EL
MARCO GEOGRÁFICO
El
conocimiento y la comprensión del medio geográfico en
que transcurren los hechos históricos en que transcurren
los hechos históricos, es decir, donde se desarrolla el
fenómeno histórico, es esencial para lograr entender a
cabalidad la historia, para entender su relación con las
áreas geográficas vecinas y para darse cuenta de las
influencias que ha ejercido el marco geográfico de
circunstancias sobre el carácter de las gentes que han
vivido allí.
La comarca
quilpueína, en términos sencillos, es un valle
agradable, aunque deficientemente regado, que se
encuentra totalmente rodeado de cerros, presentando un
pasaje estrecho a través del cual se evacúan las aguas
de esta cuenca hacia la planicie costera por medio del
estero de Viña del Mar, también llamado estero
Marga-Marga, para desaguar en el océano cercano después
de cortar en dos sectores bien definidos el plan de la
actual ciudad de Viña del Mar.
El sistema
orográfico que encierra a este valle es tributario
directo del sistema principal que se conoce
generalmente, aunque erróneamente, como Cordillera de la
Costa. Partiendo de un macizo principal, en el que
descuellan alturas como el cerro El roble (2.222 metros
de altura sobre el nivel del mar), Vizcachas (2.000
metros), Amarillo (2.230 metros), Roble Alto (2.185
metros), Negro (1.994 metros), etc., una serie de
cordones secundarios se descuelgan hacia la costa, de
modo que la llamada llanura costera presenta un aspecto
montañoso, encerrando una serie de cuencas y valles
transversales, que recuerdan los del Norte Chico. Pueden
distinguirse perfectamente los encadenamientos
principales de Las Palmas, El Molle, Los Lunes y las
llamadas Sierras de Colliguay, de cuyas fragosidades
occidentales descienden una serie de quebradas,
estacionales la mayoría, que dan origen a los varios
esteros que recogen las aguas de las lluvias y que
determinan el sistema hidrográfico del valle. Si bien el
valle de Colliguay pertenece a otra cuenca hidrográfica
y desagua a través del estero de Puangue hacia el valle
de Curacaví, para finalmente unirse al río Maipo un poco
al noroeste de Codigua, aguas debajo de Melipilla, no
debe perderse de vista su inclusión dentro del sentido
general de este trabajo.
Por el
lado septentrional, el sistema orográfico lo conforman
unas alineaciones paralelas de cerros y colinas de no
mucha altura que se desprenden desde los Cerros de
Marga-Marga y los Altos de Lliu-Lliu. Esta formación, a
través de la línea del divortia acquarum, forma, en
parte, el límite entre las cuencas del Marga-Marga y del
río Aconcagua, y entre las comunas de Limache y de Villa
Alemana y Quilpué. Las quebradas que descienden desde
este cordón desaguan, por el lado norte, hacia el estero
de Limache y por el lado sur hacia el estero de Quilpué,
tributario del estero Marga-Marga. En la parte
occidental, la principal altura es el cerro El Molle, de
455 metros de altura sobre el nivel del mar. Una
quebrada de cierta importancia desciende desde la ladera
noroccidental de este cerro y corre paralela y en
dirección opuesta a la del estero de Quilpué, en
dirección oeste-este, para después torcer un tanto al
sur, habiendo recogido una serie de pequeños afluentes,
para vaciar, finalmente, su escaso caudal, por la margen
septentrional del estero de Quilpué, en el sector de El
Retiro. De la parte occidental de estos cerros nacen
también las quebradas que dan origen al estero de Reñaca,
antaño el límite septentrional de la antigua Hacienda de
Peuco o Hacienda de la Viña de la Mar, así como también
las quebradas que actualmente alimentan al tranque o
laguna artificial de Sausalito, en Viña del Mar. Por el
lado interior, o sea, el flanco observable desde el
valle de Quilpué, una serie de quebradas descienden
abruptamente hacia el estero de Quilpué por tierras que
pertenecieron, por ejemplo, a los fundos El Retiro, El
Carmen, El Rebaño, y otros.
