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Diario de novedades Don Casimiro Valdés, alférez del Presidio de Aguaverde

Diario I

Diario de las novedades que me ocurrieron a mí el Alférez D Casimiro Valdés cuando de orden del Señor Comandante Gral. de las provincias de oriente acompañé hasta sus Rancherías al Gran Capitán Lipiyan Manuel Picax-ande Ins-tinsle de Ugalde al regreso de la visita que el día 31 de Diciembre de 1788 vino a hacer a aquel Jefe.
Eno de 1789


Día 3,,-,,-,, Salí del Valle de Santa Rosa escoltado de un cavo y siete soldados acompañando al Capitán Lipiyan que volvía para sus rancherías con dos Capitanes Lipanes, nueve indios de la misma Nación y uno de la lipiyana, única gente que trajo a la visita y habiendo marchado hasta después de la oración de la noche dormimos en el arroyo de San José.

Día 4,,-,,-,, Al romper el día salimos de dicho paraje y llegamos a la Villa de San Fernando a medio día, de donde habiendo dejado allí cinco soldados de mi escolta seguí con los tres restantes, un interprete, el referido Gran Capitán de los Lipiyanes, los dos de los Lipanes, y demás indios, y llegados a la oración de la noche a la ranchería del Capitán Lipan Dabeg-Silipete que era uno de los que nos acompañaba, dormimos en ella a las márgenes del río de San Antonio.

Día 5,,-,,-,, Quedados en esta ranchería dos los Lipanes, salimos Picax-ande, su indio ordenanza, los tres soldados, el interprete, y yo, de ella, a las 6 de la mañana, y habiendo caminado hasta las once llegamos a la ranchería del Capitán Lipan Davinica-jate, que estaba a las orillas del río de San Rodrigo, en donde habiendo echo una pequeña mansión marchamos a las 12 del día y llegamos al paso de la Cortada en el río de San Diego a las oraciones de la noche.

Día 6,,-,,-,, Al aclarar el día salimos de dicho paraje y acercándonos a las nueve y media de la mañana al de las Vacas, hizo el ordenanza de Picax-ande un humo que correspondido en sus rancherías sirvió para que saliese a recibirle toda la indiada de ellas.
A esta hora que serian las 10 del día se apeó Ins-tinsle y precedido el cumplimiento de haber fumado tres veces en la pipa conocí en la reunión de la gente que le iba a hablar a su Nación y encargándole yo al cautivo la mucha atención que debía poner, hice lo mismo con el fin de aprovechar en alguna manera lo poco que entiendo de aquella lengua.
No tardo nada en principiar su razonamiento, el cual aunque fue largo se dirigió todo a manifestar el buen recibimiento que había encontrado en su amigo el Capitán Grande de los Españoles, el mucho aprecio con que lo había tratado los cuatro días que había estado en Santa Rosa, los regalos que le había echo, y en fin, se amenó y detuvo toda la tarde este Capitán en contar lo satisfecho que venia y lo que le había ordenado el Señor Comandante Gral. sin que en mi concepto dejare en el indio cosa alguna sin contarles, a excepción de lo que tocaba a Mezcaleros, pues sobre estos observe que nada les dijo, siendo así que fue sobre lo que más le habló el Señor Comandante Gral. en Santa Rosa; Por último, concluyó su razonamiento haciendo saber a aquella numerosa indiada , que a mi me debían en lo subcecibo reconocer por Capitán suyo por que él en recompensa de lo mucho que debía a su Padre el señor Comandante Gral. y de lo yo también me interesaba en su favor, me había echo aquella gracia, lo cual entendido de los Lipiyanes principiaron la algazara de alegría y ofrecieron obedecerme y respetarme, y los Capitanes que estaban presentes pasaron a abrazarme, después de haberlo echo Picax-ande.
Ya bien noche, y con la luz de grandes hogueras, se concluyó esta ceremonia y mandando el gran Capitán que me llevasen a la tienda preparada para mi alojamiento, se retiró el a la suya, y habiendo yo echo lo mismo a la que me guiaron , la hallé muy bien dispuesta y adornada de pieles y principié a recibir las visitas que me hacían los Capitanes y indios principales, las que duraron hasta que Picax-ande mandó a decir que me dejaren cenar y recoger, que estaría cansado.

