Sadelas

(Sociedad Amigos de la Salud)

MATRIARCADO no SUPERADO

 Muy en contra de las versiones que saturadamente llenan la historiografía antropo,   económico y sociológica, el matriarcado no quedó allá congelado en las amarillentas y   esgrafiadas páginas   durante los confines de las pioneras sociedades humanas, de esas  que pedecedieron las recientes (?) formaciones patriarcales; no, el matriarcado   está con nosotros ahorita como lo ha estado siempre sin solución de continuidad.

Es así cómo podemos explicarnos la incongruente relación cualitativa y cuantitativa que observamos en un superpoblado  mundo caracterizado por producir, conservar y multiplicar más niños que madres, más hijos que mamás. Es una suerte de maltusianismo natural, de genuino matriarcado vigente todavía en este flamante despertar del tercer milenio cristiano. Este modo de vida no fue diseñado por agentes políticos ni  económicos,  ni militares, y acaso  ni divinos tampoco lo fueron(?).

Efectivamente, pensamos que el  M. surge en un principio como un fiel reflejo de la  inseparable comunión biológica  entre todos sus componentes básicos: vegetales, animales, cosas y seres humanos.

 Las hoy conocidas figuras laborales de la servidumbre, de la contrata de ayudantes ora nodrizas, ayas o de cachifos en general no acompañaron a las  madres de marras, quienes, a pesar de tener el control absoluto sobre su prole, debía mantener una personalísima vigilancia no delegable fácilmente en terceros.

El caso es que las madres pobres de estas sociedades, valga la redundancia, nunca se han dado abasto para la cariñosa,   eficiente y eficaz crianza de sus hijos, todos emanados de  sus elásticos vientres.

Y nos preguntamos: ¿cómo puede la población femenina mundial (sin redundancias) seguir multiplicándose a sabiendas  de que ninguno de sus hijos nace con su pan debajo el brazo, sino todo lo contrario, que cada nuevo ser entra a competir para compartir los menguados recursos de aquellos hermanos que etariamente tendrían prioridad?

Y nos atrevemos a responder:  En el inconsciente normal de cada mujer sigue vigente el profiláctico sistema de reproducción biológico, según el cual sólo los hijos  consanguíneos sus hijos son, como si todavía sospecharan instintivamente que los hijos deben necesariamente cubrir sus fase embrionaria y fetal en la  irremplazable matriz de su personalísima figura.

Sólo que no es así; es que el subconsciente anidado  allí, en el cerebro de la mujer contemporánea, es una especie de congénito Alzheimer, que estas madres de hijos nuevos nacidos de sí bien podrían  ser las diligentes y amorosas y eficientes y eficaces madres de todos los niños, particularmente de esos niños que por allí andan, desmatrizados, en una orfandad que resulta chocante, insolidaria, incongruente y contraria cualitativa y cuánticamente con  una sociedad de pobres cuyas mamás no alcanzan ni a pedacitos para criar a tantos niños salidos de tan pocos   vientres.

 Y cuando este inconsciente sea superado, muy posiblemente habremos dado con el mejor y más humano de los buscadísimos, demandatísimos y recomendatísimos controles de la natalidad, momento para el que este vigente matriarcado resulte superado.

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FRENTE

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

194_28_09_KK4                                                                Manuel C. Martínez M.

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