Indice General

Colección Inéditos de Nahuel Moreno El Frente Unico Revolucionario

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La discusión sobre Colombia (1985 – 1986)

La discusión sobre México

 

Nahuel Moreno

 

Secretariado Centroamericano —SECA—

Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo —CITO—

http ://www.geocities.com/obreros.geo/

mail : [email protected]

Edición electrónica Diciembre 2001

(Tomado de Ediciones Crux, Buenos Aires, 1994)



   

Indice

Conversación entre Nahuel Moreno y Alberto Frank Noviembre de 1986

Carta abierta del Secretariado Internacional de la LIT-CI al partido

APÉNDICE LA DISCUSION SOBRE MEXICO

Comite Ejecutivo Internacional Abril de 1986


Conversación entre Nahuel Moreno y Alberto Frank
Noviembre de 1986

Moreno: Vayamos al problema político, que es gravísimo. Si somos un partido leninista, [ante] cada secuestro [nuestro periódico] tiene que salir con un titular diciendo que es una nueva canallada de la guerrilla. [Te voy a leer] la línea de la III y la IV, resumida por Lenin:

“No se consienten en términos generales las expropiaciones de bienes privados. La de bienes fiscales no se aconseja y sólo se admite bajo el control del partido –no de la propia guerrilla, tiene que haber partido– y a condición de que los recursos se destinen a las necesidades de la insurrección –sólo cuando estás cerca de la insurrección podés hacerlas–. Las acciones guerrilleras bajo la forma de terror se aconsejan en contra de los agentes de la violencia del gobierno y de los miembros activos de las centurias negras, pero bajo las siguientes condiciones: 1) tener en cuenta la opinión de las grandes masas; 2) tomar en consideración las condiciones del movimiento obrero en la localidad de que se trata; 3) procurar no despilfarrar la fuerza del proletariado.”

Te puedo leer las otras citas de Lenin: “No se debe nunca considerar la guerra de guerrillas como el único, ni siquiera como el fundamental método de lucha, sino que debe supeditarse a otros...”.

Esta es la otra discusión que yo quiero hacer con vos, para ver si llegamos a un acuerdo político.

Frank: Para mí no hay una posición de parte de Simón y su sector de hacerse guerrilleristas ni de considerar la guerrilla como el método fundamental.

Moreno: Pero están al lado de gente que sí lo considera. Ellos no dan la batalla minuto a minuto. Si querés te traemos las citas de Lenin sobre lo que se hace con las organizaciones guerrilleras: se las respeta pero la independencia debe ser total, no puede haber unidad de ningún tipo. Porque [el partido y la guerrilla] son cosas contradictorias, y existe [tanto] el peligro de hacer un POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) como la posibilidad de hacer un partido revolucionario en el acuerdo esperando la ruptura. Entonces hay diferencias muy grandes, de principios.

Frank: Cuando el documento nacional dice que apoyamos todas las acciones guerrilleras da una versión polarizada y unilateral del asunto. ¿Pero condenamos todas las acciones de la guerrilla?

Moreno: En principio, sí, porque no dependen del partido ni dependen del movimiento de masas. Es decir, todos los que han matado allá no son gente odiada por el pueblo en su conjunto, porque el pueblo en su conjunto es liberal y conservador.

Frank: Hasta donde yo entiendo, unas acciones de la guerrilla pueden ser defendidas, muchas de ellas condenables.

Moreno: Casi todas.

Frank: Ahora, en un país donde la guerrilla es un método tradicional de lucha, es cotidiano, ¿qué diferencia hay? ¿Nosotros defendemos todas las acciones del FMLN en la guerra civil de El Salvador?

Moreno: No sé. Yo qué sé si se cumplen las condiciones de Lenin. Me parece que el FMLN es mil veces más fuerte que toda la guerrilla de Colombia junta, porque las FARC, que son una potencia, sólo sacaron 300.000 votos.

Frank: Entonces lo que condiciona nuestra posición sobre la guerrilla es si hay un campo militar de cierta fuerza que implique que se cumplan reglas de guerra...

Moreno: Estamos en contra del campo militar, estamos por el partido. En eso estamos con Mao: el que debe manejar la guerrilla es el partido. Mao utilizó la guerrilla porque lo derrotaron.

Frank: En eso no tenemos diferencia: el partido debe presidir todo. No podemos hacer parte de un partido revolucionario si la guerrilla que subsiste no está bajo su estricta autoridad.

Moreno: Pero nada de eso existe. El ELN incluye a A Luchar como su organización de masas, y yo creo que ése es el plan de ellos.

Te voy a dar mi impresión, a ver si discutimos. Ellos no tienen ni un Simón ni un Miguel Angel para que les dirija el periódico, ni tienen 200 o 300 militantes organizados como nosotros, acostumbrados a vender periódicos: entonces, para lograr su periódico, nos tienen que hacer concesiones. Ni están por hacer un partido ni nada, porque lo que ellos quieren ya está hecho.

Eso no quiere decir que no hay contradicciones ni crisis. Hay crisis, y cada vez va a ser peor, y a lo mejor hasta desaparecen las organizaciones guerrilleras, y hasta las civiles. Lo único que te digo es que no existe partido, existe la organización guerrillera, por el momento, a la cual hay una mayor o menor sujeción de organizaciones formadas por ellos, que no son obreros ni revolucionarios ni nada, porque no dicen que la guerrilla tiene que supeditarse a nosotros. Al no decirlo, es como si fueran peronistas o militantes de Sendero, más o menos inteligentes.

Dentro de esa guerrilla hay algunas [organizaciones] inteligentes, como el ELN, que apoyan más el desarrollo del movimiento de masas gracias a que casi no hacen guerrilla en este momento, cosa que [está] muy bien. El M-19 hace lo contrario y origina un desastre, una guerra de bolsillo, como la que originaron los Tupamaros y los Montoneros.

En la Argentina no hubiera habido golpe de Estado si no hubieran existido los Montoneros, porque uno de los principios fundamentales de la guerrilla, un principio básico, es que hay que hacer esfuerzos denodados para que se dé un golpe de Estado, y que por eso hay que meter candela y candela, matar y matar.

Para nosotros la base de todo es el proletariado. Cuando el proletariado entienda lo que significa el armamento, se arma, y si no, hay que esperar cinco, diez años. Por ejemplo, al proletariado peruano ahora lo veo más débil que cuando cayó Velasco Alvarado, porque lo veo haciendo menos barricadas. No ha perdido nada de su potencialidad ni ha dejado de ser revolucionario, pero han logrado desinflarlo un poco. Hubo levantamientos en todos los lados y lo derrotaron.

Ahora existe el peligro de que [los compañeros en Colombia] hagan un partido poumista, porque [un partido así] es grande, es bueno, no tenemos principios, tenemos principios unas veces y otras no. Tenemos que aprender de Nin. El caso de Simón [es el mismo]. A Simón lo van a llevar de secretario general, como a Nin. Nin [en el POUM] votaba en mayoría muchas veces, y en las cosas grandes votaba en minoría. Los del POUM decían: “¿Para qué lo vamos a tener a Nin en la vereda de enfrente?, tengámoslo dentro del partido, si [de todos modos] tenemos mayoría”. Entonces perdían muchas votaciones y Nin ganaba y decía: “¿Para qué me voy a ir? Trotsky no entiende nada”. Andrade, siendo muy honesto, sigue diciendo eso. Dice que cómo nos íbamos a perder un partido de 20.000 militantes.

Pero llegado el momento del Frente Popular, en el momento en que Companys [el presidente de Cataluña] cita a todos los dirigentes del movimiento obrero y les dice: “Cataluña es de ustedes, les entrego Cataluña”, el POUM y todos le responden diciéndole que siga en el gobierno. Entonces, la derecha cumplió el rol que quería, y siguió con su gran consigna: “Dictadura del proletariado”.

La explicación que dieron era que Companys no mandaba nada, [cosa que] era verdad, porque todas las fábricas estaban en poder de ellos. Se hizo una comisión económica con Diego Abad de Santillán y Nin para dirigir toda Cataluña. Entonces, el POUM decía que eran los reyes de Cataluña. Y no era así; tenían razón los seis o siete trotskistas. Por eso los trotskistas se abrieron camino hacia la CNT, [la central obrera anarquista,] y el POUM no. Si el ascenso revolucionario hubiera seguido en España, los trotskistas se tragaban todo, como en Bolivia, porque la juventud anarquista y los amigos de Durruti empezaron a avivarse del juego y vieron que el asunto era tener una política principista.

Entonces, el problema de hacer partidos grandes, el problema de los atajos, es muy peligroso. Yo opino que la guerrilla es la más grande valla a la formación de un partido revolucionario en Colombia y a que en Colombia no haya huelgas sistemáticas como en Perú. No sé en qué medida la burguesía la deja [correr]. Carmen [Carrasco] me felicitó por mi [afirmación de que] la guerrilla cumple el rol de destruir a la vanguardia, porque ha hablado con un compañero del partido y le dijo que todos los [luchadores] más brillantes de su generación han muerto, todos. Para la burguesía [colombiana] es una alegría porque, al revés del Perú, donde todos [los luchadores] van al movimiento obrero a hacer huelgas generales e insurrecciones, [la guerrilla en Colombia] los saca del movimiento obrero, o los hace logísticos, base de apoyo, [les dice:] “Escondan a tal persona, guarden tales armas, por doce días no milite tan duro en el movimiento obrero”.

Estamos discutiendo concepciones distintas. Yo no digo que tengo razón, pero te pido un esfuerzo para que entiendas cómo vemos [esto] nosotros. No vemos al partido combatiendo eso, y vemos que la más grande traba de la revolución es la guerrilla, porque atrae a los jóvenes. De esa juventud que van a hacer en común [con las otras organizaciones de A Luchar] el partido no va a ganar a nadie, porque esa juventud está de acuerdo con la guerrilla que echa tiros. Sólo los podemos convencer si echamos tiros o por medio de una polémica y una contradicción. Lo que hace el M-19 está provocando la muerte de centenares y centenares de militantes que podrían ser grandes militantes del movimiento obrero. Como los miles y miles de activistas obreros que ha [llevado a la muerte] la guerrilla.

[La guerrilla] es una valla hacia la construcción del partido. El peligro es que, en vez de aceptar que la valla existe, en vez de ser buenos marxistas y esperar –como Marx, que dijo que no venía la corriente a favor y se dedicó a escribir El Capital– , busquemos los atajos. Mientras esa guerrilla no esté destruida no vamos a ser partido de masas, y cuando se destruya vamos a ser gran partido. Hay que pensar cómo se la destruye, propagandísticamente, porque es un producto social. No vamos a decir que [hay que destruirla] físicamente porque entonces tienen más apoyo. Pero ante las masas hay que hacer lo que dice Lenin.

La Revolución China triunfó no por la guerrilla sino porque le dieron la tierra a los campesinos y Chiang Kai-shek se quedó sin apoyo. Fue un movimiento de masas. Antes [de eso] el PC y la guerrilla estaban liquidados. Cuando llegaron al norte habían perdido las nueve décimas partes de su fuerza. La famosa Gran Marcha es [en realidad] la gran derrota. Tuvieron la gran “suerte” de que Japón invadió y surgieron comités espontáneos en toda China –que no tenían nada que ver con el PC porque estaba destruido– de resistencia a la invasión japonesa, y el PC se avivó. Tuvo la suerte de que lo poquito que le quedaba estaba en el norte, y los japoneses invadieron por el norte. Meterse en los comités de resistencia –que eran espontáneos, donde intervenían hasta los ricos de la aldea– empalmando con el movimiento de masas fue un acierto político. Son dos grandes operaciones sociales.

Eso no quiere decir que nosotros no seamos vivos y que esperemos la crisis, pero en Simón vemos lo otro: que la guerrilla es positiva en sí, aunque declare que no. No considera que la toma del Palacio de Justicia [por el M-19] fue una tragedia porque murieron once posibles grandes revolucionarios, heroicos. ¿Para qué? ¿Levantó la moral de la clase obrera? ¿Salió a la huelga? ¿Pararon dos o tres bancos? ¿Qué hicieron los independientes? El asalto fue un hecho totalmente aislado, un desastre. Tenemos diferencias de fondo, no formales. [Con esa concepción] llevan al partido a la destrucción en forma completa.

La operación de disolverse [en A Luchar] es muy positiva en la medida en que haya un foco que reparta el periódico contra la guerrilla, y bien trotskista. Pero [los compañeros que plantean que nos disolvamos] cumplen con nosotros por formalidad, porque su verdadera posición es disolverse y no joder más porque, para ellos, en seis meses o un año tenemos un partidazo.

Eso es lo que ellos creen. Y si logran un partidazo, va a ser igual al POUM. Siempre va a haber los mismos problemas: van a decir que hagamos declaraciones cuidadosas para evitar que se rompa; en el afán de la unidad van a decir que no ataquemos a los guerrilleros.

Durante seis meses tiene que haber volantes, folletos o lo que sea, que digan que la guerrilla es agente del Papa, sin llegar a [usar la palabra] “agente”. Es típico del pequeñoburgués: [un día] ha sido agente, pero [otro día] no [lo] es. Porque es pequeñoburguesa: va al proletario o al burgués, no hay línea pequeñoburguesa. De ahí los cambios sorprendentes, porque obedecen a una ley social. Es lo opuesto del obrero, que es consecuente hasta cuando es reformista. Se puede prever lo que va a hacer.

Yo no puedo prever, por el contrario, lo que va a hacer Sendero Luminoso en un año o dos. Ricardo [Napurí] insiste, y para mí es una posibilidad teórica inmensa, diciendo que son del atraso de Ayacucho. Pero ojo, porque están entrando en Lima y un día de estos nos aparecen con alguna cosa rarísima en relación con lo que han dicho antes, [algo] como que el eje son las masas urbanas, o cualquier cosa. Y, por ahí, prepárense [para] que se una al PC y se presente a las elecciones. De Sendero creo cualquier cosa, porque tiene una dirección pequeñoburguesa, inestable. Como [hizo] el M-19: pactó con el gobierno, [después] rompió. Porque es pequeñoburgués, y el pequeñoburgués está entre la burguesía y el proletariado. Y eso se refleja en política.

El ELN para mí hoy es brillante, aunque no concuerdo con su estrategia, pero está cumpliendo un rol positivo porque están tirando pocas balas, están dejando que sus militantes organicen A Luchar. Diría lo opuesto: el ELN hoy día no es una traba, a pesar de su teoría guerrillera, porque no están metiendo tiros a lo loco. Pero el M-19 sí, porque ha logrado reventar los barrios de Cali. En Bogotá no hay ningún barrio derrotado, y en Cali sí, porque es una guerra de bolsillo.

Es distinto a Nápoles, que derrotó sin armas a la Wehrmacht. No se puede contra el pueblo. Si Cali está con el M-19, esa mierdita de ejército se liquida, no queda nada. Lo cual quiere decir que el M-19 no tiene apoyo de ningún tipo, como no lo tenían los Montoneros, que tenían entre el 10 y el 15%, es decir, tenían un 85 o 90% en contra. Por eso cayó César Robles, porque estaba en un café de clase media baja y obrera y todo el café lo comenzó a señalar para que lo persiguiera la policía. Tenemos miedo de que en Colombia esté ocurriendo lo mismo.

¿Por qué fracasó la huelga general? Tenemos dudas de que no sean acciones cada vez más minoritarias, y [nos parece] que el partido argentino se dio cuenta de eso. No vemos [al M-19] como el FMLN, ni [siquiera] cerca.

Si el partido es serio tiene que disolverse con cuidado. Por eso hay que evitar el ambiente fraccional, porque la experiencia de arriesgarse a hacer un partido disolviéndonos tiene que ser muy controlada desde afuera. Por eso estoy en contra de que queden seis u ocho adentro. Primero Miguel Angel y Simón a ver qué se logra.

También hay que ver la dinámica. Por ejemplo, esa organización de A Luchar que me dijiste que ha resuelto pagar el periódico. Eso ahora es extraordinario. Pero si en dos o tres meses esa organización no se disuelve es negativo, porque significa que prefiere su secta. Esto –que compren centralizadamente el periódico y lo paguen–, que es positivo hoy, puede ser negativo mañana, porque puede significar que no se quieren disolver. Entonces ese hecho positivo, que paguen el periódico y ellos lo distribuyan a su gente, puede ser muy negativo mañana. Hoy día es una actitud proletaria, pero [hablo] en [función de] nuestro proyecto. Si no surgen organismos de base, no pasa nada.

Esa es la discusión en Argentina con el PC que, apenas terminaron las elecciones, planteó que hiciéramos un frente. Nosotros le dijimos que sí, pero que hiciéramos organismos de base. Y nos dio un resultado impresionante. A lo mejor no nos daba resultado, y al mes o dos meses hubiéramos sacado la conclusión de que era cosificado y hubiéramos dicho que no se hicieran más organismos de base. Pero nos encontramos con organismos de base dinámicos; en todos lados estamos captando, les estamos captando grandes dirigentes. Y el PC se avivó: ellos, que eran los campeones de hacer un frente, dieron la orden de no hacer un frente más y de hacer sólo actos.

Eso es lo que debemos charlar con vos.

Frank: Totalmente de acuerdo, es lo que yo siempre he creído.

Moreno: ¿Pero aceptás que a [los compañeros en Colombia] se les va la mano?

Frank: Acepto que, como viene la mano, hay razones para preocuparse, pero también hay muchas razones para apostar.

Moreno: Estoy de acuerdo, pero hay que tomar seguridades.

Frank: Si logramos una base de principios de la cual no pueda salirse, sobre esa base podremos autorizar las audacias más raras, las de ellos y otras. Lo desastroso es que la guerrilla tenga esa fuerza en el movimiento obrero, que no haya partido revolucionario...

Moreno: No [ya] revolucionario, ni siquera oportunista, porque al proletariado le es mucho más difícil superar a la guerrilla que a un partido oportunista, basta que sea de masas. Al tirar un tiro, [la guerrilla] lo saca de lugar, de la clase. En cambio un partido oportunista, por la presión de la base muchas veces se ve obligado a salir a la huelga general aunque no quiera. Pero una guerrilla es capaz de salir a una huelga general que no quiere nadie.

Frank: Ahora, vamos a algunas definiciones. Por ejemplo, ¿las organizaciones de A Luchar son obreras revolucionarias?

Moreno: Para mí, las sindicales sí. No sé si todas, pero los programas y las peleas que han dado han sido revolucionarios.

Frank: Al reconstituirse el CUSI, éste se convirtió en lo que era A Luchar antes. Es un acuerdo sindical con dirección electa, con una plataforma clasista. Y A Luchar queda como [organización] política. Los sindicalistas se reúnen aparte y, aunque todos sean de A Luchar, son el brazo sindical de un acuerdo más político.

Moreno: Yo opino que son errores tácticos. A nosotros nos convenía una organización sindical lo más independiente posible, y no que reciba órdenes de A Luchar, que a su vez recibe órdenes de la guerrilla. Mi plan era que, si la clase obrera empezaba a empujar, el proceso de la lucha de clases iba a producir una crisis, y la corriente sindical –no sé si la agarramos toda o no– va a una crisis, va a lo [mismo que pasó con] Páez [en la Argentina]: llega un momento en que la guerrilla le da una orden al dirigente sindical, él dice no, y [la corriente] se rompe.

Frank: Los hechos son, entonces, que existe el CUSI, que tiene su política dada, y existe A Luchar, que también está conformada por dirigentes obreros. Toda la dirección, los veintiocho, son dirigentes obreros. Entonces, ahora que ya existe A Luchar como organización política, su propuesta, su gran ambición, sería buscar la dirección de la CUT o pelear por un programa revolucionario para la CUT. Habrá una fracción de A Luchar en la CUT que tiene que aspirar a dirigir, o sea, a ser el ala revolucionaria de la CUT. Hasta ahora eso es suficiente para mantener el acuerdo con A Luchar como perspectiva inmediata hasta el Congreso de la CUT. Después del Congreso vendrá qué hace A Luchar como corriente. Siguiendo con la estrategia de aspirar a la dirección revolucionaria de la CUT...

Moreno: ¿Y cómo va a aspirar a ser la dirección revolucionaria de la CUT si [A Luchar] no es revolucionaria? Acá es donde viene el problema.

Frank: Pero las definiciones... Las componentes de A Luchar son obreras revolucionarias. A Luchar, ¿es obrera revolucionaria?

Moreno: Y, depende del programa. Si está contra el Papa y por denunciar a la guerrilla es revolucionaria, sin ninguna discusión. Si no está por denunciar a los agentes del Papa no es revolucionaria. Por ejemplo para mí es un crimen que no hayamos tenido [durante] el último año la línea de [ir a la] CUT en lugar de todas las cosas que dice Simón Y nosotros no la tuvimos hasta que la guerrilla dio la orden de estar a favor de un sindicalismo unido. Nosotros no peleamos nunca [por eso,] entonces nos desdibujamos. Y opino que esto es sistemático. [El nuestro] antes era un partido pequeño [que] llegó a hacer desfiles con 1.000, 1.500 [personas]. [Eso] ahora sorprende, [como] cuando el propio Bloque Socialista llevaba 1.500, éramos la segunda columna o la tercera después del MOIR y el PC, distinguiéndonos por la línea, la respuesta, aprovechando todas las oportunidades. Es decir, yo veo a A Luchar como una oportunidad problemática, hipotética, que hay que utilizar con todo. [Pero] hay que bajar la tensión de la discusión para evitar desde todo punto de vista que, si llega a fracasar, empiecen a decirle a Simón: “¡Qué desastre, usted es una catástrofe de dirección”, etcétera, etcétera. Por eso le doy tanta importancia a que lleguemos a [un acuerdo] y también a convencerlo a Simón, no hacia el pasado sino ahora en el presente. Simón ha demostrado que conoce poco de Lenin y de Trotsky, porque estas cuestiones están muy estudiadas y Simón ha patinado mucho, ha dicho y escrito muchas barbaridades. Lo que yo te estoy diciendo es real: ¿dónde hicieron campaña por la CUT? Perdieron [varios] ómnibus; ése es un ómnibus muy grande. Y antes el partido colombiano casi no perdía ómnibus.

Frank: Volviendo al razonamiento anterior. ¿Qué es A Luchar en este momento? ¿Es la suma de organizaciones obrero revolucionarias?

Moreno: Es un acuerdo de cúpulas.

Frank: Ya habíamos avanzado en eso de acuerdo de cúpulas. Sería un disparate creer que una organización que estalla, por ejemplo, por una denuncia a la CNG por la posición de capitulación al Papa, es un partido revolucionario. Entonces, siendo un acuerdo de cúpulas de organizaciones obrero-revolucionarias, como no tiene ese programa acabado no puede considerarse ella misma como organización obrera revolucionaria. Entonces mientras no haya una depuración programática –en la hipótesis de que sea posible– es una organización centrista.

Moreno: Si querés olvidémonos de Colombia. Si fueran grandes organizaciones de masas con un programa centrista muy avanzado como tiene A Luchar la definiríamos como revolucionaria. Exigiríamos democracia interna y denunciaríamos al Papa, pero no romperíamos ni a cañonazos, seríamos patriotas incondicionales. Si es de masas, si arrastra la tercera parte, la sexta parte del proletariado políticamente. Pero yo tengo la sospecha de que el arrastre [de A Luchar] es sindical. Y esto es muy importante, va a ser uno de los puntos fundamentales que voy a discutir con los ingleses. Trotsky dice –no es idea mía, es una genialidad de Trotsky– que por ser de masas hay un control, [y en ese] control, que no te lleva a una línea revolucionaria enseguida, está la garantía de clase de que triunfás si tenés razón. En cambio, cuando las organizaciones son pequeñas la delimitación es fundamental, porque toda confusión hace que [el partido] se debilite. Son [organizaciones] pequeñas y tienen que luchar sin dejar de hacer uniones y haciendo todo lo que ha hecho el partido colombiano.

No es casual que Simón sea el más brillante y el más audaz, aunque creo que erró un poco el proyectil. Porque el partido colombiano ha sido audaz, ha sido un gran partido, todo lo que dicen es verdad, se tiró a hacer el Partido Laborista, pero ha perdido algunos reflejos; [antes] éramos más experimentados, más cuidadosos.

[Igual] nos jugábamos enteros. Por ejemplo, el caso de la Brigada Simón Bolívar. Toda la idea, todo el plan de la Brigada es mío, el nombre también, pero yo estaba en contra de hacerla. Salió bien, pero yo sigo defendiendo mi método. La verdadera historia es que yo insistí que había que trabajar en Venezuela, Los venezolanos eran los que más bola me daban, los colombianos no. Estuve más de seis meses insistiendo con la Brigada, por lo que dependía de Nicaragua, etcétera, y me daban poca bola. Yo peleé seis meses, [tenía] hasta el nombre: Brigada Simón Bolívar. Y de golpe Simón y el Negro E. se despertaron: se reunió el Secretariado y estábamos de acuerdo; había que [convocar un] Comité Central, había que discutir. Pero lo largaron [sin esperar]. Me despierto a la mañana y lo veo en el diario. Voy hecho una fiera: “¡Pero irresponsables! ¿Cómo largan una brigada? Tenemos que tomar un poco el pulso, [tomarnos] diez, quince días”. Uno o dos días después, [Daniel] Samper [17] saca un artículo tremendo en El Tiempo diciendo, más o menos: “Inscríbanse para [pelear] por la libertad”, o algo así. Y se transforma en el hecho político más importante de Colombia. Todo es mérito de ellos. Yo estuve en contra de hacerla así. Esa es la verdad. Ellos fueron audaces, tuvieron una valentía bárbara y fueron adelante. Estoy ponderando esa característica de empujar, que es nacional y Simón la refleja; el Negro E. en ese momento también [la reflejó]. Fueron ellos y no yo.

