Milenio,
Segunda Mitad del Siglo XX
La
segunda mitad del Siglo XX se caracterizó por una creciente interdependencia
entre los países y las economías. Nunca antes había habido tantos contactos e
interferencias entre culturas de pueblos y lugares distantes. Se pusieron de
manifiesto los estrechos lazos que existen entre los actos del hombre y el
entorno que le rodea. El sistema político internacional, fruto del resultado de
la Segunda Guerra Mundial, se caracteriza por un enfrentamiento entre dos
grandes potencias que afectaba a todos los continentes, mientras que la economía
mundial se desarrollo a través de una red de relaciones que la llevaron a
convertirse en un sistema único. La expansión global de un modelo único de
desarrollo y la revolución tecnológica de las telecomunicaciones dieron lugar
a una sola trama de símbolos, imágenes, palabras y formas de vida como nunca
antes había sucedido en la historia de la humanidad.
La rápida
extensión de las innovaciones tecnológicas a todos los sectores de la vida
humana durante la segunda posguerra constituyó uno de los factores más
importantes que determinaron las transformaciones de la época contemporánea.
Esto no sólo refleja la presencia de la tecnología en todos los ámbitos de la
vida diaria de gran parte de la población mundial y en menor medida en la de
toda la población. De hecho la Tecnología no es producto sólo de las
transformaciones acaecidas en la segunda mitad del Siglo sino que ha sido en
gran medida el motor de las mismas. Constituye un nexo entre los individuos y la
colectividad y la forma dominante de la socialización de masas, caracterizando
por tanto de forma esencial el modelo actual de desarrollo tanto desde el punto
de vista económico como cultural.
Cuanto
más impregnados de tecnología están los procesos productivos y las
actividades humanas tanto más la información entendida como comunicación de
conocimiento y como síntesis organizativa de los recursos en un resultado
complejo se convierte en un elemento que cualifica el desarrollo junto con la
disponibilidad de recursos materiales. Se calcula que en los años setenta cerca
de la mitad de las actividades económicas de Estados Unidos estaba vinculada de
alguna manera a la elaboración de la información. En este ámbito el
crecimiento de la industria electrónica
durante la segunda posguerra constituyó un hecho de gran relevancia así como
el punto de partida para la difusión de las industrias mediáticas y el
desarrollo de la Informática y la Cibernética.
Durante
las primeras décadas de la era atómica, el terror suscitado por la amenaza de
las armas nucleares iba acompañado por el entusiasmo fruto de la convicción
según la cual el progreso de la ciencia había puesto a disposición una fuente
de energía no contaminante. Eso decían entonces que podía utilizarse con
fines pacíficos como la producción de energía eléctrica, la propulsión y la
realización de grandiosos proyectos de distintas naturalezas. La Ingeniería
Nuclear que sólo cuarenta años había pasado del descubrimiento de la
radioactividad a la puesta en funcionamiento del primer reactor atómico, se
convirtió en el símbolo de una época caracterizada por un desarrollo rapidísimo
y aparentemente imparable del progreso tecnológico que parecía estar
condicionado únicamente por la capacidad del hombre de fijarse metas a
alcanzar.
Los
últimos cincuenta años, la Medicina Científica ha llevado a cabo grandes
progresos basados en la introducción de nuevas técnicas de diagnóstico y
tratamiento en el perfeccionamiento de la Química Aplicada y en la acumulación
de nuevos conocimientos acerca del funcionamiento del cuerpo humano. Sin embargo
los descubrimientos científicos y tecnológicos con un fuerte apoyo por parte
de los estados no constituyen más que un aspecto de la revolución médica de
las posguerra que pudo verificarse gracias, sobre todo, al incremento del
bienestar económico de los países capitalistas y a la adopción de amplias políticas
públicas de asistencia sanitaria. Dichas condiciones proporcionaron el impulso
necesario para el desarrollo de una industria médica y farmacéutica en
continua expansión que encontró en la existencia de un mercado privado y público
muy extenso y rentable la razón principal de su crecimiento.
