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INFORME ESPECIAL Nota 5
Producido
el 19/04/2004 para Mitos del Milenio.
COMENTARIO DE MITOS
DEL MILENIO: Como moción de orden, esta es la cuarta publicación
de artículos sobre el "Caso Aeropuerto de Bariloche"
que realiza Mitos del Milenio. Reseñando la secuencia,
en principio se publicó un material básico para
el análisis: la transcripción textual de los documentos
oficiales
que el Lic. Heriberto Janosch, (integrante de la Comisión
de Investigaciones Ufológicas) obtuvo de la Fuerza Aérea
Argentina en 1995. En la cuarta nota, que sigue a continuación, el Lic. Janosch emite sus apreciaciones sobre lo escrito por Uriondo y Gómez pero, además, da un paso adelante y esboza una hipótesis sobre lo que pudo haber sucedido aquella irrepetible noche del 31 de julio del '95, cuando desde dos aviones a punto de tocar tierra (uno de ellos con casi 100 pasajeros a bordo) se observan extrañas luces al tiempo que un apagón eléctrico complica las maniobras de aterrizaje. |
Por Heriberto Janosch (*)
INTRODUCCIÓN En la noche el 31 de julio de 1995 unas extrañas luces en el cielo fueron observadas en la zona del aeropuerto internacional de San Carlos de Bariloche y sobre el lago Nahuel Huapi. Los avistajes se realizaron principalmente desde la cabina de un Boeing 727 de Aerolíneas Argentinas en vuelo (ARG 674), desde un avión de Gendarmería Nacional también en vuelo (GN 705), desde el propio aeropuerto y desde las inmediaciones de Dina Huapi. El apagón producido en la ciudad de Bariloche antes de las observaciones, sumándole a esto el fallo en el grupo electrógeno del aeropuerto y el mal funcionamiento reportado del instrumental del mismo durante los incidentes, incrementaron aún más el misterio. Los hechos fueron interpretados por algunos como debidos a la intervención de una nave espacial de origen extraterrestre, aunque también se barajaron otras conjeturas más exóticas aún. Desde entonces el llamado "Caso Bariloche" es en opinión de muchos uno de los incidentes ovni más importantes de la casuística argentina e internacional. El caso, además, forma parte del "Informe Cometa", realizado por un grupo de civiles y militares pertenecientes al Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional de Francia, y en su oportunidad fue puesto a la consideracón, entre otros, de Lionel Jospin y Jacques Chirac (nota 1). EXTRAÑO TRATAMIENTO DE LAS FUENTES DE INFORMACIÓN POR PARTE DE LOS UFÓLOGOS OSCAR A. URIONDO Y JUAN P. GÓMEZ Antes de exponer nuestra opinión sobre el caso al día de la fecha, nos parece oportuno mencionar algunos aspectos poco claros referentes al manejo de la información que realizan los ufólogos Uriondo y Gómez en sus informes de Internet, tomados en su conjunto (nota 1, d, e). En el primero de ellos (nota 1, d) y en varias oportunidades parecen referirse a nuestro informe preliminar -que publicamos junto al Ing. Virgilio di Pelino en la revista El Ojo Escéptico (EOE) en su número del 14 de diciembre de 1995- pero no se hace referencia alguna a la fuente de información: ni a la revista ni a sus autores. En su lugar hacen comentarios tales como "(...) las explicaciones que se han barajado (...) algunas, convengamos en aclarar, por demás insólitas y hasta poco serias esgrimidas, como no podía ser de otra manera, por conocidos escépticos que intentaron derribar el caso a poco de salir a la luz", "(...) sus pretendidas explicaciones ponen en evidencia el 'rigor científico' que utilizan en sus investigaciones y dejan en descubierto las verdaderas intenciones: echar por tierra, sea como sea, un posible caso OVNI." ¿Se refieren a nosotros? ¿Por qué no citan la fuente de información? ¿Es de "rigor científico" el no mencionar las fuentes? En el otro artículo (nota
1, e) los ufólogos Uriondo y Gómez Durante el transcurso de la misma (que todavía está abierta) tuvimos la oportunidad de entrevistar personalmente a Jorge Polanco, Juan D. Gaitán y Rubén Cipuzak, telefónicamente a Carlos Dortona, Roberto Benavente, Jorge Allende y Berta Cabral, todos testigos directos de los sucesos (la mayoría de estas entrevistas se realizaron durante 1995 y principios de 1996). A pocos días de los hechos realizamos múltiples consultas telefónicas a Bariloche: al ingeniero Marcelo Etchegoyen, responsable de la Cooperativa de Electricidad, quien nos confirmó que el apagón de la ciudad había sido producido por un fallo humano; a personal de las empresas "Robles Catedral" y "Lado Bueno Sky y Sol", quienes nos confirmaron la presencia durante los avistajes de 4 máquinas "pisanieves" munidas de reflectores en las pistas de sky del Cerro Catedral; al personal técnico de las discotecas "Cerebro", "Roket" y "Genux", quienes nos indicaron que a la hora de los incidentes sus locales se encontraban con toda probabilidad cerrados y por lo tanto no podían estar utilizando ningún tipo de proyector; y por último, también en dos oportunidades a la jefatura del aeropuerto de Bariloche, donde no se nos brindó ningún tipo de información alegando no estar autorizados. Solicitamos también por ese entonces -en tres oportunidades- información a la Fuerza Aérea Argentina (FAA) recibiendo respuesta a todos los pedidos, respuestas que a continuación detallamos: (a) Una carta fechada el 5 de septiembre de 1995, firmada por el entonces Comandante de Regiones Aéreas, Horacio E. Genolet. (b) El 28 de diciembre de 1995 recibimos oficialmente las transcripciones de las comunicaciones entre la Torre de Control Bariloche y cada uno de los aviones involucrados en el incidente: el ARG 674 (Boeing 727) y el GN 705, y también los informes con las declaraciones de los testigos apenas sucedidos los hechos. Nos consta que estos documentos sólo nos fueron entregados una vez que el Jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea diera su autorización. (c) Por último hemos recibido de la FAA con fecha 18 de marzo de 1996 -no sin antes abonar 50 dólares de entonces- el informe de la Estación Meteorológica Bariloche Aero con las condiciones climáticas el 31 de julio de 1995 entre las 20.00 y las 22.00 hora local. Todos estos informes están ahora publicados en Internet (nota 1). Piper Cheyenne II, similar al avión de Gendarmería Nacional involucrado en el incidente de Bariloche. Siguiendo con el relato de nuestra investigación, también visitamos en varias oportunidades el Edificio Cóndor de la FAA en Capital Federal, donde tuvimos ocasión de hablar sobre el tema con el Capitán Roberto Müller y con Juan C.D. González, a la sazón personal de la Dirección de Tránsito Aéreo, y con otros subalternos. En el mismo edificio pero en otra ocasión tuvimos acceso al sector de Jefatura II, a los efectos de recabar más detalles del suceso. Allí nos entrevistamos con personal del referido sector, aunque -por razones obvias- no podemos revelar sus nombres (nota 2). También gestionamos