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INVESTIGACI�N
/ LA SOMBRA DEL ASESINO
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UN REPORTAJE PUBLICADO EN LA CR�NICA DEL
DIARIO ESPA�OL EL MUNDO
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Un mes antes de que el ex cabo
Gal�n empezara a matar, un psiquiatra militar no hall� anomal�as graves en su mente. Y
es que en la cabeza del presunto asesino de la baraja parece haber dos vidas tan
diferentes como sus dos formas de matar
ANA MARIA ORTIZ / ILDEFONSO OLMEDO
(Peri�dico La Cr�nica de El Mundo. Es)
Porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin
m�s ni m�s, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancol�a.
-CERVANTES
Locura, matar, morir... A modo de
premonici�n, el p�rrafo de El Quijote aparece impreso en las p�ginas del anuario
1995-96 del instituto Juan T�vora de Puertollano (Ciudad Real). Unas hojas m�s all�,
sentado en los escalones que dan entrada al centro, junto al resto de sus compa�eros de
4� de ESO, posa, malencarado, el asesino confeso. �Quer�a saber lo que se sent�a
cuando matas a alguien... Es muy f�cil matar�, ha dicho ahora Alfredo Gal�n Sotillo. El
chico (19 a�os entonces) que desaf�a con la mirada a la c�mara estaba en una de las
crestas de la monta�a rusa que ha sido toda su vida. Era popular. Sus propios
compa�eros, fascinados por sus �cidos comentarios desde la �ltima fila de la clase, le
hab�an elegido delegado de curso. Entre clase y clase ten�a una misi�n a�n m�s
importante. Lo que comenz� como partidas espor�dicas de cartas entre los m�s pr�ximos,
fragu� en una gran timba con gente de todo el instituto. Alfredo no s�lo se encarg� de
reclutarlos.�l adem�s llevaba las barajas en la mochila, y repart�a juego.
Ahora, muchos de los que perdieron con �l a la cuatrola, despu�s de ver que su firma de
asesino eran unos naipes marcados, no pueden dejar de recordar sus habilidades de crupier.
Atr�s hab�an quedado sus humillaciones infantiles. �Alfredo Carapedo�, se mofaban en
el colegio de Los Salesianos del ni�o d�cil con los profesores, de llanto f�cil y
cobardica que se sentaba en los primeros pupitres. Y a�n faltaban a�os para que
apareciera el soldado que acab� tocando fondo una tarde de diciembre pasado en Galicia
despu�s de recoger chapapote. M�s a�n para que naciera el asesino del naipe.
Del ni�o hazmerre�r al adolescente respetado. Del cabo eficiente que hasta cumple
misiones humanitarias en Bosnia al vigilante de seguridad en Prosegur que ocultaba a sus
jefes su tratamiento psiqui�trico. De arriba a abajo. Su vida, siempre, como una l�nea
quebrada. De la tristeza a la felicidad. De la dulzura a la amargura.Del cielo al
infierno. Dualidad proyectada hasta en el espejo de los cr�menes que reclama para s�.
Tambi�n dos maneras de matar.El asesino que se arriesga a atacar de d�a, en lugares
transitados, que no deja carta...
El cazador de noche que mata por la espalda, en descampados y deja su sello con naipes.
Como si �l fuera dos. Como si hubiera dos asesinos. Alfredo y su sombra.
Madrid, 24 de enero de 2003. Mediod�a. Pocas palabras antes del tiro de gracia. �Ponte
de rodillas y frente a la pared�. �Qu� llev� al cabo Gal�n hasta la porter�a del
n�mero 89 de la calle de Alonso Cano? Al principio, ha dicho, segu�a el rastro de una
empleada de Correos, pero cambi� el rumbo. �Yo me dec�a: el primero que se me cruce
cuando no haya nadie, �se�. Un mes antes de la escena, considerada hasta ahora como el
primer crimen del asesino de la baraja, algo se rompi� de nuevo en la vida de Alfredo (26
a�os, 1,80 de estatura, complexi�n delgada y perilla a veces).Ya su novia, militar
tambi�n, lo hab�a dejado por un mando.
Fue a Galicia con su regimiento de infanter�a mecanizada (el Asturias 31) a recoger
chapapote y regres� con su historial manchado para siempre. Fecha: 18 de diciembre.
Alfredo lleva ocho d�as recogiendo fuel de las playas gallegas. Sus mandos le hab�an
obligado a enrolarse en la Operaci�n Marea Negra cuando estaba casi reci�n llegado de su
segunda misi�n humanitaria en Bosnia.Cuentan sus compa�eros que estaba hundido desde
hac�a semanas y que le deb�an tres meses de vacaciones. Y �l solo abri� el precipicio
bajo sus pies.
El viaje de vuelta en autob�s a Madrid, desde Cee, en la Costa de la Muerte, lo hizo
enca�onado, reducido en la parte trasera del autob�s como un loco de atar. Tres horas
antes de partir hab�a estallado de ira. Su enfado con los mandos lo pag� una se�ora a
la que, tras intentar sacarla del coche que conduc�a ajena a todo, le rompi� la luna del
veh�culo. Despu�s se encar� con violencia con su superior. Tensi�n, forcejeos,
gritos...Insubordinaci�n. Aquello, presinti� enseguida, era el final de su carrera
militar. Otra cuenta atr�s hab�a comenzado. Quedaban 37 d�as para que comenzaran los
asesinatos al azar.