Día 7,,-,,-,, En cuanto amaneció este día pase a la tienda de Ins-tinsle con el interprete, y habiéndome recibido con mucho agasajo me dijo que estaba aguardando a que fuese más tarde para enviarme a llamar con el fin de decirme que aquella noche habían llegado dos Capitanes Mezcaleros a visitarle y que él los había recibido porque no eran de los que estaban de paz en santa Rosa, y porque el uno era hermano de su mujer, y el otro era Capitán poco tiempo hace, pero que le quería el mucho; Que ellos venían a valerse de él para conseguir el que el Señor Comandante Gral. los admitiese de paz, y que todo me lo comunicaba para que no extrañase el verlos allí.
Yo me hubiera hallado con mil dudas en este lance, si el Señor Comandante Gral., sospechoso de que pudiera haber Mezcaleros con el Lipiyan no me hubiera encargado al salir de Santa Rosa que lo averiguara con el mayor disimulo y sigilo y que aunque los viere lo disimulase porque así convenía a sus ideas: Prevenido de este antecedente le dije que yo ni mi Capitán grande no extrañábamos el que se juntasen a el los Mezcaleros que estuvieron en el norte cuando la paz de Santa Rosa, porque con estos no teníamos sentimiento, y que también por que estabamos bien satisfechos de lo que cuantos indios vivían con Picax-ande estaban sujetos a su voluntad sin que el les permitiese el venir a hacernos daño.
A vista de mi conformidad que aunque no era sencilla se lo pareció al Lipiyan mando llamar a los dos referidos Capitanes Mezcaleros, los cuales tardaron bien poco en concurrir, y habiéndoles mandado que me abrazaran lo hicieron ellos con mucho agrado, y yo se le correspondí en lo exterior, sin darles a conocer el disgusto que me causó su vista.
Habiéndose juntado con este motivo mucha indiada al frente de la tienda de su Gran Capitán, hizo saber este lo enojado que estaba el Señor Comandante Gral. con los Mezcaleros que habían quebrantado la paz; Que le había asegurado que no comería ni dormiría con gusto ni tendría sosiego hasta no castigarlos con el mayor rigor; que para ello estaba disponiendo una campaña que duraría hasta lograr su intención y dejar bien vengadas las muertes y robos echo a los (??????) desde que se levantaron aquellos ingratos y como con esto se retiró a su tienda Ins-tinsle, hice yo lo mismo y se fueron a la mía varios capitanes Lipiyanes y los de los dos Mezcaleros empeñados en manifestárseme finos y muy amigables.
Al cabo de un rato se fueron estos y como poco a poco hicieron lo mismo los demás, aproveché un rato que me quede solo para preguntarle al interprete si respecto a que había estado cautivo entre los Mezcaleros muchos años, conocía aquellos dos capitanes, quien al instante me dijo que si los conocía, que el mas viejo era capitán cuando él estaba con ellos, y que se llamaba Gabicachoche pero que los Españoles en la Vizcaya lo conocían por Alegre, que el otro mozo no era capitán cuando estaba él cautivo, pero que era uno de los indios mas guapos de la apachería, y que por eso era estimadísimo entre ellos, el cual se llamaba Natax-tinde y que los Españoles le decían el Zaragato.
Informado pues de esto y advertido el cautivo de que se manejare con mucho sigilo y que procurase ver si conocía algún Mezcalero, me ofreció uno y otro, y siendo ya medio día, comí sin que dejasen de visitarme los capitanes Lipiyanes, sus mujeres y otros muchos indios e indias.
Poco antes de las tres de la tarde, volvieron a verme los dos capitanes Mezcaleros sin otro fin que el de decirme que tenían deseo de conocer a mi Capitán Grande porque hacia mucho tiempo que oían hablar de él cosas que no habían sabido de ningún otro, y que siendo un hombre que los había perseguido tanto de guerra, sabían también que en la paz había tratado a los que la tuvieron con él, mejor que todos los demás que hasta ahora la han dado: que por esto me pedían le dijese que ellos en cumplimiento de lo que les mandaba Picax-ande, perseguirían a Quijie-gurya, a Patule, a Elite y a todos los demás Mezcaleros que habían estado de paz en Santa Rosa, pero que les hiciere yo favor de hablarle al referido mi Capitán Grande bien de ellos con el seguro de que no harían daño ni se separarían de Ins-tinsle y habiéndoles ofrecido hacerlo así, se retiraron gustosos.
Luego que me dejaron estos capitanes, fui a la tienda de Ins-tinsle, y le dije que si le parecía bien me regresaría al siguiente día , lo cual me otorgo gustoso, diciéndome que conmigo se vendrían una porción de indias a San Fernando a llevar maíz, frixol, calabazas, y algunas otras providencias que, viniese yo, las despachase breve y le escribiese en su nombre a su TaTa que en sus rancherías no había novedad, ni que la tenían las que habían dejado en el río Puerco de donde le habían llegado dos indios, pero que el interín se le reunía toda la lipanería que tenia citada para ir a la carne, tendrían hambre y que así le enviase unas reses, bastante maíz, un tercio de tabaco sumba, una porción de belduques y las demás menudencias que contiene un apunte que tomé para que nada se olvidase; Que esto lo esperaba sin falta en el río de San Diego a donde se mudaría con su gente y que quería que yo volviese con ello; Todo le ofrecí hacerlo como me encargaba, y acordes en mi marcha al siguiente día, se pasó la noche con la repetición de las visitas que tengo ya dichas.

