Nicholas O'Halloran

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Chuva (una excusa para ponerme triste)

De pronto se ha puesto a llover, y no sé porqué, pero he sentido la imperiosa necesidad de abrir la ventana, de apagar la luz, de encender un cigarrillo. Cae la lluvia, y fumo. Y claro... fumo...

Longe de ti são ermos os caminhos,
Longe de ti não há luar nem rosas,
Longe de ti há noites silenciosas,
Há dias sem calor, beirais sem ninhos!(1)

Me ha venido a la mente, necesario, tu recuerdo. El recuerdo de una tarde como ésta, en la que de repente empieza la tormenta, sin aviso previo. Pero tan lejos... Ya cinco años... Pero tan lejos... En la otra otra punta de la península, en esa suave cidade do sal, do mar... Mi primera tarde en tu Lisboa, recién llegado.

Acababa de abandonar el equipaje en el hotel, aquel hotel Florida, para hundirme en Alfama, para callejear, para saborear una ciudad que amaba antes de conocerla y que, una vez allí, me robaba el corazón en cada esquina. Hay que abandonar las avenidas para que las ciudades hablen. Demasiado ruido en las grandes vías.

Aquella esquina, la cuesta, la otra esquina, el café... y tú... Morena, claro, cómo si no. De negro. Siempre pensé que era porque hacía poco que había muerto el fado hecho mujer, Amalia Rodrigues. Pero no, es tu color, vuestro color, el color de la saudade, el único color posible si nace el color del alma y el alma es portuguesa y el alma siente.

Está lloviendo y acaba de gritar el cielo con su voz de trueno. Igual que cuando llegué a ti, o llegaste a mí, en aquel café de Alfama, bajo la lluvia, coincidiendo en la puerta.

Tus ojos y tu voz, tu "perdão", mi "lo siento" y tus ojos de nuevo al verme distinto, verme extranjero, oírme español. Y el café compartido de los dos fugitivos de la lluvia, porque eso éramos aquella tarde.

Tu historia era triste, tejida con ausencias, pero no gris. Intensamente triste, no con la tristeza de lo anodino, sino con la profunda tristeza de la vida vivida en plenitud. Mi historia, tan distinta, tenía los colores de mi mediterráneo, los sabores de mi tierra y su luz, el ruido de las mascletaes y la alegria de la festa.

Y recitaste,

Eu tenho, Amor, a cinta esbelta e fina...
Pele doirada de alabastro antigo...
Frágeis mãos de madona florentina...
- Vamos correr e rir por entre o trigo! (2)

Y a mí me sonó al mejor de los ofrecimientos, y te participé de mi estancia de una única semana, por motivos mixtos de placer y trabajo pero, en todo caso, trabajo a partir del lunes, y era sábado. Y me dijiste que sólo serías dos días a mi lado, que después tu vida volvería a la oscuridad.

Me sonó extraño, pero lo acepté. Y decidimos no esperar a que dejase de llover. Tenías, cierto, la cintura esbelta y fina, la piel dorada de alabastro antiguo, unas manos frágiles de Madonna florentina... pero no fuimos a correr y reir entre el trigo, sino a tomar el elétrico 28, que era el que me acercaba a tu vida, a tu mundo, a tu casa. Me presentaste la ciudad desde sus ventanas y te me fuiste presentando tú también lentamente. Y yo contigo, claro, y yo contigo, recorriendo la parte antigua de esa cidade entre dois braços de água, um de sal, outro de nada, água doce, água salgada.... A veces el idioma era un problema, y abandonaba yo mi castellano para parlar-te en valencià, molt més pròxim a la teua llengua, y me decías que te gustaba el castellano, que te parecía un idioma muy dulce, pero que aún más dulce era el valenciano. Y te comentaba que Cervantes ya lo dejó escrito en El Quijote, cuando habla de los libros que salva del fuego y menciona al "Tirant lo Blanc".

Éramos poetas bajo la lluvia de Lisboa. Hicimos de la poesía la razón de ser y existir. La poesía salió a la calle, reconocimos nuestros rostros...(3), fuiste Florbela y yo quise elegir para mí Garcilaso, pero tuve que ser Pessoa, porque eras tú y era yo y era Lisboa. Y por eso, y antes de acabar nuestro viaje en el 28, te dije aquello de

Não: toda a palavra é a mais. Sossega!
Deixa, da tua voz, só o silêncio anterior! (4)

Tuve que decírtelo, porque tú querías contarme de ti, tu historia y sus días, y yo ya sólo quería besarte. Era ansia de ti, nacida de un viaje hacia donde sabía que habitabas, aunque no te conociese. Y antes de llegar a nuestro destino, te besé.