Igual sigo defendiendo mi forma de ser. ¿Qué costaba esperar diez, quince días, tomar el pulso un poco mejor? [Deberían] haber charlado con Samper antes [de largarla] y no después, porque Samper podía haberles dicho que no. Respecto a la Guerra de Malvinas, Samper estuvo en contra [de nuestra política]. Escribió tres o cuatro artículos contra Argentina y en favor de Inglaterra. Un día, Mario y no sé qué otro [compañero] se lo encuentran de casualidad en una cancha de fútbol y empiezan a pelearse a gritos. Estuvieron ahí tres o cuatro horas [discutiendo]. Samper cambió la línea gracias a ese lío monstruo que se armó, pero pudo haber estado en contra. Si él no está a favor, la Brigada no tiene el éxito que tuvo.

A mí me parece que este método es más seguro. Uno tiene que pensar siempre como dirigente del partido. Yo opino que entre Lenin y Trotsky había esa diferencia. Trotsky tenía características intelectuales y eso lo jodía. Lenin era más empírico, [más] cuidadoso. Vos tenés que pensar que manejás gente que se desmoraliza si la operación sale mal, y que ése es el capital del partido. Entonces uno tiene que ser cuidadoso, probar, etcétera, etcétera.

Todas las nuevas líneas que estamos dando ahora en Argentina las hemos estado probando en todas las regionales, en un localcito, viendo si sale o no sale, sin decir que hay un nueva línea. Ahí Simón se está jugando al todo o nada inclusive respecto de su prestigio. Yo estoy peleando para salvarle el prestigio a Simón, porque puede [quedar en] nada.

Pero, atención: vos decís que hubo un cambio. Acepto que hay que explotarlo hasta el final. Acepto que hay que trabajar de lleno sobre ese fenómeno. Acepto que es un fenómeno y que la guerrilla está en crisis. Acepto todo, todo lo que vos decís. Pero yo, como piagetiano, opino que a eso también hay que meterle un mecanismo de retroacción, porque no estoy seguro de hacia dónde va. El mecanismo de retroacción es que siga actuando el trotskismo con todo, no sé por qué medios, pero el principio es ése. Entonces, si las cosas andan bien es de empuje, si las cosas andan mal es de retroacción. Entonces no perdimos nada, siempre salimos ganando –aun si perdimos– si logramos un partido unido, que no se odien ni estén con el hacha esperando a ver si en enero fracasa lo de A Luchar en vez de estar desde afuera sacando un flor de periódico y diciendo: “Ojalá salga A Luchar porque vamos a vender más nuestro periódico trotskista” (o nuestro boletín o la revista, no sé, es complementario).

Si se da una lucha fraccional y Simón quiere meter a todo el mundo ya, rápido [en A Luchar]... Si nosotros podemos romper eso el partido se une y se supera todo el problema. Y eso sólo se puede si nosotros hacemos un documento juntos, o inclusive con Ricardo, tranquilos, sentando todas estas cosas y no discutiendo más. Tomando muchas frases de lo que Simón escribió en medio de la barahúnda, que él no crea que es [un documento] polémico. No tenemos por qué poner que [A Luchar] es centrista. No discutamos por nombres por un tiempo. O discutamos por nombres, [pero] en el documento teórico general. En Colombia no. En Colombia el frente es esto, esto, esto y quiere hacer esto, esto, esto. Y a mí me parece que a partir de ahí nos sale una tesis de una, dos o tres páginas –no muchas– que posiblemente una al partido.

Frank: ¿Cómo definirías tú a A Luchar?

Moreno: Para mí es un acuerdo de cúpulas centrista. En cambio [el CUSI,] al ser sindicalista es de clase, porque está por la democracia sindical, por el enfrentamiento a los patrones, por ir contra el imperialismo, etcétera, etcétera. Entonces el problema del Papa lo involucra menos, es menos importante, porque el problema del Papa es político y esto es sindical. Por eso nosotros insistíamos: “No pasen de sindical a político, porque si lo pasan a político, no como acuerdo [sino] como organismo...”.

Entonces siempre hubo una contradicción, que han solucionado muy, muy bien, [de manera] brillante, a mí no se me había ocurrido –[aunque] la solucionan y se van para [el otro] lado–, que es dividir a A Luchar de lo sindical. Porque entonces [el periódico] A Luchar también es positivo, pero [por medio] de acuerdos. Se reúnen todos una vez por semana, se fija qué puntos se resuelven por mayoría y qué puntos no se acepta [resolver] por mayoría y se discute todo. [Entonces] se puede discutir, [y cualquiera] puede decir: “La guerrilla es un desastre”. En esas condiciones no se rompe A Luchar. En las otras condiciones, habiendo votación, sí. Gane o pierda Simón se arma un lío descomunal ni bien él empiece [a hablar]. En cambio, [haciendo] lo que yo te digo, te aseguro que A Luchar no se rompe ni pasa nada, y se resuelve sacar un lindo periódico de A Luchar planteando que hay unirse para venderlo, etcétera, etcétera. Porque si se unen es [algo] grande, inmenso como posibilidad de trabajo para nosotros. Si nosotros logramos reunir doscientos o trescientos militantes nuestros más setecientos o mil de A Luchar nos quedamos con el 50% de todo lo que no esté en crisis, lo que esté militando en los equipos. [Pero] yo veo que eso no va a ser fácil.

Frank: ¿Cómo se presenta A Luchar entre las masas?

Moreno: Como un acuerdo, con un nombre. Le podemos poner “Frente”. ¿Qué problema hay con el nombre? Es lo mismo que ahora. Pónganle “Frente Político Revolucionario”, algo que les suene bien al oído.

Frank: ¿No es cuestión de principios que los llamemos así aunque nosotros creamos que no es un frente revolucionario?

Moreno: Para nada. Todos se consideran revolucionarios. “Frente Revolucionario”; ¿por qué no?

Frank: Si te comprendo bien, el problema no es el nombre.

Moreno: No, pero a lo mejor ese nombre es el mejor. Te llevo al extremo: a lo mejor es el mejor nombre para disolverse. Y es muy bueno que Pan y Libertad se disuelva, y ver nosotros a quiénes [mandamos a A Luchar para que] se disuelvan. Pero yo los mandaría de a poco, iría viendo qué es lo que pasa. Sobre todo qué pasa a nivel de la dirección en una discusión a fondo, casi como la que estamos teniendo nosotros. Hace un año y pico estuvieron al borde de hacerla, por eso estábamos tan contentos.

Frank: Bueno, esa discusión es la que está prevista para diciembre o enero.

Moreno: Ya la pactaron una vez y yo les dije: “Eso es lo más grande que hay: discutir. Discutir sin presionar, pero a fondo: ‘Quién está de acuerdo, quién está en desacuerdo’. Pero no hagan programa, no traten de cerrar [la discusión] porque cierran la jaula. Dejen la jaula abierta”. La van a dejar más abierta esos sectas, esos sectas terribles [de Pan y Libertad]. Yo no sé si entran con disciplina de A Luchar. A lo mejor dicen que sí pero, ni bien les dan una línea, no la cumplen. Y es muy lindo que entren.

Frank: Ya están dentro.

Moreno: Sí, están dentro, pero yo no sé si van a acatar la disciplina cuando se resuelva algo, tengo mis dudas, es muy complejo. En cambio, a mí me gusta que estén en [el papel de] dirigentes. No sé por dónde va a saltar la liebre. Me gusta que venga la discusión, me encanta. Y me encantaría en Barranquilla, donde ellos son fuertes. Hacer en cada región o en cada pueblo una reunión parecida a la que se va a hacer [a nivel] nacional: “Nos reunimos para discutir como paso previo para ver si va a haber acuerdo o no, con quién hay acuerdo”. Y entonces hacemos tendencias. [Una discusión] bien abierta y [siendo] nosotros los más amplios, los más centristas, para poder meter todas las ideas. Pero Simón ya ha discutido de todo con esta gente, les ha discutido sobre la LIT, les ha discutido todo y no se pelearon nunca. No se peleaban porque no había [votación por] mayoría, no tenían miedo. Un año atrás, Simón los hubiera cagado a gritos por el problema religioso, estoy seguro. En cambio, al irse cerrando...

Frank: No, la realidad es que ni siquiera intentamos discutir eso, pero hay posibilidades de discutir todo.

Moreno: Para mí, sí. Entonces, yo aplicaría la mayor disciplina que pueda en el terreno sindical y [con] A Luchar [iría] más tranquilo. El periódico sí, como es organizador colectivo, va a ir [dando la posición] sin hacer una tragedia ni nada. Y el partido así no sufre nada. Sale ganando. El fracaso del periódico [de A Luchar, si lo hacemos] como yo digo, es un triunfo, es lo que gana más contactos.

Frank: Todo eso se puede dar si hay unidad partidaria, pero si es una pelea de mayoría y minoría...

Moreno: Ah, no, al revés, no se aplica bien y se joden todos. Bueno, es la misma opinión que yo tengo. Hay que parar la lucha fraccional; cuando vamos a discutir hay que parar la pelota. Y hay que pensarle el mecanismo: si vas allá con la tesis y discutís vos, si va otro, si los citamos acá. Lo tenés que pensar, y [tenés que pensar] cómo hacemos la tesis que, para mí, es corta. Esa es la clave, el verdadero arreglo.

Frank: Lo que le plantearía entonces a Simón es que él ha elaborado una vía de impasse total que va a reabrir el debate fraccional y que va a llevar el partido al desastre si no entramos con acuerdos precisos. Y, sobre todo, que hay que tener todas las previsiones necesarias, porque el problema es que podemos tener la ilusión de ganar todo el ELN para el partido revolucionario, pero es muy probable que no lo logremos. Entonces hay que tener fórmulas de retroacción para el eventual fracaso.

Moreno: No, es al revés. Para mí, si hay fórmulas de retroacción no hay fracaso. El periódico [de A Luchar] dentro de cuatro números, arreglado con la minoría, que lo vende con entusiasmo y lo utiliza para tocar gente, y con Simón diciéndole [a la minoría]: “Si fracasa, muchachos, no es nada porque van a tener más contactos para el periódico nuestro cuando vuelva a salir, [y] murió A Luchar”. Y ellos al revés: “No, Simón, tenemos que matarnos para que A Luchar triunfe porque nos da cada vez más contactos”. Ese es el ambiente que tenemos que tratar de lograr. Y no hay pérdida en el fracaso, de verdad, por retroacción. En cambio, si mandamos todo el partido ahí y no captan a los del ELN...

Frank: A ver, entonces los pasos serían hacer un documento y llevar propuestas de acuerdos.

Moreno: Ah, sí. Si es así es sencillísimo, vamos casi al meollo de la charla que tuvimos nosotros. La discusión que hay que hacer con Simón es parecida a la que hicimos nosotros cuando yo te dije: “Bueno, Alberto, vamos a discutir a fondo. Tenemos miedo que vos tengas esta posición y esta otra y esta otra”. Lo que hay que tratar de parar es la lucha fraccional, eso es táctico, coyuntural y se para definitivamente si se logra esta discusión de fondo.

Yo empezaría por [definir] qué es A Luchar : escribir con honestidad todo, todo lo que dijimos acá. Que la minoría no diga: “Nos está haciendo media definición”. Y pintás todo, lo de la crisis, que la crisis de todas esas organizaciones es un proceso histórico irreversible; el fenómeno de que tienen una base obrera, que lideran fuerzas progresivas (otras se irán a su casa a descansar), y que es un fenómeno que el partido no ha explotado a fondo ni tampoco conoce a fondo en su profundidad, en su base, pero que es muy profundo porque la crisis es irreversible.

Frank: ¿El ELN como partido-ejército es antagónico al proletariado?

Moreno: Antagónico depende de qué [significado le das a] “proletariado”. Es muy abstracto [decir] “el proletariado”. Es antagónico, o distinto al partido socialista revolucionario –esa cita de Lenin que yo te daba–. Es decir, desde el momento en que ellos consideran que la guerrilla es eje fundamental de la actividad ya no son marxistas revolucionarios.

Frank: No se les puede calificar de revolucionarios entonces.

Moreno: Se les puede calificar de pequeñoburgueses revolucionarios.

Frank: ¿Y el ELN para vos es centrista?

Moreno: Eso ya no [lo] conozco, pero si tiene dirección pequeñoburguesa ya me inclino por definirlo como centrista.

Frank: ¿En todo caso será centrista pequeñoburgués progresivo?

Moreno: Casi todo lo que lucha contra el régimen es progresivo.

Frank: ¿Pero hasta dónde son progresivos? ¿Hasta convertirse, por ejemplo, en una organización obrera aunque ello suponga crisis?

Moreno: No, ya es progresiva por sí sola aunque no se convierta, pero inevitablemente tiene que tener una crisis muy grave porque tarde o temprano tiene que ir hacia la burguesía, entonces puede haber una ruptura hacia el proletariado sólo de un sector.

Frank: ¿Entonces por el momento puede decirse que es centrista cristalizado?

Moreno: Cristalizado en el sentido de que existe desde hace mucho tiempo. [Al decir] cristalizado queremos decir que hace mucho tiempo que no se resuelve ni por el trotskismo ni por esto ni por lo otro a fondo, pero oscila, tiene distintas etapas y tiene crisis aun cuando parezca sólido.

Frank: ¿Podría construirse entonces un partido centrista con una guerrilla donde esté preservado el derecho a fracción respecto de la afiliación y la política internacionales y de problemas de principio y programáticos que hacen a lo nacional cuando subsisten divergencias? ¿Puede hacerse entonces un partido centrista con una corriente obrera centrista dirigida por la guerrilla, como es el caso del CTS, que está dirigido por el ELN, donde queda explícita nuestra independencia político-organizativa, aunque sepamos que subsiste la influencia política directa o indirecta de la guerrilla?

Moreno: Sí, pero siempre que digamos que nosotros opinamos que la guerrilla tiene que ser dependiente del partido. Siempre que aclaremos que acatamos pero no estamos de acuerdo. Vos decís: “Siempre que se defiendan los principios internacionales”. Uno de nuestros principios tiene que ser eso que dice Lenin: “La guerrilla es circunstancial y sometida a estos principios”.

Frank: Sí, pero nunca va a haber acuerdo si ellos mantienen la estrategia de guerra popular prolongada, que es todo un esquema completo donde siempre se privilegia la guerrilla.

Moreno: Ah, pero a nosotros no nos interesa que ellos cambien. Si nosotros tenemos el análisis de que va a haber una crisis, en una etapa podemos llegar a un partido con ellos a ver si les arrancamos su ala proletaria, por razones tácticas. No hay ninguna razón para que no lo hagamos. Puede haber razones de análisis, a lo mejor esa crisis está más lejos de lo que nosotros creemos.

Frank: Por ejemplo, la hipótesis teórica de hacer partido con la guerrilla provoca líos terribles en las reuniones de Comité Central, y es sencillo de abordar si se parte, como acá, de principios comunes.

Moreno: Ah, sí. Pero si decís partido revolucionario, no.

Frank: No, no decía revolucionario, sólo partido con la guerrilla. Eso es un equivalente, se parangona con las otras experiencias nuestras: un partido con Carrillo, o con el MAP [18] cuando teníamos la hipótesis de que surgía un ala socialdemócrata. O sea que nosotros siempre habíamos hecho experiencias.

Moreno: No, pero el punto que le choca a Simón es que tenemos que hacer trabajo fraccional. En eso no sé si está de acuerdo.

Frank: ¿Trabajo fraccional en qué sentido?

Moreno: El externo y el interno. El [sector] interno aparece como que no hace [trabajo] fraccional, pero tiene que hacerlo. Es decir, hay que moverse así, [en forma] principista. Entonces de verdad vamos a hacer un partido pero vamos a hacerlo con una dirección pequeñoburguesa, progresiva o luchadora donde tarde o temprano se tiene que producir una crisis. Nosotros no creemos que ella en su conjunto venga a posiciones trotskistas o trotskizantes. Entonces nosotros entramos y privilegiamos el ala obrera, partiendo de la premisa de que hay crisis y que es muy posible que tal vez un sector importante de la clase obrera se vaya con nosotros. Además, tenemos que desear la crisis de todos ellos.

Frank: Hay un fenómeno raro ahí: que todos en A Luchar estamos en crisis. Eso prueba que hay algo que no está resuelto en lo medular. La reunión de enero surgió por propuesta nuestra. Dijimos: “Metámonos tres, cuatro días a ver adónde va esto”. Porque todos nos estamos metiendo, y no sabemos adónde va esto.

Moreno: Pero nosotros [estamos en crisis] por las mismas razones que ellos; porque estamos teniendo una política poco adecuada. Nosotros nos hemos metido en algo...

Frank: Sí. Y, desde su punto de vista, los reaseguros de ellos son muchísimo más fuertes que los nuestros.

Moreno: Claro, es una guerrilla de años, es más peligroso. Por eso nosotros tenemos que entrar con más principios. Si A Luchar [funciona,] para ellos es formidable, y si no [funciona] están perdidos, están igual que antes. Pero igual están en crisis. Esa es nuestra definición. Todos, todos están en crisis, y eso nos abre enormes posibilidades. Yendo al terreno más abstracto como a mí me gusta avanzar: todos en crisis, con base obrera, con trabajo sindical, entonces es el lugar privilegiado de nuestra atención y de nuestra política. Privilegiado no significa que hacemos un partido común ni nada [por el estilo]. Eso ya entra dentro de la táctica. Privilegiado [significa] que vendemos periódicos y que vamos hacia ellos, etcétera. Después lo estudiamos, puede cambiar en tres meses. Hay que evitar el dogmatismo, ver la realidad.

Frank: ¿Cómo pueden caracterizarse las componentes de A Luchar, si hemos dicho que tres de ellas son dirigidas políticamente por organizaciones miembros de la Coordinadora Nacional Guerrillera?¿Son corrientes obreras revolucionarias con dirección pequeñoburguesa?

Moreno: No son componentes obreras revolucionarias en la medida en que responden a la guerrilla. Para mí los componentes obreros revolucionarios son los que forman parte de la organización sindical, es decir, forman parte de una organización sindical clasista y revolucionaria.

Frank: Pero son los mismos.

Moreno: Pero, aunque sean los mismos, en una [de las organizaciones] están en un proyecto político. Por ejemplo, yo estoy totalmente en contra de la FAI. [19]

Frank: Y a fondo por la CNT . [20]

Moreno: Exacto. ¿Me entendiste? Y sin embargo [en] la FAI [estaban] los mismos que [en] la CNT. Pero en el fondo no eran lo mismo, si no, no somos dialécticos.

Frank: O sea que para vos el CUSI es [de] corrientes obreras revolucionarias.

Moreno: Ah, sí. Y yo ahí me mato por lograr [una organización común]. Habrá que pensar si el periódico no es del CUSI. A Luchar es esencialmente un organismo de la guerrilla, en crisis. Lo que ustedes consideran que viene casi seguro hacia nosotros, esencial[mente refleja la] crisis. Es posible que venga, pero es posible que no. [Hay que actuar] con el cuidado que [tuvimos] en Argentina respecto del PC. Nosotros definimos: esencialmente es crisis, ¿viene para acá? Si viene [existe] el peligro [de que] el partido se entusiasme. Entonces, A Luchar refleja la crisis. En cambio, el CUSI, por el momento , también es crisis, [pero] positiva, muy buena: hay que intervenir. Libera fuerzas, pero no sabemos qué cantidad, tal vez jóvenes, o algo. Todavía no lo tenemos bien definido, es uno de los puntos débiles. Pero la definición general [está]. En cambio el CUSI sí es obrero, obrero. Tiene mucha más autonomía. Entre otras cosas porque, por ser pequeñoburgueses, los otros no son especialistas en cuestiones obreras ni les interesa mucho, caéte de espaldas. Son mucho más independientes.

Frank: Lo que de verdad complica la cosa es que los personajes son los mismos. Al actuar como CUSI, lo hacen como corriente obrera revolucionaria aunque sean los mismos personajes.

Moreno: Así era la FAI. Y no sólo la FAI, el grupo de Durruti era un grupo terrorista completo. Durruti era íntimo amigo de Di Giovanni, peleaban por lo mismo. Pero Di Giovanni era terrorista puro, y Durruti era el colmo de la contradicción, porque junto con eso era dirigente sindical. Durruti reunía todas las condiciones, y junto con eso tenía procedimientos burocráticos llevados al extremo, porque polemizaba a fuerza de ametralladora. Entonces es contradictorio, hay un Durruti que es un monumento. Es el que dice: “Los sindicatos”, “El poder lo tiene que tomar la clase obrera”, “Vamos a hacer una revolución”, etcétera. Ese es un Durruti. Y está el Durruti terrorista; ese Durruti terrorista empalma con el movimiento de masas y se transforma en una figura inmensa del sindicalismo y del movimiento de masas, y no lo era.

Di Giovanni no, empalma más bien hacia el pistolerismo. Muere siendo de verdad un revolucionario terrorista, porque el tipo sigue cotizando como loco, pero hasta adquiere costumbres de pistolero, comienza a usar camisas de seda bordadas en hilo de oro, todo vestido de negro, impecable, [con] zapatos de charol. Pero igual cotizaba la mayor parte de la plata. En nuestros cursos, Mateo Fossa contaba que cada vez que el tipo llegaba a cotizar al sindicato de los ebanistas se hacía un silencio bárbaro por temor a la polémica, porque Di Giovanni había liquidado polémicas matando adversarios. El tipo entraba y, en medio de un silencio bárbaro, sin hablar ni saludar a nadie, pum, tiraba una bolsita negra llena de plata, daba media vuelta y se iba, como los bandidos sicilianos. Hasta la policía le tenía terror; sabía adónde iba pero no le hacía encerronas porque el tipo llegaba con veinte o treinta hombres dispuestos a jugárselas. Yo te digo [esto para mostrarte] cómo puede haber distintas personalidades; aunque sean las mismas personas están haciendo un doble juego. Eso ocurre muchas veces, en el stalinismo ahora también lo [vemos]. Tenemos oposiciones sindicales donde hay stalinistas que cumplen un rol muy progresivo y muy clasista y en otros lugares no.

Frank: Los CTS son ahora una corriente política. Es una corriente política de obreros, y es centrista por su subordinación al ELN. Si los CTS se disolvieran con las otras componentes de A Luchar, con el visto bueno del ELN, ¿podríamos calificar a A Luchar como una organización bajo la dirección o bajo la influencia del ELN?

Moreno: Ah, no, si deja [que haya] democracia, no. [Lo que decís] es la política de ellos, sí, pero no está lograda. Desde el momento en que estamos fundamentalmente nosotros, que enfrentaremos esa política, claro está. Es decir, si nosotros cumplimos con nuestra obligación –no sólo nosotros sino los otros que están allá– de oponernos, de no concordar con ellos en puntos fundamentales, aun por la derecha, no es de ellos aunque tengan mayoría y logren imponer su línea.

Frank: Entonces no se puede decir que A Luchar, de disolverse en los CTS, aunque sea la mitad, pueda ser considerada colateral de la guerrilla, aunque no sea partido obrero revolucionario.

Moreno: Así es, si tiene un 50% no puede considerársele una colateral.

Frank: Se puede decir que es un quilombo, todo lo que sea, pero no que hemos entrado a una colateral de la guerrilla.

Moreno: Para nada. Podremos decir que [la guerrilla] lo domina, que tiene mayoría. Pero además, aun si fuera colateral, la definición de crisis es decisiva. ¿Qué tiene que ver? Todo el trotskismo [peruano], contra la opinión de Trotsky, surgió del APRA. En vez de haber surgido silvestre, como surgió el trotskismo desde el APRA, mucho mejor sería que hubiera salido consciente. Ya entre el ’46 y el ’47 se veía venir la crisis en el APRA. Hubiera sido muy bueno que los trotskistas conscientes, cinco o diez, no más, hubieran dicho: “Un sector adentro del APRA, una revista dura, dos o tres afuera para tomar contacto” y qué se yo. Para mí el trotskismo hubiera sido un foco [de atracción]. Todas las grandes figuras de la izquierda del APRA fueron a la guerrilla, todas. Era peor, era APRA directo. Todo Perú era aprista excepto Cuzco. No sé por qué el sur, sobre todo Cuzco, nunca fue aprista.