La
aceleración del progreso tecnológico durante la segunda mitad del Siglo se
hizo patente especialmente en el campo de la misilística y la astronáutica.
Estos sectores ligados indisolublemente a las investigaciones en el campo del
armamento suponen un ejemplo típico del modelo de desarrollo tecnológico de la
posguerra. Este último tuvo como principal motor la concentración de enormes
inversiones públicas motivadas por necesidades de carácter militar en empresas
tecnológicas punteras en aprovechar los avances de todo el sistema industrial y
provocan a su vez amplios efectos tecnológicos a nivel de la economía civil.
En el caso de la tecnología espacial estos efectos cubrieron un efecto amplísimo
comprendido entre las transmisiones televisivas vía satélite y la introducción
de nuevos sistemas de diagnóstico médico.
A
partir de los años setenta se fue desarrollando una creciente conciencia de los
fuertes riesgos medioambientales que entrañaban el desarrollo industrial
extendido a escala global. El impacto medioambiental de la combustión de las
fuentes de energía consumidas en medida cada vez mayor ha alcanzado niveles
alarmantes. A ello hay que añadir las crecientes emanaciones de productos químicos
masivos y un aumento incontrolado de la población. El desarrollo del
capitalismo contemporáneo podría llegar a poner en peligro incluso la
sobrevivencia de la especie humana en la Tierra y ya ha provocado catástrofes
medioambientales de grandes consecuencias. La necesidad de programar un
desarrollo sostenible ya no es sólo una opción política sino una determinación
impuesta por los acontecimientos.
En
la posguerra la difusión generalizada de nuevas técnicas y el aumento de la
producción agrícola condujeron a un incremento demográfico sin precedentes. A
finales de Siglo la población mundial había superado los seis mil millones de
habitantes y está destinada a seguir aumentando en las próximas décadas.
Aproximadamente las tres cuartas partes de esta enorme masa de personas, están
concentradas en los países en vías de desarrollo y la presión demográfica
podría llegar a comprometer el equilibrio ecológico del Planeta. La destrucción
de las zonas verdes y la producción de residuos contaminantes avanzan a un
ritmo cada vez más rápido, pero por ahora, el único factor de reequilibrio
del boom demográfico es lamentablemente el constituido por las tragedias
acarreadas por las hambrunas en los países más pobres del tercer mundo.
La
extensión de las actividades de transformación industrial de los recursos
naturales, la adopción generalizada de técnicas agrícolas modernas y el
aumento de la población mundial, conllevaron un considerable aumento de la
población. La emanación de sustancias químicas en forma de humos
industriales, residuos de fabricación y abonos agrícolas, ha provocado un
considerable deterioro del medioambiente. Los niveles de contaminación han
aumentado en todas partes limitando seriamente la disponibilidad de las aguas y
los suelos y empeorando la calidad del aire con graves efectos para la salud.
La
posibilidad de que el hombre provoque importante cambios climáticos es uno de
los riesgos más graves vinculados al modelo de desarrollo actual. La evaluación
de los efectos de la industrialización y del crecimiento demográfico en el
clima de la Tierra es sumamente complejo. Sin embargo ya se ha demostrado que el
hombre es, en gran parte, responsable de fenómenos concretos como el avance e
la desertización debido en gran medida a la extensión de los cultivos
intensivos y el cambio del régimen de precipitaciones atmosféricas, ligado sin
duda, a la deforestación.
