BAJO
EL MANTO DE ELIAS
Itinerario de formación en el
discipulado profético
“Pasó Elías y le echó
su manto encima.
Eliseo abandonó los
bueyes, corrió tras Elías…”
1R 19.19-20
Que un carro de fuego tirado a su vez
por caballos de fuego haya arrebatado en torbellino a Elías al cielo es sin
duda una de las imágenes más fuertemente conservadas por las creencias
apocalípticas galileas. Así como fue llevado por Dios, igualmente se esperaba
su retorno escatológico (Ml 3.23; Si 48.10). Expectativa que en los tiempos de
Jesús era mayor (Mt 11.8ss; 17.10-13): volvería, en el tiempo último, como
precursor del Mesías para confortar y liberar al pueblo y anunciar el fin
próximo. Así nada extraño resulta que a Jesús se le haya identificado con Elías
redivivo (Mc 6.15; 8.28). “Elías es el que anticipa el Reino, el que elude la
muerte, el permanentemente esperado”1.
¿Cómo llegó Elías a constituirse en
honda fuente de esperanza para la fe popular galilea? Habría muchas hipótesis a
trabajar. Una de ellas, a la que quiero aproximarme en esta reflexión, tiene
que ver con el itinerario de formación en el discipulado profético desde el
momento en que Elías es tomado por Dios en Tisbé de Galaad para confrontar a la
dinastía Omrida (Ajab y Ocazías, reyes de Samaria) y su alianza Tiro-Sidonia,
hasta el momento en que vivo es llevado al cielo. He aquí un itinerario
paradigmático en el que todo proceso de discipulado de la palabra de Dios debe
reparar. Veamos cómo nos lo revela la bella narrativa conocida con el nombre de
“Ciclo de Elías” (1° Reyes, capítulos 17,18,19 y 21; 2° Reyes, capítulos 1 y
2).
1. Horizonte:
“Vive Yahvéh, Dios de Israel, a quien sirvo” (1R 17.1)
El nombre de Elías en hebreo
significa “Yahvéh es mi Dios” (eliyyahu).
No se trata de una devota confesión de fe sin más. Estamos ante un horizonte
ético-político-espiritual de envergadura en el que se involucra y al que se
direcciona todo el proceso formativo. Confesar que “Yahvéh es mi Dios” no es
otra cosa que declararse e identificarse públicamente adherente, partícipe y
defensora o defensor del proyecto social igualitario de la alianza tribal. Bien
sabemos que el yahvismo es la fe gestora y animadora del tribalismo y a la vez
el tribalismo, es el tipo de sociedad que confiesa su fe en Yahvéh 2 . Llama la atención que el relato
profético ubique el horizonte de la acción educativa como punto de partida
jalonador y conductor del proceso y que éste implique una perspectiva integral
de la vida humana. Estamos entonces ante un verdadero proceso formativo, donde
formar significa la construcción de sujetos, proyectos, mediaciones en y desde
la intencionalidad impresa por el horizonte. Aquí coincidimos con Paulo Freire
para quien “formar es mucho más que
solamente capacitar al educando en el
desempeño de destrezas”3.
Formar, al estilo de
Elías enfrenta al rey Ajab y le
recuerda que el Dios de Israel es Yahvéh y que la estructura social de Israel
es el tribalismo. Pareciera que Ajab lo ha olvidado o que está en otro
proyecto. Efectivamente el texto lo ha dicho al terminar el capítulo 16 (1R
16.29-34). Ahí se dice que Ajab reinó en Samaria, que obró mal a los ojos de
Yahvéh, que hizo alianza con el rey de Sidón y tomó por mujer a su hija
Jezabel, que se postró ante Baal, que hizo un santuario para Baal en Samaria.
No cabe la menor duda, Ajab está en una dirección y Elías en otra. Son
horizontes distintos que entrarán paulatinamente en una tenaz confrontación y
en cuyo centro aparece el asunto del agua, la tierra, la producción agrícola,
el comercio. Baal, como Yahvéh, también agencia un proyecto social, no
cimentado en el tribalismo igualitario, sino en la producción agrícola y en la
competencia comercial. El campesinado y los comerciantes serán los más ávidos
sostenedores del culto de Baal en los santuarios fenicios-cananeos4. La política internacional de Ajab
dio a Israel un gran desarrollo económico pero con ella llegó un gran
desequilibrio social y grandes tensiones religiosas5. El escenario de sentido ahora lo tenemos
claro. El discipulado profético yahvista se formará en contraste y
contradicción con el discipulado profético baalista. Será un conflicto de
“larga intensidad”. No basta solo afirmar que “Yahvéh es mi Dios”. Es necesario
saber a qué Dios se sirve y a qué Dios no se sirve. No es posible, quizá como
lo pretendía estratégicamente Ajab, servir a uno y a otro. Para Elías sí hay
contradicción entre estos dos proyectos. Viendo el peligro que tal ambigüedad
podría suscitar en la fe de Israel, cuestionó al pueblo en el monte Carmelo:
“¿Hasta cuándo van a estar ustedes cojeando con los dos pies? Si Yahvéh es
Dios, seguidle; si Baal, seguid a éste” 1R 18.21
2.