ante compañeros de trabajo de los testigos Polanco, Dortona, Allende y Benavente, la visita a la cabina de un Boeing 727, para tener una idea de la perspectiva de visión que poseían a bordo del ARG 674 (nota 3). Ya en 2002, y ante la inminencia de nuestro viaje a España, decidimos visitar la zona de Bariloche -que no conocíamos- para así poder tener una visión más precisa del lugar donde se desarrollaron los sucesos. Lamentablemente uno de nuestros objetivos se vio frustrado cuando el Boeing 737 de Austral que nos llevó no realizó el procedimiento de aproximación que preveíamos (el número 1) sino que enfiló directamente hacia la pista apenas la tuvo a la vista (era de día y la visibilidad era buena), pero sí tuvimos luego la oportunidad de recorrer la zona del lago Nahuel Huapi, la zona del aeropuerto, y la ruta nacional 237 hasta las cercanías de Dina Huapi y más allá aún hasta llegar a Confluencia (Río Limay). Pero bien podríamos habernos ahorrado todas estas aclaraciones. ¿Es acaso tan importante desde el punto de vista científico determinar quiénes fueron las personas que obtuvieron los datos? Nuestra respuesta es: no. Lo más importante en realidad es que hayan sido obtenidos con la mayor honestidad y precisión posible, y que tales datos o documentos sean puestos al alcance de cualquiera que quiera estudiarlos, analizarlos o criticarlos, y llegar así a una conclusión sobre los hechos. Imaginemos por un momento que alguien trata de demostrar científicamente la validez de una interpretación, conjetura o hipótesis acerca de un hecho único y tal vez irrepetible, lo más lógico es que se preocupe en lograr que todos los datos estén disponibles y al alcance de todos, para que cualquiera esté en condiciones de evaluarlos. Nos enfrentamos aquí al llamado caracter público o social de la ciencia (Bunge, 1968). Siguiendo esta forma de proceder el caso adquirirá fuerza propia, y su verificación podrá ser, si no totalmente objetiva, por lo menos intersubjetiva. Nosotros, por nuestra parte, reconocemos y valoramos los datos obtenidos por los ufólogos Uriondo y Gómez, y nos sentimos libres de utilizarlos en el análisis del caso, claro que reconociendo siempre su procedencia. Y esta actitud la hemos mantenido siempre. Ahora bien, ¿sostienen también los ufólogos Uriondo y Gómez esta forma de proceder? No parece ser así, según se desprende de la lectura de sus informes (nota 1, d, e). Veamos otro ejemplo. Habíamos señalado más arriba nuestros esfuerzos (recompensados) por conseguir copias de los documentos de la FAA relativos al caso que nos ocupa, en particular, las transcripciones de las comunicaciones y los informes escritos de las declaraciones de los testigos Polanco, Blanco, García y Araya. Tales documentos nos fueron entregados oficialmente y en persona en el Edificio Cóndor el 28 de diciembre de 1995. De inmediato hicimos circular libremente copias de los mismos (primero en forma de fotocopias y posteriormente transcriptos -en letras minúsculas y corrigiendo los errores de ortografía para hacerlos más legibles- en un archivo de texto en diskette) a todos los posibles interesados, hayan sido estos ufólogos o no. Lo hicimos principalmente por dos motivos: por un lado para que cualquiera pueda tener acceso a toda la información, como dicta el correcto proceder científico, y por otro lado porque no nos creíamos "dueños" de la documentación. Nos consta que muchos en el mundillo ufológico disponían de esa documentación, y sería muy extraño que no les hubieran llegado copias a los ufólogos Uriondo y Gómez, ya que muchos sabían de su interés por el tema. Sin embargo en ningún momento ellos mencionan en sus informes la fuente de información (a pesar de que figuramos explícitamente en la copia del acta de entrega del material), y sólo se limitan a decir que la "documentación se recibió (no sin una paciente espera de meses) directamente desde el mismo aeropuerto, el 27 de agosto de 1997" (es decir unos 20 meses después que nosotros la recibiéramos) y que les fue enviada por "la mismísima Jefatura del Aeropuerto". Es cierto que los ufólogos Uriondo y Gómez hacen la siguiente aclaración: "a decir verdad, tanto la transcripción de las conversaciones de torre de control con las aeronaves involucradas, como así también, dos de los informes, ya estaban en nuestro poder desde mediados de 1996, gracias a Néstor Echarte", pero esto sólo demuestra que los informes ya estaban en manos de ufólogos e interesados desde principios de 1996. Y entonces, reiteramos, siendo ellos los ufólogos más interesados en el caso, resulta sumamente extraño que no hayan recibido copias de los documentos (incluída la del acta) antes de agosto de 1997. ¿Un descuido de los ufólogos Uriondo y Gómez, que olvidan citar la fuente de información? ¿O parte de un esfuerzo premeditado por ocultarla? Sería interesante que para aclarar estas dudas, los ufólogos Uriondo y Gómez hagan públicas las copias de la documentación recibida "directamente desde el mismo aeropuerto, el 27 de agosto de 1997" para que así podamos conocer entre otras cosas (a) quién se las entregó, y en representación de qué institución (b) el acta que certifica tal entrega (es muy difícil que la FAA entregue oficialmente documentación a nadie sin algún tipo de respaldo), (c) si hay nuevos datos que aún no conocemos y (d) si, por el contrario, sólo se trata en definitiva de copias del mismo material recibido por nosotros en 1995. Y otro tanto puede decirse del informe meteorológico, que los ufólogos Uriondo y Gómez citan en uno de sus trabajos (nota 1, d) mencionando como fuente la estación "Bariloche AERO". También nos gustaría verlo publicado y constatar que no se trata del mismo que obtuvimos -pagando 50 dólares de entonces- con fecha 18 de marzo de 1996, y que también hicimos circular libremente y de forma inmediata una vez recibido (ahora puede consultarse en Internet: nota 1, a). Volviendo ahora al informe de EOE de 1995 (nota 1, c), en el mismo ya aparecía la primera comunicación que recibimos de la FAA (la carta fechada el día 5 de septiembre de 1995) pero sin embargo al mencionar tal misiva los ufólogos Uriondo y Gómez aclaran que la obtuvieron como una "comunicación a través de e-mail del Sr. Heriberto Janosch, en respuesta a una solicitud de información a la Fundación Anomalía", lo cual es cierto, pero si de todos los documentos transcriptos que les enviamos por e-mail sólo iban a mencionar la carta de la FAA del 5 de septiembre de 1995 ¿por qué no mencionar nuestro informe en EOE de diciembre de 1995, donde la misma aparece fotocopiada, con membrete, firma y sellos incluídos, y no tan sólo transcripta como en nuestro e-mail? Mucho nos gustaría pensar que se trata de una desprolijidad, pero no hace falta más que leer los informes de los ufólogos Uriondo y Gómez para notar el esfuerzo que realizan para ocultar sus fuentes