Día 8,,--,,--,,La mañana de este día la gastó Picax-ande en referirme los motivos de agradecimiento que tenia para con su TaTa el señor Comandante Gral. y en encargarme le dijese de su parte que estuviera sin cuidado, que el prendería a cuantos Mezcaleros de la paz se le presentasen. A las 10 de la mañana me despedí de todos los capitanes y haciéndolo por ultimo de Picax-ande, me encargó que le cuidase mucho sus indias, se las volviere breve y que yo no me tardase tampoco, con lo que puesto en marcha con quince indias todas mujeres de capitanes y indios principales, vine a dormir al paso de La Cortada.

Día 9,,--,,--,,Puesto en camino por la mañana, marché hasta el río de San Rodrigo donde dormí sin novedad; En este día le mandé al interprete que me dijese si había conocido mas Mezcaleros que los dos capitanes en la ranchería de Picax-ande, a que me respondió que había visto a otros varios metiéndose derrepente en las tiendas y ranchitos mas retirados y que no había querido entrar en otras porque se recataban mucho de él, pero que un muchacho amigo suyo le había dicho que había 18 tiendas de Mezcaleros allí y que estaba otro capitán que no quisieron manifestarle, el cual presume dicho interprete que es Elite, por haber visto a sus hijos y otros indios de su ranchería; Que como él no estuvo en la paz en Santa Rosa, no sabe que apaches concurrieron a ella y que por eso no puede decir si eran de ellos algunos de los que vio, pero que los Mezcaleros eran hermanos y parientes de los Lipiyanes y que era gana pensar que se habían de indisponer o a (?????) aunque mas nos empeñáramos, porque en cuanto hacen un robo de consideración van donde esta Picax-ande, le participan de él y los acoge y defiende; Que lo mas que haría aquel Capitán Grande, era no tenerlos consigo cuando estuviera cerca de los presidios, pero que hallándose lejos no podía creer que los corriese porque son unos mismos, como sucede con Alegre que es hermano de la mujer de Picax-ande, y la mujer de Alegre hermana de Picax-ande y que así están ligados todos.