Rupturas e itinerancias: “Sal de aquí… Levántate y vete…”
La formación discipular no acontece
en el pequeño mundo de Tisbé de Galaad. Es necesario romper con aquella
cotidianidad precaria para descubrir, “más allá”, algo nuevo, provocador, distinto.
Hay que tomar distancia. Procurar otros espacios y otros tiempos. Se requiere
una exterioridad interpelante capaz de desestabilizar y desinstalar. En este
caso es la palabra desequilibrante de Yahvéh. “Sal de aquí” es el inicio de un
intensivo y prolongado proceso de formación discipular construido a lo largo de
una verdadera y apasionante “travesía pedagógica”. Veamos sus principales
hitos:
A través de la alimentación milagrosa
de los cuervos Elías vive una densa inmersión en la memoria tribal del Jordán y
en la memoria de emancipación del Exodo, ambas fundamentales para afirmar y
sostener la identidad, la experiencia y el proyecto del discipulado profético.
La princesa fenicia Jezabel vino a
la corte de Samaria para afirmar la alianza entre su padre, rey de Sidón y
Ajab, rey de Israel. Elías, hace el camino inverso. Va del Jordán a Sarepta de
Sidón para construir otro tipo de alianza, aquella que articula a las víctimas
de la política internacional desarrollada por ambos reyes. Atraviesa fronteras
de toda índole, afronta solidariamente la adversidad, alienta la esperanza,
afirma la ética de la vida. Una casa abierta, sin hambre, sin sequía y sin
muerte prematura, irrumpe como utopía movilizadora de viudas, de niñas y de
niños empobrecidos, de profetas perseguidos.
Luego de una triada de plenitud y
totalidad en la formación profética (tres años en Sarepta), Elías confronta al
rey de Samaria. La casa del harina y del aceite inagotable (la casa de la
viuda) interpela a la casa real (Ajab-Jezabel) responsable del hambruna en
Samaria. Mientras la primera cuida de viudas y sus familias la segunda se
preocupa del ejército (caballos) y de riquezas (ganados). Una disidencia aliada
irrumpe en el escenario. Abdías articula la resistencia profética de “cincuenta
en cincuenta”. Esto es afirmación del tribalismo yahvista. La resistencia promovida
desde Sarepta no está sola ni aislada. Las condiciones políticas para denunciar
la raíz del mal y para luchar contra ella, están dadas.
La tierra y el cielo, la lluvia y la
sequía, la vida y la muerte, el fuego y el agua, el pueblo y los profetas del
rey, el silencio y la algarabía, Elías y Ajab, Baal y Yahvéh son convocados en
el monte “Jardín de árboles” (esto es lo que significa la palabra hebrea karmel). Serán testigos y protagonistas
de una decisión que definirá el rumbo de Israel. La fertilidad, la producción,
la riqueza representada por el novillo sobre el altar, no obtendrá el fuego
abrasador de Baal. El culto dirime la disputa por el control religioso de la
vida. Doce piedras y doce tinajas de agua representan la base social del
tribalismo. En nombre de Israel emancipado y liberado Elías invoca la acción
portentosa de Yahvéh y el pueblo la reconoce cuando ésta toma cuenta de la base
material y espiritual de la vida: el holocausto, la leña y el agua.
La fuerza espiritual del simbolismo
religioso del “Jardín de los árboles” (monte Carmelo) ha sido recuperado por el
profetismo yavista. El rey tendrá que comer y beber de Yahvéh. La lluvia torrencial
responde a las siete subidas del criado. La carrera por la “siembra de Dios”
(es lo que significa la palabra hebrea yizreel)
es ganada por Elías a Ajab. La producción de la llanura más fértil de Israel
tendrá que volver a la lógica de la economía solidaria del tribalismo para que
la harina y el aceite nunca falten en las casas de las viudas, de las niñas y
de los niños.
