismo!

Otra cosa interesante es que en estas próximas elecciones podrán votar 13.869.130 mujeres contra 13.221.062 varones. O sea que las niñas representan el 51,2% del electorado puesto que aventajan a los hombres por 648.068 votos. No obstante ello, como ya lo señalé en otro artículo [2], la Ley 24.012 de 1991 – aplicada por primera vez en Octubre del 2001 – establece un cupo femenino obligatorio del 30% para la composición de las listas de los partidos políticos. El artículo al que hago referencia lo escribí en Enero de este año. Nueve meses después todavía sigo sin haber podido averiguar quién fue el genio que estableció la democrática representatividad del 30% para el 51% del electorado.

En otro orden de cosas, pocos lo recuerdan ya – y algunos prefieren no recordarlo – pero las presidenciales del 2003, si se hubieran definido por mayoría simple, las hubiera ganado Menem con 4.740.907 votos (24.45% ) porque Kirchner salió segundo sacando 428.390 votos menos que el Carlitos (4.312.517 votos, 22.24%). López Murphy llegó tercero con 3.173.475 votos (16.37%)  y en el cuarto lugar prácticamente hubo un empate entre Rodriguez SAA (2.735.829 votos, 14.11%) y Lilita Carrió (2.723.574 votos, 14.05%).  [3]

Dos años más tarde, en las legislativas del 2005, el kirchnerismo trepaba al 40.1% con 6.808.305 votos, seguido de la UCR (13.8%,  2.342.795 votos)  y el duhaldismo (11.2%,  1.905.976 votos. [4]

¿Se fijaron en los porcentajes? ¿Si? Pues tengan cuidado. Son medio (bastante) engañosos.

Cualquiera pensaría que se refieren al total de votantes y no es así. Están calculados sobre el total de votos afirmativos válidamente emitidos. O sea que los porcentajes no tienen en cuenta ni los votos en blanco, ni los impugnados, ni tampoco el voto de los que no se presentaron a votar en absoluto [5]. Y estos últimos son un buen montón.

En las presidenciales del 2003, más de cinco millones y medio de personas decidieron que no valía la pena votar y no se presentaron. En las legislativas del 2005 para diputados nacionales fueron casi 7 millones los que se quedaron en casa y ni aparecieron ante una mesa electoral.

Además, en el 2003, sobre 25.477.861 electores sólo hubo 19.388.404 votos afirmativos válidamente emitidos ya que casi 200.000 personas votaron en blanco y cerca de 340.000 votos fueron nulos. En el 2005, para diputados nacionales, casi 1 millón y medio votó en blanco y casi medio millón anuló el voto. [6]

Si se interpretan los números sobre el total del electorado, en el 2003 Kirchner llegó a presidente con los votos del 16.93% de la ciudadanía políticamente habilitada (4.312.517 votos sobre 25.477.861 electores) y en el 2005 el kirchnerismo obtuvo sólo el 26.04%  de esa misma ciudadanía (6.808.305 votos sobre 26.147.439 electores).

El truco ése de contabilizar solamente los votos válidos emitidos tiene varias ventajas para la partidocracia. Por de pronto permite ignorar olímpicamente a los que ya no creen en este régimen y prefieren no concurrir a votar. Pero, además, permite ignorar también a los que opinan lo mismo pero que, quizás por miedo a alguna sanción o represalia, concurren y votan en blanco o anulan su voto.

De modo que el sistema electoral está montado para contabilizar exclusivamente a sus adeptos. La opinión de los que no creen en él, no cuenta. En las elecciones a diputados del 2005, la opinión del 34% del electorado se tiró sencillamente a la basura.

Lo realmente gracioso es que a eso lo llamen democracia.

La cabalística electoral

Pero, aparte de todo lo anterior, la ley electoral tiene otros curiosos vericuetos matemáticos adicionales que también vale la pena explorar.

Todos sabemos que en las elecciones presidenciales la Constitución prevé un ballotage, o bien – para no ser tan “afrancesados” como Tellerman – una segunda vuelta.

¿Cuando se puede prescindir de esa segunda vuelta? Pues, según el Art. 97 de la Constitución Nacional pergeñada por obra y gracia del Pacto de Olivos entre Menem y Alfonsín, basta con que el candidato más votado obtenga un porcentaje superior al 45% de los famosos “votos afirmativos válidamente emitidos” para que no corresponda una segunda vuelta electoral. En su defecto, si un candidato obtiene por lo menos el 40% de los votos afirmativos válidamente emitidos y además tiene una diferencia de más del 10% sobre el candidato que obtuvo el segundo puesto, tampoco corresponde segunda vuelta.