Frank: ¿Si se disuelven las corrientes de A Luchar y se fortalece a fondo la vida centralizada, el centralismo democrático?

Moreno: No, hay que tender a que no [sea centralizado]. Ese es un error táctico grave que yo noto que tienen los compañeros. Hay una tendencia de Simón a llevar todo para allá.

Frank: En una reunión, un miembro de Pan y Libertad intervino señalando que él presentó una propuesta que fue derrotada, pero que es grande que la derroten porque entonces se empieza a funcionar por mayoría y minoría.

Moreno: Ah, no, pero [en] eso estoy a muerte. Lo que yo digo es si le damos un tono muy, muy centralista. Primero, para mí es decisivo que nos fusionemos, que trabajemos, que se vote. Si no, fracasa el plan de A Luchar . Es extraordinario que se mezclen, que trabajen, que haya células, que los mejores dirigentes de las células seamos nosotros. Eso es un éxito colosal. A los seis meses creo que salta todo por los aires y nosotros nos quedamos con lo mejor. ¡No sabés cómo salta! No creo esa historia de dos, tres o cuatro años conviviendo así, si se ponen firmes en [la adhesión] a la LIT, si se ponen firmes en [no querer] nada con la Iglesia –con los curas sí, nada de prejuicio, si los curas quieren entrar a nuestro partido entran, y si quieren ser bolches son bolches, no hacemos ninguna cuestión de su creencia religiosa–. Pero a nosotros nos conviene darle un tono lo menos centralizado [posible]. Centralizado sí, pero estoy [diciendo] cuál es el polo. El polo tiene que ser el democrático, porque como para nosotros no es [una organización] revolucionaria bolchevique, cuanto más centrista [mejor, porque] permite la existencia de fracciones, de crecer. Para nosotros sería ideal...

Frank: Por ejemplo, en los estatutos, para nosotros sería casi cuestión de principios el derecho de formar y de que subsistan tendencias y fracciones.

Moreno: Pero a muerte, y permanentes , no [sólo] durante los congresos. Es dialéctico, lo ideal para nosotros es disolución por un lado, y por otro lado centralismo, sí, se votan las líneas, etcétera, etcétera, pero el tono fundamental [es] la democracia, el derecho de tendencia, el derecho de fracción, el derecho a publicar boletines, el derecho a todo, inclusive llegar al derecho de defender la LIT.

Napuri: No tienen esa tradición.

Moreno: Para nada. Por eso yo veo difícil la disolución y veo difícil esto [que dije recién] –caéte de espaldas–, porque la tradición de ellos es guerrillera, por eso van a tender al centralismo. Pero ojalá no.

Frank: Si se disuelven las organizaciones, se fortalece a fondo la vida centralizada con lo que nos interesa, que queden garantías expresas de derecho de tendencia, fracción, etcétera...

Moreno: Y garantías de equipos de base con democracia. Equipos de base .

Frank: A Luchar, que no tendría un programa revolucionario acabado, trotskista, sería centrista por la falta de un proyecto internacional revolucionario, por la influencia que ejercen las organizaciones guerrilleras sobre sus componentes.

Moreno: Influencia ideológica, no sólo disciplina. Puede ser indisciplinado a la guerrilla en el sentido que le da poca bola, pero ser guerrillero en su pensamiento. Por eso es centrista.

Frank: Es impropio decir que apoyamos todas las acciones de la guerrilla, y también que las condenamos a todas.

Moreno: ¡Ah, sí!

Frank: Vos decís que la gran mayoría son condenables.

Moreno: Y, sí.

Frank: Pero, por ejemplo, una toma de pueblo...

Moreno: Y qué se yo. Si el pueblo está a favor está fantástico, y si el pueblo está en contra, [no].

Frank: ¡Qué va! El pueblo presencia desde lejos cómo son las cosas. Estos llegan, se cagan a tiros con la policía veinte horas, asaltan la Caja Agraria, dejan consignas, hacen un mitin y se van. Es la acción típica de control de territorio, hostigamiento al ejército.

Moreno: Eso me parece una boludez. Eso es muy malo . Alberto, nuestra gran tarea es arrancarle la clase obrera a los liberales y los conservadores. Nosotros tenemos que pensar en cómo le arrancamos ese pueblo a los caciques liberales y conservadores. Y no hay atajos.

Frank: ¿Y sobre las zonas liberadas? ¿Es progresivo que controlen zonas geográficas?

Moreno: ¡Ah, para mí, sí! Es muy progresivo. Si las controlan de verdad y reparten la tierra es extraordinario; no [sólo es] bueno: es extraordinario. Toda la desviación de la línea es ésa: ¿por qué, después de la tregua, no hicimos una entrevista o una serie en el periódico diciendo lo grandes que eran las zonas liberadas por las FARC?

Frank ¿Qué pensamos nosotros de las treguas?

Moreno: Y, que la tregua es un problema que hay que estudiar. Es táctico, [de] guerra. Que la actitud de las FARC de no entregar las armas es muy positiva y la defendemos, y que tiene el derecho a [hacer una tregua], lo que no tiene es derecho a hacerla como la hizo.

Frank: Nosotros condenamos la tregua. ¿Saludamos, entonces, que sigan los combates de las guerrillas que no pactan la tregua?

Moreno: ¡No!, porque a lo mejor está muy bien la tregua. Nosotros hacemos una discusión distinta: “...bajo las siguientes condiciones: 1) tener en cuenta la opinión de las grandes masas; 2) tomar en consideración las condiciones del movimiento obrero en la localidad de que se trata; 3) procurar no despilfarrar la fuerza del proletariado” . Nosotros opinamos que la guerrilla y las acciones de la guerrilla tienen que estar supeditadas a las necesidades de la mayor parte del movimiento obrero, que tiene que sentirlas como propias. Entonces se debió haber hecho una reunión de todas las organizaciones sindicales, haber buscado una forma en que se exprese la voluntad del pueblo trabajador [en] general. Llevándolo al ridículo, se debió haber discutido o haber votado: “¿Hacemos la tregua o no hacemos la tregua?”.

Lo que yo no acepto, ni siquiera por mayoría, es que entreguen las armas. Porque no puede haber votación que me exija suicidarme, ni puede haber votación que vaya contra una huelga, una acción justa hecha por las masas . ¿Está claro o no? Nosotros estamos en contra de la votación de los maestros blancos de Nueva York contra la huelga de los maestros portorriqueños, a pesar de que [los blancos] eran la amplia mayoría de los maestros en Nueva YorSimón Estamos en contra de acatar. No sé si me entendés. De la misma manera, para llevar al extremo y [que] se entienda bien, nosotros estamos por la CUT a muerte, por acatar la disciplina de la CUT a muerte, pero si el hijo de puta de Carrillo logra un congreso de la CUT y dice: “Los campesinos de Urabá son los que más están jodiendo. Votemos que entreguen las armas y se entreguen al gobierno para ser juzgados”, nosotros, en letras de molde, [publicaremos]: “Desacatar la línea de la CUT”.

Frank: La consigna de que la guerrilla se subordine a la CUT me parece complicada de bajar a tierra por la composición de la CUT: dos tercios están por la tregua y la paz a la manera de las FARC. Carrillo va más allá: preferiría que no hubiera guerrilla, y estaría feliz si le diéramos la oportunidad de pesar en un congreso para pedir el cese de los combates. ¿Cómo puede subordinarse al movimiento obrero la guerrilla que no pactó?

Moreno: Informar eso, que ellos las armas no las van a entregar y que quieren, piden que se haga un comité de defensa de la CUT para garantizar el triunfo de las huelgas y de las ocupaciones de tierra, para defenderlos de los ataques de los terratenientes y de la ultraderecha. Que quieren que se haga un comando único, que invitan a las FARC a que sigan su ejemplo y se pongan a disposición, y que entonces piden que se forme un comité general de toda la guerrilla para coordinar las acciones con la dirección de la CUT. Y esto va a tener como resultado que la dirección de la CUT va a responder que está en contra; no va a estar a favor. Y nos abre un campo de polémica precioso, fenómeno, contra Carrillo y contra la guerrilla si [se opone]. Pero si tuviéramos la suerte de que [la guerrilla] estuviera a favor, no había ningún peligro [de] que la manden a desarmar ni nada, porque Carrillo no va a aceptar ni [siquiera] conversar con la guerrilla si previamente no acata la línea del gobierno. Tampoco va a aceptar el comité de defensa.

Frank: O sea que para él es más problemático que la guerrilla se le subordine.

Moreno: Pero es lo que va a querer, que no lo vengan a joder. Es una línea muy buena. Pero también es una línea a dos bandas, porque yo estoy seguro de que [la guerrilla] no lo va a aceptar, aunque vos le expliqués que es Carrillo quien se jode. Ahora, suponé que Carrillo acepta. ¡Carajo!, un comité de defensa formado por las FARC y las otras guerrillas, informando: primer punto, que toda huelga que se haga ahora ya tiene que saber que hay un comité de defensa que la va a ayudar; segundo punto, toda huelga que se haga sabe que su fondo de huelga va a ser llenado por el aparato militar de la CUT. ¡Dios me libre! Estamos a un paso de tomar el poder. Y además es una discusión preciosa. Atención, que desgraciadamente yo no creo que se dé nada de esto, ni por la guerrilla, que es pequeñoburguesa, ni por Carrillo, que es burocrático.

Frank: No creas que está tan lejos ese debate. De repente la CUT sube como un polo fuerte...

Moreno: Ah, el debate puede ser un gran quilombo, y a lo mejor se lo ganamos. Es un debate precioso [para hacer en] la CUT. Es más: si le planteamos a la guerrilla y no acepta, nosotros le planteamos a la CUT que la invite.

Frank: A mí personalmente me parece que la tendencia es al estancamiento, al empantanamiento de la lucha guerrillera. Pero supongamos que no, que cada vez haya más combates guerrilleros. Que exista una situación de asedio generalizado y que la crisis institucional sea cada vez más fuerte. Si hubiera una coyuntura de grandes combates guerrilleros, dominada por la guerrilla, ¿sería lícita la consigna: “Gobierno de la CUT y la CNG” o “Gobierno CUT-CNG-FARC”?

Moreno: Ah, puede ser, para repartir la tierra. Sí, hasta la manija. En base a tres, cuatro consignas. [Es] gobierno obrero y campesino.

Frank: ¿Cómo calificarías a la CNG al tener ese programa de defensa militar de las organizaciones que se enfrentan al ejército? ¿Es progresivo ese acuerdo?

Moreno: Ah, de defensa sí, extraordinario.

Frank: ¿Qué opinamos nosotros de la CNG?

Moreno: Que, desde el punto de vista de la concepción de la guerrilla , es positiva. Son consecuentes con su posición. Nosotros no somos guerrilleros, entonces no estaríamos por la unidad de la guerrilla, pero me parece extraordinario...

Frank: ¿Nosotros no estaríamos por la unidad de todas las guerrillas bajo un comando único?

Moreno: Ah, no, porque somos antiguerrilleros.

Frank: Si ese hecho se produce, ¿nosotros decimos que es lamentable?

Moreno: No, no. Somos marxistas y señalamos que es contradictorio. No es nuestra política ; es la política de ellos. Dentro de la política de ellos, es progresivo; se hacen más fuertes frente al gobierno. Nosotros no queremos la derrota de la guerrilla, queremos que, frente al gobierno, gane la guerrilla.

Frank: ¿Estamos por el triunfo militar de la guerrilla en Colombia?

Moreno: Sin ninguna discusión. [Lo que] creemos es que el triunfo de la guerrilla no lleva al gobierno que nosotros queremos. Nosotros no queremos que la guerrilla [pierda.] Inclusive nos parece muy bien que peleen, etcétera, etcétera. Opinamos que con un método equivocado y un programa equivocado, nada más.

Frank: ¿Si las FARC rompieran la tregua y hubiera una gran unidad guerrillera...?

Moreno: Y, lo considero sumamente progresivo. Pero progresivo en ese sentido. No es nuestra política, pero ya que son guerrilleros, luchan con su régimen y se juegan la vida para ir contra el Estado burgués, etcétera, etcétera, nos parece extraordinario que se unifiquen.

Frank: Si se rompe la tregua, se une la guerrilla y el centro de la coyuntura fuera la derrota o no del ejército por la guerrilla, ¿levantaríamos la consigna “Todo el poder a la guerrilla”, como en El Salvador?

Moreno: Pero en El Salvador no existe la CUT.

Frank: ¿No existen centrales obreras [fuertes]?

Moreno: Sí, pero recién ahora. Eso ahora habría que estudiarlo. Existió el fascismo en las ciudades. Al revés, yo opino que la guerrilla es una consecuencia de la derrota de las ciudades y del retroceso. Es parecida a la guerrilla maoísta en el sur [de China] cuando es derrotada por Chiang Kai-shek, y [parecida a] cómo surge Mao.

Frank: Es decir que, por el hecho de la existencia de la CUT, aunque la guerrilla en Colombia sea predominante, mantendríamos la combinación de la consigna...

Moreno: ¡A muerte! Porque nosotros queremos que el proletariado sea hegemónico. Por eso estamos totalmente en contra de todo eso que escribió Simón en la Tesis; para nosotros es revisionista, horrible. Porque, ¿cómo vemos nosotros la relación con el campesinado y sus organizaciones? [Decimos] que el proletariado tiene que tener hegemonía, tiene que ser la clase que dirija al campesinado, disputándole la dirección a las corrientes campesinas. O uniéndonos con ellos, es dialéctico. Me extraña que Simón, que ha estudiado dialéctica, no se dé cuenta. Si hay alianza, quiere decir que hay separación, son dos términos antitéticos. De acuerdo a Hegel y a la dialéctica, todos los términos antitéticos se unen; si existe uno, existe el otro. Entonces, si vos hablás de alianza, sólo [es] alianza de lo diferente. Sólo hay alianza de lo antitético, es decir, de cosas que no son iguales. Si no, si son iguales o tienden a serlo, no es alianza, es un proceso de unidad. Entonces, si hay alianza, vuela sobre esa alianza el peligro permanente de la ruptura y del enfrentamiento, porque esa alianza es de diferentes.

Entonces todo el análisis de Simón es terrible, porque él dice que para hacer alianza la dirección campesina tiene que seguir permanentemente siendo la dirección campesina y que nosotros no [tenemos que] meternos en disputar esa dirección campesina. Cuando, [al revés,] nosotros nos queremos meter para organizar a los obreros rurales y disputar la inconsecuencia de ese aliado. Es aliado porque en cualquier momento se va para el [lado de la burguesía], que es el problema de la pequeñoburguesía. Volvemos a la primera caracterización. Hasta tal grado es este proceso de la pequeñoburguesía –que Trotsky lo tocó a fondo pero muy en abstracto, no lo llevó hasta sus últimas consecuencias–, tanto oscila entre proletariado y burguesía que es capaz en determinado momento hasta de expropiar a la burguesía, que es lo que ha ocurrido en los Estados obreros deformados. En última instancia, eso no niega al marxismo. Trotsky no vio eso. Lo vio como definición sociológica, dijo: “No puede tener política propia, va para acá y para allá, para acá y para allá”. La definición en abstracto está perfecta. Pero en Trotsky hubo más bien una tendencia a que siempre iba para la burguesía.

Frank: Sí, es la célebre frase del Programa de Transición donde plantea que sólo en condiciones excepcionales puede verse obligada a ir más allá.

Moreno: Claro, lo excepcional. Entonces no es tan excepcional, oscila: de golpe se va para medidas antiburguesas o antiimperialistas bastante consecuentes para retroceder enseguida. El pequeñoburgués no tiene sentido de la organización, de la continuidad. [Es así] por razones de vida, porque no se levanta a la misma hora, no va a la fábrica, no está unido a la otra gente, no está acostumbrado a trabajar en equipo, a responder a la disciplina. Es pequeñoburgués, está acostumbrado a levantarse un día a una hora [y otro día] a otra. Somos marxistas: la existencia condiciona la conciencia. Entonces tiene ese oscilar permanente.

Frank: Simón dice que hay direcciones aliadas y que hay que respetarles su campo, etcétera, etcétera.

Moreno: Entonces todo eso que dice Simón significa que no hay oscilación, que los tipos van cada vez más a la izquierda. Si hay alianza hay disputa; no puede haber alianza sin disputa. Y te lo demuestra la actitud del partido argentino con el PC. Creo que estamos dando un ejemplo de cómo se hace una alianza –que en este caso es alianza, no frente, pero con elementos de frente– que nosotros forzamos, forzamos y forzamos, y por ahí sacamos en algún lugarcito un frente. El PC enseguida retrocede. Al principio aceptó en todos lados, y después dio la orden: rompan, rompan, rompan el frente. Pero además estamos aprendiendo y progresando permanentemente. Hay un problema teórico tremendo, que Trotsky no solucionó ni planteó. (Por eso yo quiero estudiar si no hay ciertos elementos mecánicos en la mentalidad de Trotsky.) El mismo error que cometió con relación a la clase obrera lo vuelve a cometer con respecto a las clases aliadas del proletariado. Después aprendió de Lenin, pero Lenin tampoco elaboró mucho sobre eso, que es el tremendo problema del sujeto político del aliado –yo creo que en algunos de mis trabajos lo toco a la pasada–. Porque Trotsky dijo: “Unidad entre los obreros y los campesinos, y para eso hay que derrotar a todos los partidos que reflejan a los campesinos”. Pero eso es una verdad histórica. ¿Cómo te unís al campesinado si no es a través de sus organizaciones, si no hacés una alianza? Va en contra de la propia Revolución Rusa, que fue una alianza política con los Socialistas Revolucionarios de izquierda. Y ni en la Historia de la Revolución Rusa ni en las Tesis [de la revolución permanente] ni en el texto de La revolución permanente Trotsky dice: “Hay un problema sociológico, que es cómo se une el campesinado –y yo agrego: la población urbana, estas urbes tremendas de hoy día, sin obreros, es decir, cada vez con menos obreros industriales– al proletariado. Entonces es un problema de vida o muerte para la revolución cómo se une socialmente a esta gente con el proletariado”. Ese es un plano. Pero existe el otro plano: cómo se produce políticamente la unidad. Plano que Trotsky no tocó nunca, y por eso tenemos unas lagunas terribles. Por ejemplo, yo opino que definir a los sandinistas como permanentemente contrarrevolucionarios es una salvajada, porque es una abstracción. Porque es verdad que el camino de ellos, por ser pequeñoburgués, lleva inevitablemente a un cierre contrarrevolucionario. Es un proceso que de revolucionario lleva a contrarrevolucionario por sus limitaciones pequeñoburguesas. Pero también en eso somos poco dialécticos, porque una cosa son sus limitaciones [y otra cosa distinta es el rol que jugaron]. Es mi defensa de los sandinistas, cuando los ataco más que nunca en la polémica con Simón ¿Qué digo yo?: “Son héroes de la lucha contra Somoza, son héroes de la lucha democrática, los honramos como héroes. [Pero] en el gobierno, desgraciadamente, van a comenzar a tener una política que los va a hacer enemigos nuestros, adversarios”. Esta es otra cuestión que tiene que ver con esto de los aliados, pero ya en el plano político. No se puede decir: “Para hacer la alianza con el campesinado hay que romper con todas las organizaciones campesinas”. Sino al revés : “Es muy posible que tengamos que unirnos, hacer alianzas muy serias y profundas”.

Frank: La vida derrotó el esquema de esa tesis de Simón, porque A Luchar mismo va a ser dirección de muchísimos campesinos.

Moreno: Y bueno. Yo opino que la vida viene derrotando todos los esquemas de Simón Con el agravante de que él no se da cuenta. Alguien le tiene que decir: “Poné el freno”. Empezando por lo de la huelga general, que fue delirante. Acá tratamos con un grupo de locos, y nos contagiaron, inclusive a mí.

Frank: Yo di veinte o treinta charlas con el tema Colombia...

Moreno: ¡Y yo en las reuniones de Comité Central! Carmen se recorrió todo el partido. Cuando volvió, todo el mundo [le preguntaba]:

“–¿Qué tal? ¿Qué tal esa huelga general que iba a ser más grande que el Paro Cívico?

”–Uh, tengo que confesarle que trabajaron más que nunca.”

Bueno, Simón ha agarrado varios ómnibus como ese. Tiene tendencia, por su personalidad, a agarrarlos. Porque no tiene la tendencia, como vos, a sentarse tranquilo y decir: “Bueno, vamos a preguntar”. Lo que tiene de muy bueno es que es capaz de retirar la posición, pero originaría una discusión terrible.

Frank: Creo que habíamos definido a A Luchar como frente único revolucionario en su acepción sindical.

Moreno: Hasta la manija. Y ahora también. Por eso nosotros decíamos: “No lo lleven a político porque deja de ser frente único revolucionario”. Esa era la gran polémica: “En política hagan acuerdos, no sean boludos, sigan como están. Si quieren, creen otro organismo. En política lo único que tienen que hacer es discusión , para ver si de verdad se da la unidad, si se da el frente único revolucionario”.

Frank: Nuestra política de frente único revolucionario es lograr esta organización centrista de A Luchar con disciplina, periódico, organismos de base comunes. Obedece a nuestro método de frente único revolucionario de construir un partido revolucionario. A Luchar en sí misma no es frente único revolucionario, pero estamos allí por la política de frente único revolucionario.

Moreno: Sí, tenemos que buscar un programa. El primer punto programático hacia el frente único revolucionario en A Luchar es disolverse y hacer células. Si nosotros ya logramos eso, si nosotros logramos ya que se organicen dos mil –no te pido más– en forma regular para hacer un partido basado en el programa general de A Luchar, aunque no denuncien a los curas ni nada por el estilo, ya dimos un gran paso. Siempre que como buen marxista no te quedes en eso, porque el gran defecto de los que generalmente se llaman marxistas es estirar toda verdad más allá de lo que da. Entonces eso es extraordinario, pero ni bien logrés eso se abrió la polémica fraccional brutal, ya cambió tu programa. No sé si me entendés. Existe el peligro de [decir]: “Logramos esto, 400 células, vamos a ver si tenemos 500, vamos a ver si tenemos 600”. No. Cambió. Ya estás estirando la cuerda, estás pasando de lo correcto a lo falso. Porque a partir de que vos lograste una organización mínima con mil, mil quinientos, dos mil militantes –pero militantes de verdad: se levantan a la mañana y militan, reparten el periódico, se reúnen con vos semanalmente y discuten la situación nacional–, empezás el quilombo para la ruptura.

Frank: O para exigencias programáticas.

Moreno: ¡Ah, claro! Sólo exigencias programáticas. Al revés, sos el campeón en la defensa, por ahora, hasta que notás que la derecha copó. [Entonces] decís: “Terminó la experiencia, prepararse para rajar, aunque ellos no nos echen”. Porque existe ese peligro, el peligro de [que te pase como a un dirigente sindical del Socialist Workers Party (SWP) norteamericano, que] después no se quería ir [de su cargo gremial], y Trotsky le decía: “Ojo, que viene la guerra y los van a echar uno por uno; no apelen ni hagan nada; rajen”. Trotsky aconseja a todos los dirigentes sindicales del SWP que renuncien. Parece una locura, [pero era] un genio, porque Trotsky tomaba la realidad tal cual se daba. En California éramos una potencia en marítimos, en Nueva York éramos muy fuertes, en Minneapolis éramos una potencia, teníamos grandes dirigentes sindicales. Había una burocracia de izquierda que nos defendía a [rajatabla] –Reuter era uno de ellos–. Ibamos para un gran partido, etcétera, y mirá qué análisis hace Trotsky. Dijo: “Viene la guerra, al venir la guerra tienen que prepararse para una guerra imperialista, entonces esta burocracia va a ser puesta en vereda a fondo con la política del gobierno, que no le deja margen. Ahora sí les deja margen porque Roosevelt quiere ganar las elecciones, es el New Deal y además hay una crisis económica de la gran puta. Pero si viene la guerra se terminó el margen. Y como soy marxista opino que el burócrata, por más de izquierda y centrista que sea, cuando le digan: ‘Viejo, no hay más margen y si vos no empezás a perseguir izquierdistas y a echarlos de los sindicatos te echamos a vos, el Estado te echa de dirigente porque vamos a la guerra’, [va a dejar de defenderlos]. Renuncien antes de que los echen, porque [renunciando a los cargos sindicales] vuelven a los lugares de trabajo; en cambio, [si se quedan] los van a obligar a echarlos como a perros porque están en puestos de dirección”. Y acertó, porque vino una caza de brujas increíble, y muchos compañeros salvaron el empleo. Trotsky tenía razón; por eso el marxismo es tan complicado.

Frank: La conclusión de todo esto es que hay que preparar al partido para una línea de exigir cada vez más de A Luchar, que vaya a partido obrero revolucionario sabiendo que es imposible.

Moreno: Ah, yo no lo plantearía así. Primero a partido súper democrático .

Frank: Lograda esa fase tendremos otros problemas nuevos.

Moreno: Lograda esa fase empieza ya la gran batalla: exigir una política revolucionaria en todos los terrenos.

