PÁGINAS SOBRE EL LENGUAJE |
Simbolismo fónico y los nombres de las letras del alfabeto
español
a, be, ce, de , e, efe, ge, hache, i, jota,
ka, ele, eme, ene, eñe, o, pe qu, erre/ere, ese, te, u, uve/ve
baja, equis, y griega/ye, zeta
Mariano de Vierna y Carles-Tolrá
Santander
año 2000
El
nombre de las letras -como se verá que se me ocurre pensar- no
se puede explicar solo como un proceso tendente a proporcionar simbolismo
fónico, sino, también por arbitrariedad. Asimismo para
lo que se explica puede considerarse lo gráfico como una fuente
adicional de simbolismo y arbitrariedad, aunque no se haya tenido
en cuenta. Valga como advertencia, que no pretendo ser concluyente, presento
una manera de pensar, puede haber errores que si el lector aprecia me
puede, si es posible, comunicar, o si le ha interestado el asunto tomar
y corregir por su cuenta. A quienes de rechacenplano como falacia
todo el asunto no tengo nada que responder, solo aconsejar que no pierdan
el tiempo rechazándolo :-).
I. El fonema en su nombre
II. El contorno vocálico es uniforme
III. El contorno vocálico es económico
IV. y griega, a veces, ye y uve,
a veces, ve baja
IV. El nombre hache
referencias
Comencemos:
I.
El fonema en su nombre
Se puede considerar
simbolismo fónico el hecho de que el fono o algún alófono
de cada fonema se encuentre entre los fonos del nombre. Esto es cierto
para los siguientes nombres:
a, be, (che), de, e, efe, i, jota, ka,
ele, eme, ene, eñe, o, pe, qu, erre/ere, ese, te, u, uve,
ye/y griega, zeta
Y no se cumple para los nombres:
ce, ge, equis
¿Invalidan
estas tres excepciones: ce, ge y equis
la afirmación de que los nombres de las letras se basan en la
onomatopeya? La pregunta es errónea en cuanto que si se responde
"No." se desestiman las 3 excepciones y si se responde
"Sí." se desestiman los 22 casos en que parece que se
cumple. Digamos, pues, que la onomatopeya es cuantivamente importante,
pero no suficiente. Esto es, que es un principio importante que explica
el nombre de las letras, pero no todas. Pero, ¿qué podría
explicar tales excepciones sin desestimar el principio? Veamos:
1. En el caso de los grafemas <c>
y <g> son excepciones porque:
a) los grafemas <c> y <g> se
leen cada uno según dos fonemas uno de los cuales resulta cuando
se unen a las vocales <e> e <i> y es este sonido de consonante
fricativa el que se halla en la lectura de los nombres.
b) la otra lectura, es la que resulta de la
unión con <a>, <o> y <u> a esta pronunciaciónse
debe que los nombres ce y ge sean excepciones, la razón,
que no se correspondería la cantidad de vocales en los nombres.
Pues como se explica en el apartado III a los fonemas oclusivos corresponden
nombres de una sola sílaba con <e> y a los fonemas fricativos
corresponden nombres con dos sílabas con <e>. Si los nombres
ce y ge se leyeran respectivamente con /k/ y /g/ (leído
como en ke y en gue) no tendríamos a ce y ge como
excepciones.
Podemos
considerar que el ser doble la lectura de <c> y <g> es lo
que hace imposible el simbolismo y produce y obliga a conserva una arbitrariedad;
esta es una suficiente explicación que salva el principio fundamental de que los nombres tienen
simbolismo.
La formación del español supuso
que palabras de origen latino que tenían sílabas <ce>
= /ke/, <ci> = /ki/, <ge> = /ge/ y <gi> = /gi/ pasaran
a pronunciarse respectivamente con /z/ y /x/(/x/ leído como
jota) y que los nombres de las letras cambiaran , si no, adoptaran desde
el principio -no estoy al tanto de este detalle- según una pronunciación
ajena a su posible -o supuesta por mí- original, /ke/ y /ge/ (pienso
que es indiferente la exacta manera historica para seguir este razonamiento).