Todo se confabulaba, una vez m�s, en su contra. Lo vivi� como una certeza cuando, horas
despu�s del incidente en Galicia y tras un m�s que tenso viaje de regreso hacia su base
militar, qued� ingresado contra su voluntad en el �rea de psiquiatr�a del hospital
militar G�mez Ulla de Madrid. El registro de entrada en la quinta planta recoge su
llegada a las seis de la ma�ana del d�a 19 de diciembre. Lo exploraron exhaustivamente,
incluso le hicieron un esc�ner encefalogr�fico, pero ning�n m�dico pudo diagnosticar
que Alfredo ten�a una mente enferma. Ni que en ella se estuviera fraguando ya un asesino
en serie. �No se deduce causa cl�nica que justifique su ingreso contra su voluntad�,
dice el informe de los psiquiatras.
Tambi�n recomiendan, y as� se acuerda, que quede en situaci�n de baja m�dica bajo
supervisi�n familiar. Su hermana Ana, que vive con su marido en una urbanizaci�n
pr�xima a Alcal� de Henares, se compromete a tenerlo en su casa y a que, como le
aconsejan los doctores del hospital, se ponga en manos de un psiquiatra que le trate. El
propio Alfredo lo acepta, con una condici�n: que el especialista no vista uniforme
militar. Como si su relaci�n con el Ej�rcito, su segunda familia desde que ingresara en
�l el 10 de septiembre de 1998, ya fuera difunta. Otra vez hu�rfano.
Adelant�ndose a su expulsi�n, el cabo Gal�n solicit� el 20 de enero pasado que se
rescindiera su contrato con las Fuerzas Armadas.Aleg� que ten�a una oferta de trabajo
mejor en una empresa de seguridad (Prosegur). Oficialmente sigui� siendo militar hasta el
4 de marzo, dos semanas antes del �ltimo crimen (una pareja de rumanos tiroteados a
bocajarro) atribuido al asesino de la baraja.
En su hoja de servicios por cinco a�os en el Ej�rcito, seg�n ha sabido CRONICA, s�lo
constan cuatro sanciones. Una por suspender por segunda vez el carn� de conducir, otra de
cuatro d�as de arresto por montar un esc�ndalo en el a�o 2000 y la �ltima, debido a lo
sucedido en Galicia, por insubordinaci�n ante un superior.El mismo azar con el que Gal�n
dice que eleg�a a sus v�ctimas hizo que coincidiera la fecha de su primer asesinato con
la petici�n por escrito de sus superiores para que fuera sancionado por falta grave: el
24 de enero de 2003.
Una sombra oscurece el periodo de su metamorfosis, el parto del asesino que dice ser.
Fueron los meses de su tr�nsito a la vida civil. Acogido por su hermana, ahora los
vecinos de la urbanizaci�n Los Hueros, en Villalbilla, municipio pr�ximo a Alcal� de
Henares (Madrid), lo recuerdan como un joven correcto pero algo hura�o.A veces lo ve�an
correr en solitario por los alrededores, otras paseando al perro de la familia, de raza
d�lmata. Aunque se supone que segu�a un tratamiento a base de pastillas, super� con
�xito los test psicol�gicos que tuvo que cumplimentar para ingresar en Prosegur. La
empresa, a la que mostr� el t�tulo de vigilante jurado que ten�a de tiempo atr�s, le
abri� las puertas. �Los test no revelaron nada anormal, ni un amago de desequilibrio�,
dir�a m�s tarde un portavoz de la compa��a.
AMARGA IRONIA
Y es que Alfredo siempre ha sabido jugar con cartas marcadas.S�lo ahora, tras su
confesi�n, se empieza a entender su macabro juego. Y pueden entreverse gui�os de su
crueldad aletargada en otras cartas suyas: �(...) Al poco tiempo de casarnos naci�
nuestro primer hijo, empezaste a ponerte insoportable y ya no hab�a quien aguantara tu
pelo de estropajos, ni esas grandes y enormes piernas fl�cidas tuyas y mucho menos la
cacho verruga detr�s de la oreja; bueno no quiero enfadarme. Cuando naci� nuestro cuarto
hijo y nos divorciamos me fastidi� mucho que te quedaras con la casa, la parcela, el
coche... En fin, te escribo por San Valent�n para decirte que a�n me acuerdo de ti y de
los ni�os, sobre todo de mis hijos. Muchos besos de tu ex marido. Posdata: te recuerdo
que cumplo los a�os nueve meses despu�s de ti y siempre, siempre, hasta que la muerte
nos separe, ser� m�s joven que t�. ���Ja, ja, ja, ja...!!!�. En el instituto los
profesores le pidieron a Alfredo Gal�n que escribiera una ep�stola para participar en el
concurso Cartas de amor. Lo le�do es el p�rrafo final de la carta que engendr� el hoy
asesino de la baraja y que fue seleccionada para su publicaci�n. Cargada de amarga
iron�a, m�s de desamor que de amor, cuando el escrito es o�do por Jos� Cabrera,
psiquiatra forense, no puede por menos que exclamar: ��Esa carta es una bomba de
relojer�a! Es una carta de odio, pero no de odio reactivo de alguien a quien le han hecho
una putada y odia al otro, sino de odio fr�o, fr�o. Es una carta llena de rencor y de
frustraci�n, de una persona con una afectividad cero�.
Cierto es que la vida de Gal�n qued� emocionalmente herida de muerte un d�a a
principios de abril de 1985. Lo que iba a ser una fiesta, el nacimiento de una hermanita,
la que hac�a el n�mero cinco en la familia, se transform� en un funeral. Mar�a Dolores
Sotillo M�ndez, la mam�, fallec�a en el parto. Alfredo s�lo ten�a 8 a�os y quienes
vivieron la tragedia de cerca dicen que enmudeci� m�s que nadie. �Nunca hablaba de
ello, pero se qued� triste, triste, como depresivo�, cuenta Paco, su compa�ero de
juegos.