Frank: Eso supone preparar el partido para que haga las audacias más grandes para convertirse en los campeones de A Luchar, militar como locos por A Luchar y vender el periódico de A Luchar, lograr células y estar preparados para que eso tenga un límite. No puede haber inhibición de ningún tipo en empujar el acelerador a fondo para ver hasta dónde da el proceso. Junto con la búsqueda de lograr el máximo de A Luchar, primero hay una base de principios que tiene que quedar muy clara.

Moreno: Muy bien.

Frank: Respecto de la publicación, buscaremos el medio más idóneo que garantice que haya una publicación trotskista independiente que juzgue el conjunto del proceso.

Moreno: [Los que se disuelven] tienen derecho a desligarse. No tienen la obligación de repartirlo, porque la gran tarea de ellos es hacer A Luchar.

Frank: Para eso el partido tiene que ir preparado para el fracaso y no para el triunfo de A Luchar. ¿Lo puedo resumir en esa fórmula?

Moreno: Sí, perfecto. Y, si triunfa A Luchar , [ir preparados] para entrar después en una segunda fase, en la que ya se disuelve todo el partido, o casi todo. Porque ahí ya es así, con el cuchillo en el vientre.

Frank: Si vamos a la disolución organizativa y a hacer células de A Luchar a partir de enero, supongamos, ¿qué porcentaje del partido sería conveniente meter a fondo en ese proyecto?

Moreno: Y, para mí tiene que ser casi la mitad del partido, y después ir metiendo a medida que se va viendo.

Frank: ¿No se trata de una operación que envuelve a todo el partido menos un pequeño grupo que se deja afuera?

Moreno: Eso me parece un error. [Hay compañeros que opinan –suponé que sea totalmente falso– que han tenido un crecimiento grande e importante en todos los lugares donde combatieron a A Luchar. Entonces vos no podés meter en A Luchar a alguien que está completamente convencido de que fuera de A Luchar crece y dentro pierde lo que tiene...

[Estarán] equivocados, pero dan ejemplos. Mercedes, la [compañera de las acerías] de Paz del Río, odia a A Luchar porque A Luchar siempre los ha traicionado y los ha jodido en Paz del Río. El trabajo de la Costa, por ejemplo, es todo contra A Luchar : todo, todo lo que se captó en la Costa es contra A Luchar. El trabajo de Caracol lo hicieron todo contra A Luchar . No creo que la compañera que hizo todo ese trabajo esté tan equivocada. Ellos dicen que lo pudieron hacer diciendo: “Los de A Luchar son todos traidores”. Ellos dicen que en el partido no se ha captado a nadie, que desde que se está en A Luchar están los mismos maestros en todos lados. En todos lados no se ha ganado a nadie. Por ejemplo, el Tolima, que es la mejor regional, la que más cotiza, [se hizo] contra A Luchar. Suponé que todo sea falso, pero muchos piensan así; eso es un hecho. Entonces vos no podés convencer a una persona que opina que lo más grande que hay para crecer es trabajar fuera [de A Luchar] porque los únicos crecimientos que hay son los que hicieron ellos diciendo: “No vaya a A Luchar porque A Luchar es lo último que hay”, etcétera, etcétera... ¿La vas a meter a A Luchar? Entonces empieza de nuevo la lucha fraccional. Ni bien fracasa cualquier reunión, la gente se empieza a desmoralizar. Yo lo veo así. Si queremos evitar la cuestión fraccional tenemos que decir: “Vean, comencemos ubicándonos cada cual donde quiera, seamos todos camaradas bien fraternales, empecemos a volcar compañeros donde vemos que el trabajo anda mejor”. ¿Y qué podemos perder? ¿Uno o dos meses? Empieza a andar bien, se empieza a hacer equipo. ¿Qué compañero nuestro no va a querer ir a una reunión de equipo de A Luchar si a la tercera o cuarta reunión empieza a ser el capo?

Como acá con el PC. Al principio todo el mundo estaba totalmente en contra de ver al PC, odiaba a la gente del PC, decía que era un error haber hecho el pacto, etcétera, etcétera. Pero ni bien lográbamos hacer una o dos reuniones de base y ellos, nuestros compañeros de base, copaban, se pasaban a la línea [diciendo]: “¡Qué grande que fue hacer el pacto con el PC!”. No sé si me entendés. Y el partido no los forzaba; les sugería, tenía paciencia, mantenía el ritmo; siempre hay una vanguardia y una retaguardia.

Cuando el PST argentino obtuvo la legalidad y se transformó en el partido trotskista más grande del mundo, yo empecé con una ínfima minoría, con todo el partido en contra. Entonces pedí autorización para que me dejaran abrir un local. Y cuando vieron, en un partidito como el nuestro, de 150, 200 militantes, un solo curso de 120 en un local abierto y legal... ¡carajo!: todo el mundo quería empezar a abrir locales. Pero [primero] di el ejemplo. No sé si me entendés. Si yo hubiera forzado [a los compañeros], si hubiera traído al local a todos los que opinaban que no podía haber legalidad porque nos metían presos al otro día, jamás hubieran citado un curso de 120, porque mentalmente opinaban que iban todos presos. Entonces decían: “En vez de captar los perdemos, porque los traemos a un curso, van todos presos y cuando salen nos quieren matar”.

Entonces yo no veo problemas. Tiene que haber un control de la Internacional que dice: “Sí, esto anda muy bien”. Entonces comienzan a entrar en A Luchar . Suponé que gane la línea de no entrar. Igual entra toda la minoría, entran todos ellos a hacer la experiencia. Para mí, ésa es la base del arreglo de la relación súper fraternal, porque es una experiencia digna de hacerse. Entra la minoría, y opino que les empieza a ir bien. [Entonces] nosotros decimos: “Empiecen a pasar de la mayoría a la minoría a hacer el trabajo en A Luchar aunque no les convenza”. Si no aceptan, nosotros pedimos un congreso extraordinario en dos o tres meses y el Secretariado de la LIT se tiene que volcar con todo a favor de que casi todo el partido entre y un pequeño núcleo quede afuera. Yo creo que mejor es imposible, es bien serio y todo. Como hicimos en Argentina con la legalidad. Porque quedaban los que añoraban la clandestinidad –hay gente a la que le gusta reunirse en reuniones de poquitos–, [que] ni siquiera [se convencieron] con el triunfo [de esa política]. La mayoría se volcó, pero quedó una minoría. Entonces se reunió el congreso del partido y dijo: “Al que no abre local lo echamos, porque es línea oficial del partido y el que está en minoría se tiene que aguantar”. Ya está.

[Pero] hoy día, por lo que oí, me parece un error. [Porque] ellos insisten en que todo el trabajo de la Costa, todo el de Caracol y lo que tienen en Paz del Río es en base a ir contra A Luchar. No es mi teoría. Yo creo que puede ser que hayan ganado, pero porque no se ha trabajado bien sobre A Luchar. Porque para mí algo –poco, mucho, y puede ser muchísimo– tiene que rendir A Luchar, planteado como lo estamos planteando nosotros. Y opino que es una forma seria, bolche de llevar las cosas. Quizás sea un poco más lenta, pero, ¿y si apretamos el acelerador y no va?, ¿si A Luchar se pelea dentro de tres, cuatro meses? En cambio tenemos el otro grupo; si vuela todo vamos a tener como mínimo 500 o 1.000 contactos para vender el periódico. Es lo mínimo que nos va a quedar.

Carta abierta del Secretariado Internacional
de la LIT-CI al partido

Buenos Aires, enero de 1987

Estimados compañeros:

Dentro de poco se celebrará vuestro Congreso, que abordará una discusión histórica, la más importante desde la fundación del partido, porque ustedes deberán optar entre dos líneas: la que tiende a disolver el partido en A Luchar, adoptando su periódico como el instrumento central para nuestra actividad política, y la que propone fortificar más que nunca el partido trotskista, con su periódico, su política y su programa.

Si no estamos equivocados y la discusión está planteada en estos términos, nuestra carta tiene por objetivo explicar cuál es nuestra posición. Para ello, nos vamos a referir a cinco problemas centrales: en primer lugar, el método con el cual la dirección de la LIT ha abordado esta discusión. En segundo lugar, los puntos en los que hay un acuerdo total entre el Secretariado Internacional (SI) y el conjunto de la dirección del partido. En tercer lugar, el centro del debate: si nos disolvemos o no en A Luchar. En cuarto lugar, los análisis y principales políticas para la acción que ha tenido el partido en los últimos dos años. Y en quinto lugar, la situación actual del partido y A Luchar.

Vuestro país ha planteado al partido y a la LIT-CI complejísimos problemas políticos desde 1977, año de la fundación del partido y del Paro Cívico Nacional. Desde entonces, ha habido una estrecha colaboración de la dirección nacional e internacional para tratar de dar respuesta a los interrogantes que nos ha planteado la realidad de ese país en continua ebullición: el Paro Cívico, la hipótesis fracasada del surgimiento de una corriente socialista en 1978, la Brigada Simón Bolívar, la posibilidad de construir un partido laborista con la burocracia de la UTC en 1980, la orientación hacia el sindicalismo independiente en 1982, la caracterización de la situación nacional como revolucionaria, la posición frente a la tregua y las organizaciones guerrilleras, la aplicación de la táctica del frente único revolucionario, A Luchar y el CUSI, el surgimiento de la CUT, para mencionar sólo los más importantes.

La estrecha colaboración entre la dirección de la LIT-CI y el partido ha tenido muchos errores, pero pesan más sus enormes aciertos. Gracias a ella, hemos construido un pequeño partido que comenzó a romper con su marginalidad y su carácter estudiantil para penetrar en algunos sectores del movimiento obrero, como el magisterio; un partido que hoy está ubicado inmejorablemente en la franja de A Luchar, y que ha logrado triunfos tan importantes como un merecido lugar en la dirección de la CUT. El Congreso y la discusión que ustedes realizan ahora es, entonces, parte de ese camino común iniciado hace una década.

En este rico proceso de construcción de nuestro partido colombiano, estamos atravesando una etapa difícil: el partido ha tenido que dar respuesta a problemas políticos muy complejos –influencia de la guerrilla, tregua, fundación de la CUT, violencia paramilitar– en medio de una situación revolucionaria aguda, y ha logrado algunos éxitos espectaculares, como A Luchar.

Como siempre, la dirección del partido, y en particular el camarada Simón, miembro del Comité Ejecutivo Internacional (CEI), han apelado sistemáticamente a la dirección de la LIT-CI para tratar de elaborar conjuntamente las respuestas a estos problemas.

En ese marco, se viene desarrollando una profunda discusión en la LIT y en el partido sobre distintos aspectos de la situación nacional y de nuestras respuestas políticas. Tanto la dirección de la LIT como la del partido hemos cometido errores muy graves –como el del paro del 20 de junio de 1985–, y no se trata, por lo tanto, de una discusión entre buenos y malos, sino entre camaradas que estamos tratando de encontrar la verdad y de lograr, entre todos, la mejor política posible para el partido.

Por esa razón, no pretendemos hacer una discusión exhaustiva sobre qué dijo quién y qué dejó de decir. La dirección de la LIT-CI está lejos de considerar su actuación como impecable, y tanto el SI de conjunto, como individualmente sus miembros, hemos cometido errores grandes y pequeños en este debate. Pero no creemos que ese sea el eje de la discusión en las actuales circunstancias, porque el problema crucial es el de resolver si el partido debe o no disolverse en A Luchar. Por ello, todos nuestros análisis y argumentos están hechos con el afán de dar luz sobre ese problema cardinal. Esto no significa que no haya que hacer un balance sobre nuestro comportamiento como dirección internacional y nuestros errores. El Congreso de la LIT es el mejor terreno para hacer ese balance, y desde ya invitamos a todos los que tengan críticas a tal o cual aspecto de nuestra intervención, a presentarlas en dicho evento y así poder aprender conjuntamente de nuestros errores.

En ese sentido, nuestra contribución en este debate es una más. No pretendemos, con este material, imponer ninguna definición al partido, porque nos enorgullecemos, como dirección internacional, de no ser verticalistas ni totalitarios, de no imponer la política ni la táctica de nuestros partidos, de no hacer el más mínimo ataque personal a ningún dirigente para desviar la discusión y de no hacer la más mínima persecusión por razones políticas. Nuestra corriente es lo opuesto del nacional-trotskismo de Healy y Lambert, que impusieron verdaderas dictaduras totalitarias y corruptas en sus partidos, plagadas de ataques personales y morales y de persecusión por discrepancias políticas.

Por esta razón, no hay ningún cuestionamiento al rol de ningún dirigente nacional o internacional. El camarada Simón, miembro del CEI, es uno de los más valiosos dirigentes de la LIT y uno de los más importantes del partido. El SI propondrá al máximo Congreso Mundial su reelección como miembro del CEI, cualquiera sea el estado de la discusión en el partido. Otros camaradas como Miguel Angel, han cumplido un indiscutido papel de dirección en el partido, siendo la vanguardia en el desarrollo de A Luchar, más allá de las diferencias políticas.

Nos enorgullecemos entonces de que haya discusión, de que no haya unanimidad ni en la LIT ni en el partido, siempre y cuando todos y cada uno de nosotros respetemos el principio sagrado que ha sido la clave del avance del partido en sus diez años de existencia: somos de la LIT y todas nuestras divergencias las resolvemos en su seno.

I. El método del SI y la LIT

Queremos detenernos en un aspecto que nos ha preocupado: las críticas a la manera en que la dirección de la LIT ha encarado la discusión, hechas por varios compañeros que se han opuesto a lo esencial de la política del partido en el último período. Estas se pueden resumir así: durante este período, el SI, a pesar de no compartir aspectos de la política partidaria, se ha lavado las manos en la discusión y ha apoyado incondicionalmente a la dirección del partido.

Como se trata de una crítica seria y repetida, debemos tomarla en cuenta antes de pasar a los aspectos políticos de la discusión.

Esta opinión de los compañeros es, en gran medida, correcta. La dirección de la LIT ha apoyado incondicionalmente a la dirección del partido. Pero para nosotros, más que crítica es un elogio, porque nuestro método es el de respetar a las direcciones nacionales, más allá de las diferencias políticas que mantengamos.

Hemos aplicado al pie de la letra la norma estatutaria de que ni el SI ni el Comité Ejecutivo de la LIT pueden imponer una táctica o una línea política nacional u organizativa a las secciones. Pueden, sí, dar opiniones, recomendaciones, hacer críticas o aprobar, pero no obligar.

Esta norma de conducta elevada a los estatutos internacionales se basa en el convencimiento de que nuestra dirección internacional se está formando, y no se ha probado aún en acontecimientos decisivos de la lucha de clases, ni representa a fuertes partidos nacionales con influencia de masas. Por esa razón, mal puede la dirección, débil y en formación, imponer obligatoriamente líneas políticas a los partidos.

Se trata, por supuesto, de una norma coyuntural, para la actual etapa de formación de la Internacional. La III Internacional de Lenin y Trotsky, por el contrario, estableció como una de las 21 condiciones que debían cumplir todos los partidos adheridos la obligación de aplicar la política nacional que aprobaran los organismos internacionales. Pero se trataba de Lenin y Trotsky, que habían dirigido la Revolución Rusa, y que tenían una gran autoridad. Mientras nuestra Internacional y su dirección no la tengan, seguiremos aplicando la norma de que el CEI no podrá intervenir ninguna sección, ni obligarla a adoptar determinada línea política nacional.

En segundo lugar, tanto el CEI como el SI parten de un profundo respeto entre sus miembros y hacia todos los dirigentes internacionales y nacionales. Creemos en la discusión, en los acuerdos políticos, y en que todos vamos a llevar a la práctica las orientaciones que aprobemos de común acuerdo.

Pero en la crítica que nos hacen varios compañeros, hay un aspecto que no es cierto: el SI y el CEI no se han lavado las manos en la discusión. Muy por el contrario, ésta ha estado en el orden del día de los últimos CEI y en el centro de las preocupaciones del SI.

Para ejemplificar los elementos anteriores, queremos hacer un breve recuento de los pasos que ha seguido esta discusión. Se trata, por supuesto, de un corto resumen, porque no queremos abrumar a los compañeros con largas citas. En todo caso, el SI, a solicitud de cualquier compañero, hará llegar la documentación que se solicite alrededor de estos puntos.

En el Congreso Mundial de marzo de 1985, habíamos discutido la posibilidad de que A Luchar se convirtiera, rápidamente, en un frente único revolucionario o, dicho en otros términos, que diera las bases para avanzar hacia un partido político obrero revolucionario. Pero en el CEI de mayo de 1985 cambiamos la caracterización, y concluimos que, siendo A Luchar una extraordinaria conquista, era un “fenómeno sindical revolucionario” o una “corriente sindical revolucionaria”.

La dirección del partido no estuvo de acuerdo con esta caracterización, y le daba más peso al carácter político de A Luchar, confiando en su desarrollo como frente único revolucionario, hacia un partido revolucionario o hacia una organización común. A pesar de esta discrepancia, concordamos en las conclusiones prácticas. El SI consideró que teníamos grandes riesgos de equivocarnos, por la distancia y el alejamiento, y por eso fue sumamente cuidadoso en esta discusión. Es más, queríamos equivocarnos, deseábamos que fuera cierta la opinión de la dirección, y que de verdad A Luchar se convirtiera en un frente único revolucionario.

En el CEI de setiembre de 1985, los compañeros colombianos plantearon la discusión sobre la caracterización de que en el país había una guerra civil en curso. El documento presentado incluía aportes muy valiosos sobre la caracterización de la situación revolucionaria, sobre la necesidad de contar con un “partido aguerrido” para la acción, sobre la urgencia de dar una respuesta a la violencia paramilitar, etcétera. Sin embargo, el CEI señaló el temor de que algunas caracterizaciones del documento, como la de que había una guerra civil, pudieran llevarnos a la conclusión de someternos políticamente al bando de la guerrilla, abandonando un análisis de clase.

En distintas intervenciones, los miembros del CEI, y en especial el camarada Moreno, recalcaron que nuestro eje es convencer a la clase obrera de conjunto sobre la necesidad de una política revolucionaria, enfatizando que nuestra política no se hace para la vanguardia, y mucho menos para ganar a la guerrilla sino para ganar a la clase obrera liberal, conservadora o comunista. Se planteó que la guerrilla tiene que aceptar la disciplina del movimiento obrero, que estamos a favor de defenderla de todo ataque del gobierno, pero que estamos en contra de sus acciones aisladas y de su carácter elitista, pues jamás consulta sus acciones, ni se somete a la disciplina de ningún organismo democrático de la clase obrera. Además, se consideró que la guerrilla no tiene un respaldo de significativos sectores del movimiento obrero y de masas.

En relación con A Luchar, el CEI reivindicó esa inmensa conquista, planteando a toda costa su defensa y desarrollo como corriente sindical revolucionaria, pero ratificando, como ya dijimos, que no veíamos posible su evolución hacia un frente único revolucionario de tipo político, es decir, hacia un partido obrero revolucionario.

Las conclusiones del CEI obtuvieron el acuerdo de todos los presentes, incluido el compañero de Colombia, pero fue totalmente explícito que el CEI no imponía ni votaba la línea del partido. Que sólo la discutía y daba opiniones, pero que la dirección colombiana quedaba en total libertad de oír o desoír esas opiniones.

El SI creyó que los acuerdos logrados en el CEI facilitarían la armazón política y organizativa del partido, y que al enterarse del conjunto de la discusión realizada, el partido se reubicaría fácilmente. Había razones para creerlo, puesto que era, hasta ese momento, la primera discusión seria, en la que había importantes diferencias políticas, pero sobre las cuales se había llegado a un acuerdo.

Lamentablemente no fue así, y el SI cometió un error histórico: no asistió al Congreso. No creímos en los sistemáticos llamados de Simón ni en las cartas de otros compañeros, insistiéndonos en la necesidad de estar presentes en las deliberaciones. Subvaloramos la dimensión de la crisis del partido, que creíamos en vías de resolverse, y nos equivocamos en toda la línea.

Este error demuestra, por la negativa, nuestro exceso de confianza en la dirección del partido y en los delegados al Congreso. Aplicamos esquemáticamente y equivocadamente nuestro principio de que son las secciones nacionales, sus congresos y sus direcciones, quienes deben decidir su política y elegir su dirección. Nos olvidamos de que, a pesar de mantener ese principio sagrado, hubiéramos podido contribuir en el debate con opiniones, ideas y sugerencias que hubieran podido facilitar un mejor desarrollo del Congreso y una mejor superación de la crisis partidaria.

En el CEI realizado en abril de 1986, tuvimos oportunidad de discutir ampliamente uno de los temas cruciales del Congreso colombiano: la definición de clase de las direcciones y de los países independientes, señalando que, tanto el M-19 como el ELN, el FSLN, el FMLN, Sendero Luminoso, son direcciones independientes, revolucionarias pero pequeñoburguesas, no obreras.

Con esta definición de clase queríamos decir que son direcciones que a pesar de querer hacer una revolución la van a llevar, por sus limitaciones de clase, a un callejón sin salida, como lo demuestra el sandinismo.

Dijimos que la definición de “popular” es insuficiente para caracterizar una organización política, porque es un término “aclasista”, y que el factor clave es el carácter de clase de su dirección y su programa.

Señalamos además que toda alianza o acuerdo con esas direcciones es transitorio y sobre problemas coyunturales, ya que la revolución que ellos quieren es opuesta a la nuestra, pues están en contra de profundizar la revolución nacional, desarrollar la revolución socialista obrera mundial, con todo lo que ella implica, tener como tarea prioritaria la construcción de la Internacional, y de luchar por la democracia obrera a todos los niveles y en todas las etapas, antes o después de la toma del poder. Estas implicaciones fundamentales están abiertamente en contra de las concepciones de los integrantes de A Luchar, y fundamentalmente de sus mandantes, los dictadores guerrilleros, que todo lo resuelven de acuerdo con su voluntad.

Sobre los países independientes, destacamos que no se los podía considerar como naciones aliadas, porque significaba olvidar la caracterización de clase de Nicaragua, Libia, Irán o Irak como Estados burgueses. Dijimos que los defendemos del imperialismo, pero que luchamos contra sus gobiernos burgueses.

La reunión concluyó, nuevamente, con un acuerdo de todos los presentes, incluido el representante de Colombia.

Pero posterior al CEI, el SI comenzó a preocuparse por el curso de la política del partido, porque hacía más de un año que, alrededor de tal o cual punto, observábamos que podía haber una tendencia de la dirección partidaria a ceder a las inevitables presiones de la guerrilla. Por ello, cuando viajó el compañero Negro E., por pedido de la dirección del partido, el SI elaboró un corto memorando con algunas inquietudes –ni siquiera posiciones– sobre la política del partido. Planteábamos en forma de pregunta la duda de que el partido estuviera capitulando a la guerrilla y de que tuviera una política vanguardista y no hacia el conjunto del movimiento obrero, y señalábamos varios puntos que reforzaban nuestra inquietud (nuestra posición frente a la huelga general de junio 20 de 1985, frente a las elecciones, frente a la visita del Papa, frente a las acciones aisladas de la guerrilla, etc...). Queríamos saber cuál era el carácter de la Convención de A Luchar, y su dinámica.

Además, planteamos que para nosotros el eje de actividad del partido debía ser la unidad sindical. Como veremos más adelante, los compañeros de la dirección del partido no estuvieron de acuerdo.

El viaje del Negro E., para desgracia nuestra, confirmó algunas de esas dudas. Pero decidimos esperar tres meses y no iniciar ninguna discusión sobre el conjunto de la política del partido, para que ésta se aplicara a fondo y así poder sacar conclusiones de ella. Mal podía el SI, a miles de kilómetros de distancia, intervenir para cambiar la línea que se estaba aplicando, corriendo el altísimo riesgo de equivocarse y, sobre todo, evitando que fuera la misma realidad la que diera la respuesta sobre la corrección o incorrección de la línea partidaria.

Unos meses después de este viaje, les preguntamos a ustedes: ¿quién tuvo razón sobre la cuestión de la unidad sindical? ¿El SI o la dirección del partido?

A fines de agosto de 1986, el camarada Moreno envió una carta a Simón Moreno afirmaba, en primer lugar, que éramos muy cuidadosos en nuestras apreciaciones sobre la situación colombiana, porque la distancia nos iba a conducir a cometer, inevitablemente, serios errores tácticos o de análisis concreto. En segundo lugar, ratificaba nuestra decisión de no discutir por un plazo de tres meses, pero señalaba nuevamente las dudas que asaltaban al SI: en primer lugar, el hecho de que el partido no hubiera criticado la declaración de la CNG sobre el Papa, y en segundo lugar, la definición y orientación hacia A Luchar. Moreno decía enfáticamente que “jamás de los jamases A Luchar se transformará en un partido obrero revolucionario” . Agregaba que, para desvirtuar esa afirmación, es decir, para demostrar que A Luchar se encaminaba hacia un frente único revolucionario o algo por el estilo, tendría que cumplir tres condiciones: que el periódico se vendiera y se pagara por parte de casi todos los militantes de A Luchar; que surgieran organizaciones de base comunes de todas las tendencias que forman A Luchar y que se iniciara una lucha sin cuartel contra la política de la CNG.

