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Índice de Geografía
Presentación
El Marco Geográfico: Generalidades sobre la geografía quilpueína

La Cordillera de la Costa

El estero de Puangue
El estero de Quilpué
El estero Marga-Marga
El estero de Las Palmas
El cordón de Torquemada
Los cerros de Lliu-Lliu
Las sierras de Colliguay
Los cerros de Marga-Marga
El cordón de Las Palmas
Los cerros de Los Lunes
El Retiro
El Sol
El Valle del Marga-Marga
El Sauce
El Cajón de Lebo
El cerro El Molle: Atalaya del Noroeste
Vistas del Cajón Inferior del Estero de Quilpué
El Morro de Lillo
La Quebrada de El Pangue
Colliguay: entre los Cerros y el Cielo
Lo Moscoso
Los Perales
La Retuca
Los Quillayes
El Fundo El Carmen
El Rebaño
Chircana
Paso Hondo
La Hacienda de Las Palmas
El Fundo La Unión
Peñablanca
Villa Alemana
 
 

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EL MARCO GEOGRÁFICO

 

El conocimiento y la comprensión del medio geográfico en que transcurren los hechos históricos en que transcurren los hechos históricos, es decir, donde se desarrolla el fenómeno histórico, es esencial para lograr entender a cabalidad la historia, para entender su relación con las áreas geográficas vecinas y para darse cuenta de las influencias que ha ejercido el marco geográfico de circunstancias sobre el carácter de las gentes que han vivido allí.

La comarca quilpueína, en términos sencillos, es un valle agradable, aunque deficientemente regado, que se encuentra totalmente rodeado de cerros, presentando un pasaje estrecho a través del cual se evacúan las aguas de esta cuenca hacia la planicie costera por medio del estero de Viña del Mar, también llamado estero Marga-Marga, para desaguar en el océano cercano después de cortar en dos sectores bien definidos el plan de la actual ciudad de Viña del Mar.

El sistema orográfico que encierra a este valle es tributario directo del sistema principal que se conoce generalmente, aunque erróneamente, como Cordillera de la Costa. Partiendo de un macizo principal, en el que descuellan alturas como el cerro El roble (2.222 metros de altura sobre el nivel del mar), Vizcachas (2.000 metros), Amarillo (2.230 metros), Roble Alto (2.185 metros), Negro (1.994 metros), etc., una serie de cordones secundarios se descuelgan hacia la costa, de modo que la llamada llanura costera presenta un aspecto montañoso, encerrando una serie de cuencas y valles transversales, que recuerdan los del Norte Chico. Pueden distinguirse perfectamente los encadenamientos principales de Las Palmas, El Molle, Los Lunes y las llamadas Sierras de Colliguay, de cuyas fragosidades occidentales descienden una serie de quebradas, estacionales la mayoría, que dan origen a los varios esteros que recogen las aguas de las lluvias y que determinan el sistema hidrográfico del valle. Si bien el valle de Colliguay pertenece a otra cuenca hidrográfica y desagua a través del estero de Puangue hacia el valle de Curacaví, para finalmente unirse al río Maipo un poco al noroeste de Codigua, aguas debajo de Melipilla, no debe perderse de vista su inclusión dentro del sentido general de este trabajo.

Por el lado septentrional, el sistema orográfico lo conforman unas alineaciones paralelas de cerros y colinas de no mucha altura que se desprenden desde los Cerros de Marga-Marga y los Altos de Lliu-Lliu. Esta formación, a través de la línea del divortia acquarum, forma, en parte, el límite entre las cuencas del Marga-Marga y del río Aconcagua, y entre las comunas de Limache y de Villa Alemana y Quilpué. Las quebradas que descienden desde este cordón desaguan, por el lado norte, hacia el estero de Limache y por el lado sur hacia el estero de Quilpué, tributario del estero Marga-Marga. En la parte occidental, la principal altura es el cerro El Molle, de 455 metros de altura sobre el nivel del mar. Una quebrada de cierta importancia desciende desde la ladera noroccidental de este cerro y corre paralela y en dirección opuesta a la del estero de Quilpué, en dirección oeste-este, para después torcer un tanto al sur, habiendo recogido una serie de pequeños afluentes, para vaciar, finalmente, su escaso caudal, por la margen septentrional del estero de Quilpué, en el sector de El Retiro. De la parte occidental de estos cerros nacen también las quebradas que dan origen al estero de Reñaca, antaño el límite septentrional de la antigua Hacienda de Peuco o Hacienda de la Viña de la Mar, así como también las quebradas que actualmente alimentan al tranque o laguna artificial de Sausalito, en Viña del Mar. Por el lado interior, o sea, el flanco observable desde el valle de Quilpué, una serie de quebradas descienden abruptamente hacia el estero de Quilpué por tierras que pertenecieron, por ejemplo, a los fundos El Retiro, El Carmen, El Rebaño, y otros.