Te lo digo hoy, porque está lloviendo y me has venido a la mente con una presencia de la que no puedo escapar, pero no te lo dije en ese momento: tus labios besaban tristes. Pensé de nuevo en la saudade hecha vida en tu boca. No te dije nada. Sólo volví a besarte porque con los besos pasa lo mismo que con los cigarrillos: son adictivos y es difícil quedarse en uno solo. Para cuando bajamos del elétrico, mi lengua ya habitaba el cielo de tu boca.

Teníamos dos días, algo menos ya, apenas nada. Y los aprovechamos, porque lo bueno que tienen los amores acotados es que no rompen corazones, sino que los hacen vivir dentro de sus lindes hasta el infinito. Y así quisimos ser nosotros en ese fin de semana en Lisboa: dos criaturas en un coto que sólo gobernaba el destino, el hado, o algún dios desconocido para el resto de los hombres y sus religiones.

Hice el amor a tus ojos con los míos y te conocí, desnuda el alma, antes de desnudar tu piel. No necesitábamos más que estar, más que ser, más que ser poetas. Cuando puse mis manos en tus caderas para traerte hacia mí, ya en tu comedor, me dijiste

Eu bebo a Vida, a Vida, a longos tragos,
como un divino vinho de Falerno!
Pousando em ti o meu olhar eterno
como poussam as folhas sobre os lagos...(5)

Entendí la advertencia, y me lancé a esa mirada eterna hecha cuerpo y vida, Vida, sabedor de que igual que el otoño acaricia con sus hojas marchitas la superficie queda de los lagos debía yo acariciar tu piel. Fui tacto suave bajo la blusa, cercando con mis manos de pianista tu talle, interpretando lento un nocturno de Chopin a través de tu vientre y tu espalda y tu pecho. Te dije al oído

Bem sei. Tudo isto é um sorriso
que é nem sequer sorriso meu.
Mas para meu não o preciso:
basta ser de quem mo deu. (6)

Y me la dabas tú, la sonrisa y la vida, Vida, a manos llenas. Y fue tu boca en escorzo la que besó mi cuello mientras te desnudabas aún más el alma

A Vida, meu Amor, quero vivê-la!
Na mesma taça erguida em tuas mãos,
bocas unidas, hemos de bebê-la! (7)

Y la bebimos como pedías, en un beso lento y profundo que pensé que podría partir la historia de la humanidad en dos. Eran bocas unidas, es cierto, pero también eran vidas y almas y cuerpos y corazones unidos, porque en aquél momento eras amiga... noiva... irmã... o que quiseres!. Y tú lo sabías y lo aceptabas. Eran dos días, pero en esos dias, por ti, todos os céus terão estrelas. Y quisiste crucificarte en una cama a la que me guiaste a puro besos, porque sabíamos que no podíamos malgastar el tiempo de esa Vida de dos días que estábamos obligados a apurar hasta las heces (cfr. 8).

En la cama, extendida sobre ella, tú. La blusa abierta, el pecho al aire, oculto sólo por un sostén negro y delicado, unos vaqueros que ya han sido desabrochados pero siguen ahí, anticipando a la imaginación lo que a la vista ocultan. Y te miro y me miras y te deseo. Y en el fondo de tus ojos sé que sobre esa cama está mi auténtica soror saudade, la que fui buscando a Lisboa porque sabía que existías y habitabas allí. Porque no podía ser de otra forma. Claro.

Beso tu pecho de piel y calor, beso tu pecho de mujer despacio. Y tus manos buscan mi cara y me las ofreces al beso sobre tu cuerpo.

Beija-me as mãos, Amor, devagarinho...
Como se os dois nascêssemos irmãos,
Aves cantando, ao sol, no mesmo ninho... (9)

Claro que te beso, cómo no besarte. Las manos y los brazos y el alma entera, si tal beso fuera posible. Tus manos...