La muerte de la madre desmoron� a toda la familia. La reci�n nacida, bautizada Mar�a
Dolores -igual que quien le hab�a dado la vida a costa de la suya- fue enviada a
Castell�n con los abuelos maternos. Alfredo, sus tres hermanos -Jos� Manuel, Ana y
Miguel Angel- y el padre, Manuel, se trasladaron a la casa de los abuelos paternos. La
misma direcci�n, Encomienda, N�6, que el pasado viernes 4 de julio, el d�a despu�s de
la confesi�n, era puesta patas arriba por la polic�a en busca de pruebas que colocaran
la baraja asesina en las manos de Alfredo. Dentro de un jarr�n de cer�mica apareci� un
casquillo percutido (ya disparado) id�ntico al encontrado en el escenario del primer
asesinato. Los agentes se llevaron tambi�n unos guantes, unas gafas de sol y una pistola
italiana Beretta inutilizada. La Tokarev 7,62 mil�metros con la que Alfredo dijo que
hab�a ejecutado a todas sus v�ctimas la hab�a tirado a un contenedor cercano a la casa
junto con dos juegos de cartas incompletos, unas zapatillas, la redecilla que adosaba a la
pistola para que los casquillos no cayeran al suelo y una sobaquera.
Una semana despu�s, los vecinos que pasan por la puerta no pueden evitar dirigir una
mirada de soslayo. �Eran muy cerrados�, �pecaban de serios�, �lo vi dos d�as antes
aparcando el coche ah��, �vino a comprar una cajetilla de Camel�, �lo recuerdo
paseando a un perrillo negro, Rocky�. A la Encomienda ya la han bautizado en Puertollano
como la calle del asesino. En la localidad, la confesi�n de su vecino m�s impopular se
ha convertido en objeto de mofa: ��D�nde vais?, que sois m�s peligrosos que uno de
Puertollano con la baraja en la mano�, bromean los empleados de Renfe.
La muerte de la madre marc� un brusco antes y un despu�s en la existencia de Alfredo. No
s�lo cambiaron de casa. El severo padre, trabajador de Repsol, econ�micamente bien
situado, pas� a ser algo m�s que estricto. La disciplina de hierro ali�ada con el
alcohol, cuentan los vecinos, hizo que se le comenzara a ir la mano con facilidad. La
abuela Olalla lo contaba a sus vecinos en la panader�a: �Cuando comenzamos a comer y mi
hijo se quita la correa, me descompongo�.
�NOS REIAMOS DE �L�
Si participaba en alguna travesura, a Alfredo le ca�a un castigo.Y no es que el ni�o
fuera especialmente revoltoso. Los compa�eros de pupitre coinciden en el gris retrato:
�Un lelo, sin iniciativa, que hac�a lo que los dem�s le dec�amos�. Si participaba en
una trastada era porque lo embarcaban otros. Como aquel d�a, tras los ex�menes de
recuperaci�n de Septiembre, en el que los menos brillantes de la clase decidieron ir a
robar membrillos. Alfredito, detr�s. Cuando el guarda de la finca les sorprendi�,
dispar� con tan mala suerte que el perdigonazo le alcanz� a uno de ellos.�La primera
vez que Alfredo oy� un disparo y vio sangre derramada por un arma de fuego?
�La verdad es que nos re�amos todos de �l�, dice Paco, como arrepentido, tras la barra
del bar donde trabaja de camarero. Si a Alfredo le quitaban los cochecitos en el colegio y
se los destrozaban, s�lo lloraba. Si los dem�s se sub�an en la parte de atr�s de los
camiones que pasaban para bajar la cuesta del colegio, �l se iba a casa. �Le daba miedo,
era un cobardica�, recuerda Paco, a quien le desconcert� ver en televisi�n a un Alfredo
totalmente desconocido. �Me sorprendi� much�simo saber que hab�a estado en el
Ej�rcito. �Alfredito, con lo duro que es el Ej�rcito!�.De nuevo dos Alfredos. Alfredo
y su sombra. �Qui�n es realmente? �El cobarde? �El soldado? �El asesino?
Otra cruda muestra de sus dos caras: sus compa�eros militares de la Acorazada Asturias 31
todav�a deben andar pregunt�ndose c�mo es posible que el hombre al que le encandilaban
los ni�os, el que vino de las misiones humanitarias cargado de fotos en las que posaba
sonriente rodeado de peque�os bosnios, sea el mismo que no dud� en matar al portero Juan
Francisco Ledesma ante la mirada horrorizada de su hijo de tres a�os. Peor a�n: la hija
del asesinado a�n no sabe si el segundo disparo, el que fall� porque se encasquill� la
pistola, era para rematar a su padre o iba destinado a su hermano.
�Su perfil es el t�pico de quien sufre un trastorno de la personalidad.Su l�nea vital
es una l�nea quebrada, que sube y baja, que va y viene. Es una persona con una vida gris,
con necesidad de que la gente sepa que es importante y como no tiene forma de serlo dice:
"Voy a matar a ver qu� se siente". Un imitador de las veleidades que puede ver
en pel�culas�, dice el psiquiatra Jos� Cabrera sobre el extra�o comportamiento de
Gal�n.
El peso del agua, El caso Bourne, El pianista... Son algunas de las pel�culas que Alfredo
Gal�n alquil� en Puertollano en las dos semanas anteriores a su entrega a la polic�a.
El mismo d�a de la detenci�n se llev� El viaje de Carol, el drama de una ni�a que,
mientras su madre agoniza en Nueva York, es enviada a Espa�a por primera vez en plena
Guerra Civil. Y la no menos lacrim�gena Alas rotas, sobre un joven piloto, comandante del
Ej�rcito del Aire, al que le rompe la vida una enfermedad. Ninguna de las dos pel�culas
han sido devueltas. Alfredo dej� tambi�n un libro a medio leer, la historia de una huida
de una temida prisi�n mexicana: La fuga del siglo, relato ver�dico del hombre que logr�
escapar del legendario palacio negro de Lecumberri.Y mientras el protagonista de las
p�ginas que no acab� corr�a hacia la libertad, �l se encaminaba, voluntariamente,
hacia las rejas de la c�rcel. Alfredo Gal�n, el ex militar, eligi� volver al territorio
de su infancia y adolescencia para quitarse la m�scara. Los hechos se sucedieron como una
larga ceremonia de despedida a la que invit�, adem�s de a su hermano Miguel Angel, a
alg�n que otro conocido.