Hagamos, pues, un ejercicio. Supongamos, en cifras redondas, un electorado de unos 27 millones de electores. Supongamos, además, que concurre a votar el 80% de ese electorado (en las presidenciales del 2003 concurrió el 78,23%). Eso nos daría un caudal de 21.600.000 votos. Supongamos ahora que unas 100.000 personas votan en blanco (en el 2003 fueron 196.571) y unas 300.000 anulan su voto (fueron 345.616 en el 2003). Eso nos dejaría con unos 21.200.000 votos válidos.

El 45,1 % de esa cantidad es 9.561.200 y el 40% es 8.480.000.

O sea que, para ser presidente en la Argentina, bastaría con que alguien obtenga un poco más de 9 millones y medio de votos (sobre unos 27 millones posibles). Y hasta puede llegar con menos todavía: algo así como 8 millones y medio pero con, digamos, unos 850.000 de ventaja sobre el que salió segundo.

¿Lo quieren en porcentajes? Pues se puede llegar a la Casa Rosada con un 35.4%  y hasta con un 31,4 % del electorado.

¿Se dan cuenta ahora de por qué el gobierno insiste tanto en que las famosas encuestas le dan entre el 35% y el 38% a Cristina?

La abstención ¿a quien beneficia?

Vayamos ahora a otro aspecto frecuentemente mencionado. Todos ustedes habrán escuchado eso de que el no concurrir a votar “favorece al candidato más votado”. Como muchas otras cosas de la cábala electoral, es verdad. Pero una verdad a medias.

Volvamos a nuestro escenario. Tenemos 27 millones de votos posibles. Supongamos que un candidato obtiene 9 millones de votos. Si el 20% del electorado se queda en casa y hay, digamos, unos 400.000 votos entre en blanco y anulados, tendríamos 21.200.000 votos afirmativos válidos emitidos. Sobre esa cifra, los 9 millones de votos obtenidos por el candidato representan el 42.45%. O sea, que no le alcanzarían para superar el 45% que necesita para ganar en primera vuelta [7].

Pero supongamos ahora que, en lugar del 20%,  los que se quedan en casa y no votan constituyen el 30% del electorado. En este nuevo escenario, suponiendo la misma cantidad de 400.000 votos entre blancos y nulos, tendríamos 18.900.000 votos afirmativos válidos emitidos y, sobre este total, los 9 millones del candidato representarían un 47.62%. Con lo que podría ganar en primera vuelta con un caudal de sufragios que representaría tan sólo el 33.33% del total del electorado.

O sea que es cierto lo que se dice: el no concurrir a votar favorece al candidato más votado. Pero lo que no se dice es que el ir y votar en blanco, o bien el ir y anular el voto, produce exactamente los mismos resultados ya que ni los votos en blanco, ni los votos nulos, ni los votos no emitidos se computan para establecer los votos afirmativos válidos emitidos (y ya me estoy cansando de escribir esto tantas veces). La única diferencia podría estar en la plata que reciben los partidos políticos, pero no quiero meterme en eso ahora, para no aburrirlos más de lo que ya los estoy aburriendo.

A los efectos de la cabalística matemática electoral, el quedarse en casa y no votar, el votar en blanco, o el poner la foto de Maradona en el sobre, da exactamente igual. En esta democrática república, a nadie le importa un bledo si Usted no está de acuerdo con ninguno de los candidatos que le impone el sistema. En un caso así, su voto (o su no-voto) sencillamente se tira al tacho de basura y listo.

Las opciones

Con lo que llegamos a la pregunta del millón: ¿por quién votar?

Miren, hay nada menos que 16 partidos que proponen en total a 13 candidatos (varios partidos son tan poco originales que proponen al mismo candidato). Pueden Ustedes elegir, por supuesto, entre Cristina, Lavagna, López Murphy y Lilita Carrió. Pero también están, el Alberto Rodriguez Saa y Jorge Sobisch. Después, hay (como siempre) una amplia oferta del mosaico de la izquierda en dónde se ofrecen Néstor Pitrola, Pino Solanas, Vilma Ripol, Raúl Castells, Luis Ammann y José A. Montes. Y si todos esos no son de su agrado, todavía puede considerar (del lado diametralmente opuesto del espectro) a Gustavo Breide Obeid.  

Y ahora seguramente alguien me preguntará a quién recomendaría yo.

Pues, honestamente, a ninguno.

Pero eso no quiere decir nada. Reconozco que soy sumamente escéptico (por decir lo menos) en todo lo que se refiere a nuestra supuesta dirigencia política y, obviamente, nadie tiene la obligación de compartir mi descreimiento. De modo que lo único que puedo hacer aquí es sugerir algunas consideraciones. Y tómenlas por lo que valen.

Si lo que quieren es divertirse un rato, yo diría que lo voten a Sobisch. Va con el inefable Jorge Asís de vice y eso podría llegar a ser para alquilar balcones a la hora de los comunicados oficiales y las conferencias de prensa.