Día 10,,--,,--,,En la madrugada salí del río de San Rodrigo y llegue con las quince indias poco después de las 9 de la mañana a San Fernando donde copiado este diario le firmé al siguiente día para remitirle al señor Comandante Gral.
Villa de San Fernando, 11 de enero de 1789

Casimiro Valdés (Rúbrica)

 

Diario II

Diario de las novedades ocurridas en la segunda visita que por orden del Sr. Comandante General Don Juan de Ugalde hizo el alférez de la compañía de Aguaverde Don Casimiro Valdes al Capitán de las apacherías Manuel Picax-ande Instins-le de Ugalde
Mes de enero de 1789

Día 17,,-,,-,,En dicho día salí del presidio a las diez de la mañana con la partida de un cabo, un carabinero, once soldados y dos interpretes, a más de estos el lipán llamado Ribera y tres indios más de la propia nación que se hallaban en el presidio; Habiendo anochesido pare en la junta de la Sanja con el río de San Rodrigo.

18,,-,,-,,Así que esclareció emprendí mi marcha y habiendo caminado sin novedad encontré en el Río de San Diego como a las 9 de la mañana al Capitán Manuel Picax-ande Instinsle de Ugalde y al Capitán Mezcalero conocido por los españoles por el Zaragate con otros varios gandules de la nación lipiyana, y habiéndole hablado al primero de estos me dijo no había salido con otro fin que el de encontrarme, por lo que le di los agradecimientos bastante expresivos de lo que quedo muy contento y diciéndome nos fuéramos juntos a su ranchería que se hallaba en el paraje de la Collera en el mismo río, lo hice así. Inmediatamente que llegamos le ofrecí el regalo que el señor Comandante General le mandó del Valle de Santa Rosa y juntamente lo que por orden de dicho jefe saqué de la Villa con el mismo fin, y yendo en este algunas reses, se tiró la indiada a matar varias por orden que les dio su Gran Capitán, quien después que mandó esto me llamó a solas a su tienda para que le dijera si se había enfadado su señor Padre porque estaban con él los mezcaleros Alegre y el Zaragato; A esto le dije que no se había enojado porque el señor Comandante General tenia mucha confianza de él, y sabia que los que estaban en su compañía eran a su tanto, que con aquellas mismas palabras me había mandado su señoría que se lo dijera, y que por eso las llevamos escritas para no cambiarlas, lo cual le dio tanto gusto que llamó a dichos mezcaleros y en mi presencia les dio la noticia, y ellos no sabían como celebrarla y agradecerla.
Retirado a comer y dormir siesta, llamé a los dos interpretes advirtiéndole a uno de ellos se pusiera tras de la tienda del capitán Lipiyan para oír lo que platicábamos dentro, con cuya advertencia hizo lo que le mande y pasando yo a ella estuvimos toda esta tarde y algo de la noche hablando sobre lo que su señoría me mandaba y procurando, cuando se ofrecía tratar de los mezcaleros, sondear las intenciones del predicho Instins-le, quien no producía de ellos más que así que llegaran a ver al Capitán Juan Patule, El-lite y demás gandules, su verdad con entregar la persona o cabeza de cualesquiera de ellos, produciendo a vista de todos el Capitán lipán Dabegsil-sete conocido entre los españoles bajo el nombre del Casimiro, que no había ninguna novedad ni menos pensaban los lipiyanes más que en quedar bien en sus obras.
