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5 PISTAS PARA REALIZAR EL REPORTAJE
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Un trabajo extraordinario de
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Las cinco "P" del
Periodismo de Investigaci�n
Ausencia de iniciativa, valor y sustancia
El peligro de
la investigaci�n period�stica estriba en que van a hurgar cerca del poder. No suele
haber periodismo de investigaci�n en una humilde asociaci�n de vecinos ni en un
sindicato o partido extraparlamentario. Periodismo de investigaci�n versus poder, y
cuando hay un enfrentamiento dial�ctico con el imperio o el mandar�n, del tipo que sea,
quien suele perder es el d�bil periodista, que no va a ser amparado por la empresa ni por
el resto de compa�eros de profesi�n, salvo contadas y honrosas excepciones.
Periodismo de investigaci�n.
�Periodismo de investigaci�n? �Comida de alimentaci�n? �Barco de navegaci�n?
�Avi�n de volar?...
Parece tan obvio
que la comida alimenta, que el barco navega y que el avi�n vuela como que el aire sirve
para respirar o el agua para beber. Como que habr� aire contaminado o agua da�ina para
la salud.
�Har� falta
subrayar esas evidencias, esas obviedades, que forman parte de la mera esencia de la
palabra a la que acompa�an? No existe comida que no alimente, como no existe barco que no
navegue o avi�n que no vuele. O sea, si algo que llamamos comida no alimenta es que no es
comida. Y si algo que calificamos de barco o de avi�n no navega o no vuela es que no es
barco o avi�n o ha dejado de serlo si alguna vez lo fue, esto es, si alguna vez esa nave
naveg� o vol�. Si el aire o el agua es da�ina, deber� llevar el correspondiente
calificativo, porque se estar� transgrediendo su mera esencia: agua ponzo�osa o aire
infesto. En todos esos conceptos est� ausente la sustancia que le da car�cter y raz�n
de ser.
Otra obviedad,
entonces, es que el periodismo implica investigaci�n, lleva �ntimamente unido a su
esencia la actividad investigativa para conseguir los datos que dar�n forma a una
noticia, informe, reportaje...
Si se hace
necesario subrayar la idea de investigaci�n despu�s de pronunciar la palabra periodismo
es por alguna de estas razones: porque hay en realidad un periodismo que investiga, lo que
implica que habr� igualmente un periodismo que no investiga, o sea de nuevo: que ha
dejado de ser periodismo, que se distingue a la perfecci�n del verdadero periodismo que
hace pesquisas, hace preguntas, se plantea dudas, hip�tesis, habla con testigos y busca
la verdad accesible a sus actitudes... period�sticas. Como el agua envenenada ha dejado
de ser agua o al menos de disponer de las caracter�sticas propias de ese elemento, al
estar ausente un factor que lo sustente como tal.
Veamos, entonces,
alguna particularidad de ese no-periodismo o periodismo que no investiga. La pr�ctica de
no-investigaci�n se hace algo dif�cil de localizar, lo mismo que en una universidad el
profesor o profesora que ha de impartir docencia y que tambi�n tiene la obligaci�n
contractual de investigar, pasar� inadvertido si se limita a dar sus clases como puede y
no informa o hace p�blicas los resultados de sus investigaciones. Har� docencia y no
investigaci�n, esto es, ser� profesor universitario, pero a medias, tramposo o
estafador.
Lo mismo sucede con
el periodismo que no investiga sus contenidos. De igual manera que aquel
profesor-no-profesor falta a sus obligaciones por cumplir, al menos en apariencia,
solamente parte de sus obligaciones, el periodismo que no investiga est� faltando a lo
que se ha de esperar de �l, por aquello del contrato no firmado con sus lectores.
La raz�n de tal
contradicci�n est� en la presencia de un ente denominado empresa, a cuyos gestores les
resulta poco pr�ctico e impertinente que los redactores de su plantilla hagan lo que sin
duda saben hacer. De ese modo, el Periodismo se convierte en el primer enemigo de la
prensa, de la empresa de prensa...
