- Toma tu mano y toca mi sien. ¿Lo notas?
- Sí...
- Como un pálpito, ¿verdad?
- Sí... el cerebro late...
- Bueno, algo parecido, sin duda. Late el corazón, pero por ahí es por donde le llega buena parte de la sangre a los sesos.
- ¿Y es ahí donde...?
- Exacto, nena.
- No sé... ¿Estás seguro?.
- Sí. Seguridad es mi segundo nombre.
- Vaya, pues no lo sabía.
- Pues ahora ya lo sabes, nena. Y morbo debería ser el tuyo...
***
- Mmmm... ¿qué haces?
- ¿No lo sabes?
- Sé que tienes tu mano entre mis piernas...
- ¿Y entonces? ¿Tú que crees que hago?
- ¿Estás intentando meterme mano?
- No, nena. Estoy intentando romperte las bragas para tocarte el coño.
- Lo que yo decía.
- Eres muy lista, ¿sabes?
- Y tú un fresco... mmmm... con unos dedos tan suaves...
***
- Me encantan tus pezones. Lo sabes, ¿verdad? Me vuelvo loco sólo con mirarlos, y ya ni te cuento cuando te los toco o te los beso o te los chupo...
- Podías chupármelos ahora...
- ¿Están duros?
- Como piedras.
- A ver... Déjame comprobarlo...
- Mmmmm...
***
- Creo que has aprendido mucho desde que estás conmigo, nena...
- ¿Por qué?
- Las primeras veces te daba vergüenza tocarme la polla...
- Era tan gorda... me parecía desagradable.
- Después me la chupabas, pero poco más...
- Ya sabes: la confianza.
- Y ahora te cabe entera en la boca, y parece que te encanta comérmela...
- Es que me encanta, niño... ¿Acaso a ti no te gusta comerme el coño?
- Sabes que sí, nena.
- Pues entonces calla, que es la hora del almuerzo.
***
- Tengo la impresión de que ya he vivido esto.
- Eso no es raro, nena... no es la primera vez que follamos.
- No... Quiero decir, este momento concreto, la forma en que me mirabas, el gemido que se me ha escapado... cómo se dobla la sábana en mis piernas... no sé...
- Será un dejà-vu de ésos que dicen.
- ¿Un qué?
- Yo que sé... Olvídalo. ¿Por dónde íbamos?
- Ibas a vestirme de princesa con la lengua.
- Exacto. Ahora diseñaré tu sujetador de pedrería.
- Mmmm... ¿Sabes? Es una sensación fantástica, cuando me mojas los pezones y después les lanzas aire...
- ¿Te gusta el sujetador que te he diseñado?
- Me encanta.
- Pues espera a ver las braguitas a juego.
**
- Oye...
- ¿Mmm?
- Quiero sentirte dentro... ya...
- ¿Ya?
- Sí... no seas malo...
- ¿Yo malo? ¿Y tú qué?
- Yo mala...
***
- Uff... Ve despacio... Está muy gorda...
- A mí no me lo digas.
- ¡Pues a quién se lo voy a decir!
- Si está así es por tu culpa.
***
- ¿Te gusta?
- Sí...
- Dímelo... Me encanta oírte... ¿te gusta?
- Sí, mi amor, ¡sí!
- ¿Qué quieres que haga ahora?
- Que no pares, mi vida... que no pares...
***
- No puedo más...
- ¡Ni yo!
- Córrete conmigo...
***
- Ha sido fabuloso, ¿sabes?
- Sí...
- Bufff... Estoy toda sudada.
- Y mojada...
- Y mojada, sí... Y tú también... pareces un cerdo...
- Gracias. Oink, oink...
***
- Entonces, ¿estás seguro?
- Sí.
- ¿Ahí?
- Justo.
- ¿Me dejas que te bese antes?
- Claro, nena.
***
- ¿Y mañana?
- Mañana, ¿qué?
- Que qué voy a decir...
- Dí lo que quieras.
***
- Te voy a echar mucho de menos.
- Tiene que ser así, nena. Esto ya no tiene demasiado sentido. Pásame la pistola.