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CUBANOS
Enrique
Arias
El vuelo
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En
1946 o 1947 volamos a Europa en un "Superconstelation"
de la PANAM. En Francia mi padre me llevó a la casa del último
sacerdote Druída, que era un venerable anciano, de larga
barba canosa. Su casa estaba situada en una callejuela estrecha,
con muchos cristales rectangulares.
Ya
en su presencia, salió conmigo al patio, me puso las manos
en la cabeza y elevó su mirada al sol; así estuvo
10 minutos y volvimos a la casa y conversó con mis padres
largo rato.
A
la vuelta a La Habana papá me lleva a ver la primera película
de "Superman" en el cine "Radiocine", hoy Jigue.
De regreso a mi casa no se me quitaba la idea de volar como él.
Nuestra
casa tenía un patio interior con pasillo de una longitud
de 40 metros, con una altura de unos 8 metros, que son más
o menos dos pisos de altura de los de hoy.
-Bueno
- Voy a mi cama, cojo mi sábana, me la amarro al cuello,
me subo en la baranda que da al comedor y comienzo a decir en voz
alta:
-
Voy a volar, voy a volar, etc., etc...
En
aquella época, en los bajos de mi casa, tenía la consulta
un afamado gineco-obstreta, el Doctor Galainena, el que allí
entre otras cosas hacía abortos a las féminas de la
"High life", y el patio de abajo estaba repleto de jóvenes,
con sus familiares cercanos.
Pues
me lancé horizontalmente y ...volé en el aire y cuando
me faltaban 0,5 metros para alcanzar la otra baranda, y me di cuenta
de la hazaña me dije "¡Coño, estoy volando!",
krack, se rompe el hechizo y con él la sustentación
y comencé a caer, pero no de golpe, sino que algo sostenía
mi cuerpo y cuando faltaban 0,75 metros fue que caí en medio
de los chillidos generales de aquella caterva de mujeres, de la
que me rescató el Doctor Galainena. Y una señora mayor,
le dijo: "él iba volando, y de repente comenzó
a perder altura despacito, despacito, yo se lo juro".
En
el hospital me reconocieron, todo estaba en su lugar, no había
golpes. Nueva entrevista con mis padres.
Nuevos
viajes, visita a Londres, al Vaticano, a San Pedro en Roma, conozco
a Pío XII.
Toda
la familia me miraba como un bicho raro.
Continuará...
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