La muerte del
periodismo no se deber� a los periodistas, sino a los intrusos que han entrado a saco en
la empresa informativa, sea prensa, radio o televisi�n, y han olvidado el fin primero y
�ltimo de todo medio de comunicaci�n de masas, que no es ni mucho menos hacer cada vez
m�s ricos a sus propietarios, sino de informar cada vez mejor a sus fruidores. Cuando
decimos ricos no nos referimos exclusivamente a mayor ganancia de capital, sino incluso a
un incremento de la influencia social, pol�tica, econ�mica, etc�tera, de quienes
manejan una empresa de comunicaci�n social como si se tratara de una venta de alpargatas
o un trapero, dicho sea con el natural respeto para estas dos actividades comerciales, que
por lo general no suelen enga�ar a sus clientes: dan alpargatas o dan trapos, sin
denominarlos noticias, como hacen los traperos del periodismo.
Si despu�s ese
producto informativo origina mayores ganancias, mejor para todos, pero en ning�n caso es
admisible que el primer objetivo de un medio de comunicaci�n sea el enriquecimiento de
sus propietarios, por encima de los intereses leg�timos de sus lectores y de los
profesionales que sirven.
La investigaci�n
period�stica es mal vista por los responsables de hacer del peri�dico una m�quina de
dar dinero. Lo saben, porque tienen la idea clara de aquel t�tulo que dio la profesora
Montserrat Quesada a uno de sus libros sobre la materia: Periodismo de investigaci�n o el
derecho a denunciar.1
Y la denuncia, ya se sabe, causa incomodidades al denunciado y, en este caso, si no al
denunciante en primera instancia, que ser�a el periodista (investigador), s� al
denunciante en segunda instancia, que es la empresa editora, emisora o televisora.
Aclaraci�n: la empresa, pero la compa��a cuya tipolog�a estamos viendo en estas
l�neas. Est� claro que a veces hay excepciones (muy pocas), y son las pocas firmas donde
el norte lo sigue marcando el inter�s prioritario por la informaci�n, por la mejor
comunicaci�n con sus lectores. Lo amargo de esa situaci�n es que vamos igualmente viendo
que esta actividad se va reduciendo a investigadores que escriben los libros de
investigaci�n que nunca se van a publicar por entregas en el peri�dico o las revistas de
informaci�n general (hablamos de Espa�a, donde no hay un solo peri�dico con el nivel
informativo de La Jornada mexicana, ni algo parecido a Proceso, por ejemplo), que apuesten
por la libertad de informaci�n de altura y alto compromiso, por los r�ditos que les
ocasione la publicidad. O sea: el (casi) �nico periodismo de investigaci�n sale a la
calle en forma de libros de investigaci�n (as� se disfraza), realizados por periodistas
que saben investigar pero que han comprendido que el diario-empresa (empresariarizado) que
hemos tratado de describir o reflejar no es el marco adecuado para dar cabida a sus
producciones, el marco empresarial o pol�tico, aunque claro que s� es el marco t�cnico
o profesional. Es bastante parad�jica esta situaci�n. Chocante, por no decir algo m�s
duro.
Otra curiosidad,
por llamarla de alguna manera suave, es el hecho de que cuando en un peri�dico se decide
investigar (o sea, la empresa tolera que se haga la investigaci�n) es para utilizar tal
recurso period�stico contra el pol�tico de otro bando, pero no se dejar�a hacer otro
tanto no ya con el pol�tico que ofrece favores al diario ni mucho menos a personas
relacionadas con empresas clientas del medio. Lo m�s extra�o es que en esos casos el
periodista se cree que est� ejerciendo la libertad de informaci�n, cuando est� siendo
manipulado sin saberlo.
Un t�pico caso y
patente de este tipo de producci�n editorial, campo en el cual el libro (vivo) le gana la
partida al peri�dico (moribundo), es la obra de Jes�s Cacho El negocio de la libertad,
con una portada donde aparecen tres rostros: Juan Carlos, Felipe y Jes�s (Polanco, due�o
del imperio Prisa)2,
o tambi�n la obra de Jos� Antonio Mart�nez Soler Jaque a Polanco.3 Son libros que
no llegan al gran p�blico masivo del diario por muchas ediciones que alcancen, de ah�
tal vez que se les tolera su llegada al mercado, pero siempre con alg�n tipo de peligros
sobre las cabezas de sus autores.4
Se trata, pues, de
portadas, fotos, t�tulos, textos, informes... de investigaci�n que no saldr�n nunca en
prensa, y no precisamente como canto a la democracia o a la libertad informativa, sino por
el zumo de compromisos que rodea al negocio empresarial medi�tico.
arriba
Llegamos al
epicentro del problema: los diarios viven de la publicidad, aunque tambi�n de su venta.