Como era de esperarse, la casa real
de Samaria se aferra al baalismo y desata nuevamente la persecución contra
Elías. Al miedo sigue la huída y la soledad. La dirección del proceso de
formación ya no será el Jordán. Ahora el norte necesita re-encontrarse con el
sur. La crisis es asumida volviendo a los primordios del proyecto israelita, al
Horeb (monte Sinaí), allí donde se articuló el grupo escapado de Egipto con las
tribus beduinas del desierto. Volver a nacer (simbolismo de los cuarenta días
de camino) es preciso. La fecundidad irrumpiendo en medio de la aridez y la
soledad. La roca-refugio, como en los tiempos de Moisés (Ex 33.22), vuelve a
llenarse de la gloria de Dios. Tiempo de escucha y discernimiento discipular
para descubrir y encontrar al otro. Aprender de la voz apacible y delicada del
silencio (en hebreo qol demamah daqqah
que muchas veces se traduce como “susurro de una brisa suave”) la novedad
interpelante y transformadora. El discipulado que escucha lo inaudible
transforma su práctica y su discurso solo en dirección hacia el otro para dejar
que el otro (la alteridad) irrumpa y hable con él. El silencio ha hablado y el
discípulo ha escuchado. Nace una nueva mística profética. Elías retoma el
proyecto de dignidad y resistencia, pero ahora visto todo de otra manera.
La “otra manera” comienza a
evidenciarse. No se trata solo de entender lo que Dios quiere, sino de
organizar y conducir aquello que Dios quiere. El aprendizaje profético da un
paso hacia la enseñanza profética. Pero no se llega a esta sin haber pasado por
aquella. Elías encuentra a Eliseo en un kairos
(momento oportuno) del proceso formativo, después de un alargado camino de
permanente e intenso aprendizaje. El manto profético está listo. Eliseo
también. Se encuentra junto a la duodécima yunta del arado. Elías extiende el
manto. Sabe que la crisis requiere mirar en profundidad y visionar lejos6. El discipulado profético construye
una estrategia de continuidad, resignificación y relevo que responda a las
exigencias y situaciones cambiantes del contexto. Eliseo entra en la “carrera”
de Elías, asume otra relación con su familia y sacrifica la duodécima yunta de
bueyes para que su pueblo coma. Ha aprendido la lección.
Las tierras comunitarias de la llanura
de Yizreel están en la mira de la política económica acumulativa de la casa
real de Samaria. El comercio internacional se nutre de la producción agrícola.
La alianza Ajab-Jezabel ha decidido concentrar las mejores tierras en manos de
la corona. ¿Cómo hacerlo si la tradición jurídica de Israel impedía vender las
tierras de la mishpajah (asociación
de comunidades)? En contra de la tradición tribal, los reyes deciden
“confiscar” la heredad ancestral de Nabot. Las leyes sinaíticas que defienden
la vida (Lv 25.23-28) son suplantadas por las leyes monárquicas que defienden
intereses acumulativos de una elite. Este es el fondo social del conflicto
entre Yahvéh y Baal7. El
discipulado profético no es indiferente ante la política económica imperante
que empobrece y asesina al campesinado. En nombre de Yahvéh y en la misma
heredad usurpada, Elías denuncia, acusa y anuncia sentencia a los responsables.
El discipulado profético no puede dejar de indignarse, de movilizarse y de
organizarse ante la violencia institucionalizada. Hay una necesaria eticidad
que connota expresamente a la naturaleza de la práctica formativa.
El rey Ocazías cae accidentalmente
del segundo piso de su casa en Samaria. Viéndose maltrecho consulta a
Baal-Zebub, Dios de Ecrón. En la lógica religiosa de Elías no cabe esta
consulta. Hacerlo significa desvío y muerte. O el Estado se recupera para el
proyecto de Yahvé o cae en manos de los intereses fenicios. Elías no descansará
de denunciar y luchar para que lo segundo no suceda.
Antes de ser llevado al cielo Elías
hace un periplo en compañía de Eliseo desde Gilgal al Jordán pasando por las
comunidades proféticas que habitaban en Betel y en Jericó. Parecen caminantes
sin sosiego. Elías partirá inexorablemente pero Eliseo no quiere dejarlo, sin
embargo ambos, junto con las comunidades proféticas saben que pronto esto
ocurrirá. ¡No podemos impedir el relevo discipular si queremos que los procesos
formativos perduren y se transformen! A lo único que Eliseo puede aspirar es a
“heredar” dos partes del espíritu de Elías, como si eso fuera posible con el
aprendizaje profético. Eliseo tendrá que hacer su propio aprendizaje, tendrá
que seguir construyendo a partir de lo construido. Bajo el manto de Elías, como
pedagogo acompañante, un nuevo proceso discipular asume la conducción de la
resistencia y la esperanza yahvista.