Por el
lado occidental, los cerros que se desprenden de El
Molle en dirección sur presentan un aspecto mesetario en
parte y de sus escasas alturas descienden una serie de
quebradas por el lado oriental del faldeo que alimentan
al estero de Quilpué. A esta alineación o cordón se
suele llamar Cerros de El Rebaño y a veces Cerros de Los
Lunes. Presentan una altura media, pero sí tienen una
gran importancia como barrera natural contra la
influencia marítima. Debido a la existencia de estos
cerros se minimiza el dominio oceánico sobre el clima
del valle de Quilpué. Este cordón y el cordón
septentrional de El Molle son responsables del agradable
clima de que disfruta esta comarca, situada a escasos
kilómetros de la costa. En el ángulo sudoccidental de
este valle, los cerros occidentales son abruptamente
interrumpidos por un estrecho pasaje que permite al
estero Marga-Marga fluir hacia el mar, cortando la
escasa llanura litoránea inmediata. Por el lado sur del
estero el cordón de Las Palmas, inaccesible, continúa en
dirección al poniente, apretujado sobre la ribera
meridional del estero y a punto de unirse con los
cordones que se desprenden del cerro El Molle hacia el
sur.
El cordón
de Las Palmas se desprende del macizo principal de la
Cordillera de la Costa, como se llama, erróneamente, al
encadenamiento montañoso que forma parte importante del
límite oriental de la Región de Valparaíso, y presenta
alturas como las ya señaladas de El Roble, Amarillo y
Vizcachas, por ejemplo. Al poniente de las sierras de
Colliguay su aspecto aparece muy imponente. El Camino de
La Playa, actualmente mejor conocido como Camino de Lo
Orozco, lo cruza sin mayores problemas, casi
imperceptiblemente. Pero a medida que se acerca a la
costa, se va elevando y presenta un carácter inaccesible
en varios puntos, formando la parte alta, los cerros,
sobre la cual se han extendido muchísimo las ciudades de
Viña del Mar y de Valparaíso. Las principales alturas
que se pueden mencionar en este cordón son los cerros de
Charahuecho (547 metros), Morro de la Piedra (448
metros), El Jilguero (488 metros), Las Palmas (425
metros), Barbones (893 metros), Durazno (905 metros),
Álamo (1.137 metros), y otros más. Este cordón y las
alineaciones de cerros paralelas y las desprendidas de
él, son importantes por las quebradas a que dan origen
sus fragosidades. Los derrames principales dan origen al
estero de Las Palmas y al estero de El Quiteño. Las
aguas que descienden desde los faldeos septentrionales
van principalmente a alimentar al estero Marga-Marga.
![](VISTA002.JPG)
La parte
occidental de la ciudad, vista desde el faldeo
meridional del cordón de Torquemada. Al fondo, el cordón
de Las Palmas.
Finalmente, el estero de Las Palmas desagua en el estero
Marga-Marga enfrente del sector de Pompeya Sur.
El
alineamiento montañoso que se deja ver por el lado este
es sumamente complejo. El encadenamiento principal es el
de la mencionada Cordillera de la Costa, que divide las
cuencas de Tiltil, Aconcagua, Limache, Puangue y
Marga-Marga, en lo que tiene que ver con lo que se trata
en estas páginas.
El valle
de Colliguay está situado entre dos cordones de esta
pretendida Cordillera de la Costa, siendo el cordón
oriental el principal y de mayor extensión y el que
presenta las mayores alturas.
Existen
encadenamientos secundarios, como los Altos de Lliu-Lliu,
los Cerros de Marga-Marga, las sierras de Colliguay, por
ejemplo, aunque el criterio aplicado para describir
tales sistemas orográficos menores pueda ser discutible.
Pero sí existe una cierta base real para usar tal
terminología. El nombre de sierras de Colliguay o cerros
de Colliguay aplica a la Cordillera de la Costa que se
eleva a unos dos mil metros de altitud, entre los
orígenes del estero de Puangue y el valle de Til-Til,
por los 33º 10’ y los 71º 00’, como orientación general
para su ubicación. Los cerros de Marga-Marga son un
encadenamiento secundario que forma el límite entre las
cuencas de Marga-Marga y de Limache. Son de escaso
arbolado y mediana altitud, aunque existen áreas
sumamente escabrosas. De su parte noreste caen quebradas
hacia el valle de Lliu-Lliu, que tributan hacia el
estero de Limache. Los Altos de Lliu-Lliu son un
encadenamiento secundario también. Se desprenden del
macizo principal y dividen las cuencas del estero de
Puangue, al este, del estero Marga-Marga, al oeste y,
hacia el norte del cerro Negro divide las cuencas
hidrográficas del estero de Lliu-Lliu y del estero
Pelumpén, en el valle de Limache. Antiguamente, los
Altos de Lliu-Lliu formaban el límite entre las
provincias de Santiago y de Valparaíso, en tanto que los
cerros de Marga-Marga eran el límite natural entre los
departamentos de Limache y de Casablanca, de la antigua
provincia de Valparaíso. En tal época, la mayor parte
del valle pertenecía al Departamento de Casablanca, y el
valle de Marga-Marga formaba un municipio de dicho
Departamento. En tanto, la cuenca del estero de Quilpué
formaba parte del Departamento de Limache.