Siendo como las ocho de la noche me llevó este ultimo capitán a su tienda para que juntos cenáramos y como interín lo verificamos, principie a hacerle varias preguntas reservadas, me las atajó, y me dijo que en acabando hablaríamos a solas. Habiendo quedado en efecto solos el capitán Dabegsil-sete y yo, le dije que ya sabia como desde chiquitos nos habíamos criado juntos y que por eso le conocían los españoles por mi nombre, y que como buen amigo le deseaba todo bien; Que el capitán grande de los españoles me había dicho le asegurara en su nombre que si se manejaba con fidelidad y con amor a nosotros, le subiría sobre todos los capitanes de su nación, pero que para esto me había de decir a solas lo que le parecía de la paz de los lipiyanes y de su gran capitán; A esto respondió el lipán que sabia bien que él y yo no éramos tan solo amigos, sino hermanos, y que de mi no tenia ninguna desconfianza, pero que tiene recelo de lo que divulgándose entre los españoles que él descubría la conducta de los lipiyanes, lo supiera el capitán principal, y tratase de matarlo o quitarle su ranchería y arruinarle; Asegurado por mi este indio de que lo que me dijera solo lo habrían de saber tres, que era el señor Comandante General, él y yo, y repetida por muchas veces esta promesa, hubo por fin de decirme; Que Picax-ande por sí jamas entraba a robar ni hacer daño a los españoles, pero que su gente iba con los mezcaleros, con los Sendes, y con otros varios indios y hacían sus entradas y muertes y que los veía volver con caballada y mulada herrada y con muchas alhajas; Que actualmente andaba fuera un hermano del Capitán Grande con bastante gente, y que este era seguro había entrado a hacernos daño; Que cuando volvían los indios con robo le presentaban a Picax-ande cada indio su regalo de caballo, mula, freno, o algunas otras cosas de las que traían; Que si quería satisfacerme de su verdad mirase la caballada al descuido y vería en ella muchas bestias con hierros conocidos, robadas después de la paz, y que el día que me festejaran con mi fandango pusiera cuidado y vería las alhajas que sacaban las mujeres; Que el capitán Mezcalero Alegre y el otro que nosotros llamamos Zaragate ya los veía allí y que entre la misma ranchería había 17 o 18 tiendas de mezcaleros; Que también estaba allí dentro otro capitán Mezcalero llamado El-lite, pero que este no había querido el Lipiyan que se presentara porque era de los de la paz de Santa Rosa; Que el Lipiyan no podía reñir con sus hermanos y parientes los mezcaleros y que así creyera yo que él siempre los habría de amparar, pero que también volvía a repetir que Picax-ande personalmente no sabia que hubiese entrado a hacer daño, pero que a él le parecía lo mismo el permitirlo.
Todo este secreto me descubrió el capitán Lipan sin que quisiese que concurrieran a ello los interpretes, habiéndome valido para lograr el saberle, de la fortuna de que aunque no hablo en su lengua, bien la entiendo toda; Y habiendo por ultimo avisándome también como un Lipan tenia un captibo que había comprado a los Sendes, pasé luego que nos separamos a la tienda del indio que me había dicho tenia el captibo, a quien preguntándole por él respondió no paraba en su poder; Conociendo ya ser preciso hacerme enojado empece a decir al indio era forzoso el que me lo entregara pues por ningún motivo podían ser los cristianos criados de ellos, entonces me prometió que el día siguiente me lo entregaría, pero no fiado de esto, pase a la tienda de Picax-ande y habiéndole contado lo que me había sucedido me respondió estaba muy bien y que el día siguiente se andaría aquello.