de información. Juzgue el lector. Refiriéndose al mismo informe de EOE de 1995 (nota 1, c), que ahora sí aparece citado por única vez en sus "Comentarios ..." de 2004 (nota 1, e) los ufólogos Uriondo y Gómez dicen que "contiene numerosos errores (...) generados seguramente porque sus autores tienen en la prensa la principal fuente de información" (imaginamos que se refieren a la prensa escrita). Esta descalificación de nuestra metodología tiene al menos tres inconvenientes: (a) como un boomerang, los descalifica a ellos mismos, ya que en sus notas puede leerse: "cuando nos decidimos emprender la realización del informe, nos dispusimos primero, a ordenar todo el material periodístico que habíamos recogido y nos encontramos con una verdadera montaña de recortes de prensa (escrita)" pero como "entre las versiones periodísticas, e incluso entre los propios testigos, existían contradicciones que generaban lagunas al pretender reconstruir, paso a paso, los hechos", las descartaron. Es decir que en un principio pensaban basar su análisis en parte en "recortes de prensa", (b) lo mejor de la producción del ufólogo Uriondo, como por ejemplo su "Catálogo de Manifestaciones Argentinas del Tipo I" (nota 4) se basa fundamentalmente en recortes de la prensa escrita, y por último (c) su comentario es incorrecto, pues si en algo no nos basamos fue en la prensa escrita: de hecho sólo guardamos unas pocas notas, como las aparecidas en los diarios Clarín y Río Negro el 2 y 3 de agosto de 1995 respectivamente, y la publicada en la revista de la ATVLA (Asociación de Técnicos de Vuelo de Líneas Aéreas), aunque ninguna de ellas la utilizamos para el análisis de los testimonios. Sí utilizamos en esa oportunidad los videos con los relatos de los protagonistas directos producidos a pocas horas de los sucesos, como bien lo hacemos constar en la referida nota de EOE. En particular circunscribimos nuestro análisis a los testimonios del período D+4, es decir hasta el viernes 4 de agosto de 1995 inclusive, habida cuenta de las posibles alteraciones que seguramente se producirían en los relatos con el paso del tiempo, tomando en consideración estudios sobre la psicología del testigo ocular (ver por ejemplo Loftus, 1979; Hall et al, 1987; Buckhout, 1974) y estudios sobre la psicología de la percepción y su aplicación en los casos ovni (ver Keul & Phillips, 1987; Cabria, 2002). Con el paso del tiempo los relatos sufren modificaciones, agregados y omisiones; y al contar la experiencia repetidamente y discutirla con los demás (testigos o no) se va produciendo una tendencia a la conformidad en la historia, y ésta se va volviendo más coherente que en un principio. Para dar una idea de con que facilidad cambian los testimonios en poco tiempo nos basta mencionar el siguiente ejemplo: basándonos en los testimonios brindados por el testigo -lamentablemente desaparecido- J.D. Gaitán en el período D+4 podemos inferir que la velocidad que el mismo le asignó al ovni en su ascenso vertical sobre el lago fue de 600 km/h, según su testimonio del 2 de agosto, y de 5760 km/h, según el testimonio del 4 de agosto. Es decir que la atribución de velocidad del ovni en ascenso por J.D. Gaitán experimentó un aumento del 860 % en dos días. A veces pensamos que D+4 es demasiado tiempo. Los ufólogos Uriondo y Gómez reconocen algo de esto en uno de sus informes cuando, refiriéndose a los testigos en el aeropuerto, dicen que "a la fecha de nuestra entrevista (unos 13 meses después) muchos pasajes y detalles ya no podían ser recordados con exactitud, cayendo en el olvido. Por consiguiente, algunos de los testigos (a causa de la influencia que ejercieron los relatos, comentarios y descripciones que, a posteriori, entre ellos realizaron) recurrieron al llenado de sus 'lagunas' con información errónea, basándose no en lo que ellos vieron, sino, en las versiones que habrían escuchado de otros involucrados. En honor a la verdad, debemos reconocer que, al día de hoy, no está del todo claro como se sucedieron los hechos en el aeropuerto". Sin embargo no habría inconvenientes en incluir en nuestros análisis testimonios recogidos más allá del período D+4 -con la salvedad de tener muy en cuenta las posibles variaciones en los relatos por el paso del tiempo- y ver si nuestras conclusiones se modifican o no con tales agregados (nota 5). Volviendo al tema de los recortes de prensa está de más decir que, como lo hemos comprobado muchas veces, no es lo mismo una noticia publicada en un diario donde se transcriben (muy aproximadamente) los testimonios, que escucharlos por boca de los testigos, aunque sea a través de una cinta de video de un programa de televisón, o a través de una cinta de audio de un programa de radio. Muchas veces el relato libre del testigo es más preciso que el testimonio producido durante una entrevista realizada por alguien con ideas preconcebidas, que pueda inconscientemente inducir ciertas respuestas con sus preguntas (Loftus, 1979). En el informe publicado en EOE, nuestros errores, si existieron, pudieron deberse a que en esas fechas no disponíamos de todos los datos que disponemos ahora, pero nunca a la calidad de la información que utilizamos (recordemos también que el informe en EOE era de caracter preliminar, escrito un par de meses después de los sucesos). Pero esto nos lleva al siguiente punto: refiriéndose a la hipótesis astronómica que adelantáramos en su momento, y que rápidamente descartáramos (nota 6), los ufólogos Uriondo y Gómez escriben (nota 1, e): "(...) Janosch al momento de sugerir su explicación no había investigado los hechos. Una actitud y metodología a todas luces reprochable (...) porque la metodología científica (al menos, la que nosotros conocemos) obliga a realizar una exhaustiva y metódica investigación primero para luego elaborar o sugerir una hipótesis y no al contrario". Evidentemente los ufólogos Uriondo y Gómez manejan una idea de metodología científica muy simplificada, típica de la que enseñan algunos libros de texto de escuela secundaria, con un enfoque empirista, y que podríamos resumir más o menos así: primero hay que recolectar todos los datos, y cuando esto ha sucedido, un posterior análisis -libre de hipótesis a priori- de los mismos nos sugerirán las teorías y explicaciones. Esta metodología adolece de algunos inconvenientes: (a) no indica cuándo hay que dar por finalizada la recogida de datos ¿cómo saben los ufólogos Uriondo y Gómez que ya han finalizado la etapa de recolección de todos los datos pertinentes y que están en condiciones de comenzar sus análisis teóricos? (b) en la realidad la ciencia es bastante más compleja, no se trabaja así (ver por ejemplo, Bunge, 1968; Bunge, 1972; Bunge, 1983; Bunge, 1985; Bunge y Ardila, 1988). De Bunge y Ardila (1988) resumimos el método científico tal como se aplica efectivamente, adaptándolo a nuestro caso. Consta de los siguientes pasos: 1. Identificar un problema que contenga