�Ponme las esposas. Soy el asesino del naipe�, le espetaba Alfredo, aturdido por la
mezcla de alcohol y medicaci�n, a un polic�a local de Puertollano el pasado jueves, 3 de
julio, a las 14.30 de la tarde. El agente no le crey� y le dijo que se marchara a casa.
La jornada que lo convertir�a en una estrella medi�tica, en el asesino de la baraja,
hab�a comenzado temprano. Cuando se entreg�, llevaba entre 24 y 30 horas sin dormir. A
las siete de la ma�ana del mismo jueves, Alfredo y su hermano Miguel -su inseparable, un
a�o mayor que �l- a�n segu�an de copas de la noche anterior. El camarero que los
atendi� en el bar La Mezquita se fue a las nueve de la ma�ana y los dej� all�. Unas
horas despu�s, los hermanos se cruzaron con un amigo, Santos.
-�Tomamos unas cervezas?, les dijo �ste.
-Hemos ido al Petete y est� cerrado. Ventee a casa y nos tomamos unas litronas y unos
calimochos.
A la fiesta se uni� otro colega, Ra�l. Cuando a las 14.00 horas �ste y Santos se
marchan, en la casa de los hermanos Gal�n, dicen sus amigos, reinaba la normalidad.
�Qu� pudo pasar en media hora para que Alfredo se encaminara a la comisar�a?
Cinco horas despu�s de su primer frustrado intento de entrega, Alfredo volvi� a
franquear la puerta de entrada de la Polic�a Local. �Me llamo Alfredo Gal�n. Soy el
asesino del naipe�. Tanto insisti� que en unos minutos un coche patrulla de la Polic�a
Nacional fue a buscarlo. De primeras, lo solt� todo. Dicen que llevaba el rostro
desencajado de tantas pastillas mezcladas con alcohol. �Mat� a un hombre que era portero
de una finca. Era el 24 de enero. No recuerdo en qu� calle est� la casa. Me col� dentro
porque la porter�a estaba abierta. Me encontr� a un hombre delgado, con bigote, de unos
50 a�os, y a un ni�o de unos tres�.
Los agentes de la comisar�a de Puertollano no pod�an creer que el asesino m�s buscado
de Espa�a, el hombre al que segu�an la pista 150 polic�as y guardias civiles, estuviera
sentado delante de ellos. La investigaci�n lleg� a abarcar a 5.000 personas.Se buscaban
militares o ex militares, vigilantes de seguridad, de entre 25 y 30 a�os... Alfredo
lleg� a estar entre los principales sospechosos, pero fue descartado.
Ante el lujo de detalles con el que describ�a los hechos frente a los agentes locales
-las cartas estaban marcadas por detr�s coon un rotulador azul, el chico del bar Rojas
call� muerto de bruces con el bol�grafo entre los dedos- comenzaron a tomarse en serio
al vecino borracho. Y llamaron a Madrid.
CORREGIA A LA POLICIA
Polic�as y guardias civiles de la capital tardaron lo que el rayo. Alfredo les recibi�
mostr�ndoles su perfil m�s herm�tico.Tardaron horas en volver a hacerle cantar. El
detenido les hablaba despacio, los correg�a si lo consideraba oportuno, los desafiaba:
�Asesinaba a la gente porque era f�cil, y pod�a haber seguido matando hasta que
quisiera parar. De hecho, me he entregado porque estaba cansado de la ineficacia
policial�.
-�Y qu� sent�a cuando mataba?
-Indiferencia.
-�Qu� hac�a despu�s de los cr�menes?
-Me iba tranquilamente a comer o a dormir la siesta.
A veces, de repente, romp�a el juego: �Es todo mentira, que trabaje la polic�a�. Pero
enseguida volv�a al detalle, como si matar no fuera sino una macabra competici�n en la
que a �l, repartidor de juego, le correspondiera incluso hacer creer a los investigadores
que hab�a varios asesinos de la baraja. Que si �l puso el As primero, que si, m�s
tarde, esa carta apareci� en el escenario del crimen por puro azar pero vio que daba
juego en los medios de comunicaci�n... Revelaci�n tras revelaci�n, la polic�a empez�
a comprender que el joven que ten�an delante no era ning�n borracho.O s�.
Sus compa�eros de regimiento dicen que Gal�n se volv�a agresivo despu�s de tomar unas
copas. Y las veces que se las ha tenido que ver con la autoridad (hasta que pronunci� el
�soy el asesino del naipe�) fue por culpa de la bebida: un altercado p�blico y una
detenci�n por conducci�n temeraria, ambas en Madrid, en 2001. De aquello qued� en los
archivos de la Guardia Civil una fotocopia de su fotograf�a. Ninguno de los
supervivientes de asesino de la baraja a los que los agentes mostraron la imagen lo
se�alaron como su verdugo.
En el instituto, el alcohol era su mejor arma para vencer la timidez. Alg�n compa�ero de
4� A recuerda que sol�a llevar a clase botellitas peque�as, como las que sirven en los
aviones o se consiguen a tiro en las t�mbolas de feria. En la antesala del despacho del
director de su instituto cuelgan las fotograf�as de los alumnos que acabaron el
bachiller. Alfredo, estudiante m�s malo que mediocre, no lleg� a terminar la ESO. En
cuarto le quedaron tres y en la �ltima evaluaci�n casi no se le vio por clase. Hac�a
toros (como llaman en Puertollano a las pellas) y se le sol�a ver en los bares El Alto
del Camino o El Gimu, d�ndole a las cartas, o dando cuenta de una litrona con los colegas
al sol. Muchos echaron de menos las risas que provocaba el gracioso de la clase, el
bromista.