19,,-,,-,,Al salir el sol pase a la tienda de Picax-ande quien me dijo que aguardara que ya había enviado a llamar a toda la gente para volver a hablar, y deseando yo esto sucedió como lo solicitaba, pues no tardó nada en estar toda la indiada junta y principiando yo a hablar antes que lo hiciese el Lipiyan, dirigí por medio de los captibos mi plática a disminuir al capitán Juan y los suyos, ponderando lo fácil que le era al señor Comandante General el aprenderlos siempre que saliera a campaña, la que tenia prevenida de un crecido número de soldados, muchos caballos, y competentes bastimentos, advirtiéndoles no solo tenia aquella gente sino muchos tantos más que dejaba en los presidios para castigar cuando se ofreciera a los que fueran malos, pero como a los ???? de los mezcaleros los tenia tan seguros no se le daba ningún cuidado de sus ?????????? pues así de ellos como sus mujeres e hijos no se había de contentar mas que con cortarles las cabezas por infames, mal agradecidos, acreedores por su mal pago a muchas más crueldades. Habiéndome oído todos con bastante atención, comenzó el capitán Picax-ande a decir no eran merecedores más que a que los mataran y aniquiladas sus personas y familias, a no acordarse más de ellos, repitiendo que así Picax-ande como todos los suyos no pensáramos más que en que habíamos de ser amigos hasta morir, y si acaso alguno hubiera malo, con matarle se componía, que no por uno habían de perder todos, pues la cuenta que se hacían era el que allí habían nacido y allí habían de morir; Acabando el dicho capitán Picax-ande su razonamiento, comenzó la mujer de este a hablar con voces altas a toda la indiada diciéndoles ya miraban el buen trato y cariño con que eran mirados por los españoles y que así les suplicaba no hicieran quedar mal a su marido y menos al capitán grande (que es el señor Comandante General), lo que oído por todos, prometieron hacerlo así. Habiendo concluido como a las 9 de la mañana, pasé con un interprete a la tienda del indio que tenia el captibo y preguntándole por él, respondió se lo había quitado el Lipan que se lo había vendido diciendo se lo llevara para ver si a él se lo quitaban. Inmediatamente fui a la tienda del capitán Picax-ande a quien habiéndole expresado lo que me había sucedido, bastante enojado dijo eran unos picanos y que cómo tenían atrevimiento para hablar de aquel modo sabiendo que estaba allí él para castigarlos o matarlos, y que haciéndolo así con los que tal cometieran, no perdieran los buenos la gracia de los españoles, y llamando al capitán Dabegsil-sete le informó de todo este paraje, y le dijo este último que no era sabedor de nada ni creía fuera ninguno capaz de decirme semejante cosa en mi cara, pero que ya iba a ver como estaba aquello.
Luego me vine a mi tienda, a poco rato llego el Lipan amo del captibo, preguntando si no había conocido al indio que me había dicho aquellas palabras desvergonzadas, a lo que le respondí no le había conocido, a cuya respuesta me dijo que ya el muchacho estaba allí, que para que me había de enojar, que si gustosamente quería darle lo que le había costado cuando lo compraron a los Sendes lo hiciera, y si no, no le diera nada. Habiéndome enojado las razones de este indio le dije con demasiada irritación, que mi capitán grande compraba los captibos solo con pólvora y balas empleadas en los que los tenían, y que a su semejanza había yo de hacer lo mismo con cuantos obtuvieran en su poder, de esto quedó tan sorprendido que me volvió a decir cómo él no quería nada más que la amistad de los españoles, para no perderse él y sus hijos, que por esto me había advertido primeramente el que si gustoso quería darle algo lo hiciera y que así para que viera lo cierto, me lo iba a traer, lo que ejecutó inmediatamente, y habiéndomelo entregado no pude menos que darle un caballo, mi zarape, un freno, un belduque, y dos alernas, advirtiéndole que no le hacia esta dádiva por el cambalache, sino en pago de su generosidad y que estuvieran entendidos de ello todos, a lo que me respondió él y cuantos allí se hallaban como ya sabían y conocían no lo hacían sino por cariño. Estando en esto que serian como las diez y once del día, llegó un soldado de mi partida, y parándose en la puerta de mi tienda, oí lloridos de un muchacho y golpes que le daban, preguntándole a dicho soldado que era aquello, me respondió que un Lipiyan le estaba dando al captibo quien se hallaba en el real de mi partida, puesto en la espalda de mi tienda; A la respuesta del soldado no tuve más sino que en voces altas mandar que pasaran de una lanzada a aquel indio atrevido, el que oyéndome, hechó a huir, y diciéndome los gandules que conmigo estaban, fuera a quejarme a su capitán para que lo castigara; Pase a la tienda de este y contándole lo que me había sucedido le advertí por último el que si no era hombre para castigar semejante atrevimiento, yo lo haría, pues no estaba allí para que ninguno se burlara de mi ni de mi tropa y que así creyera él que mi vida y las de mis soldados las estimaba en poco, por ser la mayor gloria que entre nosotros se tenia en perderlas castigando semejantes atrevimientos; Viéndome el capitán Picax-ande tan irritado, se fue a la tienda del indio que había