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"El huaso y la lavandera" famoso cuadro
pintado en 1835 por: Mauricio Rugendas,
artista alemán avecindado en Chile,
por esa época.-
       Huaso, así se llama en Chile al hombre de campo, agricultor que vive apegado a sus siembras y animales. Es el equivalente a: Gaucho, en Argentina, Charro, en México etc.

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" En caso de que mi propio padre
y mi propia madre
de veras me dejaran,
aún Jehová mismo me acogería.

Instrúyeme, oh Jehová,
en tu camino, y guíame en la senda
de la rectitud a causa de mis
opositores. "
                   ( Salmos 27: 10,11).
 

 

 El  desván del abuelo
  
El  portal  del   adulto  mayor.

 
 Esta página fue creada el 20 de Julio 2011.-

    La fecha de hoy :   jueves, 18 de septiembre de 2014.-
"Envejecer es como escalar una gran montaña : mientras se sube, las fuerzas disminuyen, pero la mirada es mas libre,  y la vista, mas amplia y serena.-


 

Uno de los compositores más profundamente originales de la historia, Frederic Chopin no fue un músico "Romántico" totalmente tradicional, de hecho, la mayoría de su música define una categoría separada propia. Nació en Varsovia, Polonia, el 22 de Febrero de 1810, Chopin inició estudios de piano en la Escuela de Música de Varsovia, y al inicio de su adolescencia ya era bastante proficiente con ese instrumento. Tocó su primer concierto público a la edad de 7 años, y ya publicaba como compositor a los 15.


En 1837, Chopin conoce a la novelista Mme. Aurore Dudevant, quien usaba el seudónimo de George Sand. Los dos comenzaron una relación volátil y al final trágica la cual significó una influencia devastadora en la vida de Chopin. En 1847 su relación terminó. Descorazonado por la pérdida de su amada, Chopin continuó componiendo, pero pronto fue atacado por la enfermedad. Debilitado por la tuberculosis, enfermó demasiado como para trabajar, y repentinamente murió el 17 de Octubre de 1849, a la edad de sólo 39 años.






 









 

  ¡Extra, extra! 
El Titanic se ha hundido !
 

Una  catástrofe en el mar. Cálculo aterrador. Los informes de la compañía White Star reconocen que es inmenso el número de víctimas. Desde nueva York llegan las primeras noticias. La edición 12.641 de El Globo, un periódico de cuatro páginas dirigido por Pablo Becerra, informa el 17 de abril de 1912 que el Titanic se ha hundido.

 

Las publicaciones españolas cuentan el desastre y detallan las“desgarradoras escenas” que se producen ante las oficinas de la White Star Line, “promovidas por personas que tenían deudos a bordo”.

El diario El Día publica ese mismo miércoles informaciones desde París. “Escenas de alegría o dolor, a medida de que se van conociendo los nombres de los pasajeros y tripulantes que se cree han logrado salvarse o se han ahogado, pues nada en firme se sabe hasta ahora”. Párrafo a párrafo se suceden distintos informes producidos en Londres o Berlín que complementan lo que se sabe del suceso y en ocasiones se contradicen.

Este diario editado en Madrid hace un resumen del servicio especial con los “detalles de mayor interés y algunos inéditos”. Escrito en primera persona, desglosa la cantidad de pasajeros que viajaban en el Titanic: 750 en primera clase, 500 en segunda, 1.100 de tercera, y 800 hombres entre tripulación y servidumbre. “Una verdadera ciudad flotante de 3.150 almas”.

Los archimillonarios

HeraldoLos diarios españoles de la época destacan también los nombres de los pasajeros que viajaban en el trasatlántico. El multimillonario coronel del ejército norteamericanoJohn Jacob Astor y William Thomas Stead fueron reseñados especialmente.El Globo destaca que Stead era “un viajero infatigable”.

El viernes 19 de abril el Heraldo de Madrid utiliza una imagen de Isidor Straus, copropietario de la reconocida tienda por departamentos Macy’s, para ilustrar su portada.

‘El Titanic y sus millonarios’ es el titular  de un texto que califica al naufragio como “sublime”. Recuerda cómo los periódicos de Londres “saludaron la aparición del monstruo de las 40.000 toneladas con el título del‘Insumergible’” al zarpar del puerto de Southampton.