Mientras, la familia Gal�n comenzaba a dispersarse para siempre.Los abuelos, hoy
fallecidos, se fueron a Madrid con la t�a Gloria.Las hermanas, Ana y Mar�a Dolores,
siguieron despu�s sus pasos hacia la capital. El hermano mayor, Jos� Manuel, se cas� y
se march� a Cartagena. El padre termin� comprando piso en Ciudad Real... S�lo Alfredo y
Miguel quedaron en el pueblo. Despu�s de aquel 1996, Alfredo no volvi� a matricularse.
Un folleto promocional del Ej�rcito colgaba el mi�rcoles del tabl�n de anuncios del
instituto Juan de T�vora: �Todo un futuro por delante�. Quiz�s fue el atractivo
reclamo (un futuro) lo que hizo que, en 1998, Alfredo pusiera sus miras en las Fuerzas
Armadas y se marchara a Madrid como recluta.
Antes intent�, sin �xito, vestir tricornio. Super� las pruebas psicof�sicas y los test
de cultura general, pero fue incapaz de hacer las 18 flexiones de brazo que la Guardia
Civil le exig�a para completar el examen. Con las extremidades inferiores parece
defenderse bastante mejor. Tiene acumuladas, y dicen que con buenas marcas, diversas
participaciones en competiciones de media marat�n.
El Ej�rcito, adem�s de prepararle f�sicamente (seg�n algunas fuentes, es un p�simo
tirador y por eso hac�a de ch�fer), le brind� la posibilidad de viajar al extranjero en
misiones humanitarias.En dos ocasiones estuvo periodos de seis meses en Bosnia. La
primera, en 2000. La �ltima, entre los meses de mayo y octubre del a�o pasado. Fue en
este segundo viaje, seg�n ha relatado �l mismo en su confesi�n, cuando se hizo en el
mercado negro con el arma de fabricaci�n rusa que habr�a utilizado para disparar a sus
v�ctimas. Se trata de la referida pistola Tokarev del calibre 7,62, que asegura haber
introducido clandestinamente en Espa�a -junto a m�s de 200 proyectiles- en el interior
de un televisor que se trajo de M�star.
UNA BALA QUE LE APUNTA
Desaparecida el arma, de su rec�mara ha salido la �nica prueba que incrimina a Gal�n
adem�s de su palabra: la bala percutida que se habr�a guardado de recuerdo de su primer
crimen y que la polic�a hall� en el n�mero 6 de la calle Encomienda, en
Puertollano.Esta direcci�n ha tenido un ins�lito protagonismo en la
investigaci�n.Encomienda, n�mero 6, pero en Alcal� de Henares (Madrid) es tambi�n el
domicilio donde ha vivido Francisco Javier Antu�ano del Toro, ex paracaidista y conocido
ultra, arrestado en mayo como responsable de uno de los cr�menes (el del bar Rojas) que
Gal�n dice suyo.Una de las supervivientes de la masacre lo identific� en una rueda de
reconocimiento. Antu�ano se encuentra en libertad con cargos. Encomienda, n�mero 6.
�Una enigm�tica coincidencia postal? Los caminos de Antu�ano y Gal�n se volvieron a
cruzar en Alcal� de Henares. Ambos residen a un kil�metro escaso de distancia el uno del
otro. �Azar, como los asesinados a manos de Alfredo? �Estaba viendo la televisi�n y de
pronto me apetec�a y me daba el impulso de buscar un objetivo�.
Mientras la polic�a sigue desenredando la madeja, la familia de Gal�n insiste en su
inocencia. Todo lo atribuyen a su capacidad de fabulaci�n. Sus problemas mentales, dicen,
�le han hecho creerse que es el asesino�. Incluso los tres psiquiatras que le han
tratado en los �ltimos tiempos mantienen, al decir de la familia, que el ex militar se ha
cre�do su propia pel�cula. Gal�n, entre rejas, no para de echar m�s le�a al fuego:
��Seis asesinatos? De momento son los que han aparecido�. Alfredo y sus sombras.
LAS V�CTIMAS
1 | PRIMERA VICTIMA/ JUAN FRANCISCO
LEDESMA/ 50 A�OS/ CONSERJE/ 24 DE ENERO, ENTRE 11.30 Y 12.00 HORAS/ PORTERIA DEL EDIFICIO
DE LA CALLE ALONSO CANO 89, MADRID
Como a todas las personas que dice haber
matado, Alfredo Gal�n asegura que no eligi� a su supuesta primera v�ctima por raz�n
alguna. Su idea era asesinar a una cartera de Correos. No pudo ser y acab� entrando en la
porter�a del 89 de la calle Alonso Cano. All� enca�on� a Francisco Ledesma, el
conserje de la finca desde hac�a 10 a�os, le pidi� que se arrodillara junto a la pared
y le dispar� en la parte posterior del cr�neo ante el menor de sus hijos, de 3 a�os.
Ledesma muri� en el acto. Apareci� un casquillo, pero ning�n naipe.
