POSDATAS
Artículos en la red

IR AL BLOG EN:

posdatas.blogspot.com


Índice de secciones en:

PORTADA

This page is powered by Blogger. Why isn't yours?

10.4.05
Barcelona + 10 y las relaciones euromediterráneas
ESTHER BARBÉ Y EDUARD SOLER I LECHA

Publicado en LA VANGUARDIA (10-04-2005)

El sistema internacional está cambiando. Occidente tiene dificultades para afirmarse como núcleo de poder único, a la vez que algunas tendencias anuncian que avanzamos hacia un modelo policéntrico. Brasil en América Latina y China e India en Asia se consolidan como potencias emergentes, relativizándose así la centralidad del vínculo transatlántico. Vínculo que durante décadas se ha asimilado con el papel único de Occidente en el sistema internacional. En este contexto, el mundo árabe parece hoy más un objeto que un sujeto internacional. Sin embargo, dichos países tienen una importancia crucial para la UE. Por historia, por proximidad, por oportunidades y por riesgos, los vínculos de Europa con el mundo árabe son ineludibles. El Mediterráneo, microcosmos en el que buena parte de las tensiones globales tienen su reflejo, es un terreno privilegiado para desarrollar dichos vínculos.

De esta constatación se derivaría la necesidad de situar el Mediterráneo en el centro de la agenda internacional de la UE. No obstante, la realidad es distinta. La última ampliación de la UE ha supuesto un giro notable hacia el Este. Los nuevos vecinos, como Ucrania, han captado la atención de la Unión, con riesgo, según algunos, de olvidarse de los vecinos mediterráneos. Las recomendaciones de España, Francia o Italia, a favor de una mayor atención hacia sus vecinos mediterráneos, no coinciden necesariamente con las prioridades del resto de socios de la Unión.

En noviembre del 2005 se celebrará en Barcelona un encuentro entre la UE y sus socios mediterráneos. Esta cita recibe el nombre de Barcelona + 10. Tanto la fecha como el lugar escogido tienen un alto contenido simbólico, pues fue en la capital catalana, en 1995, donde se celebró el primer encuentro de este tipo. Encuentro que, por otra parte, puso en marcha una relación estructurada, conocida como partenariado euromediterráneo. Dicho partenariado, institucionalizado en la declaración de Barcelona, se fijaba como metas la creación de un espacio de paz, prosperidad e intercambio cultural y humano. Objetivos ambiciosos para una zona del planeta larvada por conflictos, desigualdades y regímenes autoritarios.

En el impulso y organización de la conferencia de 1995, España desempeñó un papel importante. Con ello, España perseguía, entre otras cosas, cambiar su imagen; pasar de mero beneficiario de las ayudas comunitarias a líder de iniciativas de interés común. En aquel contexto, las instituciones comunitarias y los gobiernos central, autonómico y local, así como el tejido asociativo de la ciudad, hicieron del Mediterráneo una prioridad política común. En suma, se crearon expectativas de entrar en una nueva dinámica que hiciera frente a los grandes retos de la región. No obstante, la frustración no tardó en aparecer al ver que los objetivos fijados quedaban en el vacío, la escasez de progresos, y que el clima político en el Mediterráneo se enrarecía con el rebrote de la tensión en Oriente Medio.

Si en 1995 se habló incluso de un espíritu de Barcelona,diez años después se habla de una segunda oportunidad. Comentario de por sí elocuente. En efecto, Barcelona + 10 se convoca con el objetivo de relanzar un partenariado euromediterréneo cuyos logros han sido incapaces de colmar las expectativas generadas. Con un cierto optimismo, hay que señalar que el contexto actual puede favorecer la obtención de resultados. Para empezar, el conflicto israelo-palestino parece haber entrado en una dinámica más alentadora. En cuanto a la UE, implicada en el reciente lanzamiento de una nueva política de vecindad, se ve en la tesitura de demostrar que no sólo se preocupa por lo que sucede en su frontera oriental. Finalmente, la política exterior del Gobierno Zapatero, fuertemente criticada por la oposición, persigue responder con éxitos en el ámbito euromediterráneo.