un item importante de ignorancia. Queda claro que las hipótesis, las teorías, las conjeturas y los datos empíricos coexisten desde el primer momento, por lo que no hay necesidad de recoger primero todos los datos antes de plantear hipótesis. Lo malo no está en plantear hipótesis, sino en no descartarlas cuando son defectuosas. Y así procedimos nosotros: a medida que recogíamos los datos, planteábamos hipótesis y las sometíamos a prueba. ¿Qué hipótesis planteamos? La primera fue la astronómica. ¿Por qué la elegimos en un primer momento? Porque basándonos en estudios serios de miles de casos ovni realizados tanto por organismos científicos y militares por un lado, como por centros para estudios ufológicos como el Cufos de J. Allen Hynek por el otro (ver por ejemplo Project Blue Book, 1955; Hendry, 1979), constatamos que las falsas identificaciones de objetos astronómicos eran responsables de aproximadamente entre el 23 y el 30 % de la casuística. ¿Por qué entonces no someter a prueba una explicación astronómica? Lo hicimos y los datos en los primeros momentos parecían confirmarla, pero nuevas informaciones que nos iban llegando, como las posiciones relativas de los aviones con respecto a los objetos astronómicos, que al principio no estaban claras, terminaron por hacer que la descartáramos. Y así lo hicimos, la descartamos sin más. Pero ahora nos surge un interrogante ¿Por qué tanta insistencia de parte de los ufólogos Uriondo y Gómez en continuar con la discusión de nuestra hipótesis astronómica, mencionándola sin citar la fuente, si ya la habíamos descartado hace mucho? ¿Será porque les da una oportunidad de mostrar la supuesta incompetencia de los "escépticos"? Fuimos los primeros en proponerla y los primeros en descartarla, no vemos dónde está tal incompetencia. Hay muchos otros interrogantes con respecto a las fuentes de información que ya tendremos oportunidad de plantear en su momento, mientras tanto los ufólogos Uriondo y Gómez tienen la palabra para aclarar estas situaciones. Y hablando de aclarar, también nos gustaría fuesen más explícitos en sus comentarios (nota 1, e) cuando hablan de los "negadores sistemáticos" , "inquisidores de la edad moderna", que realizan "furibundos ataques" contra testigos y ufólogos, y que llegan a "tergiversar la información o a mentir" ¿Quienes son estos "negadores sistemáticos" y cuáles son esas mentiras? HIPÓTESIS EXPLICATIVAS Y CONJETURAS Retornando al ovni de Bariloche ¿qué hipótesis y conjeturas se han ofrecido hasta ahora para intentar explicar este caso tan apasionante? * Los ufólogos Fabio Zerpa, Antonio Las Heras y Pedro Romaniuk lanzaron la "Conjetura ET", es decir, se trataría de la aparición de una nave espacial de origen extraterrestre. (nota 5, V15) * El Dr. Roberto Banchs fue el primero en apuntar la hipótesis sobre luces en las pistas de sky del Cerro Catedral reflejadas en cristales de hielo atmosféricos. El tristemente desaparecido Dr. Horacio Ghielmetti y el Dr. Ernesto Crivelli apuntaron a fenómenos de características similares (hipótesis que nos parecieron sugerentes y que decidimos profundizar). Tampoco la FAA descartaba el 5 de septiembre de 1995 que pudiera haber ocurrido "una confusión con (...) reflejos de luces sobre la base nubosa". * Entendemos que los ufólogos Uriondo y Gómez nos atribuyen una "Hipótesis psicologista", debido a lo que escribimos en el informe de EOE de 1995, pero esto es una deducción nuestra ya que, una vez más, tal informe no es citado. En cambio, se limitan a decir que "desde una postura de extremado escepticismo se ha intentado dar una solución convencional (psicologista)". Si se refieren a nosotros, se equivocan. En ningún momento planteamos una hipótesis psicologista que explicara las observaciones. Sólo mostramos algunos aspectos psicológicos que podrían estar presentes en los incidentes, habida cuenta que los datos que tenemos ante nosotros provienen de testigos humanos. No hablamos de fraudes ni de patologías, y muchos menos de que las "visualizaciones del caso fueron tan sólo consecuencia (de una situación de stress compartido)". Ni tampoco se intentó "focalizar en Polanco y en sus hipotéticos desarreglos psicológicos" para explicar los fenómenos (nota 1, d). Pero sí hablamos de variaciones normales en la percepción, la interpretación y el recuerdo del hecho por parte de una persona normal, ante una situación de stress, ante estímulos nuevos y ambiguos, donde las creencias previas pueden jugar un papel preponderante. ¿Había motivos para el stress? Pensamos que si. La noche oscura, el apagón previo, el tránsito "no identificado", el respeto de los pilotos por la zona de Bariloche y su aeropuerto (Polanco mismo lo sugiere en una de sus primeras entrevistas en TV). Y si bien los ufólogos Uriondo y Gómez se muestran asombrados ante la mención de "terribles accidentes" en Bariloche, lo cierto es que la zona adquirió fama de poseer poca seguridad aérea luego de dos recordados accidentes ocurridos en los años 70 (nota 8). Ahora bien , volviendo a las explicaciones psicológicas (y no psicologistas) que ofrecimos, debemos decir que, si son leídas con atención, puede verse que dan apoyo a la realidad de lo observado, y explican la circunstancia que 4 personas ubicadas en una cabina de escasos metros cuadrados miren hacia la misma configuración de luces y den descripciones diferentes de la misma. ¿El nivel de stress fue diferente para cada uno de ellos? Posiblemente. En particular no todos reaccionaron de la misma manera: Polanco reconoció su susto y preocupación ante Mirtha Legrand en su programa, y ante Berta Cabral en privado ("me cagué todo cuando se me vino encima"), según nos relató la testigo. Benavente las tomó con más tranquilidad e incluso les dio poca importancia en un principio a las tres luces observadas desde el Boeing 727 en la senda de planeo final: "pensé en luces de un proyector", "(...) si hubiera tenido una cámara (de video o de fotos) no la hubiera usado" (entrevistas telefónicas en diciembre de 1995). Las creencias, las atribuciones causales, los esquemas cognitivos, el stress, la condición física, la ambigüedad del fenómeno, las diferentes formas de reaccionar de cada uno y un sinfín de otras causas pueden influir en la percepción, la interpretación y el recuerdo de lo sucedido. Lo que sí afirmamos es que si bien no hay duda que el fenómeno -fuera lo que fuera- estaba realmente presente, y fue descripto por los testigos con bastante precisión; las interpretaciones sobre el mismo -y su "intencionalidad" reportada- pudieron ser erróneas. En definitiva, siempre que hablemos de testimonios humanos, la psicología tiene mucho que aportar. * Hipótesis del avión militar chileno. Personal de FAA en el Edificio Cóndor nos habló de esta posibilidad: "algunas veces los chilenos se 