2 | EL AS DE COPAS/ J.C. MARTIN ESTACIO/
28 A�OS/ EMPLEADO LIMPIEZA EN BARAJAS/ 5 DE FEBRERO, 3.40 HORAS/ PARADA AUTOB�S DE PLAZA
DEL MAR, ALAMEDA DE OSUNA
Juan Carlos fue asesinado de un tiro en
la cabeza. Junto a �l se hall� su mochila, intacta, un paquete de tabaco y una carta, un
as de copas. La bala que le mat� entr� por la zona occipital izquierda y qued� en su
cabeza. Se inform� de que era del calibre 9 mm, aunque ex�menes posteriores parecen
confirmar que era del calibre 7,62, como la Tokarev de Gal�n. No hubo testigos. El ex
cabo dice que fue �l quien le mat� y que cogi� el casquillo, pero admite que no dej�
el naipe. En un bar cercano se organizan timbas, lo que explicar�a la presencia de la
carta.
3 | OTRA VEZ SIN NAIPE/ MIKEL JIM�NEZ Y
JUANA DOLORES UCL�S/ 18 Y 57 A�OS/ 5 DE FEBRERO, 16.30 HORAS/ BAR ROJAS, ALCALA DE
HENARES/ TERESA S�NCHEZ FUE HERIDA.
A las 12 horas del crimen de Alameda de
Osuna, un joven de unos 25 a�os, 1,70 de estatura, moreno, de pelo corto y vestido con
una sudadera blanca accede al bar Rojas de Alcal� de Henares empu�ando una pistola. Se
dirige directamente a M�kel Jim�nez, el hijo de la mujer que desde hace unos meses ha
alquilado el bar y le descerraja un disparo en la cabeza. Acto seguido apunta hacia Juana
Dolores Ucl�s, que ha bajado al bar para hacer una llamada telef�nica, y le dispara en
el ojo derecho. Los dos murieron en el acto. Teresa S�nchez, de 38 a�os y madre de
M�kel, se esconde entre la barra y la cocina, pero aun as� recibe tres disparos: uno en
la pierna derecha, otro en el t�rax y uno m�s que le roza el codo. Queda grave, pero
sobrevive. Los investigadores pueden recoger, al menos, cuatro casquillos. M�s de tres
meses despu�s, en mayo, la polic�a detuvo al joven ex miembro de la Brigada Paracaidista
F.J.A.T. por su presunta relaci�n con el crimen, aunque semanas despu�s se decret� su
libertad sin fianza y con cargos. En sus seis horas de confesi�n del jueves, Gal�n se
explay� en este crimen m�s que en ning�n otro. Tampoco apareci� naipe alguno. El joven
manchego asegura que empez� a dejar cartas despu�s de observar la importancia que en los
medios de comunicaci�n se hab�a dado al hallazgo fortuito del as de copas en el
asesinato perpetrado la madrugada anterior.
4 | DOS DE COPAS/ EDUARDO SALAS/ 28
A�OS/ ESTUDIANTE ECUATORIANO/ 7 DE MARZO, 2.52 HORAS/ AVENIDA DE VI�UELAS 29, TRES
CANTOS/ HERIDO GRAVE, HA SOBREVIVIDO.
Eduardo Santos, ecuatoriano licenciado en
Empresariales que hab�a llegado a Madrid para estudiar un m�ster, volv�a de tomar un
refresco con su compatriota Ana Gid. En el portal de Ana, un joven vestido de negro se les
acerc� y, sin mediar palabra, dispar� a Eduardo en la cara. No le da�� �rganos
vitales, por lo que sobrevivi�. Despu�s el asaltante apunt� a Ana, pero se le
encasquill� el arma. Dej� un dos de copas y huy�. Seg�n confes� Gal�n, aquel d�a
pasaba por Tres Cantos y sinti� �ansias de matar�. En la escena no se encontr� la bala
ni el casquillo.
5 | TRES Y CUATRO DE COPAS/ GHEORGHE Y
DOINA ELISABETA MAGDA/ 40 a�os AMBOS/ MATRIMONIO RUMANO/ 18 DE MARZO, 20.45/ AVDA. DEL
EJ�RCITO, ARGANDA DEL REY
El Real Madrid acababa de ganar al
Lokomotiv, por lo que muchos confundieron los disparos con petardos. Pero eran disparos,
al menos tres. Uno de ellos alcanz� la cabeza de Gheorghe, soldador rumano. Muri� al
instante. Otros dos fueron para su esposa, Doina Elisabeta. Ingres� en el hospital
Gregorio Mara��n y muri� dos d�as despu�s. Junto a ellos, un tres y un cuatro de
copas con una marca de rotulador azul en el env�s -como el dos de copas de Tres Cantos-,
pero ning�n casquillo. Se sospecha que alguien del entorno de Gal�n pudo estar presente.
arriba
- Jos� Luis
Esquivel Hern�ndez, Doctor en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid
El periodismo hoy ser�a nada si no
existiera el reportaje de investigaci�n. Y el reportaje de investigaci�n no tendr�a
tanta fama si no hubiera ocurrido el famoso caso del Watergate, en 1974, que provoc� la
ca�da de Richard Nixon (Entonces presidente de EUA).
No es que no pueda admitirse que desde la
mitad del siglo XIX algunos periodistas, principalmente Joseph Pulitzer, incursionaran ya
en este g�nero detectivesco y de denuncia, en los Estados Unidos.
Ni que la prensa no se haya anotado
sonoros triunfos en este terreno, a fines de 1800 y principios de 1900. Pero ciertamente
el periodismo moderno est� enmarcado por el �xito en 1974 de The Washington Post y de
sus reporteros Carl Bernstein y Robert Woodward, al conseguir la renuncia del presidente
norteamericano.
Podr�a asegurarse que el Watergate
significa un parteaguas en el trabajo de campo de los profesionales de la noticia. El
periodismo, se afirma, fue uno antes de este suceso de 1974, y otro, despu�s. De hecho, a
partir de esa fecha la investigaci�n reporteril entr� en una ebullici�n tal, que se
desbord� la pasi�n de muchos fan�ticos en el mundo por encontrar su propio watergate.