Por el lado occidental, los cerros que se desprenden de El Molle en dirección sur presentan un aspecto mesetario en parte y de sus escasas alturas descienden una serie de quebradas por el lado oriental del faldeo que alimentan al estero de Quilpué. A esta alineación o cordón se suele llamar Cerros de El Rebaño y a veces Cerros de Los Lunes. Presentan una altura media, pero sí tienen una gran importancia como barrera natural contra la influencia marítima. Debido a la existencia de estos cerros se minimiza el dominio oceánico sobre el clima del valle de Quilpué. Este cordón y el cordón septentrional de El Molle son responsables del agradable clima de que disfruta esta comarca, situada a escasos kilómetros de la costa. En el ángulo sudoccidental de este valle, los cerros occidentales son abruptamente interrumpidos por un estrecho pasaje que permite al estero Marga-Marga fluir hacia el mar, cortando la escasa llanura litoránea inmediata. Por el lado sur del estero el cordón de Las Palmas, inaccesible, continúa en dirección al poniente, apretujado sobre la ribera meridional del estero y a punto de unirse con los cordones que se desprenden del cerro El Molle hacia el sur.

El cordón de Las Palmas se desprende del macizo principal de la Cordillera de la Costa, como se llama, erróneamente, al encadenamiento montañoso que forma parte importante del límite oriental de la Región de Valparaíso, y presenta alturas como las ya señaladas de El Roble, Amarillo y Vizcachas, por ejemplo. Al poniente de las sierras de Colliguay su aspecto aparece muy imponente. El Camino de La Playa, actualmente mejor conocido como Camino de Lo Orozco, lo cruza sin mayores problemas, casi imperceptiblemente. Pero a medida que se acerca a la costa, se va elevando y presenta un carácter inaccesible en varios puntos, formando la parte alta, los cerros, sobre la cual se han extendido muchísimo las ciudades de Viña del Mar y de Valparaíso. Las principales alturas que se pueden mencionar en este cordón son los cerros de Charahuecho (547 metros), Morro de la Piedra (448 metros), El Jilguero (488 metros), Las Palmas (425 metros), Barbones (893 metros), Durazno (905 metros), Álamo (1.137 metros), y otros más. Este cordón y las alineaciones de cerros paralelas y las desprendidas de él, son importantes por las quebradas a que dan origen sus fragosidades. Los derrames principales dan origen al estero de Las Palmas y al estero de El Quiteño. Las aguas que descienden desde los faldeos septentrionales van principalmente a alimentar al estero Marga-Marga.

 

La parte occidental de la ciudad, vista desde el faldeo meridional del cordón de Torquemada. Al fondo, el cordón de Las Palmas.

 

Finalmente, el estero de Las Palmas desagua en el estero Marga-Marga enfrente del sector de Pompeya Sur.

El alineamiento montañoso que se deja ver por el lado este es sumamente complejo. El encadenamiento principal es el de la mencionada Cordillera de la Costa, que divide las cuencas de Tiltil, Aconcagua, Limache, Puangue y Marga-Marga, en lo que tiene que ver con lo que se trata en estas páginas.

El valle de Colliguay está situado entre dos cordones de esta pretendida Cordillera de la Costa, siendo el cordón oriental el principal y de mayor extensión y el que presenta las mayores alturas.

