Quieres pasar una tarde con los amigos y para no aburrirse con pláticas
llenas de comentarios llamados “críticas constructivas”, deciden
ir al cine, o rentan una película, pero no una cualquiera, sino
una que haya recibido el reconocimiento de toda la crítica por ser
el espejo de la sociedad actual. La película escogida: “Historia
Americana “X””.
Compran
los refrescos, las palomitas y mandan a una chica de la reunión
a hacerlas (¡gracias a Dios existe el microondas!). Preparado todo,
se disponen a disfrutar la cinta; a alguien inteligente se le ocurre adelantar
la parte de «¡Di no a la piratería!», pero se
lleva de corbata los cortos.... Ya listos, se acomodan nuevamente; un simpático
sale con su típico comentario inicial, y después de la clásica
abucheada se concentran en la película, que para entonces lleva
ya 15 minutos de empezada. A partir de ahí, tu atención se
centra en las siguientes lecciones: nueva y original forma de matar
a un negro; los blancos sí saben saltar; no hagas cosas malas que
a tu hermano le parezcan buenas; después de una violación,
más vale solo que mal acompañado; y demás lecciones
que quien ya vio la película, debe conocer; quien no la ha visto,
si se las cuento, pierden la gracia.
No falta
el que para aliviar ciertos momentos de tensión diga su chistorete,
y los demás sólo esbozamos una sonrisa o soltamos una ligera
risita, pero nadie pierde la concentración. El tema no nos atañe
tan directamente, pero por el neonazismo, en torno al cual gira la película,
nos damos cuenta del transfondo que tiene y de que nos importa: crítica
a la intolerancia, el odio entre los hombres y cómo un joven se
involucra en todo esto.
La historia
en sí, nos cuenta la vida de un joven llamado Dexter, quien al morir
su padre se integra a un grupo de Cabezas Rapadas, (que actualmente en
todo el mundo está reviviendo la ideología nazi) pero esto
no es casual: el ya había sido influenciado por su padre con la
teoría de la raza superior. Después de matar a dos jóvenes
negros va a dar a la cárcel durante tres años, en los cuales
aprende no sólo lo que es la tolerancia, sino que el odio es precisamente
el causante de todas sus desgracias, y para colmo, ese odio a algo o alguien
que desconocía, y que atacaba sólo para aliviar su frustración;
y además, se da cuenta que su hermano lleva ese mismo camino gracias
a su ejemplo.
¿Cómo
nace ese odio? Del miedo que produce el hecho de que otra persona que no
tiene nada que ver con tu clase social o tu complexión física
obtenga ciertos favores, o peor aún los llegue a obtener a costa
tuya. Del miedo se llega al odio, que como tal, es un sentimiento pocas
veces controlable, y el cual se vuelve una pequeña bomba de tiempo
esperando un catalizador que detone su reacción, y las reacciones
son la intolerancia y las luchas raciales. Le tenemos tanto miedo a lo
que no conocemos que preferimos acabar con él antes de que
acabe con nosotros.
La confusión
provocada por un golpe tan duro como es el perder a un familiar, sufrir
una fuerte desilusión o ver derrumbadas tus creencias, dejan a los
jóvenes dos opciones: o te levantas y vences el obstáculo
tú solo, o te dejas llevar por la corriente. El miedo, otra vez,
a estar solo y volver a fallar, deja que vayamos sin rumbo buscando la
salida. Todos encuentran respuesta: el problema está en averiguar
si en buena o mala, tanto para él como para los que lo rodean. Ahora,
imagina que ese joven confundido posee una gran inteligencia y capacidad
de mando, ¿qué mejor miembro para un grupo casi desaparecido
que medio mundo rechaza?, dentro de su grupo nadie desprecia tales cualidades,
y menos cuando ésta persona puede llegar a traer más miembros
a él.
Cuando
por fin encuentran su grupo (sea el correcto o no), lo peor que puede
suceder es caer en el fanatismo, que viene siendo la consecuencia de todos
los factores involucrados: tienes miedo, que te lleva a sentir el odio
a lo que desconoces o que conoces a medias; estás confundido y en
el único lugar en el que te encuentras agusto, porque te sientes
seguro, te motivan a odiar, a mirar con desprecio, y a creer que eres superior
a cualquiera que no sea como tu, y que por lo tanto, esa persona no tiene
validez. Te sientes tan bien ahí, que haces lo que sea por defender
los ideales de tu grupo, hasta matar si es necesario. Y sucede; que es
lo peor del caso.
La cinta
nos habla del neonazismo; sin embargo, este tipo de acciones humanas va
mucho más atrás “el neonazismo es un utilizado como un pretexto”
dice alguien cuando comentamos la película: “El odio que lo genera
es mucho más antiguo”. Ese es el nombre que recibe en este momento
y en este lugar, pero antes pudo llamarse de mil y un formas; aún
así, todas concluyen en lo mismo: odio, intolerancia, desconocimiento,
miedo, miedo, miedo... Irónicamente, hasta tienes miedo de lo que
crees, tus creencias te traicionan y dejas de ser su partidario. En ese
momento, paradójicamente, tu miedo de quedarte solo se convierte
en tu único refugio, y ahora le temes a tus antiguas creencias.
Esto lo
ves no sólo en Estados Unidos; lo vemos a diario, y va desde la
eterna lucha del hombre contra la mujer, el joven contra el viejo, un país
contra el otro, el hombre contra Dios; lo malo es que las culturas en vez
de eliminarlo, promoviendo la tolerancia, educan a lo contrario, por
ejemplo: el odio entre yanqui e ilegal, católicos contra protestantes,
chivistas contra americanistas, etc. Y todo porque es lo más normal
y común del mundo, el que existan estas rivalidades. Esto no es
la “Historia Americana X”, es la “Historia X”, porque no tiene lugar, y
se identifica en cualquier lado.
Esta explosión
del odio humano no tiene nombre. Se le diga como se le diga, tiene las
mismas consecuencias: dolor. Y por si se me olvida comentarlo, ese miedo
es lo que lo origina. Ahora queda la duda de cómo combatirlo. Soy
de la opinión de que el que estudia y aprende, observando y leyendo,
tiene menos miedo, que quien se dedica a criticar sus temores o a atacarlos.
En fin,
al terminar la película, nos quedamos callados como por 10 segundos
(mucho para un grupo de jóvenes); quisimos comentar la película,
pero no faltó el que dijera que estaba cansado y casi dormido, o
que dijera que no entendía el porqué comentarla (dejando
a la anfitriona con sus ambiciones de dialogo truncadas); no faltan las
comparaciones entre nosotros, y las intenciones de seguir una plática
que para algunos no tiene chiste. En resumen, las lecciones de este tipo
de cine, son vivenciales no teóricas, y sobre todo, si entiendes
el mensaje, son más que nada muy particulares... puedes no decir
nada.
El hombre ha sido formado para vivir en sociedad y ni es capaz de vivir solo ni tiene valor para hacerlo
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