En otras palabras, la inyecci�n de
vitalidad que recibi� el periodismo a mitad de la d�cada de los 70�s no siempre produjo
efectos positivos, porque algunos farsantes cayeron en excesos reprobables, creyendo ver
watergate en todo lo que buscaban. �Sensacionalismo puro!
Sin embargo, no cabe duda que la labor de
Bernstein y Woodward impact� seriamente en el medio, al grado de que muchos colegas en el
mundo quisieron seguir sus pasos, buscando tumbar presidentes, alcaldes, gobernadores y,
en general, a todo pol�tico encumbrado.
Cualquier signo de esc�ndalo se volvi�
para el periodismo im�n irresistible, con miras a poner sobre el tapete de las
discusiones los laberintos del poder y la pus de la corrupci�n. Pero nada como el
verdadero Watergate. Porque inclusive el llamado IRANGATE s�lo tuvo un momento explosivo
16 a�os despu�s, sacudiendo a la opini�n p�blica norteamericana y mundial con esas
acciones encubiertas, aunque no logr� hacer caer al presidente estadounidense en turno,
Ronald Reagan.
El tema de la venta de armas de Ir�n y
el posterior desv�o de fondos obtenidos para ayudar a los rebeldes de Nicaragua cuando
Daniel Ortega dirig�a los destino del pa�s centroamericano, dio mucho de qu� hablar en
los medios y volvi� a subrayar el abuso de poder, pero hasta ah�.
Se daba por seguro que nuevamente caer�a
un mandatario por efecto de esta campa�a period�stica alrededor del caso Ir�n-Contras
y, sin embargo, no hizo m�s que revivir lo que pas� con el Watergate.
En qu� consisti�
El Watergate tuvo un primer antecedente
en mayo de 1969: se filtra a la prensa informaci�n sobre los bombardeos clandestinos
contra Camboya. Nixon ordena al FBI controlar los tel�fonos de 13 funcionarios y cuatro
periodistas, alegando que estaba en juego la seguridad nacional.
En junio de 1970 el ministro de Jusiticia
John Mitchel comienza a reordenar la Divisi�n de Seguridad Interna, encargada de la
caza de brujas en los 50�s.
En la primavera de 1971 la Divisi�n de
Servicios T�cnicos del Servicio Secreto empez� a intervenir tel�fonos y grabar las
conversaciones personales de Nixon en sus despachos.
Fueron las famosas cintas del desenlace
del intrigante caso. Empiezan a filtrarse a la prensa los actos ilegales de Nixon. El 13
de junio de 1971, The New York Times empieza a publicar los Papeles del
Pent�gono, documentos supersecretos que revelaban que el pueblo norteamericano
hab�a sido enga�ado sobre la guerra de Vietnam durante las administraciones de Kennedy y
Jonson.
Para evitar estas filtraciones, se crea
entonces la Unidad Especial de Investigaci�n, primeramente al mado de Egil Krogh y David
Toung y que terminar�an dirigiendo Ehrlichman y John Dean, cuando la Casa Blanca decide
marginar de la lucha electoral al Partidos Republicano y crea el Comit� de Reelecci�n
del Presidente (CRP).
La funci�n principal del CRP era
conseguir fondos para la campa�a electora. En esta labora se destaca Herbert Kalmach,
abogado personal del Presidente, que no dud� en utilizar la extorsi�n para conseguir
dinero. Fue entonces cuando The Washington Post decidi� que hab�a mucho m�s por
descubrir.
Carl Bernstein y Robert Woodward son
asignados al caso, pero indudablemente fue Garganta profunda el personaje que,
desde el anonimato, orient� la labor de los reporteros. Garganta profunda
(cuya identidad a�n es un misterio) ten�a acceso a la Casa Blanca, al Comit� de
Reelecci�n del Presidente (CRP) y al FBI, y gracias a su aportaci�n fueron establecidas
las relaciones entre la Casa Blanca y los esp�as.
The Washington Post fue considera, en su
momento, como un veh�culo de los mismos dem�cratas, de algunos de los cuales la Casa
Blanca sospechaba que generaban los rumores.
El 11 de enero el Senado crea un comit�
especial para investigar el caso Watergate, que presidir�a Sam Erin.
Por la transcripci�n de las cintas, se
estableci� que Patrick Gray, director en funciones del FBI, obedeci� la orden de Nixon
de no investigar m�s. Richar Nixon, sabi�ndose rodeado por las indagaciones de la
prensa, sacrific� a alguno de sus allegados para enterrar el asunto, e inclusive lleg� a
decir a los televidentes: Y ahora duerman tranquilos y olv�dense de Watergate.
Conf�en en su Presidente.
Pero vinieron muchos m�s sobresaltos. A
partir del 17 de mayo, las audiencias del Comit� comenzaron a televisarse en directo a
todo el pa�s, y desfilaron ante los siete senadores todos los personajes del esc�ndalo.
El 27 de julio transcendi� una lista de
enemigos donde figuraban nombres de 206 grandes empresarios, pol�ticos importantes,
organizaciones y muchas m�s celebridades. John Dean acus� luego a Nixon de haber
ordenado y supervisado toda la operaci�n de encubrimiento del Watergate, inclu�da la
recaudaci�n de un mill�n de d�lares para comprar el silencio de los acusados.
Las cintas
Por fin, el 14 de julio de 1973, durante
una audiencia preliminar que manten�a un abogado del comit� con Alexander Butterfield,
�ste habl� de las cintas de la Casa Blanca. Ya para entonces, Nixon se hab�a quedado
solo. Y se niega a entregar las cintas, aferrado a sus privilegios como Presidente.