Existen encadenamientos secundarios, como los Altos de Lliu-Lliu, los Cerros de Marga-Marga, las sierras de Colliguay, por ejemplo, aunque el criterio aplicado para describir tales sistemas orográficos menores pueda ser discutible. Pero sí existe una cierta base real para usar tal terminología. El nombre de sierras de Colliguay o cerros de Colliguay aplica a la Cordillera de la Costa que se eleva a unos dos mil metros de altitud, entre los orígenes del estero de Puangue y el valle de Til-Til, por los 33º 10’ y los 71º 00’, como orientación general para su ubicación. Los cerros de Marga-Marga son un encadenamiento secundario que forma el límite entre las cuencas de Marga-Marga y de Limache. Son de escaso arbolado y mediana altitud, aunque existen áreas sumamente escabrosas. De su parte noreste caen quebradas hacia el valle de Lliu-Lliu, que tributan hacia el estero de Limache. Los Altos de Lliu-Lliu son un encadenamiento secundario también.  Se desprenden del macizo principal y dividen las cuencas del estero de Puangue, al este, del estero Marga-Marga, al oeste y, hacia el norte del cerro Negro divide las cuencas hidrográficas del estero de Lliu-Lliu y del estero Pelumpén, en el valle de Limache. Antiguamente, los Altos de Lliu-Lliu formaban el límite entre las provincias de Santiago y de Valparaíso, en tanto que los cerros de Marga-Marga eran el límite natural entre los departamentos de Limache y de Casablanca, de la antigua provincia de Valparaíso. En tal época, la mayor parte del valle pertenecía al Departamento de Casablanca, y el valle de Marga-Marga formaba un municipio de dicho Departamento. En tanto, la cuenca del estero de Quilpué formaba parte del Departamento de Limache.

La importancia de los cerros que limitan el valle por el lado oriental es enorme. De ellos nace el estero Marga-Marga, entre quebradas inaccesibles. Las aguas que descienden de estas montañas son vitales para la existencia de los hermosos vergeles que existen a lo largo del valle del Marga-Marga, donde han fructificado fundos como Los Molles, Los Perales, Las Piedras, Los Quillayes, y otros.

Encerrado entre altos cerros, como el Morro de las Cabras (1.009 metros), La Chapa (1.744 metros), Roble Alto (2.207 metros), Vizcachas (2.040 metros), Viejo (579 metros), Vizcachas de Colliguay (1.142 metros) y Álamo (1.137 metros), entre otros, yace el valle de Colliguay o del Alto Puangue. De los altos inmediatos, una serie de quebradas forman pequeños cursos de agua que se van ensanchando y fertilizan las tierras bajas. El estero de la Providencia es el más largo. Poco más debajo de Los Yuyos ya puede hablarse de estero de Puangue, el que sigue acrecentándose merced a las aguas que generosamente recibe de otras quebradas y riecillos. En cierta medida, esta cuenca hidrográfica es de régimen mixto, pues se alimenta no solo de las precipitaciones pluviales, sino que, también, aunque en muchísima menor medida, del derretimiento de las nieves que suelen caer en los cerros más altos durante la época invernal. De alguna manera influyen estas nieves, si bien es innegable que no en forma apreciable, en el caudal de las quebradas y del propio estero de Puangue. Este estero desagua a través del cajón de Lepe hacia el valle de Curacaví, donde continúa engrosando su caudal, hasta desaguar en el río Maipo. El régimen climático continental es mucho más acentuado, por lo tanto, en Colliguay, debido al mayor encierro que significa la presencia de las varias cadenas montañosas que obstaculizan la influencia suavizante del océano Pacífico.

De un modo general, puede decirse que los dos principales esteros del valle de Quilpué son el Marga-Marga y el de Quilpué. Su importancia es tanta o más que la del estero de Puangue en la zona montañosa de Colliguay, si bien hoy en día han entrado en un proceso de menoscabo debido al uso que se les está dando y que, en alguna medida significa la pérdida de más que un patrimonio común.

El clima del entero valle de Quilpué, así como de Villa Alemana y Peñablanca, que disfrutan del mismo régimen, es mediterráneo continental, a pesar de mediar apenas 12 kilómetros de la costa, aproximadamente, en línea recta. Las lluvias suelen ser abundantes y se distribuyen, con algunas variaciones de año en año, desde abril a septiembre, inclusive, habiendo una media aproximada de siete meses de seca. Los inviernos suelen ser un poco fríos, siendo frecuentes las heladas y la escarcha. Los veranos son secos y calurosos, especialmente entre diciembre y febrero, meses en que predomina el viento sur. En ocasiones se producen tormentas eléctricas y granizadas. La zona de Colliguay presenta algunas tendencias hacia los extremos en cuanto a la temperatura y las precipitaciones. Las nevadas son frecuentes en la parte alta de las serranías.

