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Cantata Oasis de Mar�a
Introducci�n
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La expresi�n po�tica de la obra gira en torno a la evocaci�n de la huida a Egipto de la familia de Nazareth, y nos transporta a aquella fatigosa jornada. Misteriosamente su itinerario trae a la Virgen a nuestro desierto, que une todas las fuerzas de la naturaleza y de su gente para acogerla con alegr�a y pedirle que permanezca con nosotros.

Los recursos metaf�ricos incorporan y conjugan m�ltiples figuras de la cosmogon�a andina y pampina, de fuerte raigambre cultural en el entorno local, entre los que se hacen presentes los enigm�ticos mensajes contenidos en los monumentales geoglifos diseminados en las extensiones de las soledades de nuestro territorio, nuestra ex�tica fauna, las particularidades del misterioso altiplano plet�rico de leyendas y las nostalgias de nuestro pasado salitrero.

Los cuadros aleg�ricos abordan la comunidad de sentimientos y destinos que nos une en las tradiciones marianas que dieron origen al Santuario de La Tirana, focalizando la simbolog�a hacia su expresi�n como manantiales intercomunicados entre la costa y la pampa, desde los cuales Jes�s nos ofrece el agua de vida eterna.
   
Los elementos propios de nuestro carisma y pedagog�a schoenstattianos se hacen presentes a trav�s de la figura prof�tica de nuestro Padre Fundador, la expresi�n de la interpretaci�n providencialista de los acontecimientos, la conciencia instrumental y el env�o apost�lico, simbolizado centralmente en la proyecci�n hacia la conquista de nuevas playas del tercer milenio, pleno de desaf�os vitales.

La pieza trancurre gradualmente desde la tristeza y angustia de la hu�da, trayendo en sus brazos la Luz del mundo, hacia la multitudinaria acogida jubilosa y la manifestaci�n de nuestro compromiso para insertarnos en el coraz�n de la Iglesia y colaborar fecundamente en su tarea de educadora y co-redentora, plasmado con energ�a, esperanza y alegr�a en la pieza final.

El soporte arm�nico y mel�dico que inspira la expresi�n musical busca recoger la versatilidad y pureza de la inagotable riqueza de la m�sica nortina, explorando en la exquisita variedad y multiplicidad de sus recursos, raz�n que la ha hecho permanecer en el devenir de las generaciones, evolucionar y mantenerse s�lidamente arraigada en el alma de los habitantes de estas tierras.
Pedro L�zaro B.
Iquique, Septiembre 1998
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