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EL DIOS DE LAS DESPLAZADAS Y LOS DESPLAZADOS

Génesis 21:8-21

Alicia Winters

Dios y los desplazados.. Pero los desplazados de Colombia, mujeres y hombres, niñas y niños que se han visto obligados a huir de la violencia perdiendo todo lo que tenía, ¿cómo pueden hallar y mantener su fe en el Dios de la Biblia si con lamentable frecuencia Dios es representado como favoreciendo a una sola raza o grupo étnico para excluir a los demás, a una clase social poderosa para excluir a los pobres y humildes, y muchas veces a los varones para excluir a las mujeres o dejarlas en una posición inferior? Si de los voceros oficiales de la religión dependiera, tal vez el pueblo no habría llegado a la fe que le sostiene hoy día, pero el Dios de la Biblia rechaza enfáticamente estas representaciones e irrumpe en la historia para darse a conocer directamente entre los que más lo necesitan, tal como lo hizo hace muchos siglos en el caso de una humilde esclava llamada Agar.

Abraham y Sara gozaban de casi todo lo que pudieran desear: riqueza, poder y, en el caso de Sara, una belleza tan deslumbrante que el Faraón de Egipto se enamoró locamente de ella cuando ya tenía noventa años de edad.. (Cómo habrá sido ella cuando era joven!) Más tarde el Faraón se dio cuenta de su error y, para disculparse (y evitar que Abraham se volviera enemigo suyo) les hizo muchos regalos: oro, plata, ovejas, bueyes, asnos, camellos, esclavos y esclavas. Tal vez de esta manera la muchacha Agar, una esclava egipcia, entró en el servicio de Abraham y Sara.

Pero en ese hogar faltaba una cosa B las sonrisas y el correteo de un niño. ¿Quién iba a heredar toda esa riqueza de Abraham? ¿Uno de sus esclavos? Este pensamiento les dolió a los dos, quizás más a Sara porque vivía en una cultura donde el valor y la dignidad de una mujer se medía en términos de su capacidad de dar hijos a su esposo.

Por cierto el Señor le había prometido un hijo, pero pasaban los años y nada. Sara ya no era joven cuando se hizo la promesa y cada año envejecía más. Así que. confiando en algo similar a aquel famoso dicho que NO está en la Biblia, "ayúdate, que Dios te ayudará", Sara logró convencer a Abraham que les tocaba tomar la iniciativa para que se cumpliera la promesa. Para entonces Agar habría llegado a ser una criada de confianza en el servicio de Sara, y podemos imaginarnos la conversación que Sara tendría con ella para informarle del plan:

-- Agar, querida, ven acá. Quiero hablar contigo un momento.

-- Sí, doña Sara. A sus órdenes.

-- Bueno, es para decirte que . . . eh, tú sabes cómo son los hombres, querida. Y . . . bueno, si don Abraham alguna noche por casualidad . . .ah . . . se encontrara en tu habitación, bueno, lo que quiero decir es que si pasara algo . . . mmm, no debes preocuparte. ¿Me explico? Estas cosas suceden, ¿verdad? Todas lo sabemos. . . . Y si algo resultara de uno de esos encuentros . . . una criatura, tu sabes,. . .pues quería decirte que yo la recibiría y la tendría como si fuera mía, y tú no tendrías que preocuparte por nada. ¿Está bien, cariño? ¿Me has entendido?

Y así fue. Tal como Sara anticipaba, Agar tuvo un bebé con Abraham. Sara lo recibió y lo criaron Sara y Abraham como hijo y heredero suyo . . . hasta que descubrieron que Dios cumplía exactamente lo que había prometido -- que la propia Sara había concebido y daría a luz un hijo.

Entonces la situación se complicó, porque había dos posibles herederos: por un lado Ismael, el primogénito. Normalmente el primogénito sería el heredero. Por otra parte, éste era hijo de una esclava. Isaac, el segundo, era el único hijo legítimo, de padre y madre. Podemos visualizar la división que habría en el campamento B unos apoyando a Isaac y otros (tal vez muchos de los esclavos) apoyando a Ismael. Los mismos niños tuvieron que percibir la tensión, sobre todo el mayorcito, Ismael, porque antes había sido hijo único, consentido por todos. Ahora, sin duda sabía que su posición había cambiado.

