Rodeada de quirquinchos y vicu�as, las vizcachas hacen rondas a tu paso, a cada pisada tuya, brota una fontana, que sacia la sed de peregrinos y viajeros y asi, las manos que otrora solo atinaban apenas a esparcir escombros, te levantan un Santuario, piedra a piedra, en medio de las dunas, para invitarte, a quedarte con nosotros y darte cobijo, para reparar aqu�l que en otras latitudes te negaron, aquellos que acumularon los cascajos para reeemplazar los fragmentos de su coraz�n. |
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