Esto es, los nombres tienen una forma apropiada <ce>, <ge>
con pronunciación de oclusiva /ke/ y /ge/, pero con pronunciación
fricativa, /θe / y /xe / se pierde el simbolismo del nombre. No obstante, de este
conflicto resultará un impedimento al cambio de los nombres, <ce>
, <ge> porque siguen siendo nombres válidos cuando <c>
= /k/ y <g> = /x/ caso que se da como pronunciación de las letras
ante las letras <a>, <o> y <u>.
2. En el caso semiregular del grafema <x>:
En primer lugar, refiere a dos fonemas, /ks/, no uno,
estos no forman parte del nombre equis.
En segundo lugar, el nombre es etimológicamente onomatopéyico
de /ks/, trátese de pronunciar /ek'si/ y se notará tal onomatopeya. Si ahora se invierte
la posición de la /s/ con la /i/ nos queda /ekis/.
De acuerdo a esto en el nombre de x, equis, hay un simbolismo de naturaleza
onomatopéyica junto con la conocida vocal neutra /e/ que en los nombres
de los fonemas oclusivos se presenta constituyendo la primera sílaba
del nombre de la letra. Claro está que el sonido /k/ de /ks/ como
pronunciación de <x> es un fonema oclusivo.
II.
El contorno vocálico es uniforme
Se puede considerar
que los nombres de las letras tienen simbolismo fónico porque
a parte de incluir el fono o un alófono del fonema a que refieren,
el contorno vocálico del nombre es uniforme y neutro. Es decir,
tenemos que las consonantes no se pueden pronunciar del modo apropiado
si no van en una sílaba y que una vocal concreta forma parte de
la mayoría de los nombres de las letras del abecedario español,
tal vocal es la que se pronuncia al leer <e>.
¿Por qué siendo 5 las vocales no hay mayor variedad
de ellas en los nombres del alfabeto? Una explicación es que
lo que importa es destacar o presentar la lectura de la letra del modo
más claro posible. Por un lado, de entre las 5 vocales, parece
que sería conveniente escoger una como contorno o marco de la
consonante. Por otro lado, la <e> en castellano es la letra que
se lee requiriendo la menor tensión articulatoria. Es decir, la
pronunciación de <e> es la de la vocal que menos energía
requiere para ser articulada; la que, asimismo, es menos marcada - o
es más básica-; la que es, en definitiva, más neutra.
En resumen: ¿cuál sería
el mejor modo de poder enmarcar un fono consonántico?
La repuesta es que: el vocálico más neutro. Y en castellano
-o español- este vocal es el de laa lectura de <e>.
Las excepciones representadas por los nombres
jota, zeta, qu, ka y hache se van abordando en el curso de lo que
sigue porque unos razonamientos ayudan a otros y es preferible presentarlos
de manera ordenada. Pero, en cualquiere caso la idea es que una excepción
precisa de una explicación si se desea mantener la valdiez del principio;
las excepciones no confirman la regla si no hay un rzoamiento que la justifique. Así que el anterior
principio se puede precisar así:
¿cuál sería
el mejor modo de poder enmarcar un fono consonántico? La
repuesta es que: el vocálico más neutro. Esto es así,
si no es imposible por otra causa o porque. Y en castellano -o español- este vocal es el de
la lectura de <e>.
III.
El contorno vocálico es económico
Hay bastantes letras
cuyo nombre solo tiene <e> por contorno son:
be, ce, de, efe, ge, ele, eme, ene, eñe,
pe, erre/ere, ese/ te
Como
un punto más de interés nótese que de entre estos
nombres regulares los que corresponden a sonidos no interruptos presentan
dos vocales:
efe, ele, eme, ene, eñe, erre/ere,
ese, ...
mientras que en los nombres de las letras en
que se leen fonemas con oclusión interruptos se presenta una sola
vocal:
be, de, pe, te, (che)
Donde se presenta una sola <e>. Explicación:
en la pronunciación de los consonánticos oclusivos iterruptos
y en los africados -en los que también hay una interrupción-
siempre se produce una pausa total, el nombre de estos representaría
el sonido a partir de dicha pausa no requiriéndose de una sílaba
previa como marco. Las letras en que se leen sonidos fricativos, nasales
y líquidos (aproximantes), es decir, los sonidos consonánticos
continuos y los vibrantes no se pronuncian partiendo de pausa o la pausa
está contenida una o más veces en el sonido, entonces, parecen
precisar como mínimo de dos vocales como contorno.