Si les gusta cierta clase de cine, medio del tipo testimonial, ahí está Pino Solanas. No creo que al Pino le dé el Piné para hacer un buen gobierno. Pero a que vamos a tener mucho más cine argentino que ahora, a eso, con él, le apostaría una fichita.

Si se sienten identificados con los piquetes, el bombo y los cortes de ruta, tienen para elegir entre unos cuantos. De todos modos, entre un piquete y otro, siempre podrán darse una vuelta por el boliche de Raúl Castells en Puerto Madero y comerse un buen choripan. En serio: los choripanes de Raúl y de Nina son buenos. Doy fe. De paso y con un poco de suerte, Nina a lo mejor hasta les brinda su espectáculo del baile del caño.

Si se sienten intrigados por los hombrecillos verdes, los extraterrestres y los platos voladores, la opción podría ser el Alberto. Dicen que es un verdadero experto en la materia. De cualquier manera, en San Luis no hizo una gestión tan mala como dicen los que no lo quieren y, considerando sus antecedentes, yo diría que probablemente nos llenaría la Argentina de autopistas. Lo cual, dentro de todo, al menos serviría para algo.

Si quieren hacer trabajar horas-extras al Poder Judicial quizás la opción obligada sería Lilita Carrió. Considerando su capacidad para hacer denuncias, en caso de llegar a la presidencia es probable que trate de mandar en cana a todos los que la precedieron. Lo cual, si lo consigue (cosa que dudo) no estaría para nada mal.

Si les encanta ver los últimos modelitos de la Haute Couture mundial y los últimos adelantos en materia de Botox y cirugía estética, la opción obligada es, naturalmente, la Cristina. Resulta bastante decorativa, habla notoriamente mejor que su marido, anda en óptimas relaciones con la comunidad judía y cultiva cuidadosas conexiones con cuanta organización internacional existe por allí en el mundo. De modo que, quizás, hasta podría prescindir de un Ministro de Relaciones Exteriores (lo cual no deja de ser una ventaja). Lo que sí va a necesitar es alguien que se encargue del Ministerio del Interior. Y probablemente también de gobernar. Aunque el Néstor siempre estará ahí para darle una mano. Supongo.

Si Usted añora las épocas del Mingo Cavallo, los dorados tiempos del uno-a-uno y del déme-dos, su opción podría ser López Murphy. Si bien su estilo es sensiblemente diferente y creo que toleraría un grado muchísimo menor de corrupción, la orientación general de sus criterios económicos y políticos no difiere demasiado. Por lo menos no en cuanto a los resultados prácticos y concretos que cabría esperar.

Si Usted está más o menos conforme con la situación económica que se ha venido dando en el país durante estos últimos cuatro años, yo le sugeriría que no vote por Cristina. Porque es evidente de toda evidencia que el actual modelo económico no es de los Kirchner. Lo impuso Lavagna, todavía bajo el gobierno de Duhalde, y lo continuó bajo el del Néstor hasta que decidió pegar el portazo y dejar de soportar los desplantes del presidente. Después de él, la Miceli prácticamente lo único que hizo fue olvidarse un paquete de plata en el baño y el muchacho actual tiene los días contados hasta Diciembre, de modo que probablemente ni tiene muchas ganas de meterse en problemas. Así que, si Usted está realmente conforme con este modelo económico, olvídese de los Kirchner; vote a Lavagna que es el autor original de la cosa. Y después, récele a todos los santos para que el viento de cola de la situación internacional se mantenga como hasta ahora. Porque el día en que se derrumben los precios de los “commodities”, este modelo revienta por los cuatro costados.

Y, por último, si Usted es de esos eternos inconformes que ya no cree en nadie, pues en ese caso su única opción será Gustavo Breide Obeid. Considérelo. No es mal muchacho.

Mi opción

¿Que por quien voy a votar yo?

No muchachos. Yo ya tengo el problema solucionado. Si Cristinita hizo más de la mitad de su campaña en el exterior, yo voy a seguir su ejemplo y el 28 de Octubre pienso estar en Italia. Allí tengo previsto darle todo mi apoyo moral a mi amigo Beppe Grillo que ha formado un Movimiento político fenomenal sobre la base de tres simples y efectivas propuestas:

  1. Que los políticos con condenas no se puedan presentar como candidatos.
  2. Que ningún político pueda ser legislador por más de dos períodos legislativos.
  3. Que la elección de representantes sea directa, sin listas cerradas.

Hace unos días, Beppe salió a juntar 50.000 firmas para su propuesta. Terminó juntando 300.000 y las encuestas dicen que entre un 23 y un 34% de los tanos lo aceptaría como Primer Ministro. Su bolg (http://www.beppegrillo.it/) es uno de los más vistos del mundo entero. Tiene como 100.000 visitas diarias. Realmente es un fenómeno. En Italia, los políticos tiemblan cada vez que Beppe abre la boca.