El imparcialTambién relata cómo “el navío de los multimillonarios, de los reyes del mundo” tenía a bordo “a personas que poseían entre sí más de cien millones de libras esterlinas”. Una inmensa fortuna. Y enumera entre los fallecidos a Benjamin Guggenheim, Harry Widener, Washington Roebling y John Borland Thayer Jr.

Además, el texto firmado por Ramiro de Maeztu desde Londres, destaca que el buque llevaba 10 camellos “para pasear por el puente a los hijos de los multimillonarios”.

Entre los españoles ahogados a consecuencia del naufragio del Titanic figura don Víctor Peñasco y su esposa María Josefa Pérez Soto, según reseñan los diarios de la época. “Ambas familias se enteraron de la desgracia de que eran víctimas por los periódicos”, reseñó El Imparcial en su número 16.212.
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La Correspondencia de España (17/04/1912), por ejemplo, muestra en su primera página pequeñas píldoras informativas que en principio anuncian que son 675 las víctimas mortales y varios párrafos después corrige esa versión diciendo que “hasta ahora resultan 875”.

En un apartado bajo el títuloPeligro de los icebergsdescribe cómo estos “enormes bancos de hielo” han producido “en todo tiempo grandes catástrofes marinas, haciendo en esta época sumamente peligrosa la navegación”.

El Imparcial dedica dos de sus cinco columnas al naufragio. Es el día 18 de abril de 1912. “Mil trescientas víctimas. Varios millonarios ahogados”, se lee en el titular que comparte espacio con los informes sobre el eclipse de sol que se vio en España por aquellos días.
 

  El drama de Charles  Lindbergh

Bruno Richard Hauptmann nació en Kamenz, Alemania, en 1899. De joven, luchó en la Primera Guerra Mundial. En 1918 regresó a su pueblo, sólo para encontrar que su país estaba sumido en la miseria. Por ello, y a consecuencia de la crisis que se abatió sobre la nación germana tras la firma del Tratado de Versalles, Hauptmann cometió algunos delitos: robó la casa de un respetable ciudadano de su pueblo, y después asaltó a dos mujeres, que llevaban sus raciones de alimentos en cochecitos de niño. Lo detuvieron y condenaron a cuatro años de prisión.
Salió en 1923, sólo para delinquir otra vez. A los dos días se escapó de la cárcel y dejó su uniforme de prisionero con una nota que decía: "Que sean ustedes muy felices, señores de la policía".

Tras intentarlo fallidamente en dos ocasiones, finalmente Hauptmann logró viajar con un pasaporte robado a bordo del vapor "George Washington", con rumbo a Nueva York. Era noviembre de 1923, y su llegada a Estados Unidos no fue idílica. Trabajó primero como lavaplatos y después como carpintero, prosperando poco a poco. En 1924 conoció a Ana Schoeffler, inmigrante como él, con quien se casó poco después y con la que tendría un hijo.

Se mudaron al Bronx y allí vivieron desahogadamente, hasta que Hauptmann perdió su empleo y comenzó a endeudarse.Pero en 1931 concibió un plan para obtener dinero. Durante un año, se dedicó a vigilar al Coronel Charles August Lindbergh, el célebre aviador.
Lindbergh era además un reconocido inventor que vivía con su esposa Anne Morrow, una rica heredera estadounidense, quien estaba embarazada por segunda ocasión. Ambos tenían un bebé, y pasaban los fines de semana en su casa de Hopewell, en Nueva Jersey.
La noche del martes 1 de marzo de 1932, hacia las 20:30 horas, Hauptmann utilizó una escalera construida por él mismo para trepar a la ventana del segundo piso donde dormía en su cuna Charles Lindbergh hijo, de un año y ocho meses.
Hauptmann dejó una nota sobre el radiador pidiendo $50.000 dólares de rescate; estaba firmada con dos círculos azules que formaban uno rojo y eran traspasados por tres puntos en las intersecciones. Luego salió con el niño en brazos.
Pero al bajar por la escalera, el peso de ambos rompió un peldaño y Hauptmann perdió el equilibrio por un momento. El bebé se golpeó fuertemente la cabeza y se desnucó. Hauptmann quitó la escalera y la tiró cerca de allí. Luego se fue en su auto y enterró al niño en un bosquecillo cercano. Regresó a su casa en el Bronx. El secuestro se descubrió hasta las 22:00 horas; Charles Lindbergh llamó a la policía.