Podemos afirmar que en principio: los
nombres de las letras incluyen lo necesario y nada más
que lo necesario para expresar el fonema simbólicamente.
Veamos las no pocas excepciones que,
también, hay a este principio:
A.
De nuevo ce y ge
ce y ge, estos son nombres de dos letrasm
<c> y <g>, que han venido a ser, asimismo, excepcionales. Pues, además,
del sonido fricativo que se lee en el nombre, se leen como oclusivos
con las vocales <a>, <o> <u>. Etimológicamente
<c> se leía solo como /k/ y <g> solo como /g/. Las
sílabas formadas con estos dos fonemas y los vocales /e/ e
/i/ al pasar al español cambiaron su pronunciación /ke/
a /ze/ y /ki/ a /zi/; /ge/ a /xe/ y /gi/ a /xi/ llegando a la situación
actual. Pero los nombres de las letras responden aún a la etimología
en su forma escrita aunque no hay correspondencia simbólica exacta
posible porque su lectura es doble.
Digamos que: los nombres de las letras,
a veces, muestran sus orígenes o etimología porque
el cambio está trabado u obstaculizado, así se explica
la arbitrariedad.
B.
Los nombres jota, zeta, qu y ka
La arbitrariedad o falta de simbolismo fónico en los nombres
de ce y ge es, en adición, una buena razón
como causa para explicar cuatro excepciones más:
jota, zeta, qu, ka
i. los nombres jota y zeta
dos nombres tan excepcionales dentro de los nombres de letras en castellano
como son zeta y jota corresponden a letras <z>
y <j> que se leen respectivamente solo como /θ/ y solo como /x/. Sus nombres siguiendo el principio
de regularidad definido para las letras de lectura fricativa debieran
ser: eze y eje, pues, los fonemas fricativos requieren
dos vocales como contorno de articulación. Pero, resulta que
los fonemas /θ/
y /x/ ya se hallan en la lectura de ce y ge. Basta
esto para entender, pues es pertinente pensar que esto bloquea
toda posibilidad a que funcione el simbolismo fónico en la construcción
de sus nombres. Así la idea viene a ser que <z> se llamaría
zeta porque el nombre ce se lee como ze interfiriendo en que <z>
se llame "eze" y <j> se llamaría jota porque el
nombre ge se lee como je interfiriendo en que <j> se
llame "eje".
ii. los nombres qu y ka
Asimismo, los nombres qu y ka que comparten
la lectura /k/ podríamos esperar que hubieran tenido el nombre
de que y ke. Pero, asimismo, podemos esperar
que lo impida el que ambas tendrían un nombre con la misma lectura
y que -de nuevo- en el nombre de ce se representa a una letra
de lectura /k/ como interferencia necesaria adicional; de otro modo
no se explica por qué no hay ninguna letra con un nombre que se pronuncie
/ke/.
Digamos, otro principio: algunos
de los nombres más excepcionales o arbitrarios de las letras
se dan cuando no pueden ser regulares por interferencia de otros nombres
de letra que son irregulares. Es un efecto de bola
de nieve.
IV. y griega, a veces, ye
y uve, a veces, ve baja
A. El nombre de y: y griega o ye
Para entender por qué el nombre de <y> es ye
o y griega y no eye o y. Podemos pensar
que el nombre eye lo impide elle, aunque esto pueda
ponerse en tela de juicio diciendo que y y ll corresponden a fonemas
distintos inclusive a pesar de su neutralización más
bien reciente. Pues, la idea sería que el fonema que se lee en
<ll> y el que se lee en <y> no infrecuentemente el sonido se
confunde. Por otro lado, el nombre de i para <y> lo impide
el de la vocal i.