Y lo mejor de todo es que su Movimiento tiene un nombre imposible de olvidar.

Se llama “Vaffaculo”.

Como podrán apreciar: breve, expresivo y harto significativo.

Así que ya saben. Para el próximo 28 de Octubre del Año del Señor de 2007 la consigna es:

¿¿ ELEZIONE ?? ¡¡¡¡ VAFFACULO !!!!
¡¡¡¡ E ORA DI FINIRLA, IMBROGLIONI !!!!


¡Ah! y con tanto vaffaculo casi me olvido. ¿Saben qué aniversario se cumple el próximo 28 de Octubre?

Pues ese día estaremos a 85 años de la Marcha Sobre Roma. Al día siguiente, el 29 de Octubre de 1922, el rey Víctor Manuel III le encargaba a Benito Mussolini la formación de un nuevo gobierno, con lo que el fascismo llegaba al poder.

Pura coincidencia, por supuesto. Pero algo me dice que los muchachos kirchneristas hablarán mucho de memoria y de no-olvido pero no conocen ni siquiera la Historia de sus adversarios. De otro modo no se explica cómo fue que pudieron elegir justo una efemérides tan auténticamente fascista como el 28 de Octubre para tratar de convencer a la gente de que vote por Cristina.

Pero no se preocupen. Por lo que se puede apreciar, no hay ningún Mussolini argentino a la vista.

Realmente: creo que ya sería hora de terminarla y pensar en algo aunque más no sea un poco más serio que este sainete macabro del que viven (y prosperan) los politicastros profesionales.

Y en todo caso, si no es posible construir algo más serio, yo les pediría a todos que, por lo menos, no perdamos el sentido del ridículo.



Notas

[1] )- La Provincia de Buenos Aires, con 10.055.916 electores concentra ya de por sí el 37.12% del electorado. Entre Buenos Aires, la Capital Federal, Córdoba y Santa Fe, suman 17.313.351 electores lo cual constituye el 63.91% del total de 27.090.192 electores hábiles.

[2] )- “Retorcidos e Inhumanos” – Artículo de Enero del 2007

[3] )- Fuente http://www.mininterior.gov.ar

[4] )- Fuente: http://www.clarin.com/diario/2005/10/25/elpais/p-00301.htm

[5] )- Clasificación de los sufragios (Art.. 101 CEN)

Votos válidos
a) Son aquellos votos emitidos mediante boleta oficializada.
b) Son válidos los votos aún cuando hubiera tachadura de candidatos, agregados o sustituciones (borratina).
c) Cuando en un sobre aparecen dos o más boletas oficializadas que corresponden al mismo partido y categoría de candidatos, sólo se computará una de ellas, destruyéndose las restantes.
Votos nulos
a) Cuando el voto haya sido emitido mediante boleta no oficializada, los emitidos en papel de cualquier color, con inscripciones o con imágenes de cualquier tipo.
b) Cuando en un sobre aparezcan dos o más boletas enteras de distinto partido, en cuyo caso el voto a todas las categorías de cargos será considerado nulo. Cuando en el sobre se hayan incluido objetos extraños (estampillas, monedas, etc.).
d) Si hay dos votos de  distintos  partidos para la misma categoría de cargos, se anula únicamente esa sola categoría. Ejemplo: si se encuentra dos boletas de distintos partidos para la misma categoría de cargos (Diputados Nacionales o Senadores Nacionales, etc), se anula únicamente el voto de esa categoría, siempre y cuando aparezca una sola boleta por cada una de las categorías restantes.
e) Serán considerados nulos los votos emitidos mediante boleta donde el nombre del partido y/o categoría de los candidatos estén destruidos, semi-destruidos o tachados.
f) También son nulos los emitidos mediante boleta oficializada que contenga inscripciones y/o leyendas de cualquier tipo, salvo los supuestos del apartado 1b) votos válidos.
Votos en blanco.
a) Cuando el sobre esté vacío o contenga papel de cualquier color sin inscripción alguna, se considerará voto en blanco para todas las categorías.
b) Si en el sobre falta la boleta correspondiente a una categoría, el voto será considerado en blanco solamente para esa categoría.

[6] )- Elecciones Presidenciales del 2003:

Total de Electores:
25.477.861
Total Votos Válidos
19.388.404
Votos en Blanco: 
196.571
Votos nulos:
345.616
No fueron a votar:  
5.547.270

           Elecciones Legislativas (Diputados Nacionales) del 2005:

Total de Electores:
26.147.439
Total Votos Válidos
17.248.206
Votos en Blanco: 
1.466.348
Votos nulos:
454.007
No fueron a votar:  
6.978.878

[7] )- Por supuesto, suponiendo que la diferencia entre este candidato y el que le sigue fuese de menos de 900.000 votos.

 

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