Comenzó entonces la respuesta de los medios de comunicación. El New York Times dedicó sus encabezados al secuestro, y cientos de curiosos se dirigieron a la casa del matrimonio.


Poco a poco, las negociaciones con el secuestrador se fueron enrareciendo. Un anciano médico llamado John F. Condon, que admiraba a Lindbergh, se ofreció para ser intermediario, y Hauptmann comenzó a entablar contacto con él a través de anuncios clasificados en los periódicos. Fue el doctor Condon, quien usaba el pseudónimo de "Jafsie", quien le hizo llegar a Hauptmann una caja con el dinero del rescate, durante una extraña cita nocturna el 12 de marzo, en el Cementerio Woodlawn. El número de serie de los billetes había sido registrado por la policía con el fin de rastrearlos. Tras cobrar rescate por un niño muerto Hauptmann desapareció, y no volvió a tener contacto con Lindbergh ni con "Jafsie".

Lindbergh veía transcurrir las semanas sin tener noticias de su hijo. Un hombre llamado John Hughes Curtis, amigo de Lindbergh, buscando fama lo mantuvo engañado inventando que él veía a los secuestradores. Al ser descubierto, Curtis confesó: "Yo inventé la fábula completa". Fue encarcelado.
El 12 de mayo la búsqueda terminó. Un camionero negro llamado William Allen se bajó a orinar en el bosque a orillas de la carretera, en Southland, y se encontró con el cadáver putrefacto del pequeño, semienterrado.
La policía intensificó la búsqueda del asesino, pero fue inútil. El 22 de junio se promulgó la Ley Lindbergh, que convertía el secuestro en delito federal. En agosto nació Jon, el segundo hijo del matrimonio, quienes donaron su casa en Hopewell para construir un orfanato. Pasarían dos años en los que, poco a poco, la policía iría estrechando el cerco, gracias sobre todo al constante flujo de billetes marcados, que iban siendo detectados en la zona del Bronx.Finalmente, gracias a un billete pagado en una gasolinera, el 19 de septiembre de 1934, a las nueve de la mañana, la policía detuvo a Bruno Hauptmann a bordo de su automóvil. Interrogado, Hauptmann siempre negó su culpabilidad. Pese a que la policía encontró en su garaje el dinero del rescate, así como las tablas originales utilizadas para hacer la escalera, él siempre afirmó que el dinero se lo había dado a guardar un amigo suyo llamado Isidoro Fisch, quien había muerto en Leipzig seis meses antes.

Hauptmann fue arrestado el 21 de septiembre de 1934 y acusado de homicidio en primer grado.El 19 de octubre de 1934 comenzó en Flemington, Nueva Jersey, el llamado "Juicio del Siglo". El joven fiscal David Wilentz hizo un espectacular trabajo y consiguió inculpar a Hauptmann, pese a la magistral defensa que Edward Reilly, uno de los criminalistas más respetados de Nueva York, llevó a cabo. Reilly intentó desviar la responsabilidad hacia la niñera del bebé, Betty Gow, y hacia el sospechoso doctor Condon alias "Jafsie", pero no lo consiguió. El proceso duró solamente 32 días y captó la atención mundial. Entre los que testificaron estuvieron Charles Lindbergh, su esposa Anne Morrow, el doctor John F. Condon "Jafsie" y el mismo Hauptmann. Condon identificó al alemán como el hombre al que había entregado el rescate, y esto terminó por hundir a Hauptmann. El 13 de febrero de 1935, tras una serie de dimes y diretes legales, finalmente el Jurado se pronunció.
Diez mil personas esperaban afuera del Palacio de Justicia de Flemington, pidiendo a gritos la cabeza de Hauptmann. Permanecieron allí hasta muy entrada la noche para escuchar el veredicto.A las 22:35 se leyó la sentencia: Hauptmann fue hallado culpable de secuestro y asesinato en primer grado.

El viernes 3 de abril de 1936, a las 20:35, Bruno Hauptmann fue conducido a la cámara de ejecuciones. Cincuenta personas asistieron al evento.

 


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