El
final de la Guerra Fría ha hecho disminuir la conciencia de vivir bajo la
amenaza de los arsenales nucleares que disponen de una potencia más que
suficiente para destruir el mundo entero. La suavización del secreto militar
nos ha permitido enterarnos de algunos casos del pasado en los que un error
humano o de los sistemas de alarma habrían llevado al mundo al borde de una
guerra atómica involuntaria. Un riesgo de esta naturaleza no depende de las
condiciones políticas internacionales. La impotencia de los pueblos para
intervenir en una tecnología celosamente defendida por los gobiernos, ha hecho
que el miedo ante el peligro
nuclear revirtiera en los riesgos ligados a un uso pacífico. Algunos accidentes
con graves y extensas consecuencias han demostrado el peligro concreto que
representa la radioactividad y han contribuido a reforzar la hostilidad de la
opinión pública y las presiones sobre los gobiernos para limitar el recurso a
dicha forma de energía.
Las
últimas décadas del Siglo se caracterizaron por la creciente
internacionalización de las relaciones económicas. Esta mundialización
parcial de la economía capitalista secundada por el desmoronamiento del bloque
socialista, estuvo acompañada por la realización de redes de comunicación
globales cada vez más extensas. Además la divulgación de un solo modelo
cultural basado en los símbolos occidentales del bienestar y el consumismo,
traspasó las fronteras nacionales y pareció aplastar las diferencias
culturales. Dichos procesos de globalización y sobre todo las nuevas dinámicas
de la economía hicieron que el papel de los estados nacionales resultara
especialmente problemático. Los estados se muestran cada vez más incapaces de
gobernar los procesos que se desarrollan fuera de sus fronteras fomentando a
menudo graves tensiones sociales y conflictos internacionales.
La
caída del bloque socialista y de la propia Unión Soviética decretaron el
final de la Guerra Fría dejando a los Estados Unidos como única superpotencia
mundial. Desde entonces la política internacional se ha caracterizado por la
estabilización de un equilibrio monopolar en el que no se discute el dominio
absoluto norteamericano. Esto no ha impedido que se verificaran crisis en la que
los Estados Unidos han jugado casi siempre un papel crucial ya fuera
directamente o a través de las estructuras de la ONU. En la última parte del
Siglo se hizo patente que la esfera de las relaciones internacionales estaba
atravesando una fase incierta. El liderazgo estadounidense parece ser más
necesario que nunca para sostener la estabilización de un sistema de seguridad
colectiva basado en la colaboración entre las grandes potencias.
El
proceso de apertura y conexión de los mercados económicos internacionales
sufrió una fuerte aceleración a partir de los años sesenta y llevó a la
consolidación de una extensa transnacionalización de los procesos económicos
a escala mundial. Esta globalización que corresponde a la integración de las
áreas económicas en un sistema productivo único plantea el problema de la
brecha cada vez más evidente entre los instrumentos de control político y las
dinámicas de los mercados. La progresiva abolición de las restricciones de las
libertades de movimiento de los factores de la producción constituyó el alma
del desarrollo capitalista durante la posguerra. Hoy en día vincula de forma
significativa las decisiones de las instituciones políticas que en la mayoría
de los casos sigue articulándose con base estatal. De esta forma las grandes
empresas transnacionales poseen un gran poder de actuación que en el fondo
escapa al control democrático y las mediaciones de la política.
El
desarrollo de las redes de telecomunicaciones ha dado como resultado un mundo
cada vez más interconectado. Los enlaces inmediatos entre puntos distantes han
cambiado la estructura del trabajo y han permitido descentralizar las
estructuras económicas. La necesidad de trabajar físicamente juntos para
producir un bien o un servicio determinados ya ha dejado de ser universal. Esto
permite conseguir costes inferiores y un funcionamiento del mercado más
eficiente. Por ejemplo, los éxitos de los stocks que antaño provocaban crisis
recurrentes en el mundo de la producción, en gran parte han sido eliminados
gracias a la interconexión informática escala global entre la oferta y la
demanda. Al mismo tiempo está cambiando el panorama cultural del mundo. La
cultura de masas transporta a todas partes los nuevos estilos de vida pero sus
conexiones también ponen en contacto realidades distantes en un circuito en que
los estímulos procedentes de mundos distintos, hayan una nueva síntesis.