Durante la fiesta que hicieron el día que fue destetado Isaac, las cosas llegaron a un punto culminante (v 9). El hebreo es un poco ambiguo acerca de lo que pasó: unos biblistas dicen que Ismael jugaba o reía con Isaac, otros creen que el texto implica que estuvo molestando al bebé. Inocente o no, Sara lo vio y dirigió un ultimátum a Abraham: --Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo. (v. 10).

Es entendible que la situación le haya dolido a Abraham (v. 11). Después de todo, Ismael también era hijo suyo. Por otra parte, había que tomar en cuenta la ira de su mujer y también las divisiones y conflictos en el campamento Las cosas no podían seguir así. Alguna decisión tendría que tomar respecto a los dos muchachos. Al orar, le parecía a Abraham que Dios le decía que siguiera las indicaciones de Sara. Ciertamente le quedó claro que había que definir la cuestión de la herencia, y que Isaac sería el heredero.

Dios también tenía planes para Ismael (v. 13). De ningún modo dijo Dios que hubiera que aceptar a uno y rechazar al otro (aunque en nuestras iglesias muchas veces se lee el texto así). Mucho menos decía que Abraham se deshiciera de Ismael. Los dos eran hijos de Abraham y los dos debían tener lugar en su vida. Pero Abraham hizo caso omiso de esta segunda parte de la palabra de Dios Solamente de esta manera en que podemos entender la escena que sigue (v. 14):

En la madrugada, el cielo todavía oscuro, Abraham llama a Agar a su despacho. ¿Por qué tan temprano? (No quiere que los demás esclavos se den cuenta!)

--Bueno, Agar, te he llamado para decirte que estamos agradecidos por todo lo que has hecho en los años que has estado con nosotros. Pero tú sabes cómo son las cosas hoy en día.: No podemos mantener la nómina, y vamos a tener que dejar algunos empleados en libertad para buscar otro trabajo. Con gusto he escrito una referencia, y estaré pidiendo que Dios te acompañe y te ayude.

--Pero, don Abraham, ¿yo qué hice? Por favor, que me de otra oportunidad. Tengo este niño y ¿cómo voy a buscar trabajo así? No sé ni a dónde ir ni qué puedo hacer.

--Lo siento, Agar, pero no tengo alternativa. Todos tenemos que hacer sacrificios para mejorar la situación económica. Realmente he querido ayudarte, así que he pedido que te preparen algunas cosas para el camino. Aquí tienes un pan y aquí un cuero con agua. Y allí está la puerta. Buena suerte. Dios te bendiga. Chao!

Le toca a Agar desplazarse por el desierto, sin saber a dónde va y con el niño de la mano. El texto dice que "andaba perdida" por el desierto, un lugar desolado de sol candente y tierra rocosa, donde no crecía nada por falta de lluvia. Y ella con el niño va caminando bajo ese sol arrasador. Dentro de poco se le agota el agua, aunque podemos estar seguros que la madre aguanta mucha sed para conservar todo el agua posible para el niño:

-- (Mamí! (Quiero agua! (Dame agua, mamá.!

-- Sí, sí, mi hijito. Ya vamos a llegar. Caminamos un poco más, ¿sí?

Pero se acaba el agua y parece que aún no llegan a ninguna parte. El. cuerpo humano puede ir varios días sin comida, pero aguanta muy poco sin agua. El niño ya no puede caminar y ella no tiene fuerza para cargarle. Cuando encuentra en su camino un arbusto que echa un poco de sombra, ella se aprovecha para colocar al niño allí y protegerle del sol, a sabiendas de que pronto morirá. No quiere estar mirando mientras se acaba la vida de su hijo, así que camina un poco hasta donde no lo ve, y allí se sienta para esperar su propia muerte..

Si alguien necesita buenas nuevas en ese momento, es Agar. Pero si pasáramos por allí en ese momento, ¿cómo podríamos evangelizarla? ¿Decirle que ponga su fe en el Dios de Abraham? Pero ¿quién es el Dios de Abraham para Agar? Es el Dios de un sistema opresor, un sistema de muerte. Resulta interesante fijarnos en las muchas maneras en que la persona de Agar, junto con su hijo, reúnen tantos diferentes ejes de la opresión humana: la opresión machista, la opresión de raza y etnia, la opresión política, económica y social.