Y, para venderse mejor, se despachan a los lectores y a la publicidad: hacen una doble
transacci�n. Como resultado de esa doble venta parece claro que no podr�n esgrimir tanta
libertad de movimientos como si s�lo se hubieran vendido una sola vez. La doble venta
-sobre todo la enajenaci�n a publicitarios-- origina una repetida limadura de su libertad
de movimientos en la jungla de la informaci�n. No existen medios independientes, como hay
medicina emancipada: el m�dico no espera a que el paciente le indique de qu� quiere ser
operado, sino que lo intervendr� de lo que precise esa persona.
Los medios, por el
contrario, aguardan a que el cliente mayor (la agencia de publicidad, el anunciante) le
diga qu� puede decir de ellos y, sobre todo, qu� no debe exponer de sus negocios, de su
imagen, de sus conflictos.
De ese modo, el
diario se llena, se rellena, con notas realizadas por las fuentes informativas. Las
fuentes se han erigido en redactoras de tantos medios que reciben con j�bilo textos
pseudoinformativos que son propaganda disfrazada de periodismo. Son, adem�s, notas
honrosas para las personas y entidades glorificadas por su correspondiente gabinete de
prensa, que hace todo el trabajo de creaci�n de la nota y se diluye despu�s, hecha la
transferencia de datos, en el trayecto entre su mesa de trabajo y el escritorio de la sala
de redacci�n, de modo que su autor�a pocas veces transciende al p�blico, a pesar de que
a �ste le interesa conocer el origen y la autoridad de lo que lee.
Por esa v�a, el
peri�dico del que hablamos llena y rellena sus p�ginas con textos amistosos hacia sus
empresas patrocinadoras en forma de publicidad, que por este camino es propaganda que no
trata de vender un producto o una idea, sino de quedarse con la voluntad del medio, ya
conquistado y sacado del campus del periodismo, alejado de los intereses de sus lectores,
oyentes, telespectadores.
Si existiera la
aut�ntica investigaci�n period�stica, diarios con grandes recursos invertir�an en
equipos y, por ejemplo en el caso espa�ol, igual nos hubieran dado a conocer la exacta
verdad o la m�s aproximada de aquel supuesto golpe de Estado del 23 de febrero en
Espa�a, que, tambi�n por ejemplo, dio lugar a un libro cercano al periodismo de
investigaci�n titulado 23 F: el golpe que nunca existi�.5 Tambi�n,
puestos a so�ar, hubieran explicado a sus lectores que lo que se llama vulgarmente
transici�n fue m�s bien una transacci�n pol�tica, que la transici�n espa�ola no ha
sido tal, que muchos dem�cratas la siguen esperando, viviendo en un pa�s donde sigue
siendo cierta aquella �ltima voluntad del dictador, la que indicaba que todo quedaba
atado y bien atado. El cantante Manu Chao lo ha cantado con estas palabras: "Nos
enga�aron con la primavera".
A pesar de todo lo
expuesto, hay profesionales comprometidos que tratan de hacer lo suyo: periodismo, esto
es, investigar para obtener datos y publicar textos originales, m�s all� del mimetismo
del todo vale, del viva la nota enviada por las fuentes, eso de que nos hagan la agenda de
cada d�a desde fuera de la redacci�n, los publicitarios, las empresas anunciantes o los
gabinetes de prensa que dicen al diario lo que tiene que hacer y todos contentos, excepto
el periodismo de siempre.