¿Qué resultados de Barcelona + 10 permitirían hablar de éxito? De entrada, que la conferencia tuviera lugar sin ausencias notables, que las delegaciones fueran del mayor rango posible y, particularmente, sentar en la misma mesa a Israel y la Autoridad Nacional Palestina. El mayor éxito sería, además, conseguir consensuar un texto que no fuera un compromiso de mínimos, sino un documento que diera un salto cualitativo en todos los ámbitos del partenariado (político y de seguridad, económico y social, cultural y humano).

En el ámbito político y de seguridad, razones obvias han minado, por el momento, las posibilidades de cooperación. Escaladas sucesivas de tensión en Oriente Medio, han sido el mayor obstáculo. Sin embargo, tras los atentados del 11-S en Nueva York y del 11-M en Madrid algunos han visto una oportunidad para avanzar en campos como la cooperación en la lucha antiterrorista así como para estudiar las posibilidades de implicar a los socios mediterráneos en la política europea de defensa. No obstante, parece complicada la colaboración en materias tan sensibles si no existen, simultáneamente, avances hacia la democratización y el pleno respeto de los derechos humanos o una política decidida de la Unión Europea en materia de lucha contra el terrorismo, con todo lo que ello comporta, desde la facilitación del desarrollo económico y social en los vecinos del sur hasta los instrumentos de seguridad necesarios.

En el ámbito económico, y particularmente comercial, es donde los avances han sido más tangibles. Se han firmado los acuerdos de asociación, previstos en 1995, y que son la base para constituir en el futuro una zona de libre comercio. Sin embargo, las medidas de acompañamiento para hacer competitivas las estructuras económicas de los socios mediterráneos han sido insuficientes. Además, estos países han seguido atrayendo ínfimos niveles de inversión extranjera, impidiendo así su despegue económico. Sin ir más lejos, los países europeos tan sólo han enviado a la zona el uno por ciento del total de sus inversiones extranjeras. Barcelona + 10 será el escenario para revisar nuevas formas de cooperación en el terreno económico, en general, y financiero, en particular. Sin embargo, en este ámbito es evidente que los socios del sur reivindicarán, como fundamental para sus economías, la liberalización del comercio agrícola. El partenariado chocará así, una vez más, con la línea roja, establecida por los países europeos y, entre ellos, los mediterráneos como España.

Finalmente, el campo social, cultural y humano se ha ido consolidando como el pariente pobre del partenariado, siempre relegado a un segundo plano. En los últimos años distintos indicios señalan un cambio de tendencia. El diálogo cultural, sobre todo con la creación de la Fundación Anna Lindh, y medidas en el campo educativo han abierto nuevas perspectivas de cooperación. Por eso, más que como un pariente pobre, este campo se ve ahora como una cenicienta que podría impulsar el proceso. En este ámbito existe otra línea roja,con la que chocará Barcelona + 10, y es el libre movimiento de personas. Tema en el que las ideas europeas recientes son dispares y van desde la propuesta gubernamental italo-germana de construir campos de internamiento en el Magreb para inmigrantes y solicitantes de asilo, hasta la creación de un visado euromediterráneo para facilitar el movimiento de grupos concretos de población (idea apoyada por el Parlamento Europeo).

Tras lo dicho, es evidente que Barcelona + 10 se enfrenta a balances negativos (democratización, inversiones) y a dificultades estructurales (líneas rojas, como el conflicto de Oriente Medio, la liberalización agrícola o el libre movimiento de personas).Apesar de ello, el Gobierno español ha insistido en su voluntad de relanzar y reforzar el partenariado euromediterráneo. Eso sí, en un contexto en transformación (conflicto palestino-israelí, política de vecindad de la UE, estrategia estadounidense hacia la región). La preparación de la reunión de Barcelona plantea, de momento, múltiples interrogantes. ¿Contará el Gobierno español con el apoyo de los grandes estados de la Unión, de los nuevos miembros y de socios mediterráneos clave? ¿Hasta qué punto la situación en Palestina, con las elecciones legislativas y la retirada de Gaza, no penderán como la espada de Damocles sobre las posibilidades reales de éxito del encuentro? ¿Qué lugar ocupará el Mediterráneo en la voluntad de la UE de ampliar su papel internacional en un mundo crecientemente policéntrico?

Esther Barbé es catedrática de Relaciones Internaciones de la UAB. Eduard Soler es investigador del Institut Universitari d´Estudis Europeus.



Hosted by www.Geocities.ws

1