3. Condiscipulado:
“Salió la comunidad de los profetas que vivía en Betel al encuentro…” (2R 2.3)
El último periplo de Elías y Eliseo
es particularmente rico en vida comunitaria. Se encuentran con comunidades de
profetas por todas partes, hasta en el momento en que Elías es arrebatado al
cielo, y después, cuando las comunidades lo buscan en las montañas y los
valles, creyendo que el espíritu de Yahéh lo ha arrojado en alguno de esos
lugares. No solo la experiencia de discipulado comunitario es vivido en los
últimos días de Elías sino que este es su “ambiente natural de aprendizaje” a
lo largo de todo el proceso de formación, al contrario como lo afirman la
mayoría de los estudios bíblicos que pretenden mostrarnos a un “Elías
solitario” en contraste con un “Eliseo comunitario”.
Alicia Winters nos dice que “había
comunidades, evidentemente relacionadas entre sí en el centro del país: Gilgal,
Betel, Jericó y el Jordán, y posiblemente en el Monte Carmelo”8. Son
poblaciones del reino del Norte. Da la idea de una red o malla de comunidades
de resistencia yahvista9
que hacen oposición al proyecto baalista de la dinastía Omrida de Samaria. El
relato visibiliza a Elías y Eliseo, no solo como vinculados a este movimiento
profético de oposición, sino como sus preeminentes animadores y articuladores.
Ceresko plantea además dos funciones de las comunidades proféticas, una, “como
agentes y catalizadores para desarrollar solidaridad y proveer estructuras ad hoc de asistencia, cooperación y
alivio, buscando contrapesar la erosión de las instituciones más antiguas
creadas para estos fines” y dos, la de “brindar apoyo y ánimo a miembros, tales
como Elías y Eliseo, que participaban en acción y crítica política”10.
La resistencia yavista cuenta con el
apoyo clandestino de Abdías, jefe de la casa real de Samaria, quien salva de la
masacre a cien profetas ocultándolos de cincuenta en cincuenta en una cueva,
dándoles de comer pan y agua (1R 18.4). La organización de “cincuenta en
cincuenta” hace referencia a la base social originaria del tribalismo yahvista.
El encuentro de Abdías con Elías no es casual. Se trata de articular este
movimiento clandestino de resistencia bajo el liderazgo de Elías. A partir de
entonces, y mucho más después de lo sucedido en el monte Carmelo, Elías tendrá
en sus manos la conducción ideológica, política y espiritual de las comunidades
proféticas en resistencia.
Si bien es cierto que Elías
experimenta momentos intensos de formación espiritual en la soledad del
torrente de Kerit o en la aridez del monte Horeb, estos no están desligados, ni
de la experiencia de vida comunitaria, ni de la lucha social y política que
esta vida comunitaria agenciaba. La soledad en la formación del discipulado
profético no es para aislar o escapar a las crisis o a los desafíos de la
realidad. Todo lo contrario. La soledad es más productiva en cuanto más esté
preñada de indignación ética, de dolor social, de compromiso coherente. El
ardor en celo por Yahvéh es lo que lleva a Elías hasta las rocas del Horeb.
Allí expone ante Dios la gran congoja que lo embarga, “los hijos de Israel te
han abandonado, han derribado tus altares y han pasado a espada a tus profetas”
(1R 19.10).
Levantar la bandera del proyecto
tribal no puede ser creíble si no se es tribal (al estilo de Elías) o se
comulga con el espíritu y el talante del tribalismo (al estilo de Abdías). Las
comunidades proféticas son comunidades tribales que viven y defienden el
tribalismo yahvista en un contexto de alto riesgo para su supervivencia. Esta
es su causa, su objetivo, su eje estructural. El ambiente del aprendizaje profético
es la red interactiva de comunidades proféticas. Se aprende a ser profeta
viviendo proféticamente. El contenido del aprendizaje está unido
indivisiblemente al método. La palabra a la acción. La fe al testimonio. La
formación a la emancipación. Aprendizaje sin el cual no es posible enseñar con
autoridad. Es lo que Elías deja en heredad al dejar caer el manto y lo que
recibe Eliseo al recogerlo.