A esos periodistas
les recordamos que el peligro de la investigaci�n period�stica estriba en que van a
hurgar cerca del poder. No suele haber periodismo de investigaci�n en una humilde
asociaci�n de vecinos ni en un sindicato o partido extraparlamentario. Periodismo de
investigaci�n versus poder, y cuando hay un enfrentamiento dial�ctico con el imperio o
el mandar�n, del tipo que sea, quien suele perder es el d�bil periodista, que no va a
ser amparado por la empresa ni por el resto de compa�eros de profesi�n, salvo contadas y
honrosas excepciones.
Han de saber que
despu�s de la denuncia que implica esta �modalidad? period�stica (�o simple
periodismo, sin m�s?) hay para el investigado el peligro de acabar en la c�rcel, sea el
presidio f�sico, sea un cambio de situaci�n equivalente a entrar en una c�rcel
profesional o laboral.
A esos periodistas
tambi�n les recordamos las cinco fases "P" del Periodismo de Investigaci�n.6 Las llamamos de
esa manera porque cada una de esas etapas las podemos significar por cinco palabras que
empiezan con esa letra: 1) Pista, 2) Pesquisa, 3) Publicaci�n, 4) Presi�n y 5) Prisi�n.
Est� claro que las fases 3 y 4 son intercambiables en su momento de aparici�n o pueden
presentarse ambas a la vez: la presi�n podr� empezar antes de la publicaci�n, cuando
los perjudicados por el trabajo informativo traten de evitar la difusi�n de lo que
podr�a afectarles.
La primera fase es
la pista, cuando a la redacci�n llega de alguna manera alg�n comentario m�s o menos
fundado, hasta el punto de darle categor�a de pista suficiente como para iniciar una
investigaci�n period�stica que trate de conocer la verdad sobre un asunto que se desea
dar a conocer a los lectores. Esa pista puede llegar por mil sendas diferentes o
sencillamente ser una sospecha surgida al amparo de una informaci�n que manifiesta
claramente espacios ocultos.
Si la pista es una
buena idea para conocer m�s a fondo cierto asunto, se ha de disponer qui�n es la persona
m�s adecuada para llevar a buen t�rmino el trabajo duro y solitario de investigaci�n,
que deber� iniciarse con mucha prudencia para no alertar a las personas que sin duda van
a hacer todo lo posible por boicotearlo, para abortar esa labor investigativa.
Iniciada ya la
segunda fase, es muy dif�cil hacer esa labor de forma oculta, impedir que llegue algo a
o�dos de los afectados o interesados. Hablamos de personas o entidades con las que
tambi�n hay que entablar contacto, porque si una pesquisa deja de lado a los directamente
implicados no habr� acudido a todas las fuentes recomendables y es muy dif�cil que sea
aceptable desde el punto de vista �tico y period�stico.
La publicaci�n en
este tipo de casos lo m�s probable es que sea seriada. Resulta dif�cil que una pesquisa
period�stica s�lo d� para un d�a. Suele tratarse de hechos que van a aparecer en
cadena, tan numerosos, tan llenos de datos, que en una sola jornada no va a haber espacio
suficiente para dar a conocer el caudal informativo de la investigaci�n. Adem�s, no hay
necesidad de aguardar a su t�rmino para empezar a publicar. Lo m�s probable es que
iniciada la publicaci�n aparezcan nuevas fuentes con ansias de colaborar, con �nimos de
enriquecer la verdad que se empieza a conocer.
Hay que contar con
la reacci�n de los perjudicados. O sea, estar alerta, entre otros detalles por la
intoxicaci�n que pueda salirnos al paso. Cabe la posibilidad de que un diario de la
competencia ofrezca su apoyo a los perjudicados, quiera erigirse en su portavoz. All�
ellos. Al t�rmino del episodio, el que act�a de forma reaccionaria acaba sali�ndose de
la arena o cochinero cuando a ese suelo cae agua y se transforma en barro.
Los responsables de
la preparaci�n de tales textos podr�n calibrar en la fase de presi�n hasta d�nde est�
dispuesta a llegar su empresa con el asunto. Tendr�n tiempo para reflexionar, para
entender si los due�os del medio los apoyar�an en caso de un lapsus o si, por el
contrario, se fueran a encontrar solos en ese trance. Es muy triste en momentos amargos
ver que los empresarios o directivos administrativos de la compa��a miran para otro
lado, ver que les dan a entender que si le hace falta, que se busquen a un abogado, que el
de la empresa no est� para esos menesteres.