Varios meses después, ustedes deben responder si estas tres condiciones se cumplieron o no. Más adelante nos detendremos en este punto.

En ese momento, también comenzaron a delinearse dos corrientes de opinión en el Comité Central: una que tendía a disolver políticamente el partido en A Luchar, y otra que se oponía. Desafortunadamente, la discusión comenzó a tomar cierto tono fraccional: había rumores, comentarios que trascendían del Comité Central y llegaban a sectores de base, malestar, críticas personales, etcétera.

Por esta razón, el SI de la LIT propuso, en primer lugar, aplazar toda discusión en la base del partido hasta que se terminara el Congreso de la CUT, y llamó a los compañeros que se oponían a la línea de disolverse políticamente en A Luchar a facilitar la aplicación de la línea partidaria, creando el mejor clima para facilitar la discusión de este problema, una vez finalizado el Congreso de la CUT.

Terminado el Congreso de la CUT, el SI propuso que se convocara el Congreso del partido, preparatorio del Congreso Mundial de la LIT, y que se reglamentara un período de discusión con las más amplias garantías para los compañeros opuestos a la política mayoritaria de la dirección. Por esta razón, propusimos una Comisión de Garantías, con representantes de las dos posiciones y con un miembro enviado por el SI de la LIT.

Nuestra preocupación era y sigue siendo la de preservar ante todo la unidad del partido y la de facilitar esta importante discusión, crucial para el partido y para la LIT.

Con el fin de contribuir a ese debate, se publicaron las Tesis sobre el guerrillerismo , de Moreno, Greco y Frank y ahora enviamos esta carta, que esperamos sirva para aclarar la discusión y bregar por la unidad del partido hacia el Congreso.

II. Lo que no está en discusión

El objetivo de este punto es comenzar a brindar un poco de luz sobre la discusión, precisando aquellos temas que para nosotros constituyen un acuerdo decisivo con la dirección del partido. Queremos hacer un esfuerzo para separar la paja del trigo, y para evitar que la discusión derive hacia problemas secundarios o falsos.

Hay un acuerdo básico en cuarto puntos: la definición de la etapa de la lucha de clases en Colombia como situación revolucionaria aguda, el trabajo del partido en el sindicalismo independiente, la defensa de la guerrilla y la táctica del frente único revolucionario. Veamos uno por uno.

1. Una situación revolucionaria aguda

La LIT fue la primera en definir, quizás un poco tarde (1984), que en el país había una situación revolucionaria, polemizando con la dirección del partido, que sólo en el Congreso extraordinario de 1985 aprobó esta caracterización.

Posteriormente, hemos seguido avanzando en la caracterización, y consideramos que situación revolucionaria era un término demasiado parco para definir el despelote de la lucha de clases en el país. Dijimos entonces que era una situación revolucionaria aguda.

Podemos discutir mucho sobre cuándo se abrió esta etapa, pero es ultrasecundario. Incluso el SI tiene una opinión más audaz, si cabe el término, que la dirección del partido: opinamos que la situación revolucionaria se inició con el Paro Cívico Nacional de 1977.

Pero no importa. El hecho es que no hay ninguna discusión sobre el carácter de la etapa, pues acordamos plenamente en su definición.

2. El trabajo en el sindicalismo independiente

Desde 1980 la dirección de nuestra corriente internacional comenzó a plantear la necesidad de trabajar en el sindicalismo independiente.

El partido estaba iniciando una seria crisis, a pesar del éxito resonante que obtuvo cuando, en el Congreso de la UTC, se aprobó la propuesta de construir un partido obrero de tipo laborista. Sin embargo, las condiciones objetivas no dieron para que este proyecto fructificara, y la dirección internacional comenzó a insistir en la necesidad de reorientar el trabajo hacia el sindicalismo independiente.

Con bastante retraso, la dirección del partido acogió la propuesta, y esa ubicación, que se mantiene hasta hoy, permitió resolver la crisis anterior y ubicarnos en la franja más combativa de la clase obrera colombiana, comenzando a superar la marginalidad, mediante la estructuración en el magisterio y en algunos otros gremios.

3. La defensa de la guerrilla

Fue la dirección de la LIT quien, en 1984, hizo ver a la dirección del partido que tenía una posición principista pero sectaria en relación con la guerrilla porque ni los periódicos ni los documentos le daban importancia, y más bien se creía que la guerrilla tendía a desaparecer.

La dirección de la LIT señaló que la influencia de la revolución nicaragüense sumada a la tradición guerrillera del país, a la situación revolucionaria y a la crisis social, le iban a dar un gran aire a la guerrilla.

El camarada Moreno señaló que no debíamos hablar sólo de guerrilla sino de algo todavía más importante: el poder dual territorial conseguido por las FARC fundamentalmente, y en menor medida por el M-19, el ELN y el (Ejército Popular de Liberación). Dijo que eran enormes conquistas del movimiento de masas, y que el partido no les daba ninguna importancia. Que desde el periódico se debía hacer propaganda sistemática, comparando las condiciones de vida de los territorios controlados por la guerrilla con las del resto de los campesinos.

Cuando se firmó la tregua entre las FARC y el gobierno, la LIT felicitó al partido por su política principista frente a la tregua, pero le señaló que no podía ser sectario con la guerrilla. Que era una obligación defenderla de los ataques del gobierno, hubieran firmado la tregua o no.

4. El frente único revolucionario

El Congreso Mundial de marzo de 1985 aprobó en sus Tesis la táctica de frente único revolucionario “que consiste en lograr acuerdos político-organizativos sobre la base de puntos programáticos comunes que nos permitan intervenir en forma conjunta en los procesos de la lucha de clases y en la pelea por la dirección del movimiento de masas” . El frente único revolucionario era definido como “un paso transicional hacia un partido revolucionario de masas” .

El CEI de abril de 1986 evaluó la aplicación de esta táctica y consideró que había dado, hasta el momento, importantes resultados. Pero a diferencia de lo previsto en marzo de 1985, los acuerdos revolucionarios que se lograron fueron fundamentalmente en el terreno sindical y no con organizaciones o corrientes políticas para construir partidos obreros revolucionarios.

Esta precisión, sin embargo, no fue para restar importancia a la táctica de frente único revolucionario, sino para ampliar su campo de aplicación.

En efecto, aunque todavía no hayan surgido frentes revolucionarios cuyo objetivo central sea avanzar rápidamente hacia un partido obrero revolucionario, en distintos países sí hemos logrado importantes acuerdos sindicales revolucionarios, o embriones de tales, como en Colombia, y en menor medida en Brasil y Argentina. Tenemos que estudiar bien el caso de México, donde nuestro partido ha logrado un acuerdo político con una organización cuyo centro de actuación son los barrios obreros, constituyendo un nuevo partido que ha pedido afiliación a la LIT.

Sin lugar a dudas, el partido y especialmente su dirección, han sido los campeones en la aplicación de la táctica de frente único revolucionario, y A Luchar fue la expresión más acabada y completa de frente revolucionario sindical. Este es un ejemplo para todas las secciones de la LIT y para todo el trotskismo.

Nuestro próximo Congreso Mundial tiene como uno de los puntos principales de su agenda la evaluación de la táctica de frente único revolucionario, pero desde ya adelantamos que la propuesta del SI será la de ratificar dicha táctica, con el agregado de que su campo de aplicación se amplió muchísimo en el terreno sindical, pero manteniendo más que nunca la lucha por lograr verdaderos frentes únicos revolucionarios en el terreno político con corrientes obreras, como antesalas del partido obrero revolucionario.

III. El meollo de la discusión: la política para A Luchar

La caracterización de A Luchar y del cusi , y la política del partido hacia ellos, son el meollo de toda esta discusión.

En realidad, este punto debería ir en el capítulo anterior que trata sobre los acuerdos entre la dirección de la lit y del partido, porque todos nos quitamos las palabras de la boca para decir que A Luchar y el cusi son las más grandes conquistas del partido en los últimos años, pues sus integrantes son activistas obreros que se negaron a capitular al gobierno de Belisario Betancur y que han mantenido posiciones revolucionarias. Además de este acuerdo sobre la importancia de A Luchar, luego de dos años de discusión, hemos logrado llegar a una definición común sobre A Luchar.

Queremos resaltar este aspecto porque, como señalamos en el Capítulo I, en el último tiempo ha habido discusiones sobre puntos programáticos y de principios muy serios con los compañeros colombianos en el CEI y el SI. Pero la realidad de la lucha de clases y las discusiones que hemos tenido nos han llevado a ponernos de acuerdo, poco a poco, en casi todos estos temas.

Por ejemplo, luego de mucho discutir sobre la caracterización de guerra civil en Colombia y sobre la política que de ello se desprendía, llegamos a un punto de vista común. Posteriormente discutimos sobre la caracterización de clase de las direcciones independientes como la del M-19 y acordamos definirlas como pequeñoburguesas revolucionarias.

Con A Luchar ha sucedido lo mismo. En mayo de 1985 iniciamos una discusión sobre su caracterización. Durante los meses anteriores, todos creíamos que A Luchar podía avanzar rápidamente hacia un frente único revolucionario, pero luego de escuchar el informe de los compañeros colombianos, el CEI cambió de opinión, como ya lo señalamos más arriba, y creyó que estábamos ante una corriente sindical revolucionaria. No veíamos que los demás integrantes de A Luchar quisieran hacer un partido obrero revolucionario, y mucho menos un partido que obligara a la guerrilla a aceptar la disciplina obrera, la democracia.

La conclusión de esta caracterización era desarrollar a A Luchar, dotándola de un programa y una organización sindical revolucionaria, no política, discutiendo sistemáticamente nuestras profundas discrepancias con los otros integrantes, pero evitando su transformación en organización política que pudiera imponernos, mediante votación mayoritaria, la línea elitista, no democrática, de la guerrilla.

Para nosotros, lo fundamental en el terreno político era la polémica y la discusión con la guerrilla por elitista, al no aceptar ninguna disciplina de clase, por no democrática, por sus tendencias frentepopulistas y su negativa a construir una internacional.

Esta formulación no fue compartida por la dirección del partido, quien siguió con la vieja estrategia de transformar a A Luchar en organización política.

En abril de 1986, el CEI precisó aún más la caracterización, definiendo A Luchar como frente único revolucionario de tipo sindical.

A mediados del año pasado, luego de tantas y tan complicadas discusiones, comenzamos a ponernos de acuerdo en la definición de A Luchar, mérito que corresponde a la dirección del partido. Los compañeros hicieron un progreso teórico y político inmenso, logrando una definición impecable.

En el Boletín de Informaciones Nº 30 señalaron que A Luchar era el acuerdo de tres corrientes “muy disímiles en su tradición, programa y metodología” , que funciona “alrededor de acuerdos políticos de las direcciones sin un funcionamiento de tipo centralista democrático y sin organismos de base comunes” , que sobre A Luchar inciden “organizaciones que se definen a sí mismas como político militares” , y que “no es explícito en ninguna de las fuerzas (que componen A Luchar) la necesidad de la construcción del partido obrero revolucionario ni la necesidad del partido mundial de la revolución”.

Posteriormente, el Boletín de Informaciones Nº 43 dice que “la mayoría de sus direcciones (de A Luchar) siguen políticamente a las organizaciones guerrilleras” , y que “el carácter de la organización cuyo programa, estrategia y metodología se fundamenta en la guerrilla, a la cual supedita las tácticas, incluida la de la construcción partidaria, es opuesto al carácter de la organización por la cual nosotros luchamos, que es aquella cuyo programa, estrategia y metodología es en función de la lucha de clases y la revolución obrera, a la cual supeditamos todas las tácticas, incluida la guerrilla” ( Boletín de Informaciones Nº 43).

Nosotros agregaríamos a esta definición, que la guerrilla es enemiga de la democracia obrera y de supeditarse a una organización obrera de masas o de vanguardia, un partido obrero revolucionario. Por eso es elitista.

Nuestra propuesta o consejo al Comité Central, las células partidarias y el Congreso, es que se empiece por votar esta caracterización de A Luchar. Entre marxistas, lo primero, antes que la política, es la caracterización. Por eso, el partido tiene que empezar, si es serio, por definir A Luchar. Insistimos: nuestra primera y fundamental moción es que se apruebe esa definición ya, inmediatamente .

Es increíble, pero nunca, en dos años, estuvimos tan de acuerdo en la definición de A Luchar, y sin embargo nunca estuvimos tan lejos como hoy de un acuerdo en la política para A Luchar, porque de esta definición impecable han surgido dos políticas opuestas por el vértice. Alguien es irracional, porque normalmente no es así: de una caracterización común surge una política común o con pequeñas diferencias tácticas.

Esta irracionalidad es la que explica todas nuestras polémicas, todos los malentendidos, y es la que, indudablemente, provoca mucha confusión en el partido, que no entiende cómo, aprobando a dos manos la definición de A Luchar, hay dos políticas antagónicas.

Ustedes tienen razón para confundirse, porque de verdad, parece un jeroglífico chino. Por eso, queremos detenernos en descifrarlo, para tratar de aportar un poco de claridad.

¿Quién es irracional?

A pesar de esta brillante definición, la dirección del partido sacó conclusiones políticas diametralmente opuestas a las que se desprenden de ella. Veámoslo punto por punto.

1. En la definición de A Luchar, los compañeros que están por la disolución en esa organización decían que A Luchar está conformada por tres corrientes “muy disímiles en su tradición, programa y metodología” .

Para justificar la política de disolución, dicen también lo opuesto: que “A Luchar es una organización política revolucionaria, configurada para la lucha por el poder obrero y popular, con un programa anticapitalista y antiimperialista, una composición obrera y popular y una dirección proletaria” ( Boletín de Informaciones Nº 30).

Estos compañeros no nos explican cómo se puede lograr que en el mismo boletín se diga en una página que los de A Luchar tienen una “tradición, programa y metodología” “muy disímiles” , y en otra página A Luchar se transforme en una “organización política revolucionaria” , lo que significa que tiene programas y políticas muy similares, y no “muy disímiles” .

2. Los compañeros que están por la fusión, disolución o formación de una organización o partido obrero revolucionario con A Luchar nos están planteando no sólo que tengamos esa política con organizaciones y direcciones “disímiles”, sino lo que es mucho más, “opuestas”, antagónicas, como nos dicen en la definición. Recordémosla: “el carácter de la organización cuyo programa, estrategia y metodología se fundamenta en la guerrilla, a la cual supedita todas las tácticas, incluida la de la construcción partidaria, es opuesto al carácter de la organización por la cual nosotros luchamos, que es aquella cuyo programa, estrategia y metodología es en función de la lucha de clases y la revolución obrera, a la cual supeditamos todas las tácticas, incluida la guerrilla” .

Los compañeros de los que estamos escribiendo, descubrieron la cuadratura del círculo en la política: fusionarnos, disolvernos o integrarnos con lo “opuesto” a nosotros.

3. En la definición, nos dicen que “no es explícito, en ninguna de las fuerzas (de A Luchar) la necesidad de la construcción del partido obrero revolucionario” .

Pero en el mismo Boletín nos aseguran que A Luchar está “inscripta en el proceso de construcción de un partido revolucionario con influencia de masas” . No vemos ni comprendemos el milagro de que aquellos que no ven la “necesidad de la construcción de un partido obrero revolucionario ” estén construyendo “ un partido revolucionario con influencia de masas ”. Alguien está demente: o los de A Luchar, que hacen exactamente lo opuesto de lo que quieren y programan (no construir un partido obrero revolucionario independiente), o los compañeros del partido que quieren disolverse, fusionarse o hacer un partido con A Luchar.

4. En la definición nos dicen que en A Luchar inciden “organizaciones que se definen a sí mismas como político-militares” , y en otro boletín son más explícitos: “la mayoría de las direcciones (de A Luchar) siguen políticamente a las organizaciones guerrilleras ”.

Pero en el mismo texto ( Boletín de Informaciones Nº 30) señalan que la dirección de A Luchar es una “dirección proletaria” . Eso significaría que las direcciones guerrilleras son, para los compañeros, proletarias revolucionarias, ya que “la mayoría” de la dirección de A Luchar “sigue políticamente” a las direcciones de las “organizaciones guerrilleras” , y A Luchar es “una organización política revolucionaria” , con “dirección proletaria” .

Hace tiempo, los compañeros definían a las direcciones guerrilleras como populares y no obreras; después creemos que aceptaron la definición de pequeñoburguesas. Si ahora son direcciones obreras revolucionarias en vías de transformarse en un “ partido revolucionario con influencia de masas” , no se explica el apoyo que le dieron al Papa y ni una sola de las frases de la brillante definición de A Luchar que ha hecho la dirección del partido.

¿Cómo podemos tener “muy disímiles” “tradiciones, programas y metodologías” y [ser] los “opuestos” en todo con direcciones obreras revolucionarias?

5. Las preguntas que se nos plantean, en medio de tantas contradicciones, son las siguientes: si A Luchar es una “organización política revolucionaria configurada para la lucha por el poder obrero y popular, con un programa anticapitalista y antiimperialista, una composición obrera y popular y una dirección proletaria” y “sus direcciones siguen políticamente a las organizaciones guerrilleras”, ¿qué es esta organización? ¿Una organización obrera revolucionaria, o una colateral de la guerrilla? ¿Quién controla a quién: la guerrilla a A Luchar, o ésta a la guerrilla? Si la que controla es la dirección de la guerrilla, ¿será ésta la que construirá el partido obrero revolucionario, cuya primera medida sería prohibir las acciones de aquélla, si no son autorizadas por el partido? ¿La dirección de la guerrilla formará un partido obrero revolucionario de masas en donde se resuelva todo democráticamente, inclusive la supresión de las acciones guerrilleras cuando lo crea necesario y conveniente? Formulando ésto de otra manera: ¿la dirección guerrillera se suicidará, desarrollando un organismo obrero, revolucionario e independiente con democracia, que la domine por los cuatro costados, como un partido obrero revolucionario de masas debe hacerlo? ¿Dejará la dirección de la guerrilla su puesto de dirección en una discusión democrática?

¿Quién es racional?

Nosotros y un grupo de dirigentes del partido queremos ser consecuentes y sacar conclusiones de las enseñanzas y los errores, y principalmente, aplicar hasta el final la brillante definición de A Luchar hecha por la dirección.

Nosotros estamos en contra de fusionarnos, disolvernos, formar un frente o partido con A Luchar, o que éste sea el eje central de nuestra actividad por las siguientes razones:

Primero : porque hay “programas y metodologías muy disímiles” , y tanto en física como en política, fuerzas disímiles u opuestas se anulan, de acuerdo con la ley del paralelogramo de fuerzas. Segundo : porque sobre A Luchar “inciden organizaciones que se definen a sí mismas como político militares” y “la mayoría de sus direcciones siguen políticamente a las organizaciones guerrilleras” , y por lo tanto debemos definirla, esencialmente como una colateral de la guerrilla, y no una organización obrera revolucionaria independiente. Tercero : porque “no es explícito en ninguna de las fuerzas (que conforman A Luchar) la necesidad de la construcción del partido obrero revolucionario, ni la necesidad del partido mundial de la revolución” . Cuarto : porque las direcciones de la guerrilla que tienen una influencia total o casi total sobre A Luchar son pequeñoburguesas, lúmpenes, campesinas, pero no obreras revolucionarias; por eso, y no por otra razón, son tan “disímiles” y “opuestas” en casi todos los aspectos a nuestro partido. Quinto y fundamental : porque nadie en su sano juicio se fusiona con su opuesto en casi todos los terrenos.

Concretamente, nuestra línea de no fusionarnos políticamente con los componentes de A Luchar es consecuente hasta el fin con la definición que ha dado la dirección del partido, que nosotros suscribimos y que hemos citado en los seis puntos.

Muchos compañeros, impactados por los éxitos sindicales de A Luchar, se preguntan con cierto temor si estamos por la ruptura del mismo. Todo lo contrario: hay que seguir en A Luchar más que nunca, pero como acuerdo político y en el terreno sindical, apoyándonos ahora en el cusi , lo que nos evita confundir lo político con lo sindical. Debemos ser claros y fraternales con los compañeros de A Luchar, y decirles que no podemos fusionarnos por todo lo que está en los boletines internos: que somos “disímiles”, “opuestos”, que estamos en contra de la dirección de la guerrilla, que la guerrilla debe supeditarse a los organismos de la clase obrera –los de masas o los de vanguardia– con democracia obrera, y que discrepamos completamente sobre la necesidad de la existencia de una internacional y de un internacionalismo militante y sobre el carácter de un partido obrero revolucionario, que debe ser como mínimo centralista democrático. Dicho de otra manera, tenemos que decir a los compañeros de A Luchar que deseamos tener las manos libres para criticarlos fraternal pero sistemáticamente, y que nuestra tarea prioritaria es fortificar nuestro partido, desde las finanzas al periódico, pasando por el crecimiento y la consolidación. Queremos tener las manos libres para criticar los inevitables apoyos de la guerrilla a los diferentes Papas que viven en, o visitan Colombia. Debemos señalarles que nos parece muy bien que ellos tengan la misma libertad para criticarnos ya que, al tiempo que trabajamos en común en los puntos que nos unen, queremos seguir esta discusión política desde nuestros órganos de prensa hasta oralmente, dadas las innumerables diferencias que tenemos.

¿Qué es el CUSI?

Luego de la Convención de A Luchar, el cusi ocupó el lugar que antes tenía A Luchar, al agrupar su corriente sindical.

Tenemos la impresión de que el cusi es, como A Luchar antes, un frente único revolucionario sindical, porque agrupa los activistas de las distintas corrientes con el claro y único objetivo compartido de hacer una tendencia sindical revolucionaria, con autonomía de A Luchar, con cierta democracia obrera, y donde, parece ser, tiende a haber organismos de base o corrientes por gremios, que deciden democráticamente.

La discusión para elegir a los miembros del cusi en la cut es un ejemplo: allí no hubo acuerdo sobre quiénes deberían ir, sino que se puso a votación y se decidió de manera democrática y centralizada. Ya en otra oportunidad, antes de la Convención de A Luchar, se había aplicado este mecanismo con ocasión de la elección de los miembros de A Luchar en la dirección de Fecode, y tenemos entendido que en otras ocasiones también se ha procedido a votar.

Somos muy cuidadosos con la definición del cusi , porque no conocemos su dinámica con certeza. Para definirlo con precisión necesitaríamos saber si en los distintos gremios, como magisterio, por ejemplo, se han conformado o tienden a conformarse tendencias gremiales que decidan democráticamente.

Si es así, entonces estamos ante un frente único revolucionario sindical. Si, por el contrario, ésa no es la dinámica, si cada fuerza del cusi actúa por separado en los distintos departamentos o gremios sin someterse a la votación democrática ni conformar tendencias sindicales comunes, entonces es probable que debamos definir al cusi de manera similar a A Luchar, como un acuerdo sindical. Pero no sabemos, y creemos que a ustedes corresponde precisar su verdadera dinámica.

Señalamos esto, porque en otros países como en Brasil y Argentina, se han conformado tendencias sindicales por gremios, que sin ser nacionales ni abarcar a todos los gremios, como el cusi , comienzan a ser frentes únicos revolucionarios sindicales, porque en ellos, además de un programa antiburocrático y antigubernamental incipiente, hay votaciones democráticas. Sus políticas y tácticas no son resultado de una imposición de nuestros partidos, y mucho menos de acuerdos políticos, sino verdaderas corrientes sindicales con autonomía y democracia interna.

IV. La política del partido y A Luchar

Ahora tenemos que ver cuáles fueron las políticas concretas, para la acción, que se desprendieron de la irracional política para A Luchar.

Esa hermandad íntima entre nuestro partido y organizaciones “disímiles”, “opuestas”, supeditadas a la guerrilla, produjo, como no podía ser de otra manera, una política común para los principales hechos de la lucha de clases en el país.

Para un partido revolucionario, la elaboración y la intervención política pasan por tres etapas. La primera es la caracterización de la situación concreta, y la elaboración, con base en ella, de pronósticos o hipótesis. La segunda es la definición de una política para intervenir sobre la realidad, basada en esas caracterizaciones y pronósticos, que tenga en cuenta al conjunto del movimiento obrero, y la tercera, posterior, es corroborar si nuestras caracterizaciones y pronósticos se verificaron y hacer el balance de nuestra intervención y del fortalecimiento o retroceso del partido.

Nuestros partidos no son comentaristas de la lucha de clases, y por ello no nos vamos a detener en análisis posteriores a los hechos, aunque sean importantes, sino, fundamentalmente, en los puntos que señalamos anteriormente. Por eso queremos ver, a la luz de los principales hechos de la lucha de clases en los últimos dos años, la intervención política del partido y A Luchar.

Esos hechos son, para nosotros: la huelga general de junio 20 de 1985, la toma del Palacio de Justicia, las elecciones, los conflictos y las huelgas, la visita del Papa a Colombia y la fundación de la cut .

