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Mensajeros
celestes
Los cometas, con sus buenos y malos presagios en la historia
Las crónicas marcianas de los últimos días y el objeto
que cayó del cielo anteayer en San Roque, Corrientes, le quitaron
protagonismo. Pero no sería justo olvidar tan rápidamente
los méritos de la sonda Stardust, que días atrás
fue noticia al recolectar polvo cósmico de la cola del cometa Wild-2.
El Wild-2 se encuentra a 390 millones de kilómetros de la Tierra.
El diámetro de su núcleo es de 5,4 kilómetros. Stardust,
cuyo regreso se espera para junio de 2006, es la primera sonda en tomar
muestras de un cometa, por lo que no sería extraño que la
información traiga cola, sobre todo si se tiene en cuenta que a
la aparición de estos cuerpos celestes con frecuencia se le ha
atribuido influencias bienhechoras o maléficas.
La palabra cometa viene de la voz griega kométes, que significa
melenudo o con cabellera, mientras que en Oriente los llaman estrellas-escoba.
Poseen cola, cabellera, núcleo y barba.
Se llama cometas periódicos a aquelos con períodos orbitales
conocidos, generalmente de menos de 200 años. Los otros cometas
probablemente también sean periódicos, pero no se ha determinado
con qué frecuencia se acercan a la Tierra.
De los periódicos, el más famoso es el Cometa Halley, que
nos visita cada 76 años (este período es sólo un
promedio, ya que la órbita se altera constantemente), bautizado
en homenaje al astrónomo británico Edmond Halley (1656-1742),
que calculó su periodicidad.
Del Halley se tienen noticias desde por lo menos 240 a.C. Algunos historiadores
afirman que el rezo del Angelus tiene que ver también con este
famoso cometa que, al pasar en 1456, coincidió con la invasión
turca a Constantinopla. Asustadísimos, los europeos creyeron que
ese signo del cielo anunciaba que los invasores ocuparían todo
el continente. El papa Calixto III invitó entonces a los príncipes
cristianos a olvidar sus diferencias y entregarse a la oración.
"Y ordenó que todas las campanas del orbe cristiano sonaran
al mediodía en punto. Y de ahí vino la costumbre de rezar
el Angelus al doblar las campanas", refieren Philippe Veron y Jean-Claude
Ribes, autores del libro Los cometas, editado en 1979 por Hachette.
Aristóteles pensaba que los cometas anunciaban viento y sequía.
Plinio el Viejo, por su parte, describió en su Historia natural
nueve tipos de cometa de acuerdo con su forma: espada, crin de caballo
y antorcha, entre otros, y los definió como "astros que en
general siembran el terror". Séneca atribuyó a la influencia
del cometa del año 60 d.C el terremoto que afectó Acaya
y Macedonia.
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Sobre
Stonehenge, Inglaterra, el cometa Hale-Bopp, en su visita de 1997.
Foto: AP
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Alto en el cielo
En el siglo VII, Isidoro de Sevilla interpretó que la aparición
de cometas provocaba guerras y epidemias. Y el italiano Juan de Legnano,
en un tratado de 1368, mencionaba entre sus consecuencias "vientos,
inundaciones, muertes de príncipes y cambios religiosos".
Suetonio, biógrafo de Nerón, contó que en el año
66 el emperador se atemorizó ante el cometa (al que siglos después
se llamaría Halley) que brillaba en el cielo romano. El astrólogo
Balbillus le aconsejó ejecutar a algunos aristócratas para
cumplir, por mano propia, con la profecía de la muerte de un grande.
Veron y Ribes mencionan otros casos: algunos creyeron que "el cometa
de 453 anunció la muerte de Atila; el de 375, la del emperador
Valentiniano. Y la muerte de Mahoma, el de 632". También se
le ha atribuido al del año 814 la muerte de Carlomagno. Señalan
también los autores que en las crónicas españolas
del siglo XVI se consigna que el inca Atahualpa, prisionero de Pizarro,
supo que su suerte estaba echada al enterarse de que se había visto
un cometa.
Se difundió una leyenda entre los simpatizantes de Napoleón,
que luego se extendió por Europa: el día que el militar
vino al mundo, el 15 de agosto de 1769, la aparición de un cometa
presagió su destino excepcional. También se dijo que otro
cometa se veía desde Santa Elena el día de su muerte, el
5 de mayo de 1821.
La visión de otro, en 1861, fue interpretada como anticipo del
retorno de Francisco II, de su restauración en el trono de las
Dos Sicilias y, por si fuese poco, también de la muerte del papa
Pío IX, que no ocurrió hasta 1878.
Un siglo después, en 1973, miembros de la secta Niños de
Dios distribuían en el parisiense boulevard Saint Michel una carta
firmada por su líder, Moisés David, atribuyéndole
a la visita del cometa Kohoutek terribles acontecimientos para la humanidad.
Alejandro Schang Viton
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La
sonda Stardust, cerca del Wild-2. Foto: AP
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Escudos,
coimas y rock
En otros países de habla hispana, la cometa es nuestro barrilete.
En Chile, en cambio, también llaman cometa a aquel individuo que
de tanto en tanto se deja ver por las tardes en el mismo sitio. Es también
un juego de cartas, que requiere memoria y concentración, con el
que se entretenía el rey Luis XV de Francia.
En heráldica, cometa es una estrella de ocho o más puntas
cuya cola ondulante se va ensanchando. En Francia, alrededor de 150 familias
que tienen en su escudo este símbolo sobre las armas.
La expresión francesa tirer des plans sur la comète significa
hacer proyectos calculando circunstancias favorables.
.
Comète fue una de las más importantes redes de evasión
durante la Segunda Guerra Mundial.
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Y fue el nombre del primer barco de vapor mercante europeo, puesto en
servicio en 1812. Y el de una locomotora que iba y venía, en 1935,
de Boston a Providence, Estados Unidos.
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La Central Railroad de Nueva Jersey tuvo, entre 1929 y 1941, un tren llamado
Cometa Azul. Cada vagón llevaba el nombre de un cometa famoso:
Halley, Encke, Tuttle, Holmes, Arrest, Faye, De Vico, Biela y Tempel.
Comet es además el nombre del primer avión comercial de
reacción construido por la empresa inglesa De Haviland en 1952.
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Cometín Sónico es -en la traducción al castellano-
el hijo varón de Los Supersónicos, la serie de dibujos animados
creada por Joseph Hanna y William Barbera tiempo después de que
el mundo bailara el rock de Bill Halley y sus Cometas.
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Finalmente, según el Diccionario lunfardo, de José Gobello,
cometa es sinónimo de coima: Lo que se pagaba al garitero por el
cuidado de las mesas de juego.
La
Nacion, Viernes 23 de Enero de 2004
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