As tuas mãos terminam em segredo.
Os teus olhos são negros e macios
Cristo na cruz os teus seios esguios
E o teu perfil princesas no degredo... (10)

Me hago creyente para besar ese Cristo en la cruz de tus senos. Me hago creyente de tu cuerpo y tu carne y tú. Tú. Me has quitado la camisa, siento mi vientre desnudo junto al tuyo. Y te quito necesariamente la blusa y te desprendes del sostén. Te abrazo, porque necesito hacerlo, porque tengo que sentir tu pecho junto al mío, porque no hay otra forma de juntar más los corazones, de ser más tú, de ser menos yo.

Separo mi cuerpo del tuyo, la distancia de los brazos que me sostienen sobre ti. Y te miro. Como eres minha irmã, minha soror saudade, lees mi pensamiento. Y besando mi cuello te desprendes de tu pantalón y rodeas mi cintura con tus piernas desnudas. Necesito desnudarme para ti, contigo. Necesito sentirte en plenitud, en la plenitud de una Vida que ha vivido siempre y que, sin embargo, existe sólo desde hace unas horas. Necesito vivir esa Vida a toda prisa, porque morirá pronto. Sabíamos del final antes de que llegara y por eso no hay dolor de pérdida, sino intención de apurar cada segundo. Y para eso, no ayuda el pensar.

Tortura do pensar! Triste lamento!
Quem nos dera calar a sua voz! (11)

Tu ropa interior no existe, ni la mía, finalmente. Nada entre nosotros, sólo nuestra propia carne y piel. Quiero recorrerte entera, sin separar mis dedos de tu cuerpo, sin levantar la lengua de ti. Y tú lo intentas también, al mismo tiempo. Y somos una danza absurda e interminable de besos y caricias por todos los lugares de nosotros mismos. Me besas la ingle y te beso el codo. Me besas el tobillo y te beso las cejas. Te beso el cuello y me besas el hombro. Te beso un glúteo y me besas el costado. Mis manos han pasado torpes sobre tu sexo. He sentido como te estremecías. Iban de camino a buscar apoyo junto a tu cuerpo, y tropezaron con él. Toda tu piel sintió mi mano en ella. Decido que toda tu piel ha de sentir mi beso, del mismo modo. Y beso tu sexo. Y besas el mío.

De lado, frente al otro, besando y buscando y encontrando placer en el sexo ajeno y en el propio, gastamos nuestras pocas energías hasta sentir que la noche ya es la única dueña de nuestros cuerpos desnudos. Bebo de ti brindando por ella. Me ofreces el jugo de tu placer cuando a mí me recorre el mío. Gozamos abrazados al otro, unidas bocas y sexos. Cuando te beso después, lenta y profundamente, somos saliva y semen y flujo. Somos dos vidas en una sola. Somos la Vida.

Poisa as mãos nos meus olhos, com carinho,
Fecha-os num beijo dolorido e vago...
E deixa-me chorar devagarinho... (12)

Lo hago y lo haces. Ahora en mi boca está la sal de tus lágrimas, cuando antes estuvo la sal de tu placer.

Dame as mãos, a boca, o teu ser.
Façamos desta hora o resumo
do que não poderemos ter. (13)

Fui en Lisboa, porque fui tuyo y tú mía y fuimos uno. Sólo unas horas, una Vida.

Andava na chuva quando dei de frente com esta recordação. Uma boneca de trapos não se parte se cair. Fizeste-me a alma em farrapos... Bem: não se pode partir.

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(1) Fumo, soneto de Florbela Espanca, en Livro de Soror Saudade (1923).
(2) Passeio no campo, soneto de Florbela Espanca, en Charneca em flor (1930).
(3) De la canción 1968, de Joaquín Sabina (Inventario, 1978).
(4) L'homme, de Fernando Pessoa, en Poesías inéditas 1919-1930.
(5) O Nosso Mundo, Florbela Espanca, Livro de Mágoas (1919).
(6) Fernando Pessoa, 24-08-1930.
(7) O Nosso Mundo (vid. 5)
(8) Crucificada, Florbela Espanca, Charneca em Flor (1930).
(9) Amiga, Florbela Espanca, Livro de Mágoas (1919).
(10) Fernando Pessoa, 24-06-1914.
(11) Angústia, Florbela Espanca, Livro de Mágoas (1919).
(12) Nocturno, Florbela Espanca, Livro de Soror Saudade (1923).
(13) A Outra, Fernando Pessoa, 28-07-1935.

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