Veamos uno por uno:

El paro de junio 20 de 1985

Como señalamos al comienzo, no queremos iniciar una polémica de: “Yo dije y usted no”. En el caso del paro de junio de 1985, por ejemplo, la dirección de la lit creyó en los análisis de la dirección del partido, que decía que íbamos a asistir a una impresionante huelga general. En Argentina nos cansamos de dar conferencias por todo el partido haciendo propaganda a favor de la huelga general, diciendo que iba a ser totalmente distinta a las huelgas pacíficas argentinas, porque allí iba a tener características similares a las del Paro Cívico Nacional. Como se dice en Buenos Aires, “le dimos una manija bárbara” al paro.

La dirección del partido dijo que “el paro cívico de 1977 fue un ensayo general del próximo paro nacional” ; que a diferencia de 1977, cuando toda la burocracia patronal y el PC hicieron el paro, esta vez la burocracia se negó a intervenir, el PC frenó por más de un año su realización y que, a pesar de haber por fin aprobado la fecha, el PC “sigue más firme que nunca apoyando al gobierno de Betancur” .

Pero que a pesar de todos estos factores en contra, “el elemento fundamental, decisivo, de diferenciación entre los dos paros es la participación de la guerrilla ” ( Boletín Interno Nº 248, junio 3 de 1985).

Con base en esta caracterización, la dirección del partido hizo un pronóstico y definió una política de intervención: había que “luchar por convertir el paro en una verdadera huelga general obrera y popular, estimulando su posible estallido semiinsurreccional, espontáneo y geográfico insurreccional” .

El 20 de junio, el día de más asistencia laboral en el país, no hubo ningún “estallido semiinsurreccional”, ni siquiera una pacífica y aburrida huelga general, ni paró ningún sector importante de la producción. No pasó nada. Las direcciones del partido y de la lit se equivocaron de palmo a palmo.

Fue un error tan escandaloso, que es casi un modelo para iniciar nuestras escuelas de cuadros diciendo: “Previmos una semiinsurrección y ese día nadie faltó al trabajo. Estudiemos por qué cometimos un error político tan grande”.

No se trata de no equivocarse, porque de eso vivimos. En nuestra corriente internacional hemos cometido errores mucho más grandes que ese. El problema es encontrar las razones y explicarlas de manera exhaustiva, pública e internamente; es tener la actitud autocrítica de recordar a los militantes sistemáticamente ese error, prevenirlos de nuestra debilidad como dirección.

El balance de actividades del partido presentado para el Congreso de 1986 señala que “el error que cometimos tiene que ver justamente con el problema del PC” , porque “no tuvimos en cuenta al PC” , y no advertimos que el paro “corría gravísimo riesgo de no realizarse debido a la política de tregua del PC y a la línea de frenarlo” .

Por un tiempo, la dirección de la lit compartió esa autocrítica, pero ahora creemos que es equivocada. Es cierto que la dirección del partido subvaloró al PC, pero ése no fue el error fundamental, porque todos los documentos anteriores al paro advirtieron una y mil veces que el PC estaba contra el paro, aun a pesar de haberlo aprobado. El error central de caracterización y pronóstico fue haber sobrevalorado a la guerrilla, haber dicho que “el elemento fundamental, decisivo, de diferencia entre los dos paros (el del 77 y el del 85), es la participación de la guerrilla ”. Para la dirección, esta participación era suficiente contrapeso al boicot de la burocracia y a la oposición del PC durante todo un año. Por ese peso de la guerrilla, el paro de 1977 iba a quedar sólo como la antesala o el anticipo del paro del 20 de junio.

Pero justo unos días antes del paro nacional, el M-19 levantó todos sus campamentos en todos los barrios populares, se adentró en el monte, y no echó un solo tiro en el paro nacional, las otras organizaciones guerrilleras no hicieron casi nada, y la semiinsurrección prevista se convirtió en una dura derrota.

Eso no lo dice el balance de actividades del partido. Eso no lo dice el periódico del partido. De este error de pronóstico y caracterización se desprendió uno mucho más grave, el error en la política para intervenir: luchar por convertir el paro “en una verdadera huelga general obrera y popular, estimulando su posible estallido semiinsurreccional, espontáneo y geográfico insurreccional” .

El balance de actividades tampoco hace una autocrítica de esta política concreta, para la acción; por el contrario, concluye diciendo que hemos debido advertir que el paro corría el riesgo de no realizarse, pero que a pesar de eso “nos jugábamos a muerte por el paro, y que en caso de hacerse era contra el PC” . ¿Esto quiere decir que estuvo muy bien haberse jugado por el paro, aunque hubiéramos caracterizado que no iba a salir? ¿Qué método de hacer política es ése? ¿Caracterizar que vamos a una derrota y a pesar de eso empujar con todo?

¿Qué diría el partido si en Paz de Río o en Satexco, los compañeros de la célula aprobaran que el eje del partido es sacar una huelga en determinada fecha, y no sólo sacar la huelga sino tomarse la fábrica y hacer piquetes de huelga, y que el día de la huelga ni un solo trabajador deje de trabajar? ¿Qué le exigiría el partido a esa célula de Satexco o de Paz de Río? ¿No le exigiría una autocrítica, no sólo interna, sino pública, informándole a los obreros que nunca esa célula se equivocó tanto?

¿Qué diría el partido si esa misma célula, al hacer el balance, reconoce que la huelga no iba a salir por culpa de la burocracia, pero que a pesar de eso se “jugaba a muerte por el paro”, y que en caso de hacerse era contra la burocracia?

El error fue no tomar en cuenta las condiciones del conjunto del movimiento obrero , sino sólo las de la vanguardia popular, no obrera, y definir una política para la acción –estimular el estallido semiinsurreccional– para la vanguardia y no para el conjunto del movimiento obrero. Fue una acción aventurera y ultraizquierdista, totalmente desligada del conjunto de la clase obrera colombiana.

En tercer lugar, es necesario hacer el balance de la intervención del partido con esa política. Hasta donde tenemos entendido, la militancia se jugó por el paro y puso todas sus energías y entusiasmo a su servicio. Sin embargo, no hubo casi ninguna presencia política del partido: desde febrero hasta junio no salió ningún número de El Socialista . Salieron cinco [números de] A Luchar desde febrero, pero nos parece bastante poco, teniendo en cuenta que el partido se preparaba para un estallido semiinsurreccional.

Por último, queremos saber si nuestra política para la huelga fortaleció al partido. ¿Salimos con más presencia política? ¿Captamos compañeros? ¿O sucedió lo contrario? ¿Qué opinan los compañeros que durante toda la jornada del paro caminaron por Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla tratando de participar en algún mitin, exponiéndose a la represión policial totalmente aislados de las masas?

Si hubiéramos caracterizado el fracaso del paro y dado una batalla política en A Luchar para levantarlo, aunque nos derrotaran, habríamos sentado el antecedente histórico de que nos opusimos, colocándonos en una buena condición para discutir posteriormente contra la posición frenética de que el paro fue un triunfo, sostenida por los otros componentes del acuerdo. Por otra parte, aunque no captáramos a nadie, nuestra militancia hubiera salido con más confianza en su partido y en la lit .

Desafortunadamente, la dirección del partido puso sus expectativas en la guerrilla, la misma que en 1977 se opuso con patas y manos a la más grande acción de la clase obrera colombiana en las últimas décadas: el Paro Cívico Nacional. No es casual que esa guerrilla se haya negado a intervenir en ese verdadero “estallido semiinsurreccional”, y por el contrario se haya dedicado a preparar en un laboratorio un remedo de “estallido semiinsurreccional” en 1985, que no fue acompañado por ningún obrero. La razón estriba en que hoy, como ayer, la guerrilla nunca ha tomado en cuenta al movimiento obrero en su conjunto, porque nunca ha aceptado disciplinarse democráticamente a sus organismos de masas, o a su vanguardia organizada en un partido obrero revolucionario.

La toma del Palacio de Justicia

El partido tuvo una posición principista pero algo sectaria frente a la masacre del Palacio de Justicia. El volante publicado el 9 de noviembre es impecable desde el punto de vista de los principios, porque además de la denuncia al gobierno señaló que “no podemos compartir la acción realizada por el M-19 porque obedece a métodos ajenos a la lucha del movimiento obrero y de masas” .

Desde ese punto de vista, el partido estuvo mucho más principista que la dirección de la lit , que no hizo ninguna crítica a la acción del M-19 en su artículo sobre el tema publicado en Correo Internacional Nº 15 de diciembre de 1985.

Sin embargo, el SI de la lit criticó a la dirección del partido el volante, porque consideró sectario encabezarlo criticando al M-19 y no enfilando las baterías contra el gobierno. Para nosotros, la crítica ha debido estar, sí, pero al final del volante y no al principio.

Con esto queremos señalar que la dirección de la lit no tiene ninguna actitud sectaria contra la guerrilla, y que incluso fue más suave con el M-19 que la misma dirección del partido, y queremos felicitarlos, porque a pesar de haber sido un poco sectarios, dieron una respuesta política adecuada y principista.

Con la salvedad anterior, la crítica al M-19 fue tan correcta, que posteriormente sus mismos dirigentes se autocriticaron por la toma, considerándola aislada del movimiento de masas.

El partido tuvo una política correcta para la acción, que fue la de exigir un juicio al gobierno, llamando a convocar un tribunal internacional, exigiendo la renuncia de Belisario y la convocatoria a una Asamblea Constituyente, y participó en la preparación y realización del Foro por la Vida, vinculando lo de la tragedia de Armero con la masacre del palacio, con una correcta política de unidad de acción.

Las elecciones

Siguiendo la tradición leninista, las elecciones siempre han sido un asunto táctico para nosotros, supeditado a la lucha de clases.

Pero a pesar de ello, es innegable que en Colombia buena parte de 1985 y 1986 estuvo signada por la campaña electoral.

No queremos discutir si al final el partido terminaba absteniéndose o no, porque es ultrasecundario, y adelantamos que nos parece bien que el partido lo haya hecho para acompañar a la franja de A Luchar que no se presentó a las elecciones.

Queremos analizar el pronóstico electoral, la política de abstención, la campaña realizada y el resultado.

El partido hizo dos pronósticos. El primero, que “a diferencia de las optimistas cuentas y previsiones de los cronistas burgueses, nosotros seguimos afirmando que en estas elecciones no habrá ningún cambio importante en el comportamiento abstencionista mayoritario de los colombianos” ( El Socialista Nº 297, febrero 15 de 1986).

El segundo, en su volante electoral: “la abstención será esta vez más conciente, más cualificada, más combativa y radicalizada. Millones de los que esta vez se abstengan expresarán verdaderamente el rechazo a este régimen corrompido...”.

Señalemos, de paso, que este segundo pronóstico o caracterización es totalmente opuesto al que siempre sostuvimos sobre la abstención en Colombia, a la que siempre definimos como atrasada, despolitizada, inconsciente y nada combativa.

Pero todo puede cambiar, y era posible que la abstención de 1986 diera un giro de 180 grados, convirtiéndose en “consciente, cualificada, combativa y radicalizada” .

De estas caracterizaciones se desprendió una política: “La única política verdaderamente revolucionaria, unitaria y de masas, en el terreno electoral, es el llamado a una campaña nacional para que las masas protesten y no voten” ( El Socialista Nº 296, enero 31 de 1986).

Y de esta política se desprendió una “campaña política antielectoral” con A Luchar de “carácter nacional” que “cubre los meses de abril y mayo, supeditando otras tareas ”, con dos consignas centrales: “Por la vida y la libertad: Asamblea Nacional Popular” y “No votar, a luchar por el poder obrero y popular” . Se programarían “actos centrales hacia el 14 de mayo” en muchas ciudades, y mientras tanto, “foros, seminarios y actividades”.

Como instrumentos, El Socialista, A Luchar y un Manifiesto Nacional de 50.000 ejemplares.

Ahora bien. ¿Qué sucedió?

En primer lugar, el partido tendrá que estudiar y revisar su caracterización sobre el “comportamiento abstencionista mayoritario” de los colombianos, teniendo en cuenta que las elecciones parlamentarias y presidenciales de 1986 registraron uno de los porcentajes más bajos de abstención de la historia del país, cerca del 50%, es decir, tanto o más que el porcentaje de votantes de Estados Unidos.

En segundo lugar ¿se verificó que la abstención fue más consciente, cualificada, combativa y radicalizada? Si es así ¿cuántos actos abstencionistas de masas hubo en el país? ¿Cómo se expresó esa “franja de millones que protesta contra el régimen por la vía de la abstención consciente” ? ¿Cuántos actos abstencionistas hicimos y cuántos miles de miles juntamos en ellos? ¿Cuántos miles y miles captamos para A Luchar o para el partido de esa “franja de millones”?

Ahora pasemos a la política del partido. ¿Es cierto que la “única política revolucionaria, unitaria y de masas” es la abstención? Para nosotros nunca ha sido así. Nuestro partido nació rompiendo con las posiciones infantilistas y ultraizquierdistas de la guerrilla colombiana que colocaban la abstención como principio. Lenin dijo que, a pesar de que las elecciones son un asunto táctico, la inmensa mayoría de las veces hay que participar, para disputar las masas a los partidos burgueses y reformistas, salvo cuando éstas se pueden boicotear para hacer la insurrección.

Otra cosa es que por razones de debilidad, técnicas o tácticas (en este caso no romper la unidad con A Luchar), no participemos, pero eso no quiere decir que sea políticamente correcto.

¿Tuvimos una política leninista para las elecciones en Colombia? ¿Dimos una batalla en A Luchar contra el criminal abstencionismo por principio de sus integrantes? ¿Nuestros militantes estaban armados para discutir con los de A Luchar? ¿ El Socialista dedicó artículos y artículos a demostrar que no hay peor crimen político que abandonar a los trabajadores en las elecciones a burgueses y stalinistas? ¿ El Socialista dijo que estábamos en contra de la abstención pero que aceptábamos abstenernos porque no los habíamos convencido?

Nada fue así. El partido no sólo no hizo nada de esto sino que hizo una campaña de alabanzas a la abstención.

Le cedimos a la guerrilla que dirige A Luchar, que es enemiga de hacer un trabajo político paciente para convencer al conjunto de la clase obrera, liberal, conservadora y comunista, de una política revolucionaria. La guerrilla cree en sus acciones ejemplares, desconfía de las masas, y por eso se niega a politizarlas.

Pero además, la guerrilla se niega a ir a elecciones porque tiene pánico de ser contada, y de demostrar que representa una ínfima minoría de la población.

Si, como dice el compañero Luciano Casas, [21] aceptamos que las farc son, como mínimo, el 50% de la guerrilla en el país, y sacaron un 5% de la votación en 1986, tenemos que concluir forzosamente que todo el resto de la guerrilla tiene a lo sumo un caudal electoral de otro 5%, que es una ínfima minoría.

En conclusión, nuestro partido equivocó los dos pronósticos electorales –mantenimiento y cualificación de la abstención– y tuvo una posición abstencionista ultraizquierdista, porque no elaboró su política para el conjunto del movimiento obrero, sino para la vanguardia guerrillera que dirige A Luchar.

La participación en los conflictos

El otro hecho de la lucha de clases han sido los conflictos obreros. Como estamos bastante lejos, nos cuesta trabajo saber la cantidad de huelgas que hubo en estos dos años, y la participación y política del partido hacia ellas. Serán ustedes quienes deban evaluar a fondo cómo estuvo nuestra intervención en ellas.

Pero por lo poco que sabemos, el partido tuvo una destacadísima intervención en la huelga de Caracol, que parece haber sido de las más importantes de 1986, y logró éxitos muy importantes en las elecciones de la ADE de Bogotá, así como avances en puertos y ferrocarriles.

El vuelco del partido a la huelga de Caracol fue muy importante, como se reflejó en el periódico y en los boletines internos. Sabemos que, como producto de esa intervención, captamos un buen equipo de compañeros en Bogotá, y que dicha actividad permitió iniciar la recuperación del partido posterior a la crisis.

Sabemos también que en la ade tuvimos una destacadísima participación, porque nuestra lista fue la de más alta votación, por encima de todos los viejos dirigentes del magisterio, reforzando uno de nuestros principales trabajos gremiales.

Fuimos informados que en puertos conseguimos la vicepresidencia del sindicato, y tenemos entendido que hemos tenido una destacada participación en las luchas ferroviarias, y que se ha consolidado un buen equipo partidario en ese sector.

Esta intervención en las luchas obreras es muy importante y demuestra, para nosotros, que el eje decisivo de trabajo partidario son los frentes estructurales obreros donde intervenimos, y tenemos la impresión de que es esa intervención la que más nos permite captar y consolidad el partido. Nos parece, además, que es precisamente la estructuración que hemos logrado en algunos sectores como magisterio, lo que nos ha permitido sobrellevar la crisis y comenzar a recuperarla.

La visita del Papa

¿Qué caracterización hizo el partido sobre la visita del Papa, antes de su llegada? ¿Qué línea política propuso contra la visita? ¿Qué campaña partidaria se decidió? ¿Cuántos actos, volantes, periódicos, comunicados de prensa, pintadas se hicieron como parte de esa campaña?

¿Se hizo una propaganda sistemática señalando a los trabajadores que iba a visitar el país Reagan con sotana? ¿Se denunció al Papa como enemigo de la revolución nicaragüense y confesor de los gusanos contras? ¿Se defendió al fsln contra las acusaciones papales? ¿Qué dijo el partido de la declaración de la CNG de diciembre de 1985, en la que deseaba “el mejor desarrollo de la visita papal” y con tal fin proponía una reunión con los obispos “para hacer de tan excepcional momento espiritual la búsqueda de un clima y oportunidad de vida y de dignidad humana” ?

Pues bien, el partido no dijo ni una palabra sobre la visita papal, ni antes ni durante su estadía. No hizo pronósticos, caracterizaciones, no definió una política para intervenir ni hizo ninguna campaña. No hizo nada , ante un hecho decisivo de la política nacional: la visita de Reagan con sotana.

Sólo después de la visita del Negro E., quien formuló a nombre del SI una dura crítica por esta ausencia de política frente a la visita de Reagan con sotana, el partido llevó una resolución a la Convención de A Luchar y publicó un artículo en el periódico, cuando el Papa ya se había ido.

Pero nuestros partidos no son comentaristas de la lucha de clases, no hacen artículos periodísticos a posteriori de los hechos, sino que actúan sobre ellos. Por eso, es muy grave constatar que el partido se calló la boca con la visita papal.

Si estamos de acuerdo en que el Papa es el enviado del señor Reagan, como dice El Socialista , o en que es Reagan con sotana, ¿qué hubieran opinado ustedes si Reagan fuera a Colombia y el partido no dijera nada, ni hiciera una campaña política en su contra, ni llamara a toda la izquierda a protestar?

Pero no sólo el partido no dijo ni hizo nada durante la visita papal, sino que se negó a condenar a la CNG por su respaldo al Papa. Cuando ya se había ido sacó por presión de la lit el artículo publicado en El Socialista Nº 302 donde dice que “es realmente incomprensible que... hubiera sectores de la izquierda que mantuvieran actitudes de expectativa frente a los resultados de la visita papal, o que alentaran entre los trabajadores esperanzas sobre sus gestiones en Colombia. En este campo se ubican algunas de las declaraciones del M-19 y de la CNG en las cuales se ponen de presente pretendidas virtudes papales en la búsqueda de la paz” . ¿Por qué no lo dijo antes y durante la visita? ¿Si consideran a A Luchar una organización política revolucionaria, por qué no le propusieron una campaña contra el Papa y lo llamaron a que condenara también esa declaración de la CNG? ¿No les parece una crítica con guantes de seda? ¿Qué opinarían si sustituimos el nombre del Papa por el de Reagan? Escuchen cómo suena: “es realmente incomprensible... que hubiera sectores de la izquierda que mantuvieran actitudes de expectativa frente a los resultados de la visita de Reagan, o que alentaran” “esperanzas sobre sus gestiones en Colombia” .

Por último, ¿por qué editaron un suplemento especial para la Convención de A Luchar a la que fueron 1.000 personas (lo que nos parece muy bien), pero no sacaron un solo volante para dirigirse a los millones de trabajadores que salieron a recibir al Reagan con sotana?

La cut y la unidad sindical

De todos los hechos de la lucha de clases que hemos mencionado, el decisivo, el descomunal, el más importante de todos, es la fundación de la cut , que aglutina a más de la mitad del movimiento obrero sindicalizado de Colombia, y que es un resultado de profundos procesos unitarios, de ruptura con las viejas centrales, de la clase obrera. Es, digámoslo así, la mayor conquista de la situación revolucionaria del país, y una de las más grandes conquistas obreras en décadas, que permitirá, con seguridad, que la clase obrera comience a ser la principal protagonista de la lucha de clases en el país.

Ahora bien, ¿qué previó el partido, y qué línea tuvo para intervenir?

Es un hecho que el partido, desde el Seminario Nacional de Unidad Sindical organizado por Fecode en febrero de 1986, aprobó, junto con A Luchar, una política de unidad sindical, proponiendo una Central clasista, democrática y revolucionaria y participando en el proceso unitario que se comenzó a dar entre el sindicalismo independiente y la CSTC. En la dirección de la lit no había claridad al respecto, pero fue la dirección del partido la que acertó.

Sin embargo, el partido sólo tuvo una política de unidad sindical para un sector de la clase obrera, el sindicalismo independiente y la CSTC, y no para el conjunto de la clase obrera. El partido no previó ni pronosticó el proceso que llevó a la cut , y no hizo nada, ninguna campaña política llamando a la unidad de toda la clase obrera en una sola central . El partido llegó tarde al hecho político de la lucha de clases más importante en muchos años, y no tuvo ninguna política –previa al hecho–. Es diciente, por ejemplo, el Documento Nacional aprobado en el Congreso del partido, donde lo único que se dice sobre unidad sindical es lo siguiente: “En primer lugar, frente a la burocracia y el stalinismo, la política de unidad de acción y eventuales frentes únicos en torno a determinados conflictos debe tenerse en cuenta. En segundo lugar... hay que estudiar a ver cómo incidimos con tácticas de unidad sindical que tengan en cuenta tanto la situación del stalinismo como del sindicalismo independiente” .

Pero además la lit planteó en julio de 1986 en la visita del Negro E., que el eje de la política del partido debía ser la unidad sindical. Esto fue un mes antes de que Carrillo llamara a la fundación de la CUT.

En el Informe al Secretariado Internacional escrito por el Secretario del partido, se señala que “después de esta discusión, anotamos que se mantiene una diferencia con el compañero, quien insiste en que el eje en la coyuntura debe ser el de la unidad sindical” .

Este informe señala el conjunto de consignas para la coyuntura: lucha contra el gobierno; defensa del salario; participación en el proceso de unidad sindical que se impulsa a través del cus , en el proceso de lucha democrática, y en la campaña de solidaridad con Nicaragua.

El informe dice, textualmente, que “de ese cuerpo de consignas privilegiamos la primera”, señalando luego que “la unidad sindical, proceso en el cual estamos participando y para el cual tenemos una política, aunque es un proceso con asiento objetivo (...) todavía nos parece que se maneja a nivel enteramente superestructural y sin una dinámica cierta y clara” ... ¡¡¡a un mes del llamado a la fundación de la CUT!!!

Más aún, el Boletín de Informaciones Nº 34 de agosto 20 de 1986 señala que una semana antes de conocerse la convocatoria al Congreso de la CUT, se realizó una reunión del Comité Ejecutivo ampliado del CUSI. El Boletín dice: “Aunque la hipótesis de una central en la que confluyeran las tres corrientes fue considerada como la menos probable, de hecho se planteó porque existían ya las primeras conversaciones superestructurales...”.

¡¡¡Una semana antes, se consideraba como lo menos probable el surgimiento de la CUT!!!

Ni el CUSI, ni A Luchar, ni el partido, fueron la vanguardia en este proceso. Por el contrario, como dice el Boletín, “es un hecho que las propuestas más audaces y dinámicas vienen de parte de Jorge Carrillo y del PC...” .

Que la convocatoria al Congreso de la CUT agarró totalmente desprevenido al partido, lo expresa el lenguaje del mismo Boletín, donde señala que “hay un giro imprevisto de los acontecimientos que nos coloca a las puertas de una nueva central obrera” , y en los términos del documento nacional publicado en el Boletín de Informaciones Nº 40 de octubre 23 de 86: “Inesperadamente, el FSD saltó por los aires...”; “ un inesperado polo de unidad sindical”; “el estallido del FSD colocó en primera escena el incierto proceso unitario liderado por el CUS” (los subrayados son nuestros).

Para la dirección del partido, entonces, la convocatoria al Congreso de la CUT fue “un giro imprevisto”, “inesperado” , que no hacía parte de ninguno de nuestros análisis previos.

A pesar de lo anterior, el partido, el CUSI y A Luchar tuvieron una destacada participación en el Congreso, habiendo llevado cerca de 300 delegados (unos 30 del partido), y obtuvo cuatro miembros en la dirección. Tenemos que destacar el hecho de que nuestro partido haya conquistado un lugar en la dirección, porque es un triunfo histórico y merecido de tantos años de lucha por construir un partido obrero revolucionario en Colombia y de trabajo sobre el sindicalismo independiente.