Fue lo que me
sucedi� con los empresarios del diario La Gaceta de Canarias, de La Laguna (Tenerife,
Espa�a), cuando siendo director hubo una denuncia y me dijeron que me buscara la vida con
alg�n abogado que conociera, que con ellos no iba la cosa. Los propietarios del
peri�dico, Jes�s Mart�nez y Amid Ach�, eran y son dos empresarios intrusos en la
comunicaci�n social, lo mismo que el ingeniero que ocupaba el puesto de consejero
delegado, Miguel Peris. Cuando lleg� la minuta del abogado no quisieron saber del asunto,
as� que en alg�n momento el periodista ha de saber hasta d�nde va a estar dispuesto el
empresario a apoyarle o a decirle que se busque la vida. Es decir: hay que evitar el
s�ndrome Gaceta de Canarias.
La fase de presi�n
es muy probable que sea continua y tambi�n es cierto que si se supera con limpieza y con
el apoyo empresarial, entonces el reportero ganar� fuerza y �nimos para llevar su
pesquisa a buen puerto.
Hasta aqu� hemos
visto las primeras cuatro fases: 1) la pista, 2) la pesquisa, 3) la publicaci�n y 4) la
presi�n, aunque sea someramente. La fase terminal es 5) la prisi�n: en ocasiones, seg�n
la gravedad de los acontecimientos ocultos y desvelados desde el peri�dico, aqu�
prisi�n significa prisi�n, incluso antes de que se celebre el juicio que a veces se
acaba de abrir despu�s de una labor de periodismo de investigaci�n. En otras
circunstancias, la �ltima fase se reduce a otro tipo de condena de los afectados y alg�n
cambio de entorno laboral y siempre personal.
Tambi�n cabe la
posibilidad de que a medida de que avancemos en nuestra publicaci�n aparezcan nuevos
actores e incluso nuevos medios que se enganchen a nuestro carro informativo. Eso estar�
bien, porque aqu� nunca conviene la presencia de enemigos medi�ticos, que mientras
menos, mejor. El aumento de medios que se ponga a nuestra estela siempre se ha de
interpretar como que estamos llegando al final, que nuestro trabajo est� siendo
reconocido, que vamos por el mejor sendero.
El final del final
de todo proceso de periodismo de investigaci�n, cuando la persona o entidad investigada
ha quedado al descubierto y en manos probablemente de la justicia, sea oficial o de la
entidad perjudicada, es el momento de humildad medi�tica, de no hacer le�a de ese
arbolito ca�do, de demostrar a la sociedad que el medio informativo sabe lo que son los
sentimientos, que es incapaz de sacar partido de un momento de zozobra personal ajena. En
suma: el tiempo de demostrar la grandeza del periodismo.
NOTAS
1) Editorial Cim, Barcelona, 1997.
2) Jes�s Cacho, El negocio de la libertad, Foca Investigaci�n,
Madrid, 2000.
3) Jos� Antonio Mart�nez Soler, Jaque a Polanco, Temas de Hoy,
Madrid, 1998.
4) A un autor de teatro que acaba de estrenar en el C�rculo de
Bellas Artes de Madrid en abril de 2004 un mon�logo titulado Me cago en dios le han dado
una paliza en el democr�tico Madrid primaveral de este 2004 de nuestro se�or. Realmente
no s� si en el t�tulo la palabra dios la escribe el autor Dios o dios: de ser la
segunda, que es como es, le hubieran dado m�s fuerte.
5) Amadeo Mart�nez Ingl�s, El golpe que nunca existi�, Foca
Investigaci�n, Madrid, 2001. Este autor, militar de profesi�n, fue quien acudi� a la
manifestaci�n en contra de la guerra de Iraq en Madrid con su uniforme de coronel del
ej�rcito. Denunciado por sus superiores, ha sido condenado a una multa de dos o tres
euros.
6) Para detalles, ver Jos� Manuel de Pablos Coello, El Periodismo,
herido, Foca Investigaci�n, Madrid, 2001. Cap�tulo sobre este asunto.
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