'meten' aprovechando que no hay radar", nos confesaron. Pero esta hipótesis la hemos descartado por el momento porque no explica los eventos más extraños del caso. * Hipótesis astronómica (ya hemos hablado extensamente de ella más arriba). * Los ufólogos Uriondo y Gómez apoyan la que denominamos conjetura "Exótica", que podría contener a la ET como caso particular: el residuo de casos ovni sería un fenómeno inteligente pero de naturaleza desconocida (tal vez ET, tal vez no), este fenómeno violaría algunas de las leyes físicas firmemente establecidas hoy en día, y -no sin intención- interaccionaría con nosotros respondiendo a nuestras acciones y produciendo diversos efectos, tales como grandes apagones y el mal funcionamiento de distintos aparatos eléctricos y automóviles, eso si, de una manera por ahora totalmente misteriosa. Sinceramente nos es muy difícil diferenciar la conjetura propuesta por los ufólogos Zerpa, Las Heras y Romaniuk, de la que proponen los ufólogos Uriondo y Gómez. Tal vez estos últimos tendrían que precisar un poco más la manera de diferenciarlas. A la hora de plantear hipótesis conviene tener en cuenta la siguiente cuestión: ¿Qué dicen los estudios científicos producidos hasta ahora sobre el tema ovni? En general muestran dos resultados coherentes a lo largo de todos estos años. (a) La gran mayoría de las experiencias ovni pueden explicarse como la imposibilidad de poder identificar algún estímulo ambiguo y banal (Borraz, 1991; Borraz, 1992). Es cierto que también hay algunos casos de fraudes, y otros de fenómenos psicológicos o psicopatológicos mal interpretados, pero son una muy pequeña minoría. En el estudio de Hendry (1979), por ejemplo, sobre 1271 reportes, 1158 (más del 91 %) se ubicaron en las categorías de falsas identificaciones con objetos naturales o artificiales tales como estrellas, planetas, aviones, globos, meteoritos y otros. En los 113 restantes (menos del 9 %) no pudieron encontrarse explicaciones y quedaron etiquetados como "no identificados" . (b) Al hacer las comparaciones entre los dos grupos de informes (por ejemplo los 1158 identificados vs. los 113 no identificados en el estudio de Hendry) éstos resultan ser indistinguibles entre sí. Esto no prueba nada, pero sugiere fuertemente la idea de que ambos grupos contienen la misma clase de fenómenos, es decir, objetos banales. La única diferencia entre ambos grupos es que uno de ellos contiene casos que se pudieron identificar, y el otro no. Por ese motivo decimos que las hipótesis astronómicas, aerotecnológicas y óptico-atmosféricas, tienen un importante apoyo empírico e histórico, mientras que las conjeturas "ET" y "Exótica" no tienen ningún caso a su favor. Aunque, si los proponentes de estas conjeturas muestran evidencias apropiadas en el futuro, no tendremos ningún problema en aceptarlas. Por ahora son sólo conjeturas. Ahora bien, por estas y otras razones, cuando los ufólogos Uriondo y Gómez creen coincidir con nosotros en nuestra conclusión sobre el caso Bariloche ("Luces u objetos no identificados. No hay evidencia de la presencia de naves espaciales de origen extraterrestre", ver nota 9) en realidad se equivocan. Nosotros interpretamos en un principio lo "no identificado" como algo banal que no pudo, y quizás nunca pueda ser identificado. Como dice Phil Klass (1983) en su "principio ufológico" número 2, "a pesar de las limitaciones intrínsicas de la percepción humana cuando alguien se ve expuesto a eventos breves, inesperados e inusuales, algunos de los detalles reportados por el observador pueden ser razonablemente precisos (...) el problema es tratar de distinguir entre los detalles precisos y los groseramente imprecisos (...) esto puede ser imposible hasta que la verdadera identidad del ovni sea determinada, pero en algunos casos esto termina siendo un problema insoluble." Los ufólogos Uriondo y Gómez, en cambio, toman lo "no identificado" como evidencia de su hipótesis exótica, pero no caen en la cuenta que, al partir del convencimiento -profundo e infundado- de la existencia de un fenómeno ET o exótico a priori, sólo tienen que encontrar casos no identificados (que siempre los hay en cualquier campo de la investigación por una multiplicidad de causas) para catalogarlos en la categoría "ET o exótica". Su razonamiento se podría esquematizar así: Premisa A: Existe "un fenómeno exótico inteligente, sea ET o no". Premisa B: Los testigos, que describen ciertos sucesos de tal y tal manera, son tan precisos como cámaras de vídeo, y no tienen limitaciones en cuanto a su percepción, su interpretación y su recuerdo de los hechos. Lo que describen, aunque a veces parezca exagerado o impreciso, refleja siempre exactamente la realidad objetiva. Premisa C: No puede encontrarse un fenómeno natural o artificial conocido que posea todas las características descriptas por los testigos. Conclusión: Los dichos de los testigos sólo pueden ser explicados por la existencia de "un fenómeno exótico inteligente, sea ET o no". Pero hay varios inconvenientes. La Premisa A es una creencia sin apoyo empírico, que la toman como verdadera. La Premisa B es muchas veces falsa, como lo demuestra la psicología, sin embargo también la toman como verdadera. La Premisa C puede llegar a ser verdadera en algunos casos. Si la Premisa "B" es falsa, la Conclusión es errónea. Además, definir un objeto por lo que no es resulta imposible: para definir un objeto deben especificarse sus propiedades, "las propiedades de un objeto son las que posee efectivamente. El que un objeto x no tenga la propiedad P puede ser cierto y puede ayudar a identificarlo, pero no a describirlo ni, aún menos, a definirlo" (Bunge, 1985). Queda evidenciado que su razonamiento parte de una creencia sin fundamento, esto es que existe "un fenómeno exótico inteligente, sea ET o no", se buscan casos que por múltiples y desconocidas razones no han podido ser identificados, y se concluye que existe "un fenómeno exótico inteligente, sea ET o no", lo que refuerza la creencia original (ver también Cabria, 1993). * Para finalizar expondremos
la hipótesis sobre el caso Bariloche que consideramos
más probable hasta ahora. La misma es compleja, como no
podía ser de otra manera tratándose de un caso
muy difícil, y la proponemos para que sea evaluada con
todos los datos que se han recolectado sobre el caso. Nuestra
hipótesis se podría expresar así: "En
un mismo intervalo de tiempo ocurren dos clases de sucesos no
relacionados causalmente: luces de uno o más proyectores
reflejadas sobre cristales de hielo atmosféricos por un
lado; y los cortes de energía, con sus apagones y su incidencia
sobre el mal funcionamiento del instrumental del aeropuerto por
el otro (14). Las luces son interpretadas desde un primer momento
por los testigos como pertenecientes a algún tipo de aeronave
y por sus extraños movimientos, la califican de no terrestre.