Pero estamos seguros de que si el partido hubiera pronosticado este proceso unitario y hubiera hecho de la unidad sindical de toda la clase obrera su eje político durante todo el año, hubiéramos capitalizado enormemente este proceso. Lamentablemente, la vanguardia fue Carrillo y el PC, y nosotros, el CUSI y A Luchar, estuvimos a la cola.

Recordemos, si no, el tremendo acierto político del partido, antes de su fundación, cuando se preparaba el Paro Cívico Nacional. Fuimos nosotros los que propusimos la formación del Consejo Nacional Sindical, quienes tuvimos la bandera de la unidad de la clase obrera, y quienes durante meses hicimos eje en esa unidad y en el Paro Cívico.

Sus resultados no tardaron en verse: siete días después del Paro Cívico, el partido hizo su acto de fundación con tres mil personas, la mayor cantidad de gente que nunca reunimos. Hicimos la mejor campaña electoral de nuestra historia, a pesar de la lucha fraccional que había en ese momento, y nuestras columnas en los actos de los siguientes 1º de Mayo fueron de 1.000 a 1.500, las terceras después del PC y el MOIR.

La ANP [Asamblea Nacional Popular] y el Congreso de Unidad

El partido ha aprobado como su campaña política central para los próximos meses la de Asamblea Nacional Popular. No queremos detenernos en la discusión política sobre el significado de esta consigna, porque hemos leído un documento muy bueno que ha sido publicado por ustedes para la discusión precongreso.

Sólo queremos hacer una serie de preguntas: ¿la campaña política alrededor de ANP toma en cuenta el estado de conciencia de las amplias masas obreras, liberales, conservadoras y comunistas? ¿Con esa campaña, vamos a poder atraer unos cuantos cientos de ellos alrededor nuestro y de A Luchar? ¿Qué sectores de masas, independientes de nosotros, la plantean? Es obvio que muchas de las consignas de nuestro programa, como por ejemplo el gobierno obrero y popular, no son, en la actualidad, tomadas por ningún sector de masas. Pero la diferencia es que nadie está proponiendo que la campaña política central del partido durante varios meses sea alrededor de “gobierno obrero y popular”, por ejemplo.

¿No estamos, nuevamente, ante una política vanguardista, elaborada sólo para A Luchar, y no para el conjunto del movimiento obrero?

Pero además, hemos leído en A Luchar y en un boletín interno del partido que, como parte de esa campaña, A Luchar asistirá al Congreso de la Unidad, que según reza la convocatoria “se propone ser un salto adelante en la conformación de una alternativa política y de masas” contra el bipartidismo, con un programa democrático y antiimperialista. Este Congreso debe servir para “avanzar realmente en la construcción de esa alternativa de masas que reclama el pueblo, para constituir una expresión organizada de la confluencia popular y democrática” .

Según la circular de A Luchar, a este Congreso asistirá un burgués de renombre, con títulos, estirpe y todo: Emilio Urrea, [22] y algunas personalidades democráticas como Eduardo Umaña Mendoza. [23]

Esto nos preocupa porque creemos que, como siempre, del ultraizquierdismo al oportunismo hay sólo un paso, y este llamado al Congreso de la Unidad es oportunismo y frentepopulismo en estado químicamente puro, porque llaman a construir una alternativa política con sectores de la burguesía. ¿Qué opinan ustedes, compañeros?

Si A Luchar es un frente único revolucionario, ¿por qué convoca a Emilio Urrea para “avanzar realmente en la construcción de esa alternativa de masas que reclama el pueblo” ? ¿Acaso ésa es una política de una “dirección proletaria” , de una “ organización política revolucionaria” ?

¿Cuál es la razón de los errores?

Para nosotros, hay un hilo conductor de todos estos errores políticos, que es la capitulación a la guerrilla, producida por esa hermandad íntima con A Luchar, por haber perdido toda independencia política frente a ellos, por considerar que A Luchar es una “organización política revolucionaria” con una “dirección proletaria ”.

Esa falta de independencia llevó a la dirección del partido a elaborar toda su política con los ojos puestos en la guerrilla y en A Luchar, sin tomar en cuenta al conjunto del movimiento obrero liberal, conservador, comunista y atrasado. Por eso, previmos y luchamos por una huelga general semiinsurreccional que no se dio. Por eso pronosticamos que la abstención continuaría igual a sí misma e hicimos una oda al abstencionismo. Por eso abandonamos la crítica a las acciones aisladas de la guerrilla, como el atentado al ministro de Gobierno, para citar sólo un caso, y nuestra crítica a su carácter elitista. Por eso no criticamos con dureza las posiciones frentepopulistas de la CNG, como la declaración sobre el Papa. Por eso no hicimos ninguna campaña política contra la visita del Papa, dirigida a todo el movimiento obrero. Por eso la dirección del partido no pudo preveer el acontecimiento más importante del movimiento obrero, la fundación de la CUT, ni hizo de la unidad sindical de toda la clase trabajadora el eje central de la actividad partidaria.

Por eso, en últimas, nuestro partido está dando un bandazo desde el ultraizquierdismo hasta el oportunismo más abyecto, lanzando una campaña política alrededor de la Asamblea Nacional Popular, y la “organización política revolucionaria”, A Luchar, se dispone entusiasta a participar en un Congreso de Unidad con distinguidos burgueses para buscar una “alternativa política”.

V. ¿Cómo está el partido y A Luchar?

Luego de tanta discusión sobre caracterizaciones y políticas, ha llegado el punto donde mueren las palabras. Como marxistas, leninistas y científicos, creemos que la corrección de una política se mide en sus resultados prácticos. En este caso, se mide por el estado del partido y de la principal táctica de construcción del partido impulsada durante estos dos años, A Luchar.

¿Cómo está hoy el partido? ¿Cuántos compañeros nuevos tenemos? ¿Cuántos hemos perdido? ¿Hay campañas políticas? ¿Hay orientación para los frentes? ¿Hay ricas discusiones políticas que armen a todos los militantes para intervenir en la lucha de clases? ¿Hay discusión internacional permanente sobre Correo Internacional y los documentos de la LIT? ¿Hay escuelas de cuadros? ¿Cómo está la presencia política del partido en el país? ¿Cuánta gente llevamos en las columnas partidarias a las movilizaciones? ¿Cuántas banderas y pancartas del partido llevamos? ¿Cuántos volantes partidarios repartimos? ¿Cuántos comunicados de prensa partidarios emitimos? ¿Cuántos periódicos vendemos? ¿Cómo están nuestras finanzas?

En síntesis ¿el partido está mejor o peor que hace dos años?

Ustedes tendrán que responder a todas estas preguntas en el Congreso que se avecina, a la luz de la orientación principal para construir el partido durante este período y de las líneas políticas que se desprendieron de ella.

El resultado de la irracionalidad

El eje por el cual pasó la construcción del partido en el último tiempo fue, como dice el Boletín de Informaciones Nº 30, “incidir objetiva y subjetivamente en el espacio de la nueva organización (A Luchar) para que ésta se enrrumbe hacia la construcción del partido obrero revolucionario con influencia de masas”.

Según este Boletín de Informaciones, la intervención del partido pasa por “consolidar y desarrollar la organización que ha surgido, extenderla y centralizarla, darle coherencia, en última instancia, hacer de ella una sólida organización obrera revolucionaria con influencia de masas” .

Como conclusión, “nuestra obsesión fundamental debe estar puesta en sacar a fondo a la organización (A Luchar) y hacer política en el país (...) a llevarla y que se haga presente en los eventos superestructurales políticos del país; a ganarle un espacio legal; a construir las direcciones locales; a meterla en los conflictos y las luchas, y especialmente a que toda esta política se plasme en la circulación nacional de un buen quincenario de A Luchar (...) En estos aspectos haremos el énfasis en el período que se ha abierto” (subrayado en el original).

Para nosotros, la aplicación de esta política, totalmente opuesta a la definición de A Luchar de ese mismo boletín, y los consecuentes y nefastos errores políticos que se derivaron de ella, han tenido como resultado que nuestro partido trotskista estuvo cada vez menos “presente en los eventos superestructurales políticos del país”; sus banderas y carteles fueron desapareciendo de las manifestaciones, sus volantes se hicieron cada vez más escasos; el partido perdió “espacio legal” y pasó a la clandestinidad; El Socialista pasó a ser mensual, y el partido, cada vez menos, se dedicó a “hacer política en el país” , es decir, a propagandizar la totalidad de su programa trotskista internacionalista, y a dotarse de una política para el conjunto del movimiento obrero.

Y, por sobre todas las cosas, el partido abandonó un punto programático de principios fundamental: nuestra crítica permanente a las direcciones pequeñoburguesas y guerrilleras, a sus acciones aisladas y terroristas, a sus políticas oportunistas y frentepopulistas, y a su carácter elitista, desprendido de todo control democrático por parte de los organismos de la clase obrera o de un partido obrero revolucionario.

Pero además de ir perdiendo nuestra identidad como partido trotskista en la vida política nacional, y de abandonar puntos programáticos decisivos, esta política provocó un brutal retroceso en todos los aspectos de la actividad partidaria. Veamos, si no, los crudos datos de la venta del periódico y de las finanzas del partido.

Durante 1984, el partido vendió 41 números de El Socialista y uno de A Luchar , a un promedio de 2.000 ejemplares por número, lo que da un total, en un año, sin A Luchar, de 82.000. El periódico se financió y dio una muy pequeña utilidad.

Durante 1985 y 1986, el partido editó 21 El Socialista y 14 A Luchar . Es total, entre El Socialista y A Luchar, 35 números. Si calculamos un promedio de venta de 1.500, en dos años se habrían vendido 52.500, es decir, 26.250 por año, menos de la tercera parte de lo que se vendió en 1984, siendo optimistas. Hemos sumado A Luchar y El Socialista , para medir el conjunto de la actividad política del partido hacia afuera, y con todo y eso, en los dos últimos años esta actividad se redujo a la tercera parte.

Las finanzas

En diciembre de 1983, el partido hizo una campaña financiera en la que se vendieron alrededor de 5.000 rifas. Entre la campaña interna y la externa, se recogieron más de dos millones de pesos líquidos (descontando los premios y gastos), es decir, cerca de U$S 22.000.

En diciembre de 1984, el partido vendió 5.375 rifas, que le reportaron $ 1.624.350; además, el magisterio vendió 2.109 rifas ( Boletín Interno Nº 231, octubre 31 de 84), lo cual da un total de 7.484 rifas. El total de la campaña financiera interna y externa, sin incluir la de magisterio, es de $ 2.201.910 ( Boletín Interno Nº 238). En dólares, son cerca de U$S 18.000.

A fines de 1984, además, el partido tenía un fondo de reserva. Había déficit en las finanzas ordinarias, pero se cubría con la campaña financiera y se pagaba a la LIT la cotización sin dificultad. El partido tenía muy pocas deudas.

Durante 1985 y 1986, el partido atravesó por una situación financiera catastrófica. Si no recordamos mal, a fines de 1985 no se hizo campaña financiera, o se suspendió. En los dos años, se gastó el fondo de reserva del partido, nos han informado que los cotizantes se redujeron a menos de la mitad, y que hay muchas deudas. No conocemos la situación exacta, pero sí sabemos que, aunque el partido hizo un extraordinario esfuerzo y pagó su cotización a la LIT, tuvo que pedirle a fin de año un préstamo de $ 400.000 (U$S 2.000) para poder terminar el año.

Aún no conocemos los resultados de la campaña financiera. Nos han dicho que, a pesar de no lograr las metas, fue más o menos buena, pero tenemos entendido que su resultado está por debajo del de 1984 y 1983.

¿Cómo está A Luchar?

Los que impulsaron esta política nunca nos dieron un certificado de garantía sobre A Luchar. Se cuidaron bien de advertirnos que había muchas dificultades para transformarlo en un partido político, centrista o revolucionario.

Pero nos dijeron que, a pesar de todos los inconvenientes, del carácter “disímil” de las organizaciones de A Luchar, de las terribles diferencias estratégicas con ellos, de su supeditación a las direcciones guerrilleras, era totalmente admisible plantear la hipótesis de construir un partido común con la guerrilla. Nos dijeron que debíamos jugarnos el todo por el todo a esa “hipótesis teórica”, que debíamos apostar todo nuestro capital en la ruleta, al número llamado A Luchar.

Y efectivamente, apostaron todo nuestro capital a ese número, apostaron nuestro partido, nuestros militantes, nuestro periódico, nuestras finanzas, nuestra legalidad, nuestra presencia política, para “consolidar y desarrollar” A Luchar.

No hay duda de que el partido salió muy maltrecho de esa apuesta, como lo vimos antes. Pero esos compañeros se anotarían un punto muy importante en la discusión si nos demostraran que valió la pena, y que, a costa de una brutal crisis partidaria, hemos logrado “consolidar y desarrollar” A Luchar, hacer que ésta se “enrrumbe hacia la construcción del partido obrero revolucionario con influencia de masas”. Aún en ese caso, no estamos seguros de que las diferencias políticas entre nosotros terminaran, pero tendríamos que reconocerles que, por esta vez, tuvieron razón.

Si somos marxistas serios, apliquemos el mismo criterio objetivo que tuvimos con el partido, para ver cómo está hoy A Luchar.

El camarada Moreno, en carta de agosto de 1986, decía que para comprobar si A Luchar marchaba hacia un frente obrero revolucionario o esbozo de tal, tenía que cumplir, en tres meses, tres condiciones: la primera, que el periódico fuera vendido por parte de casi todos los militantes que se reivindican del mismo, que no se lo regalara y que no fuera pagado por métodos ajenos a la venta; la segunda, que surgieran numerosos grupos organizados comunes a todas las tendencias de A Luchar para, como mínimo, organizar la venta del periódico y discutirlo, y tercero, hacer una lucha sin cuartel contra la política de la CNG, es decir, que A Luchar demostrara su independencia frente a la guerrilla.

Cuatro meses después, queremos saber qué balance hay sobre el desarrollo de A Luchar. Según algunos informes y datos recabados de los boletines de A Luchar y del partido, tenemos la impresión de que ninguna de las tres condiciones se ha cumplido.

En la circular Nº 33 de A Luchar hemos leído que “las ciudades más importantes como Medellín, Cali y Barranquilla, no han pagado un solo peso de los tres periódicos que se han enviado” , y que eso está llevando a una “iliquidez total” al periódico, razón por la cual aprobaron “suspender indefinidamente el envío del periódico a todos los que no se pongan al día” .

¿Qué conclusión se impone, cuando las tres ciudades que tienen el trabajo más importante de A Luchar –Bogotá no es la más fuerte– no han pagado ni un solo peso de los tres últimos números y les van a suspender el envío?

En segundo lugar, ¿cuántas células o grupos de base conjuntos de todas las organizaciones de A Luchar se han constituido en el país? No hablamos de coordinaciones por arriba, porque ése es el procedimiento típico de la guerrilla, sino de grupos de base que voten y resuelvan.

Quisiéramos saber, además, cuántos delegados de las otras componentes del acuerdo plantearon en la Convención de A Luchar la necesidad de construir un partido obrero revolucionario. Hasta donde sabemos, nadie, a excepción de nuestro partido, señaló el problema, pero podemos estar mal informados.

En relación a la tercera condición, quisiéramos saber, también, cuántos delegados que no fueran del partido hicieron en la Convención de A Luchar una condena enérgica a los métodos de la CNG, a sus acciones aisladas, cuántos llamaron a repudiar públicamente su comunicado sobre el Papa. Por lo que sabemos, ninguno, pero podemos estar equivocados.

En pocas palabras, queremos saber cuántos militantes de A Luchar están hoy más cerca de construir un partido obrero revolucionario y de exigir a la guerrilla que se supedite a él y a la disciplina de la clase obrera.

Nosotros creemos que ninguno, o muy pocos, porque no hemos visto ninguna evolución de A Luchar, ningún cambio que refleje que comienzan a romper con la guerrilla para embarcarse en la construcción de ese partido con nosotros. Para la muestra, basta fijarse en los últimos periódicos de A Luchar. Ni con lupa se puede encontrar la más mínima diferenciación, delimitación o condena a las acciones aisladas y elitistas de la guerrilla, a sus políticas frentepopulistas y oportunistas.

Para continuar con este análisis científico, quisiéramos que ustedes hagan un esfuerzo por medir objetivamente la influencia y el peso de A Luchar. Por ejemplo, qusiéramos saber por qué asistió tan poca gente a la Convención Nacional. Al acto de instalación asistieron sólo 1.000 personas, de las cuales unas 800 eran delegados y la mayoría venía del interior del país.

Para nosotros, esa cifra es muy pequeña, y está muy atrás de lo que nuestro propio partido, solo, ha movilizado. Muchos de ustedes asistieron, con seguridad, al acto de fundación del partido en 1977. El teatro Lux estaba repleto, con más de 3.000 personas. También recordamos nuestras columnas del Primero de Mayo de 1978 y 1979, en las que, solos, movilizamos en Bogotá, sin nadie del interior, tanto más que la Convención de A Luchar, que movilizó a todo el país.

Comparemos además los resultados de la movilización del 26 de setiembre de fundación de la CUT, con los de la Convención de A Luchar. A esa marcha, la columna del CUSI y A Luchar llevó 5.000 personas, mientras que a la Convención, con la gente del interior, sólo fueron 1.000. ¿Qué explicación hay para ello?

Para nosotros, todos los datos anteriores indican que A Luchar, como proyecto político, moviliza muy poco, mientras que el CUSI, como corriente sindical revolucionaria, sí tiene una influencia considerable.

En conclusión, ¿qué sacó el partido? Apostó todo a una “hipótesis teórica” de construir un partido con A Luchar, entró en crisis, retrocedió y, hasta la fecha, A Luchar no reúne gente en sus actos políticos, su periódico no se cobra en las tres principales ciudades, y no hay ninguna corriente significativa de A Luchar que rompa cada vez más con la guerrilla y se proponga construir un partido obrero revolucionario con nosotros, al cual se supedite democráticamente la guerrilla.

Retomar el rumbo principista

Durante el período anterior que va de 1982 a principios de 1985, el partido tuvo una política principista, pero sectaria. Desde la subida de Betancur se colocó en la oposición, fue el primero en pronunciarse contra la tregua, lo que permitió la formación de A Luchar, participamos en las elecciones de 1984 con una política principista de acuerdo con el PC y con la dirección de Fecode , intervinimos en magisterio, puertos y otras luchas (aunque en algunas con extrema lentitud), lo que permitió consolidarnos, especialmente en el magisterio y otros sectores como puertos. El partido sacó un periódico regular, hizo grandes campañas financieras y escuelas de cuadros. Eso sí, fue sectario. No le dio importancia a la guerrilla, no creía que hubiera una situación revolucionaria en el país, no le dio mucha importancia a A Luchar. Pero fue principista, y por eso, a pesar de muchos errores, el partido progresó.

Luego, el partido entró en crisis porque se desvió de los principios trotskistas, se alejó políticamente del conjunto de la clase obrera, acercándose a las direcciones pequeñoburguesas y a sus políticas.

La conclusión se impone: hay que retomar el rumbo principista e internacionalista, el camino de la política revolucionaria para el conjunto de la clase obrera, superando la anterior etapa sectaria, y sin abandonar lo conquistado en estos dos últimos años: la caracterización de la situación del país como revolucionaria aguda, la defensa de la guerrilla, y el mantener esas inmensas conquistas que son A Luchar y el CUSI, pero sin engañarnos sobre su carácter.

Nuestro partido es pequeño. Viene de una corriente estudiantil, razón por la cual hemos sido marginales durante mucho tiempo. Pero a costa de tener una política principista para el conjunto de la clase obrera, de ser internacionalista y de trabajar de la mano de nuestra corriente mundial, fuimos insertándonos, poco a poco, en ciertos sectores de trabajadores, y logramos consolidar unas pocas centenas de valiosísimos militantes trotskistas ortodoxos.

Es natural que, en ese país, muchos compañeros estén impactados por la guerrilla, que recibió un fuerte impulso después de la revolución sandinista. Pero lamentablemente, no hay atajos para la construcción del partido obrero revolucionario ni para la revolución socialista nacional y mundial conducida democráticamente por el proletariado. Es posible que en Colombia la guerrilla haga, algún día, una revolución. Pero esa no va a ser la revolución socialista conducida democráticamente por el proletariado que nosotros queremos. Va a ser como la nicaragüense, y allí está el ejemplo de Nicaragua hoy, y de su nefasta dirección sandinista.

Hoy por hoy, no hay tarea más urgente en Nicaragua, en Colombia y en todo el mundo, que construir y fortalecer nuestros partidos trotskistas y nuestra LIT, para impedir que direcciones pequeñoburguesas como el sandinismo o la guerrilla colombiana terminen llevando la revolución a un callejón sin salida, como están haciendo en Centroamérica.

Pero a diferencia de Nicaragua, tenemos la impresión de que en Colombia el proceso viene más a favor nuestro: la fundación de la CUT es un paso decisivo de la clase obrera para ponerse al frente de la lucha de clases, y si hay ascenso y luchas obreras, nuestro partido, si tiene una política trotskista y principista, y si sigue, como hasta hoy, ligado indisolublemente a la LIT, inevitablemente se va a fortalecer.

Recordemos, si no, la fundación del partido hace diez años: el acto de fundación y las enormes columnas de los 1º de Mayo fueron posibles porque su bautizo de fuego fue la más grande jornada que haya librado la clase obrera, el Paro Cívico Nacional, y porque, gracias a la estrecha colaboración entre el partido y la dirección de nuestra corriente internacional, tuvimos un análisis y una política correctos, dirigidos al conjunto del movimiento obrero.

Pues bien, hoy estamos diez veces mejor que hace diez años desde todo punto de vista. Toda la situación mundial viene a favor de la clase obrera y el trotskismo: la lucha de la clase obrera en el Cono Sur del continente, las espectaculares huelgas ferroviarias y estatales en Francia, y el inicio de la revolución política en la URSS con las manifestaciones de Kazajstan y de los estudiantes chinos.

La LIT comienza a ser un polo de atracción internacional; sus partidos se han vuelto más proletarios y se han consolidado, comenzamos a reganar viejos compañeros, como los italianos, y hemos establecido relaciones con otros grupos trotskistas, como el WRP [Workers Revolutionary Party] inglés. Comenzamos a ser un polo objetivo, un factor de peso en el trotskismo mundial.

Y en Colombia, estamos mejor ubicados en la clase trabajadora, y la clase obrera está pasando, por primera vez, al frente de la lucha de clases.

No hay, entonces, razones objetivas ni subjetivas para desesperar ni descreer de nuestra clase, del trotskismo, de la LIT, ni de nuestro pequeño pero gran partido colombiano.

Conclusión

Para concretar toda esta polémica, nos permitimos presentar cuatro mociones al Comité Central y al Congreso del partido:

1.         Confirmar la caracterización de A Luchar que ha hecho la dirección del partido con el agregado hecho por el Secretariado de la LIT en las páginas 5 y 6 de esta carta. [24]

2.         La tarea principal es fortificar al partido, dado que entre nosotros y los otros componentes de A Luchar hay una “oposición” en casi todos los aspectos teóricos, políticos y organizativos fundamentales, a pesar de los importantes acuerdos políticos y sindicales a que hemos llegado. Esto significa que le damos total y absoluta prioridad a la publicación y distribución del periódico partidario, a nuestras propias finanzas, a la utilización de la legalidad para la construcción del partido y a la apertura de locales y a la formación internacionalista de nuestras filas. La consigna fundamental de la próxima etapa partidaria es: “crecer y consolidar al partido”.

3.         Reafrmar el acuerdo o los acuerdos políticos que hay con A Luchar, sin avanzar más allá de ellos, impidiendo toda unificación o todo intento de los agentes políticos de la guerrilla de integrarnos consciente o inconscientemente a un organismo unificado que sería, de hecho o de derecho, una colateral de la guerrilla. Por el contrario, en relación al CUSI, trataremos de desarrollarlo como un frente único revolucionario sindical, lo que significa que tenderemos a hacer tendencias sindicales, por gremio y por la base, del CUSI. Si estas tendencias no se logran a corto plazo, es decir, que la base de las tendencias sea la que resuelva democráticamente todo, disolviéndose como fracciones, reestudiaremos el caso del CUSI, no para abandonarlo sino para sacar conclusiones.

4.         Constituir una Comisión formada por tres compañeros, uno representante de los que no quieren ni disolverse ni fusionarse en A Luchar, otro de los que sí quieren fusionarse o disolverse y un miembro del CEI, aceptado por las dos partes, para que discuta de qué manera se experimentará la hipótesis de que A Luchar pueda transformarse, a partir de lo que es hoy día, en una organización obrera revolucionaria.