Para Agar el Dios de Abraham es, in primer lugar, el Dios de los hombres, no de las mujeres. Este Dios permite, hasta autoriza, a los hombres que tomen su placer de una mujer, a fin de satisfacer sus propias necesidades, para luego desecharla y dejarla abandonada con los hijos que esos hombres también ayudaron a traer al mundo. Es cierto que Sara tuvo su parte en la victimización de Agar y Sara era una mujer. Pero Sara en este relato logra su triunfo sobre Agar aceptando el sistema de valores de los hombres. Sara era también víctima del sistema, porque su dignidad como persona estaba definida por su capacidad de producir un hijo para Abraham. Cuando Sara optó por ceder al sistema, convirtió a Agar en su rival y así contribuyó a la opresión de Agar en nombre de ese sistema.

El Dios de Abraham y Sara en este relato era también el Dios de una raza y etnia privilegiada. No hemos de pasar por alto el hecho que, en todo el pasaje, tanto Sara como Abraham hablen de Agar e Ismael, no por sus nombres, sino por su raza - "la egipcia", "el hijo de la egipcia" - y recordamos que en las tradiciones israelitas los egipcios representan el enemigo, la raza despreciada. Abraham y Sara son de la raza escogida, privilegiada, y los demás están para servirles a ellos o para perderse en el olvido. Desprecian a Agar, y a su hijo, por pertenecer a un grupo de raza y etnia despreciadas, porque su color, su lengua y sus costumbres no son las mismas, porque ellos son diferentes.

Finalmente, el Dios de Abraham y Sara en este relato es el Dios de los ricos y poderosos, el Dios de una clase social que les autoriza a pisotear a los demás. Abraham y Sara tienen oro y plata; pero Agar no es más que una humilde esclava, un artículo de comercio, una cosa de la cual ellos pueden disponer sin tomar en cuenta los sentimientos y las necesidades propias de ella.. Inclusive, el Dios de Abraham (en el v. 13) se refiere a ella no por su nombre como Agar, una persona, sino como "la esclava", miembro de una clase social, aunque a Sara sí la llama por su nombre (v. 12). Los únicos que usan el nombre de Agar son el narrador (¿la narradora?) y el Ángel de Dios que se manifiesta a ella en el desierto.

Sin embargo, hay que recordar que este incidente no es una revelación acerca de Dios, sino acerca de las percepciones de Dios que tienen Abraham y Sara. ¿Cómo sabe el narrador (o la narradora) lo que pasó en la intimidad de una conversación entre Abraham y Dios, si no es el propio Abraham que luego se lo cuenta? En efecto, tan grande es la diferencia entre esta representación y la auto revelación del Dios de la Biblia, que más bien hay que decir que el Dios de Abraham en este relato es un dios falso que Abraham ha construido en su propia imagen y semejanza.

El Dios de la Biblia se revela a Agar en un sentido muy diferente. El Dios de la Biblia es el Dios de los oprimidos, el Dios de los desplazados, el Dios que les ayuda a tomar conciencia de su situación, que está a su lado, que se manifiesta en la solidaridad.

Cuando el Ángel de Dios llama a Agar desde el cielo, le dice tres cosas que son válidas también para mujeres y hombres de hoy que se encuentran desplazados, obligados a salir de su hogar sin saber a dónde llegar, y para todos aquellos que han experimentado la injusticia de la discriminación de raza, etnia o clase social. Son claves para que empiecen a tomar las riendas del futuro:

En primer lugar el Ángel se dirige a Agar por su nombre y le pregunta, -- ¿Qué tienes, Agar? ¿Qué te pasa? (v. 17)

-- ¿Qué tengo? Agar pudo responder, exasperada -- Tengo sed, (eso es lo que tengo! Tengo un muchacho que se me está muriendo. Y si quiere saber lo que NO tengo: ¡no tengo agua, no tengo trabajo, no tengo ninguna manera de salir adelante!

¿Una pregunta estúpida? La verdad es que no. La pregunta reviste gran importancia. Es el punto de partida para todo proceso de cambio. Por un lado, el uso de su nombre afirma su dignidad humana y su individualidad como una persona. Ya no es un objeto, ni un miembro de una clase – los esclavos, los egipcios, los desplazados. Ella es Agar, única, especial, conocida por Dios.

Por otra parte, la pregunta inicia un proceso importante. No es suficiente saber que las cosas van mal. Hay que identificar los problemas, ponerles nombre. No se puede permanecer en una aceptación pasiva. Al tomar conciencia de cuáles son los problemas específicos, se puede empezar a buscar causas y soluciones. Más importante, se reconoce que las cosas no tienen que ser así. Dios invitaba a Agar a mirar su propia realidad, analizarla críticamente, y así dar el primer paso hacia la transformación de esa realidad..