Además, esos movimientos generan en los testigos una atribución
de 'intencionalidad', y luego, al relacionar la visión
de las luces con los apagones y el mal funcionamiento de los
instrumentos en el aeropuerto, ven reafirmada su creencia de
que se trataba de una aeronave no terrestre". Es decir que
nuestra hipótesis interpreta que no hubo ni nave extraterrestre
ni fenómenos exóticos, sólo cortes de energía
y luces de uno o más proyectores. El comportamiento de
las luces provocó que las (mal)interpretaran como formando
parte de una nave exótica, y su coincidencia temporal
con los apagones reafirmó esta creencia. Sometamos esta
hipótesis a prueba con los datos empíricos. |
En sus notas hacen constar que "(...) el informe que realizó el observador meteorológico (Araya) presenta evidentes errores. Confunde, principalmente, con los horarios que asienta en el mismo (...) Luego de nuestra entrevista personal, en el aeropuerto, descubrimos que Araya no confundió las horas, sino, las modificó a su antojo para ajustarlas a los horarios que debía haber cumplido esa noche en busca de los datos meteorológicos. Lo que debía haber hecho a las 19.50 h. lo realizó a las 20.40 h." Pues bien, si Araya mintió en los horarios en su informe ¿podemos confiar en que no haya mentido o exagerado en sus otros dichos? En particular ¿podemos confiar en Araya cuando dice que "se produjo un descalibre del barómetro, subía y bajaba en forma contínua, pasados 15 minutos volvía a la normalidad"? (nota 10). En definitva, todo hace pensar, que ni los apagones, ni el mal funcionamiento de los instrumentos, puede atribuírsele a las luces u objetos observados. Vamos ahora a hipotetizar uno o más proyectores ubicados aproximadamente en los alrededores de la "antena de televisión" que Berta Cabral sitúa en las cercanías de la Ruta Nacional RN 237 y su intersección con el camino al aeropuerto. Las condiciones meteorológicas (nota 1, a) permiten deducir la presencia de cristales de hielo en la atmósfera -hecho que también menciona el Dr. Banchs- a partir de temperaturas más bajas que 10 grados centígrados bajo cero, sin olvidar que además se registraba un alto porcentaje de humedad relativa ambiente en torno al 84 % (Schaefer & Day, 1992). Suponiendo un gradiente de temperatura negativo de 0,01grado / metro de altitud, y partiendo de una temperatura inicial de 0 grados a nivel del aeropuerto (aproximadamente a 830 m de altitud sobre el nivel del mar), obtenemos la altitud a de 1830 m para 10 grados bajo cero (a unos 6100 pies sobre el nivel del mar), a partir de la cual empezarían a existir cristales de hielo. Esto es válido para la atmósfera sobre el terreno. Sobre el lago Nahuel Huapi las cosas pueden ser diferentes, las condiciones pueden variar, lo normal es que se registren mayores temperaturas y más humedad (Menzel & Boyd, 1963), y por lo tanto habrá diferencias atmosféricas sobre el lago con respecto a sobre el terreno. Esto a su vez puede provocar diferencias en la concentración de cristales de hielo, o hacer que estos se encuentren a partir de mayores alturas. Estos cristales pueden formar una clase de nubes muy delgadas denominadas cirrus a ciertas altitudes. En la oscuridad estos cirrus son muy difíciles de observar, pero son notorios al incidir luz sobre ellos. Las luces de nuestro hipotético proyector pueden reflejarse en los cristales de hielo, y también dispersarse (scattering) en múltiples direcciones. Si se trata de luz blanca cada dirección portará un estrecho rango de longitudes de onda más o menos definido (produciendo la percepción de un color definido). Pero también es cierto que hasta ahora los científicos no saben muy bien de que manera los cristales de hielo atmosféricos dispersan la luz. Nuestro hipotético proyector se enciende luego del corte de energía de la ciudad de Bariloche y apunta al cielo, a veces fijo en una dirección, a veces se mueve hacia uno u otro lado. Los Cabral pueden observar la luz reflejada en los cristales de hielo, y cuando el haz se desplaza hacia el este, un poco antes que ocurran las observaciones de García y Araya, y la del taxista del aeropuerto, deja de verse. Todas las descripciones dadas por los testigos son coincidentes con la luz de un proyector (láser o no). Si se trataba de una luz blanca, esta se refleja en los cristales de hielo, pero por momentos la dispersión de la misma provoca que se perciban varios colores (nota 11). O si el proyector disponía de filtros de color también podían verse esos colores en el reflejo. El esquema número 1 muestra como pudo haber sucedido la observación del matrimonio Cabral. Esquema N° 1 AMPLIAR Los Cabral observan una luz ovalada que despide rayos hacia abajo "como una ducha de baño", "como un láser" que no llegan al suelo. En realidad se trata de la luz de nuestro proyector cuyo haz es invisible abajo, por estar la atmósfera limpia y no haber cristales de hielo hasta los 1830 m (unos 6100 pies), pero desde esa altitud hacia arriba los cristales comienzan a dispersar parte de la luz produciendo el efecto de lluvia de ducha. El testimonio es tan preciso que hasta aclara que los haces "se iban 'diluyendo' a medida que se extendían hacia abajo hasta desaparecer", debido a la concentración creciente de cristales de hielo al ascender en altitud. Por supuesto que los haces del proyector no descendían sino que ascendían. Arriba el haz de luz alcanza una nube de importancia y la forma de su sección se hace más evidente. Por otro lado el efecto de pulsación descripto puede lograrse simplemente variando el foco del haz, haciéndose intensa la luz cuando el foco coincide con la nube, y disminuyendo cuando nube y foco se alejan entre sí. Vayamos ahora a la observación
de una "luz a las once" por parte de los tripulantes
del ARG 674. El proyector apunta más o menos en dirección
al ARG 674, pero su haz lo sobrepasa por debajo, y se hace visible
cuando alcanza la altitud mínima de 1830 m (6100 pies)
al incidir sobre cristales de hielo, en las cercanías
del Cerro Pichi Leufú (también enfrente y a la
izquierda del ARG 674). Todo esto si descartamos la posible falsa
identificación del GN 705, cuya posición en esos
momentos no aparece tan clara como lo indican los ufólogos
Uriondo y Gómez. Consideremos, por ejemplo, el momento
en que el ARG 674 está en la recta final, a una 11 millas
del aeropuerto, observando las 3 luces a su derecha. En uno de
sus esquemas los ufólogos Uriondo y Gómez indican
la posición del GN 705 como a 22 millas del aeropuerto
y aproximadamente a las "tres" del ARG 674, y en el
dibujo que les hiciera Cipuzak con al ARG 674 a 11 millas, la
posición indicada para el GN 705 es a unas 14 millas del
aeropuerto y aproximadamente a las "cuatro" del ARG
674 (por otro lado en el dibujo que Cipuzak realizó para
nosotros, y que figura en este informe, el ARG 674 aparece también
aproximadamente a 11 millas, pero el GN 705 se encuentra a unas
15 millas del aeropuerto y a las "seis" de ARG 674).
Si no está clara esa posición, tampoco lo estará
la posición anterior del GN 705, cuando el ARG 674 tenía
la luz "a las once". ¿Dónde estaba el
GN 705 cuando el ARG 674 tenía las tres luces a la derecha?
¿Dónde estaba el GN 705 cuando el ARG 674 tenía
una luz a sus "once"? Por ahora estas preguntas no
tienen respuesta unívoca. Esquema N° 2 AMPLIAR Consideremos ahora la observación
de la configuración de tres luces a la derecha del ARG
674. ¿Cómo pudo nuestro hipotético proyector
producir esos efectos? Por ejemplo poseyendo algún tipo
de filtro con tres orificios, y proyectando no uno, sino tres
haces de luz en distinta dirección sobre los cristales
de hielo. Recordemos que la altitud del ARG 674 mientras se observó
el fenómeno pasó de unos 1920 m (6400 pies) a unos
1650 m (5500 pies), y por otro lado la base de los cristales
de hielo la habíamos calculado en 1830 m (6100 pies).