Desde ya aconsejamos que esta Comisión autorice como mínimo a los compañeros Simón y Miguel Angel, junto con un pequeño grupo de compañeros que estén completamente de acuerdo con ellos, a que hagan una experiencia de seis meses, controlados por esta Comisión.

APÉNDICE
LA DISCUSION SOBRE MEXICO

Comite Ejecutivo Internacional
Abril de 1986

(El Partido Obrero Socialista (POS), que era la sección mexicana de la LIT-CI, se dio una política de construcción partidaria que pasaba por unificarse con Naucopac, una organización barrial cuya máxima dirigente era América Abaroa . Naucopac desarrollaba movilizaciones de los pobladores de Naucalpan, una de las “colonias” (barrios) aledaños a la Ciudad de México, por sus problemas barriales: propiedad de la tierra, pavimentos, condiciones sanitarias, etcétera. Esta política fue impulsada por la dirección del POS –uno de cuyos miembros, Raúl, era miembro del Comité Ejecutivo Internacional– y por Nicolás, dirigente del grupo norteamericano de la LIT-CI, quien también participó en el Comité Ejecutivo Internacional de abril de 1986. Ambos definieron esta política como la aplicación en México de la táctica de frente único revolucionario. Este apéndice presenta el debate al respecto.)

Moreno: Como es tan novedosa esta táctica, lo voy a molestar al compañero con algunas preguntas, casi un diálogo, si no le molesta.

Primera pregunta: concretamente, ahora, ¿cuántos compañeros tienen para hacer cursos para ganar para el trotskismo?

Segunda pregunta: concretamente, ahora, ¿cuántos militantes tienen en el trabajo éste y qué tienen ellos, cada uno de ellos?

[Tercera pregunta: el compañero que informó] habló de cien militantes y cien simpatizantes. ¿Es lo que tiene todo el partido, cien militantes? (...) Todo el partido. Muy bien. Bueno, [están] esas tres preguntas, pero quiero ya las respuestas para seguir dialogando.

Raúl: Podemos hacer ya un curso sobre trotskismo con esos 125 o 130. Aparte tenemos el curso elemental de socialismo revolucionario, que no se pudo implementar porque no se organizó bien, pero al que se anotaron mil, muchos de los cuales empezaron a estudiar.

Moreno: ¿Y ustedes creen que captan 60 o 70 de esos 125? ¿Sí o no?

Raúl: Claro. Esos son los principales dirigentes, que arrastran a 150, 200 o 300 cada uno de ellos.

Nicolás: Entre 26 y 235 cada uno.

Raúl: Ganar a uno de ellos es [ganar] a un grupo amplio de personas.

Moreno: ¿Pero [los ganan] para el trotskismo? Es decir, ¿a través de ellos también se puede ganar más gente, y militantes?

Raúl: Claro. Eso es lo que nosotros queremos.

Moreno: ¿Pero es factible eso?

Raúl: Sí.

Moreno: ¿Qué tipo humano es? ¿Es gente vieja, que puede hacerse buen militante trotskista, disciplinado? ¿O es gente que la podemos convencer, pero de tipo populista, que va para cualquier lado?

Raúl: Nosotros creemos que es gente luchadora y radical pero con bajo nivel político.

Moreno: No, no [me refiero al] nivel. Yo digo por razones sociales. ¿No puede ser inestable?

Nicolás: Yo fui a una asamblea, por ejemplo...

Moreno: Yo quiero cosas concretas.

Nicolás: Yo fui a una asamblea de 70 de estos dirigentes. Cada uno de estos dirigentes es elegido en una mesa de su barrio de entre 5 y 12 personas, que son los dirigentes del barrio, y se reúnen semanalmente. Cada una de estas mesas organiza además su asamblea barrial.

La asamblea a la que asistí, en la que se elegían delegados al congreso (uno cada veinticinco), tuvo 33 informes de actividades. De todos los informes, como promedio, se desprende que el 70% de los afiliados asiste a reuniones cuando se los invita. Tienen entre 6.500 y 6.700 afiliados.

Hablé con 68 de esos 70 dirigentes. Había 15 mujeres, 15 jóvenes, 15 de entre treinta y cuarenta años; 18 de los 70 eran obreros, de entre uno y cinco años de antigüedad en su fábrica. Hay entonces un 20 o 25% de obreros estructurados.

Moreno: ¿El resto qué [son]?

Nicolás: El resto son amas de casa, pocas, un grupito de jóvenes barriales, y el resto son elementos marginales o pequeños comerciantes callejeros.

Lo que a mí me sorprendió es el cambio de línea acá de la dirección mexicana. Lo que habíamos discutido en México era el trabajo de captación sobre ese 20 o 25%. Ese es el objetivo a ganar, porque no vale la pena estar ahí para ganar 120 o 125. Yo no le veo sentido a arriesgar un partido de 200 para ganar 100. Para eso, seguimos como grupo de propaganda y los ganamos igual en uno o dos años, uno por uno.

Moreno: Pero yo opino que mucho más de eso no va a salir. Sin embargo yo estoy a favor de esa experiencia. Me gustó mucho lo que dijo el compañero de que vamos para allá [para los barrios obreros] para toda la vida. Eso me hace aprobar el informe. Para mí, la parte más sustancial, la esencia de su informe, es cuando él dijo: “Es la parte más importante, la columna vertebral del proletariado, y por una vía barrial nosotros entramos ahí; entramos y no nos vamos más”. Es decir, a partir de ahí cambiaremos las tácticas, veremos. Y a mí no me interesa si captan cien de ahí, para mí es cualitativo.

Nicolás: Sí, pero no sólo 125 o 130 dirigentes...

Frank: Cambiamos doscientos militantes flojos, de capas plebeyas urbanas que se pasean sábado y domingo por el Paseo de la Reforma en México, por cien dirigentes de barrios proletarios.

Moreno: ¡Eso!

Nicolás: No, pero el centro son los que son obreros.

Moreno: No, pero yo tampoco haría una cuestión tan mecánica, unilateral: sólo los obreros. Porque al estar en el barrio podemos lograr militantes muy buenos que no sean obreros. Lo importante es que estamos entrando... Yo no entraría con el criterio [de captar sólo obreros]. Es una mediación para entrar al movimiento obrero, sí. Pero la mediación puede ser uno que vende fritangas, que a veces son extraordinarios, son muy, muy buenos. El gran problema es si lo hacemos militante trotskista en serio.

Napuri: Matan presidentes, como a Villarroel en Bolivia.

Moreno: Claro, y pueden llegar a ser... Porque el fenómeno es individual, subjetivo, no es de los obreros. Es decir, yo en principio estoy a favor, justamente, si le damos ese límite modesto. Ojo con [eso de] que mueven muchísima gente, porque un día de estos se quedan sin nada, como agua en las manos. Lo muy importante es eso: qué hacen ellos [los compañeros del partido], cómo los educan como trotskistas y cómo educan allá [en los barrios]. Una pregunta. ¿Cuánta gente del partido vive en los barrios?

Raúl: Del partido no. El partido estaba en la ciudad, en las escuelas. Estamos en la campaña para que se empiecen a mudar.

Moreno: Bueno, compañeros. Voy a hacer un planteo un poco heterodoxo, porque creo que la situación y la política es muy heterodoxa. Primero voy a ir a lo que quiero plantear, porque después voy a hacer una crítica fuerte al compañero.

Antes que nada, estoy a favor, pero invierto totalmente los términos. Yo estoy a favor de que se muden todos a esos barrios, que vayan a vivir todos allá. Y después, Dios verá qué pasa con esta gente, qué pasa con todo: si va a ser de masas, si no va a ser de masas, etcétera.

El verdadero hecho [positivo] es cambiar e ir al movimiento obrero por la vía que se nos da hoy. Allá hay mucha desocupación: en vez de ir a trabajar [en fábrica] vamos a vivir [a los barrios obreros] (es un poco heterodoxo, de verdad), y luego discutimos.

El resto es muy confuso. Al firmar ellos el programa, nosotros no tendríamos que hacer ni [siquiera] entrismo. Y si adhieren a la LIT, no podemos hacer entrismo a un organismo de la LIT. Es decir, empieza ya el surrealismo, el surrealismo completo. Todo, todo es surrealista. Pintamos eso y ¡otra que los grandes impresionistas! ¡Dios me libre!: la locura total.

Entonces yo invierto todo el proceso. ¿Qué votación hago?: ir allí.

El análisis que hago tampoco tiene que ver [con esta política]. El primer análisis que hago tiene que ver con que a mí me parece que el de ustedes, Nicolás, es un partido en crisis, y que han ido actuando empíricamente –como planteó muy bien Jesús– debido a hechos. Ustedes han ido notando la crisis, se han ido empezando a agarrar [de lo que podían] y han ido empezando a hacer caracterizaciones en una actitud seria. Me parece que con el golpe terrible del [avance del] PRT, de [que consiguió] la legalidad, [25] el golpe terrible de que durante años han dicho que [ustedes] progresaban, que estaban cada vez mejor y que el PRT casi estaba al borde de la desaparición [cuando no era así], llegó un punto que los llevó a una crisis. Que para mí es muy positiva, porque demostrás que tenés serenidad y que hacés un análisis objetivo, sos capaz de cambiar, demostrás que en tu partido hay resistencia, discusiones, y que vos te aguantás las discusiones y la resistencia.

Pero a mí me da la impresión de que están en crisis, o muy confundidos como mínimo. Que por algo han perdido cien militantes, porque tenían 200 o 210. Porque no veo por qué los tienen que perder y que queden como simpatizantes. Se podría haber permitido elegir: todos los que quieren ir a vivir allá, van, y el resto sigue militando donde estaba militando.

Entonces creo que por una vía muy retorcida, empírica, con una metodología equivocada, están teniendo una orientación correcta, que es ir hacia el movimiento obrero. Es lo que yo reivindico, dentro de todo el empirismo; me parece extraordinario. Eso que vos dijiste, que están tendiendo a que todos se muden, es colosal. Creo que por ahí viene la superación de la crisis en nuestro partido y posiblemente la liquidación del PRT. Por esa vía viene.

Entonces se vuelve una cuestión táctica de quinto orden, [para] gente que recién llega a los barrios obreros, ver dónde se mete, porque por ahí se mete en cualquier lugar (nos ha ocurrido a nosotros).

Lo que no pueden [hacer] es meterse disolviéndose. Eso es lo muy peligroso. Lo muy peligroso es que cada cual vaya y haga lo que pueda, sin disciplina, sin una fuerte disciplina, y sin periódicos, sin propaganda, que es justamente lo único que nos puede delimitar de América [Abaroa]. Por ejemplo, yo estaría muy a favor, si militamos en este partido y hubo esa conferencia de prensa, [26] de hacerle una fuerte crítica a ella.

¿Qué pasa si nosotros sacamos un volante diciendo: “Somos la fracción trotskista de tal partido y llamamos a que el partido le haga un severo llamado de atención a la compañera América, que es una gran compañera, etcétera, etcétera, por la línea que tuvo en la conferencia de prensa”? ¿Qué pasa? ¿Nos echa a patadas? ¿Se rompe todo?

Raúl: Probablemente.

Moreno: ¿Probablemente o no? ¿Nos aguanta?

Raúl: A veces se aguanta críticas.

Nicolás: Se aguanta si se las hacen en el Comité Ejecutivo.

Raúl: Ha aguantado críticas fuertes en el Congreso: de que era caudilla y burocrática. Aguanta algunas cosas, pero no todas. En el Congreso aguantó nuestra crítica de que era una caudilla.

Moreno: ¿Y ganamos nosotros el Congreso? ¿Tenemos mayoría?

Raúl: No nosotros.

Moreno: A ver: ¿podemos ganar el partido rápido, en uno o dos meses, contra América, o no?

Raúl: En uno o dos meses, no.

Moreno: Si llama a un congreso y ganamos y ella pasa a hacer otro Secretariado General, otro [partido como un] todo, ¿por qué no se puede?

Raúl: Porque ella es la que ha construido esa organización, tiene diez años de tradición, y nosotros apenas estamos entrando, apenas nos estamos asimilando.

Frank: ¿Se vienen a nuestro partido veinte o treinta?

Raúl: Si es ahora, no.

Moreno: ¿Y en qué tiempo sí?

Raúl: Puede ser un año, un año y medio, podemos ya disputar una dirección.

Moreno: ¿Y para qué sacamos el periódico [común] entonces? ¿Por qué no le metemos con nuestro [propio] periódico?

Raúl: El periódico lo hacemos nosotros.

Moreno: Lo hacemos pero es como si no lo hiciéramos, porque es del barrio. Lo hacemos nosotros, sí: [lo hacen] nuestros compañeros. [Con ese criterio] tenemos el periódico más grande de la Argentina, el que más se vende a la mañana, Clarín, y nos olvidamos en el informe de actividades de informar eso.

[Ustedes dicen que] “es de ustedes” [pero] no es de ustedes. No es de ustedes porque, entre otras cosas, no pueden hacer el informe en el periódico diciendo que hay una reverenda hija de puta que hace conferencias de prensa como esa mujer. Entonces no es nuestro.

Raúl: Nosotros nos adaptamos a la situación.

Moreno : Ah, bueno, por eso digo [lo que digo]. Y lo muy importante es justamente un periódico que no se adapte, para formar. Porque que ella firme nuestro programa no significa nada; es el plan de ella firmarnos [cualquier cosa] a nosotros. Si vienen los estalinos, el PC, y le dicen “En toda esta región nuestra candidata va a ser usted”, en fracción de segundos sale una declaración de que no hay nada peor que los trotskistas y que nuestro partido –esa es mi impresión– y firma absolutamente todo.

[?]: Casi ocurrió.

Moreno: ¿Es cierto lo de las negociaciones que hizo ella? ¿Es correcto? ¿Y dónde lo vamos a denunciar?

Raúl: Tenemos que denunciarlo en las asambleas.

Moreno: Ah, ¿vamos a denunciar?

Nicolás: En un sector donde ella no tiene control, fue –yo estaba ahí– a negociar agua para dos mil familias: es su manera de entrar en esos nuevos sectores donde ella no tiene influencia.

Moreno: ¿Por qué “su manera”? ¿Porque ella les vende barato el agua? ¿Qué es lo que hace?

Nicolás: No, porque ella es quien va a aparecer a repartir el agua en un sector donde ella no ha hecho nada ni la conocen.

Moreno: ¿Y quién le da todo eso?

Nicolás: El gobierno.

Raúl: Se lo arranca al gobierno con la movilización de la gente. Logra que se bajen los precios.

Nicolás: Y además, si hay tres presupuestos, ella le dice al tipo que ella hace votar cualquiera de los tres.

Moreno: Y le dan una coima. Bueno, pero entonces no se puede probar nada.

Porque ahí es donde yo veo el peligro: que se den perspectivas muy grandes, que crean que puedan hacer un partido de masas, que crean que pueden ganar mucha vanguardia. Como están ustedes, si llegan a ganar cien o doscientos militantes buenos es un éxito extraordinario. Y si no ésos, serán otros.

Es decir, yo invierto el orden de tu informe: El partido mexicano está en crisis, y para superar la crisis tiene que ir al movimiento obrero, y hoy día no hay otra forma de ir al movimiento obrero que no sea ir a vivir [a los barrios obreros], porque hay una desocupación muy grande. Se nos abre la posibilidad de este movimiento; entonces es táctico, circunstancial, de cortísimo plazo: un negocio turbio y nuestro . Pasará a la historia de la LIT como “la táctica turbia”. En los cursos tendremos que incorporar “tácticas turbias”, que son los “acuerdos para hacer partidos con hijos de puta con quienes no vamos a hacer partidos”, o variantes por el estilo de la definición.

Y en ese sentido ustedes han tenido una intuición positiva; es lo que hay que rescatar de ustedes, que han ido en contra de seguir manteniéndose en doscientos [militantes], etcétera, etcétera, y ver qué se puede recuperar.

Y tienen que mudarse rápido. ¿Qué ambiente hay en el partido? ¿O la mudanza va a significar la crisis total?

Nicolás: Los que están metidos en el trabajo están muy bien.

Moreno: ¿Y están contentos?

Nicolás: Están muy entusiasmados, están contentos.

Moreno: Eso es buenísimo.

Nicolás: Militan más que antes, porque antes no eran militantes.

Raúl: Sí, antes el partido era un partido de estudiantes, que militaban de lunes a viernes afuera, sábado y domnigo el picnic...

Moreno: Bueno, eso es lo positivo.

Raúl: ...y ahora se ha invertido.

Moreno: Y ven obreros , no tienen [sólo] la foto [de los obreros].

Nicolás: Se quedan doce horas en el barrio, doce horas los sábados y doce horas los domingos.

Moreno: [Eso] es grande, siempre fue grande. Y además que vayan a vivir donde trabajan. Porque entonces eso “no tiene pierde”, como dice el compañero Ricardo. Porque si no es a través de la organización de ellos será a través de la vida social del barrio, que es lo que yo quiero decir.

[?]: Y tienen novias

Moreno: Muy bien, muy bien. Entonces conozco a uno o dos que podemos mandar de la LIT y podremos crecer en forma abundante. Los noviazgos sirven para crecer. Bueno, yo veo así el problema. Después, el resto es muy complicado definir qué es. Y hay que estar allá e ir cada mes o cada dos meses por allá y discutir, y después de un mes o dos que ustedes se hayan mudado y estemos trabajando, vemos.

Ahora, yo no me encerraría en los barrios. Por eso insisto en los cursos e insisto en el periódico. Yo no me encerraría en que ése es nuestro lugar, como [si fuera] un sindicato, que es obligatorio. Yo vería qué se nos abre en esos barrios. La primera instancia es ésta, pero porque es la que conocemos.

Frank: ¿Y sobre el sector proletario?

Moreno: ¿Hacer una organización sindical de eso? No sé a qué lleva.

Nicolás: La otra cuestión es: primero, que los obreros son los más activos; segundo, que los pocos que hemos captado al partido son obreros.

Moreno: Perfecto. Pero los captamos por la propaganda y no por lo sindical. Lo que es barrial es propaganda, no sindical. Si nosotros hacemos una organización sindical no sirve, porque ni les interesa, porque hoy día no hay movilizaciones ni nada. Entonces si son obreros los que mejor captamos, extraordinario, pero igual, si podemos captar uno bueno que vende frituras, también [tenemos que captarlo]. Es decir, el trabajo es barrial. Estamos entrando en el movimiento obrero, porque estamos entrando geográficamente . Yo me mantengo en eso.

Después, sobre esa discusión infernal, de si es entrismo, etcétera, etcétera, vuelvo a insistir en que es una “táctica sucia”, y precisémoslo más adelante. Veo muy difícil que de eso salga ningún partido, a excepción de numerosas captaciones individuales. Así lo veo yo. Pero aunque no sea así, partamos de la premisa que yo digo: vamos para allá porque es un trabajo barrial, y esto es secundario, es táctico en la línea de trabajo barrial.

Frank: A mí me llamó la atención que se dijo que, cuanto más se extiende el Partido de los Trabajadores Zapatistas, las probabilidades de América de controlar son menores. Y también me llama la atención el hecho de que la gente se saque el sombrero ante los afiches de Emiliano Zapata. Mi hipótesis es: si esto sigue agarrando vuelo en las comunidades y diez o quince compañeros nuestros se convierten en dirigentes naturales de esa extensión del partido, en una convención que reúna a 500 o 600 personas dentro de seis meses, ¿no puede lograrse la mayoría y por esa vía echar a patadas a América y quedarnos con el Partido Zapatista?

Moreno: Sí, pero no vamos a sacar nada de votos.

Frank: Ah, no, pero [nos quedamos con el partido].

Moreno: Sí, puede ser.

Frank: Lo que yo digo es basado en fenómenos objetivos: lo de “Zapatista” es un golazo.

Moreno: [Debemos] darnos [una] táctica, y la próxima reunión discutir: “¿Ganamos los cuatrocientos o no?”.

Frank: Yo quiero saber si toda esta operación, que puede ser una cosa muchísimo más grande...

Moreno: Yo opino que, empezando por ellos [, los compañeros mexicanos], no sabemos nada. Todo lo que te respondamos es paja pura.

Frank: Pero hay un dato concreto, porque ellos hablan de una cantidad de colonias que no son las del viejo Naucopac. De ahí podremos ganar el 10 o 15%, del viejo aparato de ella, de esos doscientos.

Moreno: Disculpáme, permitíme, [vamos a seguir] discutiendo. El caso de los campesinos de Hugo Blanco. Siempre opiné que Hugo Blanco era un gran político por esto:

Lo logré ubicar a él en el Cuzco, después de casi un año que no se lo encontraba, en una cosa muy cinematográfica; una casa en construcción, con velas, [nos pasamos] toda la noche discutiendo, porque él se quería venir a Berisso y abandonar el trabajo campesino. Entonces él me dice:

–Tengo que irme o volcarme a las comunidades.

–¿Por qué?

–Porque se terminó mi base social.

–¡Pero cómo, Hugo, si está en su apogeo! (Después Hugo Neira escribió en un libro que en los valles quince mil campesinos gritaban en quichua “Viva Hugo Blanco”, etcétera, etcétera.)

Y él me dice:

–Porque yo ya logré, con mi política de ocupación de tierras, que a los “arrendiles” –es decir, los que arriendan la tierra– el gobierno les ha dado los títulos [de propiedad], y ya ganaron esa batalla. Entonces yo voy a quedar como un gran recuerdo, pero nadie me va a seguir. No me va a seguir nadie más porque hay un cambio total: hemos liquidado a la clase terrateniente.

Por eso digo que era un tipo muy inteligente. Ninguno le creíamos, empezando por mí. El otro que vio claro y alertó desde Lima –que también creo que era un gran político– era Hernán Bollo Allende. Fue el único; ni nosotros, nadie en la Cuarta Internacional [lo vio]. Hernán Bollo Allende, en Lima, dijo: “Ojo, que esto no va más”.

Y lo vi a Hugo y me dijo: “No va más. O vuelvo al sur del Cuzco, a las comunidades... pero lo que yo más quiero es volverme a la [Argentina]. Fue toda la discusión, y yo [tratando de] convencerlo de que se quede.

[?]: Pero ya ha habido enfrentamientos con el gobierno en los barrios.

Moreno: Ah, bueno, pero eso es lo que yo digo. Hay enfrentamientos alrededor de ese problema. Por ahí les dan las tierras y se termina, o por ahí es la lucha. Que es lo que vemos nosotros acá, en la Argentina. Se pelea por el agua, por esto y por lo otro, [se forma un] gran movimiento, y de golpe shhhhhh, shhhhhhh, ‑[se desinfla] y [uno] se quedó sin nada.

Frank: En Venezuela, en los años ’70-’71 ocupamos cerca de cincuenta barrios. Los bautizábamos “Barrio Camilo Torres”, “Barrio Che Guevara”, etcétera. Hubo grandes manifestaciones, y los embanderamos de rojo. A los tres o cuatro meses eran “Barrio Simón Bolívar”, “Barrio Francisco de Miranda” y los comités de barrio quedaron copados por Acción Democrática.

Moreno: ¡Eso!

Frank: Terminamos siendo una ridícula minoría, porque la tentación normal del activista de barrio es ponerse en buenas relaciones con el gobierno. América, en última instancia, actúa muy astutamente como una gran agente del gobierno, siendo correa de trasimisión de toda la ayuda asistencial para hacerse de esa forma su base social.

Moreno: Muy bien.

Frank: Por eso el trabajo barrial es jodidísimo, porque siempre, en última instancia, hay la tentación a mezclarse en el oficialismo.

Moreno: Es jodidísimo si es trabajo barrial. Puede ser extraordinario si es propagandístico, para ganar [compañeros políticamente].



[17] Uno de los periodistas de más prestigio de Colombia, hermano de Ernesto Samper, ex presidente de la República.

[18] Movimiento de Acción Política: intento de construir un partido de tipo laborista, en el cual participaron un sector de la UTC y el PST (C), cuyo representante –a nombre del Comité Ejecutivo– era Simón.

[19] Federación Anarquista Ibérica: la organización política de los anarquistas españoles.

[20] Central Nacional de Trabajadores: la central sindical anarquista.

[21] También conocido como Luis Herrera: uno de los dirigentes colombianos opuestos a la política de Simón de disolver al PST (C) en A Luchar.

[22] Político liberal.

[23] Abogado defensor de presos políticos.

[24] Véase el apartado III. El meollo de la discusión: la política para A Luchar.

[25] El Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) era la sección mexicana del Secretariado Unificado, dirigido por Mandel. Antes de conformar el POS, los miembros de la LIT estaban dentro del PRT. Fueron ellos quienes lucharon, contra el ultraizquierdismo de los mandelistas, para que el PRT obtuviera el reconocimiento legal y participara en las elecciones, se pusieron al frente de la tarea y fueron factor decisivo para obtener los avales que exigía la legislación burguesa. Al romper con el PRT, el reconocimiento legal quedó para éste, y el POS, en cambio, no lo tenía.

[26] En una conferencia de prensa, América Abaroa había formulado declaraciones en una línea de colaboración de clases y de negociación con el gobierno burgués.

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