castigado al captibo y reprendiéndolo con grandísimo imperio y dominio le recombino sobre el exceso que había cometido amenazándole le había de colgar de un palo para que fuera ejemplo de los demás y conocieran los españoles como él era capitán que sabia castigar; Sumamente atemorizado respondió el indio diciendo se hallaba inocente de que fuera nuestro el captibo y que creyendo era todavía de ellos le había castigado por habérsele huido anteriormente cuando él lo había comprado a los Sendes y pues había perdido cuanto entonces dio por él, era ese el motivo que hubo para cometer aquel error, pero que conociéndolo hicieran de su persona lo que quisieran pues en él no hallarían resistencia ninguna, que bien sabían todos que era el estilo que entre ellos se acostumbraba; Entonces hablando el capitán Lipan Dabegsil-sete les dijo se gobernaban de otro modo los españoles por lo que mirándose el indio sin ningún amparo de los suyos, se arrodilló a mis pies pidiéndome perdón o si no que lo matara o castigara como quisiera; hallándome confuso sobre el partido que había de tomar, tuve a bien mirando la sumisión del indio perdonarle, haciéndole conocer no lo hacia por cobardía si por lastima que le tenia, pero que en la más leve cosa en que incurriera, no me había de contentar más que con cortarle la cabeza a él y a cuantos le defendieran; Entonces hablando cuantos allí se hallaban dijeron hiciera yo lo que gustara pues ya me habían dicho y me volvían a repetir como su voluntad de ellos no era más que hacer lo que yo mandara. Deseando contentarme Picax-ande hizo encender la pipa y me dijo chupáramos juntos; Yo que quería darles a conocer mi enojo y juntamente el que se me había quitado al ver su humildad, mandé traer agua para lavarme, lo que no consintió este caudillo trajeran los soldados, sino que por su mandato la trajeron los indios y luego que llegó me lave la cara, orejas y brazos, cosa que les causó una admiración grande que no pudieron menos que decir los lipanes que allí se hallaban el que era yo hombre de valor a lo que respondí ser el menos de todos los capitanes españoles y que juntos cuantos había entre nosotros no llegaban todos al valor y verdad del capitán grande como bien lo sabían cuantos apaches había y que de este había aprendido a castigar y perdonar, con lo que trajeron la pipa para chupar de ella yo y cuantos allí estaban y con eso quedaron bien satisfechos de que ya estaba contento.
Después de las tres pasé a la tienda del capitán Manuel Picax-ande quien mandó llamar al referido Zaragate y a Alegre, ordenando a los interpretes pusieran cuidado y me explicaran bien lo que les iba a decir, y era el que después de comer se había quedado dormido y en el sueño había hablado con su capitán grande de allá arriba (Dios) quien le había mandado no faltara en nada de lo que ofrecía a los españoles y que así acababa él de prometérselo, pues antes perdería la vida que dejar de cumplir su palabra; Que también le había dicho su capitán grande de allá arriba que faltando yo se morían todos los de su nación, por lo que me suplicaba que cuando fuera a campaña no me arrimara más que me lo mandara su Tata, pues de donde quiera que se hallara me había de estar mirando y poniéndome miedo en el corazón y para que así sucediera diría muchas misas; Esta noticia la hizo comunicar a todos los capitanes para que supieran lo que su Dios le había relebado, repitiéndome el que no nos había de engañar pues lo que me tenia hablado lo tenia dicho con una lengua de fierro tan derecha y grande que llegaba desde la tierra hasta el cielo, diciéndome no tenia más con que poder explicar su fidelidad.
Concluido esto me dijo dicho Picax-ande que así como su padre (el señor Comandante General) le había mandado hacer un fandango por haberle él manifestado que quería ver bailar a las Ostianas españolas, así tenia él dispuesta toda su gente para que concurriesen a un baile en pago del que a él se le había hecho; Poco después de la oración de la noche, salieron todos con sus tambores, pitos y otras músicas que ellos acostumbran, cantando hasta llegar en medio de mi tienda y la del capitán Picax-ande, donde se pusieron en rueda a celebrar el mitote; Este baile fue el que me hizo creer lo que en el día 18 me contó el capitán Casimiro, por haber visto en él infinitos indios con ropa de españoles y a sus mujeres con mangas de paño de primera de grana y azul, muy bien compuestas y de bastante precio, y otras muchas ropas de que solicite comprar algunas cosas para traerlas y manifestarlas al señor Comandante General, pero aun que ofrecí pagarlas superabundantemente no las pude lograr; Este festejo duró hasta el cuarto de alba precenciándolo yo hasta el fin, y habiéndose concluido me entró el capitán Instinsle en su tienda y preguntándome que tal había estado su obsequio le respondí muy gustoso haberme parecido bastante bueno (y en efecto fue así, pues si no hubiera sido por ese convite hubiera yo aun dudado de lo que me había dicho el capitán Lipan Casimiro), a lo que me volvió a decir Picax-ande ser bastante aquella música para que se repitiese y calificase cuanta certeza y verdad cabía en un hombre como él y que todas estas circunstancias hacían los que nunca mentían.