El uso de filtros verdes y anaranjados, o el scattering de la
luz en los cristales de hielo atmosférico pueden explicar
los colores percibidos. Si se hacen variar los focos de los haces
siguiendo cierto ritmo, ya sea en forma manual o automática,
pueden producir la sensacion de que las luces pulsan. 2 x arc tg (15 m / 70 m) = 24 grados sexagesimales. Esto nos dice que el fenómeno de las tres luces "vinculadas" podría tener un tamaño de 30 m y estar a 70 m del Boeing 727, o tener un tamaño de 214 m y estar a 500 m del Boeing 727, o un tamaño de 429 m y estar a 1 km. del Boeing 727, o un tamaño de 857 m y estar a 2 km. del Boeing 727, y así sucesivamente. Con ese tamaño angular,
si los testigos en la cabina del ARG 674 -al estar las luces
"vinculadas" por provenir del mismo proyector- asumen
que es una aeronave (como en realidad asumieron, recordemos que
en el momento que las tres luces se le acercaron vertiginosamente
pensaban que había un "tránsito" no reportado
en la zona) obligadamente deducen que está muy cerca,
de lo contrario debería ser de un tamaño enorme. Por último, las observaciones de los gendarmes desde el GN 705 y de Blanco y Cantero desde el aeropuerto. El GN 705 en esos momentos se encontraba llegando al lago, pero a 3300 m (11000 pies) de altitud, es decir que estaba bastante arriba de la altitud mínima de los cristales de hielo, seguramente los había debajo de su posición. En esas circunstancias una luz los sobrepasa por su derecha y por debajo, dirigiéndose al lago. Es la luz de nuestro hipotético proyector incidiendo en los cristales de hielo bajo el GN 705. Al llegar el haz a las cercanías del lago, de repente, la concentración de los cristales de hielo se hace menor -o la altitud mínima donde éstos aparecen se hace mayor- como ya fue señalado. Entonces el haz se refleja en una fracción de segundo desde los cristales de hielo a unos 1800 m de altitud, a una "nubecita" a - supongamos- 3000 m de altitud, a una velocidad de varios Mach y sin producir boom sónico, por tener, como toda luz, masa despreciable. Desde el aeropuerto Blanco ve este fenómeno inmediatamente después de Gaitán y Cipuzak, de acuerdo a los datos recogidos por los ufólogos Uriondo y Gómez al entrevistarlo. Y Blanco lo describe como "el haz de una linterna apuntando hacia abajo". Cantero, por su parte, lo describe como "una luz ámbar que lo alumbraba (al ARG 674) como si fuese una linterna." Esquema N° 4 AMPLIAR Hay dos formas en que un proyector
puede inducir la idea de "intencionalidad". Una, la
más evidente, es que se lo apunte hacia los aviones y
hacia otros lugares a propósito. Esto es, intencionalidad
humana. La otra es que se lo proyecte hacia distintos lugares
al azar o sin una finalidad precisa, o que disponga de algún
automatismo que le haga seguir algún tipo de secuencia.
En este caso hay que elaborar un poco más la explicación
de "intencionalidad". Recurramos al principio ufológico
número 3 de Klass (1983): "Si una persona que observa
un objeto inusual o no familiar concluye que es probablemente
una nave espacial extraterrestre, puede interpretar que el objeto
reacciona a su presencia cuando en realidad no hay ningún
tipo de relación de causa y efecto". Lo mismo si
el testigo piensa que es un "fenómeno exótico
inteligente". Lo que decimos es que la supuesta "intencionalidad"
en realidad fue producto de que los testigos interpretaron lo
que vieron como una aeronave de algún tipo. Esto se ha
comprobado reiteradamente en el análisis de casos ovni
identificados con posterioridad con causas banales (Toselli;
1982). Por ejemplo, cuando los testigos a bordo de un automóvil,
describen ser perseguidos por un ovni durante kilómetros,
y luego el investigador constata que se trató sólo
de una falsa identificación del planeta Venus. Si nuestro
hipotético proyector fue la causa de las observaciones,
podemos imaginar por qué aparecieron para los testigos
una serie de indicios de "intencionalidad", como, por
ejemplo, cuando Polanco declara que quizás la cercanía
del fenómeno al grupo electrógeno fue la causa
del apagón del aeropuerto, basándose seguramente
en su conocimiento previo de lo que los ufólogos nos cuentan
acerca de los supuestos efectos de los "ovnis" sobre
los equipos eléctricos, efectos nunca demostrados. Otro
ejemplo sería el comportamiento "evasivo" que
atribuye Dortona a la luz "a las once", pues al creer
que se trataba de una aeronave que se acercaba al ARG 674 de
frente, cuando la ve desplazarse a su izquierda, deduce una intención. Pero después de todo esto ¿Por qué seguimos considerando el caso como "no identificado"? Simplemente por que no pudimos encontrar a nuestro hipotético proyector. Y tal vez nunca lo encontremos. No hay que olvidar que en un primer momento se habló de dos aeronaves a punto de colisionar en el aire, y de un avión que realiza un "escape" nocturno con más de cien personas a bordo. Quienes hayan encendido el proyector quizás pensaron en evitarse posibles problemas, y se callaron la boca. Hay más cosas para decir sobre el caso, y sobre todo más preguntas para plantear, pero lo dejaremos para otra oportunidad. Por el momento sugerimos a los investigadores del caso en Argentina, basándonos en la posibilidad de que haya habido uno o más proyectores implicados, concentrar los esfuerzos en esta dirección (nota 13). En Caldas de Reis, Galicia, España. Marzo de 2004.- Notas (1) El incidente ovni de Bariloche está suficientemente documentado en Internet. La documentación recibida a través de la Fuerza Aérea Argentina (FAA), y nuestros propios informes aparecen en: b) Informe "10 preguntas y algunas respuestas", 14-sep-03 c) Informe "Anexo", "Ovnis: El Caso Bariloche", 14-sep-03. Se trata del mismo informe publicado en El Ojo Escéptico (EOE) número 14, diciembre de 1995. En ese mismo número de EOE publicábamos también la primera y segunda solicitud de información a la FAA, y la fotocopia de la primera contestación recibida con fecha 05-sep-95 y firmada por el Brigadier Mayor Horacio Ernesto Genolet, Comandante de Regiones Aéreas de aquel entonces. (aproximadamente a partir de la mitad de la página) Los informes de los ufólogos Oscar A. Uriondo y Juan P. Gómez aparecen en: d) Informe "El Caso Bariloche" (no conocemos la fecha de publicación, pero con seguridad fue publicado con posterioridad a junio de 1998). e) Comentarios "10 preguntas y algunas respuestas" (incluye un breve comentario al informe "Anexo", citado en c). 23-feb-04. Si el lector tiene dificultades para acceder a cualquiera de estas páginas web puede solicitarnos copia de las mismas a: [email protected] (2) "Jefatura II" es el nombre con que se designa al sector de Inteligencia en la FAA. (3) Ignoramos si se trató del mismo Boeing 727 de Aerolíneas Argentinas implicado en los incidentes, o de alguno de los otros 6 "727" que poseía la compañía por ese entonces. (4) Este catálogo está disponible parcialmente en Mitos del Milenio. (5) Aquí trataremos de hacer un inventario de toda la información disponible e instrumentos útiles para la investigación, sin restringirnos al período D+4: Documentos de la FAA Cintas de Video Instrumentos Internet Cintas de Audio (6) Revista Descubrir, año 5, número 50, septiembre de 1995. Le comentamos sobre la hipótesis astronómica a la periodista Márquez a fines de agosto, y más o menos por las mismas fechas la hicimos pública en la grabación del programa de TV "Sin Vueltas" el 23 de agosto de 1995, y no en "los primeros días de agosto" como erróneamente señalan los ufólogos Uriondo y Gómez (ver nota 5, V11, y nota 1, e). Para cuando el número de Descubrir estaba en la calle ya habíamos descartado tal hipótesis. (7) El Dr. J. A. Hynek, del Center for Ufo Studies, examinó cerca de 11.000 informes de ovnis de los archivos