Archibald Cox, el investigador especial
nombrado para el caso Watergate, le exige las grabaciones y el Comit� del Senado, por
unanimidad le env�a un citatorio judicial. Pero hizo caso omiso, y despidi� a Cox como
fiscal especial, adem�s de que destruy� pruebas, enga�� a los congresistas y minti�
al pueblo.
Enla madrugada del 17 de junio fueron
sorpredidos espiando en la sede del Partido Dem�crata en el Hotel Watergaste, Bernard
Barker, Virgilio Gonz�lez, Eugenio Mart�nez (estos dos �ltimos cubanos anticastristas),
as� como James McCord y Frank Sturgis.
Aparte de estos �ltimos, los implicados
en el caso fueron otras cuarenta personas, siendo John W. Dean, consejero de Nixon, uno de
los m�s comprometidos, junto con John Mitchel, Ministro de Jusiticia, y Patrick Gray,
Director del FBI.
Las declaraciones de los cinco expertos
en espionaje en el edificio Watergate, terminar�an por comprometer feamente a Dean,
Mitchel y Gray. El mismo Dean no tuvo m�s que inculpar a Nixon.
Despu�s de entregar las cintas, los
tribunales de justicia fueron condenando a todos los que hab�an formado parte del
personal de la Casa Blanca, a partir de mayo de 1974.
Le�n Jaworski, el nuevo investigador
especial, obtuvo del Tribunal Supremo el veredicto de que el Presidente no ten�a ning�n
privilegio, en casos criminales. Era el 24 de julio de 1974. El Congreso de
los Estados Unidos continu� los preparativos para procesar a Nixon, en base a tres
art�culos: por obstrucci�n a la justicia, por abusos de poder y por no cumplir los
mandatos del Congreso.
Dimiti� el 8 de agosto de 1974, a las
19:00 horas, tiempo de Washington, en un discurso televisado en directo a todo el pa�s y
a casi todas las naciones de Europa. No pidi� perd�n. Simplemente llor� y se fue.
Condenado posteriormente en octubre
por conspiraci�n criminal y encubrimiento, Nixon fue indultado por su sucesor
en el cargo, Gerald Ford. Pero al morir en 1995 se llev� el gran dolor que le caus�
Watergate, el cual fue ocasi�n de una pel�cula titulada Todos los hombres del
presidente y dio renombre inusitado a los reporteros Bernstein y Woodward,
autoridades del libro del mismo nombre.
arriba
Caso Watergate
HABR�AN INDENTIFICADO A GARGANTA PROFUNDA
Un grupo de estudiantes de periodismo y su profesor dicen
que consiguieron indentificar al informante del caso Watergate.
CHICAGO, abril 23.- Un grupo de estudiantes de periodismo de la Universidad de Illinois
anunci� haber resuelto uno de los mayores misterios pol�ticos de Estados Unidos,
identificando al informante que habr�a desatado el esc�ndalo de Watergate, provocando la
ca�da del presidente Richard Nixon.
En una conferencia de prensa, estudiantes de
la universidad de Urbana-Champaign junto al profesor que dirigi� la investigaci�n,
declararon que luego de cuatro arduos a�os de trabajo, hab�an concluido que "Deep
Throat" (garganta profunda) era en realidad el consejero asistente de la Casa Blanca
Fred Fielding.
"Hay muy poco que no hayamos
relacionado con �l", dijo el profesor de periodismo Bill Gaines.
Como asistente de John Dean, principal
consejero de Nixon, Fielding estaba "en posici�n de conocer el operativo (de
intrusi�n en las oficinas del Partido dem�crata en 1972 en el edificio Watergate) sin
ser acusado de participar personalmente en una conspiraci�n", dijo Gaines.
Fielding estaba al tanto de importantes
conversaciones, ayud� a clasificar documentos clave, ley� informes espec�ficos del FBI
(polic�a federal) y ayud� a preparar a importantes miembros del personal de la Casa
Blanca para testimoniar ante el FBI o el gran jurado.
Gaines y sus estudiantes citan seis hechos
espec�ficos muy secretos que Fielding conoc�a y que fueron comunicados por Deep Throat a
los periodistas del Washington Post Carl Bernstein y Bob Woodward.
Uno de los primeros items de la lista es el
involucramiento de un funcionario de la Casa Blanca en el robo de documentos de las
oficinas del Comit� nacional dem�crata cometido 31 a�os atr�s.
Despu�s est�n las instrucciones del
asistente de Nixon John Ehrlichman a Dean para que tirara al r�o Potomac una maleta que
conten�a informaci�n incriminante sobre maniobras pol�ticas.
Los investigadores tambi�n afirman que
Fielding estaba en una posici�n que le permit�a hacer por lo menos otras ocho
revelaciones, incluyendo escuchas telef�nicas sobre periodistas y problemas con
grabaciones en la administraci�n Nixon.
Gaines y sus disc�pulos insisten en que sus
conclusiones derivan de un intenso trabajo de examen de documentos p�blicos, unas 16 mil
p�ginas en total, en su mayor�a provenientes del FBI.
"Todo lo que tenemos, lo que mostramos
son documentos", dijo Gaines. "No es interpretaci�n, no son suposiciones",
insisti�.
"Si no fuera Fielding, no veo c�mo
podr�a ser nadie m�s", dijo el catedr�tico en la conferencia de prensa ofrecida en
el edificio Watergate.
El esc�ndalo desencaden� una
investigaci�n que llev� a la renuncia de Nixon en 1974 y se convirti� en tema de un
libro y un film "All the Presidents Men" (Los Hombres del presidente).
El periodista Bob Woodward -que ha dicho que
revelar�a el nombre de su informante solamente cuando Deep Throat muera- no respondi� a
consultas telef�nicas.
Fielding recibi� un documento detallando las evidencias
que el proyecto period�stico universitario hab�a acumulado, concluyendo en que �l es
Deep Throat, pero no respondi�, seg�n Gaines.
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