7 de julio

SAN ALIRO,*
Obispo y Confesor

Predicamos la sabidur�a a los perfectos,
no la sabidur�a de este mundo ni de los pr�ncipes

 de este mundo que pasan, sino que predicamos
la sabidur�a de Dios.

(1 Cor. 2, 6-7).

   San Aliro, obispo de Clermont, en Auvernia, ech� al demonio que se hab�a posesionado de la hija del emperador M�ximo. �ste, en agradecimiento, le envi� una ingente suma de dinero; pero el santo la rehus�, por temor de ser pose�do por un demonio m�s peligroso que aqu�l al que hab�a echado y obtuvo en su lugar un privilegio para su ciudad episcopal. Cur� a gran n�mero de enfermos y resucit� a varios muertos. La muerte no le impidi� hacer bien a los que lo invocaban. Y no es para sorprenderse, puesto que los santos tienen en el cielo, para los hombres, el mismo amor que ten�an en la tierra, con la diferencia de que all� su poder es m�s grande.

MEDITACI�N SOBRE TRES CLASES 
DE COSAS QUE DEBEMOS PREVER

   I. La prudencia, que es como el ojo de nuestra alma, debe hacernos prever tres cosas. Las adversidades, primeramente, porque ellas abaten menos cuando han sido previstas. Es menester prepararse a recibir de manos de Dios todo lo que pueda sucedemos de m�s desagradable en el estado en que nos hayamos alistado. Si la adversidad que esperamos nos acaece, estaremos dispuestos a recibirla sin turbaci�n, sin emoci�n y con m�rito; si la desgracia nos perdona, Dios tendr� en cuenta nuestra buena voluntad.

   II. A menudo caemos en pecado, porque no prevemos las ocasiones, en las que estaremos expuestos a ofender a Dios. Al comenzar el d�a y tus principales acciones, piensa en los peligros en los que correr�s riesgo de perderte, y ponte en guardia contra esos peligros, mediante el pensamiento de la presencia de Dios y de la cuenta que habr�s de dar a tu Juez sobre la acci�n de que se trate.

   III. En fin, prev� el bien que puedas hacer en cada una de tus acciones, como el mercader prev� todas las ocasiones de enriquecerse. Habr�as llegado ya a alto grado de perfecci�n, si hubieses sabido aprovechar todas las ocasiones de santificarte. �Cu�ntas veces al d�a podr�as renunciar a tu propia voluntad, privarte de alg�n placer, ejercer la caridad para con tu pr�jimo, elevar tu coraz�n a Dios, ofrecerle tus acciones! He aqu� aquello sobre lo cual debieras ejercer tu prudencia, en lugar de considerar c�mo podr�s amontonar bienes que habr�s de abandonar a la muerte. Nos descuidamos a nosotros mismos y ponemos todo nuestro af�n en lo que no nos puede seguir a la otra vida. (San Juan Cris�stomo).

La huida del pecado
Orad por la conversi�n
de los pecadores.

ORACI�N

   Haced, os lo rogamos, Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Aliro, vuestro confesor y pont�fice, aumente en nosotros el esp�ritu de devoci�n y el deseo de la salvaci6n. Por J. C. N. S. Am�n.

VOLVER A SANTORAL DE JULIO

   


Hosted by www.Geocities.ws

1