del Proyecto Blue Book de la Fuerza Aérea de los EE.UU. Entre ellos encontró 640 casos (5,8%) que no pudo explicar y que clasificó como no identificados. Un resultado interesante de este estudio es que los pilotos de aeronaves militares, de aerolíneas y otros pilotos civiles, a pesar de ser sin duda los mejores observadores, se encuentran sujetos a error como cualquier ser humano. Los porcentajes de falsas identificaciones de objetos convencionales (naturales o artificiales) son los siguientes: 76% para pilotos militares en casos de testigos múltiples, 88% si se trata de testigo único, 79% para pilotos de aerolíneas y otros pilotos civiles en casos de testigos múltiples, 89% si se trata de testigo único. (Citado en Klass, 1983). Por otro lado en el estudio de Hendry sobre 1307 casos (Hendry, 1979), se citan los porcentajes de fallas en la identificación de objetos convencionales por profesión, de donde extraemos los siguientes datos: piloto/personal aéreo: 75%, siendo la media del 89%, y el máximo 94%. Por lo tanto, concluímos que ser piloto de avión implica seguridad de buen observador, pero no inmunidad al error. (8) El 16 de marzo de 1975 un Fokker F-27 Friendship 400M TC-72 de la Fuerza Aérea Argentina, que operaba un vuelo de LADE (Líneas Aéreas del Estado) se estrelló en cercanías de la ciudad de San Carlos de Bariloche. Como consecuencia del impacto los 52 ocupantes resultaron muertos. Dos años más tarde, el 21 de Noviembre de 1977, un BAC 111 LV-JGY de Austral Líneas Aéreas chocó contra la ladera de un cerro próximo al cerro Pichi Leufú durante una aproximación VOR - DME - ILS al aeropuerto de San Carlos de Bariloche (ver foto) . Perdieron la vida 45 ocupantes. Sobrevivieron 33. La aeronave chocó por haber descendido errónea y anticipadamente por debajo de los límites de seguridad durante la aproximación. Se atribuyeron errores humanos a la tripulación, con probable estado anímico inadecuado, más deficiencias en el funcionamiento de una radiobaliza. Foto gentileza de www.prevac.com.ar (9) Cuando nos refererimos a "sólo luces" estamos indicando que el fenómeno es lumínico y que por lo tanto posee "masa despreciable", al contrario cuando nos referimos a "objeto" estamos hablando de un "objeto sólido de al menos algunos cientos de kilogramos masa" (10) Además, si Araya mintió, también mintió García en su informe. De acuerdo a los ufólogos Uriondo y Gómez, constataron que Araya salió a tomar la temperatura al campo a las 20.40 hs. en lugar de las 19.50 hs., pero según leemos en el informe de García a la FAA: "siendo aproximademente las 23:15 UTC encontrándome en la jefatura de operaciones observo hacia el sector de plataforma de estacionamiento de aeronaves menores un reflejo similar a un flash (color blanco azulado) produciéndose un pestañeo en la iluminación del aeropuerto, cosa que produce el apagado inicialmente de las torres de alumbrado del sector estacionamiento de vehículos. Transcurridos unos segundos/minutos el corte de la energía eléctrica se hace general quedando a oscuras toda la zona (ciudad/aeropuerto). El observador met (Araya) se dirige hacia el campo meteorológico, cuando observo al mismo totalmente iluminado por las luces descriptas y mirando hacia el edificio/torre al mirar por la ventana situada en sección central observo una luz blanca/ambar desplazándose hacia el sur donde pierdo de vista lo mencionado (aparentemente detiene el movimiento a una altura con respecto al horizonte de treinta a sesenta metros). En el interín se restablece el suministro de energía por parte de la usina local lo que produce que el vuelo de aerolíneas (ARG 674) inicie la aproximación instrumental normalizado." De acuerdo a esto podemos decir que si Araya miente en los horarios, entonces García también miente en su informe (porque dice verlo a Araya en la plataforma antes que el ARG 674 comience el primer alejamiento por el radial 120 magnético, inmediatamente después del primer apagón, el de la ciudad/aeropuerto), y esto, obviamente también le resta confiabilidad a García. Esta circunstancia también debe tenerse en cuenta cuando evaluemos los dichos de García sobre la veracidad del testimonio de Blanco, según se desprende del informe de los ufólogos Uriondo y Gómez (nota 1, d): "¿El Suboficial Ayudante Alfredo R. Blanco nos ha contado toda la verdad?. ¿Oculta algo?. Al menos eso nos dio a entender el Suboficial Principal García en un par de ocasiones luego de nuestra entrevista.". (11) Los cristales de hielo atmosféricos son los responsables, entre otros fenómenos, de los distintos tipos de halos solares, el de 22 grados y el de 46 grados, el arco de Parry, los pilares de luz solar y los parhelia o "sundogs", y también de los halos lunares y los paraselene o "moondogs". Una página web muy interesante sobre el tema es sundog.clara.co.uk. Hace poco tiempo pudieron reproducirse fenómenos de este tipo (un halo de 22 grados) en el laboratorio, gracias al trabajo de los Dres. Joseph Ulanowski y Evelyn Hesse. Ver referencia. (12) Las modificaciones que Cipuzak fue introduciendo con el paso del tiempo en su testimonio -seguramente de forma inconsciente- será tema de nuestro próximo artículo. Por ahora sólo un adelanto: En los pasillos de un canal de TV Cipuzak nos dibujó sobre una carta de aproximación por instrumentos número 4 para Bariloche -modificándola para que se asemeje a la número 1- las posiciones relativas del ARG 674 y el GN 705, cuando desde el primero se observa la configuración de "3 luces". En el dibujo el ARG 674 aparece en la senda de planeo a unas 11 millas del aeropuerto, mientras que el GN 705 aparece detrás y arriba del primero a unas 15 millas (rumbo 104 grados magnético). Desde ahí -durante 2 segundos- le pareció observar una luz a la derecha y otra detrás del ARG 674. En otra oportunidad, en su propia casa, el mismo día que le rindieron un homenaje a Gaitán en el programa "Memoria", Cipuzak nos relató su avistaje en el lago de El Chocón. Sin embargo, en sus primeras declaraciones en la TV, nunca habló de estos dos avistajes. El trazo en rojo es puño y letra de Cipuzak, resaltado con sombra para mejor visualización. AMPLIAR (13) Es cierto que confirmamos la presencia de 4 máquinas pisanieves portando reflectores en la ladera del Cerro Catedral a la hora de los incidentes, pero también es cierto que, por las características de tales reflectores, sería muy difícil que fueran capaces de producir los efectos reportados: los haces de luz de los mismos suele tener aperturas angulares amplias por que su propósito es iluminar el camino por delante, en las cercañías del vehículo. Para producir los efectos observados en los incidentes el proyector debería, entre otras cosas, poder variar su foco y poseer aperturas angulares estrechas. REFERENCIAS Borraz, M. 1991. Ovnis, la cuestión de los casos
negativos (parte 1) CdU, número 11, 2da. época. AGRADECIMIENTOS A Rubén Morales, por permitirme publicar mis artículos en su prestigiosa página web, en la actualidad uno de los poquísimos medios sobre temas ufológicos totalmente libre e independiente de Argentina. A Alejandro Agostinelli, por su lectura crítica de este y los demás informes. En su opinión "Los informes de los ufólogos Uriondo y Gómez es un caso sorprendente de 'crítica de lo desconocido'. Se critica algo que -al no ser citado- los lectores no pueden cotejar. ¿Motivo? Es claro que sus críticas pretenden descalificar peyorativamente, y por lo tanto no son constructivas. Es más: ¡Son "críticas" que sólo pueden interpretar como tales el autor y unos pocos lectores avisados de sus artículos! Un despropósito si lo que pretendían Uriondo y Gómez era redactar un informe serio". * Lic. Heriberto
Janosch González
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