B. El nombre uve, a veces llamada
ve baja
Una excepción más es el nombre uve. Este es
el nombre de una letra, la <v>, asimismo excepcional, que ha causado
bastantes problemas, ya por su confusión con la <u>,
ya por creerse que tuviera lectura fricativa cuando es igual que la de
<b>. Por esto último, se podría llamar ve,
pero el nombre ya existente de be se lo impide. Esto
se evita en la versión ve baja de su nombre que nos da una
bonita prueba de que ve podría ser su nombre en otro caso. De
la <u> de uve podemos entender que se explica
por razón etimológica de su uso antigüo compartido con la
<u>. Pues, la expresión u be, la u que es
be, así lo demuestra.
Podemos afirmar tras los numerosos ejemplos vistos
que, los nombres toman más elementos
de los necesarios o elementos irregulares cuando hay otro nombre que
les sería apropiado y con el que resultarían confundidos.
IV.
El nombre hache
La última excepción es el nombre hache,
pero, baste mencionar que <h> no tiene lectura sonora y ya no
es precisa explicación. A no ser que por el contrario lo expliquemos,
así, su nombre presenta dos veces el grafema de que es nombre -contra
una vez para todos los demás nombres de letra- y su nombre
está dotado de gran sonoridad tanto por el fonema vocálico
/a/ como en el consonántico africado /ts/.
Un último principio: un nombre
que no puede ser simbólico por la propia naturaleza de lo representado
pero sí se puede representar la naturaleza opuesta se simboliza
por esta por ser la única representación factible y por tanto
ser pertinente.
Este principio no es contrario a la implicación
material de la lógica, donde: si no-p entonces p, es una fórmula
tautológica; tautológica en cuanto que si p es cierta la formula
es cierta. Esto es, si p entonces si no-p entonces p, es una tautología
que explica que si algo es se puede deducir que es de la negación
de que es.
A modo de conclusión el lenguaje no se explica por medio de trivialidades,
ni por arbitrariedades, sino por principios de representación
sencillos que pueden dan lugar a una gran complejidad. El simbolismo fónico en el caso del nombre de
las letras se puede entender A. como un simbolismo en parte de origen tanto natura como convencional, es decir,
como una clase de onomatopeya convencional. Pero, B. creo que no son
suficientes esos origenes onomatopéyico y convencional para explicar
todas sus características. Es decir, en la naturaleza del simbolismo
hay, también, una causa natural no controlada por el agente que inventa
el nombre a la que podemos llamar principio de relevancia. C. la arbitrariedad
no contradice el simbolismo. La arbitrariedad accidental se debe a causas
que como en este estudio han resultado objetivables: introducción
de letras, cambios parciales de su lectura, competencia de funciones,
efectos bola de nieve... D. la arbitrariedad necesaria o inherente a
toda representación no prevalece sobre la acción de la naturaleza
ni anula la acción de la naturaleza sino que es parte con la naturaleza
de la representación.
referencias
No conozco referencias sobre simbolismo designativo. Pero, si se desea puede
echarse una ojeada al simbolismo gráfico
de las letras de que trato en otra página donde me extiendo más
en explicaciones y en tratar de comprender el simbolismo fónico.
Algunos de estos aspectos léxicos ya los mencionaba Sócrates
entre incrédulo y convencido de manera intuitivo en el diálogo
platónico Crátilo.
David Crystal (1987): Enciclopedia del Lenguaje, de la Universidad
de Cambridge. Edición dirigida por Juan Carlos Moreno Cabrera.
Editorial Santillana, Madrid 1994.
Platón (427-347 a. de C.): "Cratilo", traducción de J.
l. Calvo, en Diálogos II. Editorial Gredos Madrid 1983-1999.
Gregorio Salvador y Juan R. Lodares: Historia de las Letras.
Editorial Espasa Calpe, Madrid 1996.
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