PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX
El
Siglo XX, se abre con la Exposición Universal de París. La primera mitad del
siglo XX está marcado por las dos grandes conflagraciones mundiales, que
suponen 30 años de enfrentamiento como consecuencia de las aspiraciones
imperialistas de una u otra potencia . Con todo estas manifestaciones de la
fuerza irracional y total darán nuevos bríos a los procesos de evolución
científica y tecnológica que caracterizan el siglo y de ellas surgirán nuevas
corrientes de pensamiento y de estudio que a partir de la nueva situación del
hombre tratarán de dar sentido a la crisis espiritual y de valores que alcanza
a toda una generación.
La
primera mitad del Siglo XX está caracterizada por un fuerte proceso de
racionalización. Además de las numerosas innovaciones tecnológicas que tienen
lugar en el campo de la comunicación. Se potencian las líneas de ferrocarril,
lo que facilita el transporte de mercancías al mismo tiempo que las
comunicaciones entre personas y el intercambio cultural. En 1912 se construye la
línea férrea transiberiana que une Moscú con Bladibostok. La introducción de
la energía eléctrica y petrolífera permite ulteriores innovaciones técnicas
y como consecuencia, diversas revoluciones comerciales y culturales. La
organización industrial de las grandes fábricas de automóviles da un
impulso decisivo a un mercado llamado a cambiar las costumbres de los
ciudadanos, mientras la radio primero y más tarde la televisión, irrumpen en
la vida de las personas.
La
difusión del automóvil constituye la verdadera novedad del siglo. El primer
boom en las ventas de automóviles no tiene lugar hasta el fin de la Primera
Guerra Mundial, pero ya en la primera década del siglo circulan por las
carreteras los primeros automóviles modernos. Los Estados Unidos se imponen en
el mercado automobilístico gracias a la política empresarial de Henry Ford,
que introduce el primer utilitario. Si bien en un primer momento el fenómeno
del automóbil está reservado a la élite más pronto se convierte en un nuevo
medio de transporte. Esto se debe en parte al asfaltado de las carreteras
principales y a la introducción del servicio público del autobús. Los nuevos
grandes buques de vapor hacen más rápido los viajes por mar gracias a la
utilización de los nuevos motores Diesel y en los primeros años del Siglo
tienen lugar los primeros experimentos de vuelo a borde de aviones a motor.
La
marcada industrialización de la sociedad occidental de los primeros años del
siglo amplía las posibilidades de la utilización de la energía eléctrica. La
energía eléctrica producida en grandes cantidades gracias a las centrales
hidroeléctricas estimula la invención de nuevos útiles y la reconversión de
viejos aparatos manuales a mecánicos. La aplicación de la electricidad a los
transportes y a la comunicación abre las puertas a toda una serie de
innovaciones tecnológicas. La búsqueda de nuevas formas de energía lleva a la
experimentación de posibles usos de un recurso que ya se conocía en el Siglo
anterior, pero que hasta el momento se ha utilizado exclusivamente para la
iluminación pública: el petróleo.
En
los primeros años del siglo el vínculo entre la Industria y el Capitalismo
Financiero, se hace cada vez más sólido. El desarrollo industrial favorecido
por la introducción de nuevas tecnologías para la producción de electricidad
y por la difusión de los nuevos medios de transporte alcanza su cota máxima
con la racionalización de las fábricas según el esquema propuesto por el
Cientific Management que lleva a la introducción de la cadena de montaje, una
verdadera revolución en el mundo de la Industria. El Estado aplica en estos años
una política decididamente intervensionista regulando los flujos económicos y
contribuyendo a la unión del mundo del capital y las finanzas con el mundo de
la producción. Estos son también los años de los primeros Trusts y de los
primeros Carteles, grandes concentraciones empresariales de carácter monopolístico
que pronto provocarán la crisis del mecanismo de la libre competencia.
El
proceso de modernización del siglo XX afecta también al mundo de las
comunicaciones y suscita una revolución tecnológica y cultural sin
precedentes. Se introducen nuevas tecnologías para la comunicación personal y
oficial: el teléfono y el telégrafo. Pero la verdadera revolución de las
comunicaciones arranca con el perfeccionamiento de la transmisión a distancia
de señales sin necesidad de hilos: la radio. La radio se utilizará en el ámbito
naval y militar y sólo después de la Segunda Guerra Mundial su uso se extenderá
también a la sociedad civil. A mediados del Siglo se perfecciona también un
instrumento capaz de transmitir imágenes a distancia: la TV. Nacen los medos de
comunicación de masas: la sociedad occidental encuentra nuevos aspectos económicos,
políticos, culturales en el concepto de información.