La
importancia de los cerros que limitan el valle por el
lado oriental es enorme. De ellos nace el estero
Marga-Marga, entre quebradas inaccesibles. Las aguas que
descienden de estas montañas son vitales para la
existencia de los hermosos vergeles que existen a lo
largo del valle del Marga-Marga, donde han fructificado
fundos como Los Molles, Los Perales, Las Piedras, Los
Quillayes, y otros.
Encerrado
entre altos cerros, como el Morro de las Cabras (1.009
metros), La Chapa (1.744 metros), Roble Alto (2.207
metros), Vizcachas (2.040 metros), Viejo (579 metros),
Vizcachas de Colliguay (1.142 metros) y Álamo (1.137
metros), entre otros, yace el valle de Colliguay o del
Alto Puangue. De los altos inmediatos, una serie de
quebradas forman pequeños cursos de agua que se van
ensanchando y fertilizan las tierras bajas. El estero de
la Providencia es el más largo. Poco más debajo de Los
Yuyos ya puede hablarse de estero de Puangue, el que
sigue acrecentándose merced a las aguas que
generosamente recibe de otras quebradas y riecillos. En
cierta medida, esta cuenca hidrográfica es de régimen
mixto, pues se alimenta no solo de las precipitaciones
pluviales, sino que, también, aunque en muchísima menor
medida, del derretimiento de las nieves que suelen caer
en los cerros más altos durante la época invernal. De
alguna manera influyen estas nieves, si bien es
innegable que no en forma apreciable, en el caudal de
las quebradas y del propio estero de Puangue. Este
estero desagua a través del cajón de Lepe hacia el valle
de Curacaví, donde continúa engrosando su caudal, hasta
desaguar en el río Maipo. El régimen climático
continental es mucho más acentuado, por lo tanto, en
Colliguay, debido al mayor encierro que significa la
presencia de las varias cadenas montañosas que
obstaculizan la influencia suavizante del océano
Pacífico.
De un modo
general, puede decirse que los dos principales esteros
del valle de Quilpué son el Marga-Marga y el de Quilpué.
Su importancia es tanta o más que la del estero de
Puangue en la zona montañosa de Colliguay, si bien hoy
en día han entrado en un proceso de menoscabo debido al
uso que se les está dando y que, en alguna medida
significa la pérdida de más que un patrimonio común.
El clima
del entero valle de Quilpué, así como de Villa Alemana y
Peñablanca, que disfrutan del mismo régimen, es
mediterráneo continental, a pesar de mediar apenas 12
kilómetros de la costa, aproximadamente, en línea recta.
Las lluvias suelen ser abundantes y se distribuyen, con
algunas variaciones de año en año, desde abril a
septiembre, inclusive, habiendo una media aproximada de
siete meses de seca. Los inviernos suelen ser un poco
fríos, siendo frecuentes las heladas y la escarcha. Los
veranos son secos y calurosos, especialmente entre
diciembre y febrero, meses en que predomina el viento
sur. En ocasiones se producen tormentas eléctricas y
granizadas. La zona de Colliguay presenta algunas
tendencias hacia los extremos en cuanto a la temperatura
y las precipitaciones. Las nevadas son frecuentes en la
parte alta de las serranías.
El clima
favorable y las abundantes precipitaciones, así como la
influencia continental, determinan una variada y rica
flora en que sobresalen los litres, canelos, aromos,
quilos, maquis, chilcas, boldos y espinos, entre otros.
La flora de los amtorrales arborescentes se presenta en
los estratos arbóreo, arbustivo y de hierbas anuales y
perennes. Se pueden encontrar también quiscos,
chaguales, cardones, etc., siendo el boldo una de las
especies vegetales más comunes del valle y las tierras
altas vecinas.