20,,-,,-,,Poco después de salir el sol pase a las tiendas de Picax-ande, y recibiéndome la mujer de este con bastante cariño y palabras expresivas me dijo ?????? su hijo y su marido mi Tata, que así de esta como de aquel no hubiera nada que desconfiar; Habiendo pasado la mañana en prevenirnos para regresar por haberme dicho Picax-ande lo podía hacer cuando gustara por no tener ya más que hablar y ellos tener dispuesta para este día su salida a la carneada; Este mismo día por la mañana que empezaron a salir las familias y les fue forzoso arrimar sus caballadas, confirmé y verifiqué de nuevo lo que el capitán Dabegsil-sete me dijo con haber visto doce o catorce bestias mulares de las que en el mes de agosto de 1788 le habían robado al proveedor Don Francisco de Yermo en el charco largo inmediato a Coahuila y otras muchas bestias hasta en la caballada del capitán Lipiyan de las robadas en la provincia de poco tiempo a esta parte, sin que hiciese empeño de otro mas prolijo reconocimiento por no meterlos en desconfianza; Siendo ya la una de la tarde, y habiendo visto ya apeadas doscientas setenta y tres tiendas y ciento cincuenta y siete ranchos de que se componía este gran campamento, me despedí del gran capitán Manuel Picax-ande Instinsle de Ugalde y de Dabegsil-sete quienes me repitieron todas las seguridades que ya me tenían anticipadas y viniéndose un rato conmigo el último, me habló aparte y me dijo que le dijera al señor Comandante General que le guardara todo secreto y que confiara de que a la vuelta de la carneada, avisaría por mi conducto de cuanto pasase.
21,,-,,-,,Caminando toda la prima de la noche anterior y la alba de este día, llegue a las 9 de la mañana a San Fernando donde concluyo este diario para ponerme en marcha la misma noche para Santa Rosa a dar cuenta al señor Comandante General.
Villa de San Fernando, 21 de enero de 1789

Casimiro Valdés (rubrica)

Notas:
1. Documentos del Archivo General de la Nación de México. 
2. Los indios Lipanes, Mezcaleros y Lipiyanes pertenecían al grupo de los Apaches. 
3. San Fernando actualmente es Zaragoza, Coahuila, y el Valle de Santa Rosa es Múzquiz, Coahuila. 
4. Se llamaba carneada a la caza del cíbolo (búfalo) 
5. La misión de Casimiro Valdés realmente fue confirmar las sospechas que tenían los españoles de que los Lipiyanes no eran sinceros con el tratado de paz que habían establecido. Un tiempo después, los españoles al mando de Juan de Ugalde y con la participación de Casimiro Valdés, persiguieron y atacaron a los Mezcaleros y los Lipiyanes por todo el norte de Coahuila y Texas. 
6. Poco antes, los Mezcaleros habían roto su tratado de paz, atacando el Valle de Santa Rosa, Ovallos y Cuatrocienegas. 
7. Se corrigió un poco la ortografía para facilitar su lectura.

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