4. Síntesis: “¡Padre
mío, padre mío! ¡Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo!” (2R 2,12)
El grito con el que Eliseo se
despide de Elías expresa muy bien lo que Elías construyó como “capital
simbólico” después de haber vivido su itinerario de formación en el
con-discipulado profético y lo que sobre su vida identificó Eliseo y las
comunidades proféticas como herencia política, pedagógica y espiritual.
Haciendo balance, como Eliseo, del
proceso de formación profético en Elías, podríamos llegar a las siguientes
conclusiones:
Hasta el cielo, como en la
experiencia de Elías, quisiéramos que llegaran todos nuestros procesos de
formación en el discipulado profético. Una meta alta, sin duda. Utopía,
diremos. Paulo Freire nos insistiría, una vez más que la especificidad humana
es precisamente ser educable, perfeccionable. No estamos determinados para
siempre, sólo condicionados. Por eso podemos cambiar. El “cielo”, es para eso,
como horizonte interpelante, animarnos a ser mejores seres humanos y trabajar
arduamente en ello. También, como Eliseo, pediríamos que pasara a nosotros dos
tercios del espíritu de Elías. El, igualmente nos diría que siguiéramos hasta
la cima de nuestra tarea. Es el manto, que como lo hizo Eliseo, hoy
recogeríamos con fervor.
Notas
1. Néstor Míguez. ¿Quién dicen ustedes que soy yo? Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana RIBLA 47(2004): 53-64
2.
Esta tesis socio-teológica tiene en la obra de Norman Gottwald su mayor
desarrollo y en la lectura popular de
3. Paulo Freire. Pedagogía
da autonomia. Saberes necesários à prática educativa. São Paulo, Paz e
Terra, 1996, p. 15
4. Jorge Pixley. Pluralismo de
las tradiciones en la religión bíblica. Buenos Aires,
5. Maricel Mena. Comerán los
perros la carne de Jexabel. Revista de Interpretación Bíblica
Latinoamericana RIBLA, 41(2002), p. 59
6. Mario Peresson. Misión profética de la educación católica en los umbrales del tercer
milenio. Bogotá, Indo-American Press, 1998, p. 49
7.
Jorge
Pixley. Historia sagrada, historia
popular. Historia de Israel desde los pobres. San José, DEI, 1991, p. 43
8. Alicia Winters. Una vasija de aceite: mujer, deudas y comunidad (2R 4:1-7). Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana RIBLA, N° 14 (1993), p.55
9. Octavio Mondragón. Los hijos de los profetas. Las comunidades proféticas en torno al
profeta Eliseo. Revista CLAR, N° 2 (2000), p. 22
10.
Antonio Ceresko. Introducción al Antiguo Testamento
(Traducido del inglés por Alicia Winters). Barranquilla, Seminario
Teológico Presbiteriano, 1993, p. 154
BIBLIOGRAFIA
Alicia
Winters. “Una vasija de aceite: mujer,
deudas y comunidad (IIReyes 4:1-7)”. RIBLA, 14 (1993): 53-59
Antonio Ceresko. Introducción al Antiguo Testamento (Traducido del inglés por Alicia
Winters). Barranquilla, Seminario Teológico Presbiteriano, 1993
Athalya
Brenner. A mulher israelita. Papel social e modelo literário na narrativa
bíblica. São Paulo, 2001
Carlos
Mesters y Wolfgang Gruen. O profeta Elias. Homem de Deus, homem do povo. São
Paulo, Paulinas, 1987
Fidel
Oñoro. El aprendizaje del silencio.
Tegucigalpa, 2005 www.celam.org/cebipal/archivosvarios/noticias/
Jorge Pixley. Pluralismo de las tradiciones en la religión bíblica. Buenos Aires,
La Aurora, 1971
Jorge
Pixley. Historia sagrada, historia popular. Historia de Israel desde los pobres
(1220 a.C. a 135 d.C.). San José, DEI, 1991
Néstor Míguez.
¿Quién dicen ustedes que soy yo?
Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana RIBLA 47 (2004): 53-64
Octavio Mondragón. Los hijos de los profetas. Las comunidades
proféticas en torno al profeta Eliseo. Revista CLAR, N° 2 (2000): 18-25
Paulo Freire. Pedagogía da autonomia. Saberes necesários à
prática educativa. São Paulo, Paz e Terra, 1996
Rosa María
Torres. Entre la acción y la praxis. Crónica de un proceso de formación de
educadores populares. Quito, CIUDAD, 1989
Fernando Torres
Educador y teólogo laico
Del equipo de trabajo de DIMENSION EDUCATIVA
Bogotá, 20 de junio de 2006