El clima favorable y las abundantes precipitaciones, así como la influencia continental, determinan una variada y rica flora en que sobresalen los litres, canelos, aromos, quilos, maquis, chilcas, boldos y espinos, entre otros. La flora de los amtorrales arborescentes se presenta en los estratos arbóreo, arbustivo y de hierbas anuales y perennes. Se pueden encontrar también quiscos, chaguales, cardones, etc., siendo el boldo una de las especies vegetales más comunes del valle y las tierras altas vecinas.

Antaño, la vegetación era tupida en toda la comarca, especialmente en las quebradas, y raleando hacia la parte alta del sector entre las cuencas de los esteros Marga-Marga y de Quilpué, donde las especies más abundantes son los espinos y los algarrobos.

A mediados del siglo XIX, Quilpué era una aldea perdida entre bosquecillos de boldos, litres, peumos, pataguas, espinos y arrayanes, como si fuera un nido de cernícalos.

Al abrirse campo para los cultivos, los que fueron mayormente de secano, y para otras actividades no menos vinculadas al desarrollo de la incipiente aldea y de los otros rancheríos del valle, la tala de los bosquecillos de especies nativas comenzó el proceso de deforestación, que más modernamente se ha intensificado debido a los incendios forestales estacionales que todos los años van mermando la escasa flora y la casi extinguida fauna locales.

Por otra parte, la introducción del eucaliptus, especie que vino desde Australia, ha venido a dar al paisaje un nuevo aspecto, con sus esbeltas figuras levantadas hacia el cielo.

La fauna que exhibe esta comarca está íntima relacionada con su realidad vegetal. Antaño existieron el gato montés, el puma, el quique, la chilla, el culpeo, el cururo, el lauchón, el chingue. Entre las aves, el zorzal, la tenca, el chincol, la diuca, el chirigüe, el tordo, el peuco, el águila, el cernícalo, la tórtola, la perdiz, la codorniz.

Entre los reptiles, la culebra común, la lagartija, el lagarto, la iguana, el sapo de cuatro ojos, la rana.

En los esteros medraron las carpas y el bagre.

 

La parte alta de El Retiro, en dirección a Reñaca.

 

Para terminar este capítulo, es necesario referirse a uno de los principales recursos de este valle y sus vecindades, y que le han dado más fama que ninguna otra cosa, la riqueza aurífera, que desde antiguo fue de primerísima importancia. Ya durante la dominación qhichwa se transportaba a Qusqu, la capital de su imperio, una buena cantidad de metal precioso para el uso cultual y de la corte inkaica. Las quebradas, en el período de lluvias, arrastran hacia los esteros a los cuales tributan, una serie de materiales de las laderas de los cerros y colinas, que por siglos se ha ido acumulando en el fondo del lecho de los esteros. Este oro ha sido la base primordial y más antigua para el primer desarrollo que experimentó el valle, tanto durante el período protohistórico como ya en los tiempos históricos. Obviamente, en los tiempos prehispánicos, el oro no tuvo una significancia económica ni tuvo el carácter de tributo que se pagara al Inka. Su misma extracción estaba supeditada, a pesar de su importancia, a las otras actividades que se desarrollaban, sobre todo a la agricultura. La explotación española del oro, al contrario, significó esclavitud y muerte para los indígenas destinados al laboreo de los lavaderos de oro debido a que había una motivación económica.

Una vez que el medio geográfico en que ha de desarrollarse la historia, y teniendo en cuenta todo lo anteriormente explicado, uno ya está en condiciones de poder entrar de lleno en el estudio de lo que ha sido la historia de Quilpué, la forma casi somnolienta en que pasó a través del período colonial y los nuevos bríos con que enfrentó las postrimerías del siglo XIX, para nacer al siglo XX con renovadas fuerzas, anhelos y esperanzas para seguir desarrollándose y progresando. Quizá su ubicación geográfica perjudicó a la ciudad de Quilpué, transformándola en una simple ciudad-dormitorio para la gran mayoría de quienes se avecindaron en ella, por carecer de industrias y faenas capaces de dar a sus habitantes un carácter propio. Pero, por otra parte, esta ubicación geográfica le proporcionó su mayor riqueza, más que oro de sus esteros: un excelente clima, benigno y apreciado por sus características. Y nadie dudará que la ubicación de Quilpué hace fácil el poder trasladarse a las vecinas ciudades de Viña del Mar y Valparaíso, donde se concentran las actividades comerciales, industriales y culturales de la Región de Valparaíso. Antaño el ferrocarril y ahora modernas autopistas aseguran comunicaciones expeditas con las ciudades del interior y con la capital.

 

 

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