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CUBANOS
Remberto
Dámaso
El segundo encuentro (I)
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Todo
ocurrió al salir del baño
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Al
yo salir de aquí, del baño, voy a dirigirme para la
casa, y siento una mano que me toca, que me toca en el hombro, hago
un gesto aquí, para quitarme esa gente de arriba, la mano esa
que me ponen arriba, siento que otra mano me toca de nuevo por aquí,
y me hace un gesto pausado, los dos me llevan hacia aquí, uno
por un lado y otro por el otro, me llevan hacia aquí, y cuando
ya me tienen aquí, me hacen un gesto para que los acompañe.
¿Qué hago? Sigo con ellos,
uno por un lado y el otro por el otro, caminando aquí. Ellos
caminaban como si estuvieran seguros, caminaban seguros como si conocieran
el lugar, era seguro que ellos conocían el lugar porque me
traían, cuando ya yo llego aquí, yo ya no quiero continuar
caminando, porque no sé quien es que me lleva ni quien me trae,
porque yo estoy con todo el conocimiento normal, y quiero saber qué
está pasando, y cuando yo hago el gesto de no continuar más
caminando, se enciende el tongón de luces en colores en esta
dirección, en el hueco. Y ya yo entonces sé ya que es
la nave espacial misma que ya yo había visto la otra vez. El
objeto ese, la nave espacial, como te puedo decir...
Ya
yo la veo ahí, está iluminada totalmente, ellos me
hacen gestos para que yo siga caminando, y voy caminando hacia ella,
y ellos van conmigo. Yo vengo caminando con ellos, y yo sigo caminando
con ellos por aquí, la hierba era mucho más bajita,
ya aquí había una claridad total, porque ella estaba
situada aquí, sobre dos metros más o menos de altura,
mucho más alta que la otra vez, que cuando ella se detuvo
a casi un metro del suelo, aquí estaba a dos metros sobre
el nivel del suelo.
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Allí
estaba la misma nave...
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Aquí
mismo noto yo cuando sale de debajo de la nave una cosa en dirección
al suelo, media inclinada. Y empiezan a caer, después que
acaba de salir todo aquel pitongo para afuera, empezaron a caer
pasos, y pasos, y pasos...
Uno de ellos se dirige, y cuando llega debajo de la nave, se abre
en forma circular una compuerta. Él sube, y el otro me hace
gestos para que yo suba. Subo cómodo por el lugar, a pesar
de mi grueso y de mi peso, subo fácil, ayudado por él,
y ayudado por el que tenía dentro. Fui introducido dentro
de la nave.
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Dibujo
esquemático de la "pizarra" que le mostraron
al subir a la nave...
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Me
enseñaron en forma de triángulo, un objeto que era
carmelita, tenía como si fuera letras del 0, 9, 8, 7, 6,
5, 4, 3, 2, 1.
Ellos tuvieron mucho conmigo movimientos de labios, palpitando los
labios, con saliva, para que yo lo pronunciara en alto, era lo que
yo notaba que ellos querían que yo dijera las letras aquellas.
Sobre las otras letras, eran triángulos, rayas, círculos,
cuadrantes, ángulos, rectángulos, abajo y arriba de
las numeraciones. Eran unos números extraños, unas
letras extrañas, unas formas y figuras extrañas.
Cuando
yo estoy introducido dentro de la nave trato de buscar cosas que
me fueran conocidas, cosas como relojes, pizarras, compuertas, era
aquello un cuadro, del tamaño del baño mío,
más o menos, me tenían sentado en una silla cómoda,
no era una silla de barbería de esas, no era un sillón
de dentista, era un asiento cómodo, un poco reclinable, con
espaldar.
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"me
pusieron una malla
en la cabeza..."
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Puedo
decirte que traté de buscar dentro del equipo, algo que me
fuera conocido o una puerta que saliera para afuera. En una oportunidad
de esas, me pusieron, de arriba de una de las mesas, metieron la
mano, y apareció, como en forma de cadena, me pusieron una
malla, una malla en la cabeza. Cuando me pusieron la malla en la
cabeza, palpitaron, hacían gestos, y yo se los emití
a ellos igual, y ellos se rieron, como quien dice: estás
haciendo lo que nosotros queremos.
Uno de ellos vino y me quitó, lo volvió a poner allí
aquello, me hicieron otros tipos de gestos, que yo se los contesté
con los mismos gestos, abrieron la compuerta de nuevo, descendió
uno de ellos, me mandaron a bajar, y me cogió uno por una
mano, otro por la otra, y me volvieron a llevar hacia la casa.
Cuando me llevaron hacia la casa, allí, con esta misma operación
que vamos a repetir por aquí para allá, ellos me traen,
cuidándome, porque yo ando en chancletas, y aquí puede
haber espinas y ellos me cuidaban de todo eso. Ellos caminaban con
mucha flexibilidad.
En forma de cariño, me llevaron al asiento, y me hicieron
sentarme como si yo fuera un ente que me cansara, ese asiento que
está ahí, en ese mismo lugar, en esa misma forma.
Cogieron y se pararon los dos aquí al frente, y los titulé
ahí...
Continuará...
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