La segunda cosa que el Ángel le dice a Agar es de igual importancia: -- No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está. (v. 17).

Esta frase tiene doble significado. En primer lugar, las personas que experimentan conflictos y problemas, algunos tan difíciles que no saben cómo salir adelante, se fortalecen sabiendo que Dios conoce sus angustias y tiene cuidado de ellos y de los suyos. Y en segundo lugar, las personas que se comprometen con las luchas del pueblo, se fortalecen sabiendo que no hay que tenerle miedo a las consecuencias: : el Dios que escucha la voz de los que sufren también interviene con fuerza a defender su pueblo.

Más a fondo, Dios se identifica aquí como el Dios que escucha la voz del más débil, el Dios que está siempre al lado de los que han sido víctimas de injusticia, opresión y violencia. Nos podría sorprender que el texto dice "Dios ha oído la voz del muchacho". ¿No sería más pertinente decir que ha oído la voz de ella? Pero ¿quién es el más débil de todo este relato? ¿No es el niño? La propia Agar ha sido en cierto sentido opresora, abandonando a su hijo porque no quiere verlo morir. Pero este es el momento cuando el niño más necesita a su madre, cuando está enfermo y a punto de morir. Cuando ella lo deja solito bajo el arbusto, el pequeño levanta su voz con la poca fuerza que le queda y llora. Y ese llanto es escuchado por Dios.

La tercera frase que el Ángel le dice a Agar allí en el desierto es sin duda la más problemática: -- Levántate, alza al muchacho, y sostenlo con tu mano, porque yo haré de él una gran nación (v. 18).

-- ¿Que me levante? Entenderíamos si Agar hubiera respondido en tono desafiante con los brazos cruzados. --¿Cómo se te ocurre decirme una cosa así? ¿No ves que no hay agua? Mira, tú me metiste en esta situación. Hagamos un arreglo. Tú me das agua, ¿sí? Y después , yo iré para ayudar al muchacho Pero yo no voy a ninguna parte ni le doy la mano a nadie hasta que no tenga agua.. ¿Oíste?

Pero si Agar hubiera contestado así, sus huesos estarían allí en el desierto hasta hoy. Por el milagro de la fe ella fue capaz de levantarse e ir hacia el niño. Nada había cambiado. Aún no tenía idea de cómo iba a conseguir agua y no tenía nada para ofrecerle al chiquillo cuya angustia le desgarraba por dentro. Tan solo podía brindarle su presencia, acompañarle en su miseria y necesidad.

Pero precisamente en esto encontramos otro milagro. El texto dice (v. 19) que "Dios le abrió los ojos" y vio una fuente de agua. En efecto. ¿Cómo podía un arbusto crecer en el desierto si no contaba con agua? El problema era que Agar había caminado tan cabizbaja, sumida en sus propios problemas, que no veía que Dios la había guiado directamente al agua que tanto necesitaba. ¿Cuándo se dio cuenta de lo que Dios le había dado? Cuando extendió la mano en solidaridad hacia uno que tenía aun más necesidad que ella misma.

Hoy en Colombia los desplazados y las desplazadas están descubriendo que cuando uno actúa solo, tiene muy poco y logran menos aún para cambiar su situación. Pero algo pasa cuando los desplazados actúan juntos en solidaridad con otros necesitados. Descubren recursos que no sabían que tenían – porque son recursos comunitarios y no individuales. Así que Agar es una referencia hoy en Colombia para todas las mujeres desplazadas con sus niños y para los varones también, porque descubre un Dios que no tolera la violencia ni la opresión en ninguna de sus formas. El Dios de Agar, que es el Dios de la Biblia y el Dios de los desplazados, rechaza la opresión y la violencia en todas sus formas, la violencia física, la violencia económica, la violencia socio-política. El Dios de la Biblia es el Dios que reconoce la dignidad humana de cada mujer, cada hombre, cada niño y cada niña. Les invita a analizar su realizad, a dejar sus temores, a seguir adelante en nuevas formas de solidaridad para crear una nueva sociedad de tolerancia y apoyo mutuo donde cada persona pueda llegar a ser todo lo que Dios quiso cuando la creó en su propia imagen y semejanza.

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