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La verdadera clase obrera es la clase media

(Destrucción y renacimiento del proletariado)

Manuel C. Martínez M.

Cuando Carlos Marx en su historiografía de  El Capital, va a la Historia Industrial de los patronos y leyes ingleses,  italianos,   franceses y  otros durante la incipiencia, el despegue y desarrollo del sistema capitalista en la vieja Europa, no sólo dedica cientos  de páginas para soportar sus inferencias estadísticas acerca del antihumano grado de explotación del patrono sobre sus trabajadores, sino que en ella nos indica estadísticamente que el   obrero, emergido  recientemente del vasallaje y de las labores agrícolas y artesanales en general, todavía no terminaba de constituir una clase como tal, habida cuenta que la mayoría de esos patronos son pequeñoburgueses, comerciantes y gente de mayor instrucción tecnocientífica que para entonces fungen de explotadores de ese obreraje ignaro y de ínfima preparación técnica concorde  todavía con  aquellos procesos mecanizados y de palurda calidad industrial.

La creación de talleres va dando cuenta de la autonomía del artesano, y con el idealista Ádam Smith aparece la teorización y organización de la  división del trabajo en varios obreros rasos para dar cuenta de la elaboración de una mercancía cuya producción antes corría cargo de un artesano y un aprendiz.

A lo sumo llegó a definir el estrato aristocrático del proletariado. Fue con el correr del tiempo, y con   el surgimiento del gran capital, cuando la voracidad de ganancias y las mejoras productivas catapultadas por el desarrollo tecnológico va segregando a los obreros rasos de  aquellos que debían ser hasta académica y universitariamente preparados. La universidad deja definitivamente de ser teológica y filosófica para rediseñar un currículo eminentemente tecnociéntifico.

Esa clase media, asalariada y emergente, es la misma que  mutatis mutandis hoy está  ideológicamente sometida al gran capital nacional y trasnacional, y ella  misma ha creído verse como negación de la existencia de clases. Y como expresión de una dominación casi absoluta, de su ubre asalariada viven  aflorando los más acérrimos epígonos del burguesismo. Estos, con inclusión de Premiados Nobeles,  intentan  demostrar  cómo con *sudor y lágrimas´*, con *sacrificios*, con disciplina, con amor al trabajo y mil pamplinas más; cómo con adulancias a granel, con sumisión  al gran capital y a los jerarcas de la oligarquía criolla e internacional   se conseguiría  *salir del hueco de la pobreza* formando una elite de mejores ingresos, al precio de seguir ignorando que   siguen siendo asalariados por sus complejos de superioridad frente  al obreraje de menor productividad y baja preparación técnica.

Es sintomático cómo la Administración Pública venezolana, por ejemplo, ha dividido al asalariado de sus nóminas jurídica y contablemente en *2 rolos*: los asalariados a quienes eufemísticamente se les registra como *empleados* (como si los demás compañeros de trabajo estuvieran desocupados), y los obreros ( como si los primeros estuvieran ociosos).

Y sintomático es el proceso de devaluación monetaria que el Imperio tecnoindustrial y trasnacional moderno  viene aplicando con los obreros de la clase media de cara a mermar al máximo su  capacidad de lucha.

Concretamente, en la idiotizada Venezuela con el Ex  Presidente Luis Herrera C. vimos y sufrimos cómo nuestros bolívares de plata (Ag) fueron sumisamente canjeados por moneditas de níquel (Ni), estas por metal vil, y ahora con la presente devaluación de la presente República Bolivariana, la devaluación se concretiza en pérdida irreversible  de su moneda  frente a las fuertes divisas del mundo.

De resultas, creemos y sostenemos que estamos en presencia de una destrucción económica  de esta clase media y asalariada en un desesperado esfuerzo del imperio para evitar la  indetenible globalización el proletariado mundial, que hasta ahora ha sabido mantenerlo atomizado en grupos  nacionalistas, al lado de los ingentes e improductivos reservistas industriales.

Digamos que el Imperio, en su aleteo por mantenerse vivo, está abocado a destruir al asalariado  que ya venía despegando en conciencia y poder económico, y a potenciar (empoderar) al marginado, al excluido por el sistema como lumpen, para de esta manera reciclar el viejo status de una nueva clase media  que empiece a encariñarse con los engaños de un  sistema amante del individualismo, del independentismo personal y frenador  de la lucha de clases.

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