Antaño, la
vegetación era tupida en toda la comarca, especialmente
en las quebradas, y raleando hacia la parte alta del
sector entre las cuencas de los esteros Marga-Marga y de
Quilpué, donde las especies más abundantes son los
espinos y los algarrobos.
A mediados
del siglo XIX, Quilpué era una aldea perdida entre
bosquecillos de boldos, litres, peumos, pataguas,
espinos y arrayanes, como si fuera un nido de
cernícalos.
Al abrirse
campo para los cultivos, los que fueron mayormente de
secano, y para otras actividades no menos vinculadas al
desarrollo de la incipiente aldea y de los otros
rancheríos del valle, la tala de los bosquecillos de
especies nativas comenzó el proceso de deforestación,
que más modernamente se ha intensificado debido a los
incendios forestales estacionales que todos los años van
mermando la escasa flora y la casi extinguida fauna
locales.
Por otra
parte, la introducción del eucaliptus, especie que vino
desde Australia, ha venido a dar al paisaje un nuevo
aspecto, con sus esbeltas figuras levantadas hacia el
cielo.
La fauna
que exhibe esta comarca está íntima relacionada con su
realidad vegetal. Antaño existieron el gato montés, el
puma, el quique, la chilla, el culpeo, el cururo, el
lauchón, el chingue. Entre las aves, el zorzal, la
tenca, el chincol, la diuca, el chirigüe, el tordo, el
peuco, el águila, el cernícalo, la tórtola, la perdiz,
la codorniz.
Entre los
reptiles, la culebra común, la lagartija, el lagarto, la
iguana, el sapo de cuatro ojos, la rana.
En los
esteros medraron las carpas y el bagre.
![](Image47.jpg)
La parte
alta de El Retiro, en dirección a Reñaca.
Para
terminar este capítulo, es necesario referirse a uno de
los principales recursos de este valle y sus vecindades,
y que le han dado más fama que ninguna otra cosa, la
riqueza aurífera, que desde antiguo fue de primerísima
importancia. Ya durante la dominación qhichwa se
transportaba a Qusqu, la capital de su imperio, una
buena cantidad de metal precioso para el uso cultual y
de la corte inkaica. Las quebradas, en el período de
lluvias, arrastran hacia los esteros a los cuales
tributan, una serie de materiales de las laderas de los
cerros y colinas, que por siglos se ha ido acumulando en
el fondo del lecho de los esteros. Este oro ha sido la
base primordial y más antigua para el primer desarrollo
que experimentó el valle, tanto durante el período
protohistórico como ya en los tiempos históricos.
Obviamente, en los tiempos prehispánicos, el oro no tuvo
una significancia económica ni tuvo el carácter de
tributo que se pagara al Inka. Su misma extracción
estaba supeditada, a pesar de su importancia, a las
otras actividades que se desarrollaban, sobre todo a la
agricultura. La explotación española del oro, al
contrario, significó esclavitud y muerte para los
indígenas destinados al laboreo de los lavaderos de oro
debido a que había una motivación económica.
Una vez
que el medio geográfico en que ha de desarrollarse la
historia, y teniendo en cuenta todo lo anteriormente
explicado, uno ya está en condiciones de poder entrar de
lleno en el estudio de lo que ha sido la historia de
Quilpué, la forma casi somnolienta en que pasó a través
del período colonial y los nuevos bríos con que enfrentó
las postrimerías del siglo XIX, para nacer al siglo XX
con renovadas fuerzas, anhelos y esperanzas para seguir
desarrollándose y progresando. Quizá su ubicación
geográfica perjudicó a la ciudad de Quilpué,
transformándola en una simple ciudad-dormitorio para la
gran mayoría de quienes se avecindaron en ella, por
carecer de industrias y faenas capaces de dar a sus
habitantes un carácter propio. Pero, por otra parte,
esta ubicación geográfica le proporcionó su mayor
riqueza, más que oro de sus esteros: un excelente clima,
benigno y apreciado por sus características. Y nadie
dudará que la ubicación de Quilpué hace fácil el poder
trasladarse a las vecinas ciudades de Viña del Mar y
Valparaíso, donde se concentran las actividades
comerciales, industriales y culturales de la Región de
Valparaíso. Antaño el ferrocarril y ahora modernas
autopistas aseguran comunicaciones expeditas con las
ciudades del interior y con la capital.
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