Sadelas

Metamorfosis del consumo burgués

Manuel C. Martínez M.

Hemos tratado el tema de la alta densidad  consumista que caracteriza, por ejemplo, a la sociedad estadounidense norteamericana. En esta no sólo se  alimenta  y calza  a un alto porcentaje de habitantes sino que estos tienen un elevado standing impuesto culturalmente por la propia dinámica consumista y despilfarradora, muy propia de la empresa contemporánea, y todo esto  con cargo a rentas endógenas y exógenas provenientes de los países y economías satélites.

Esos altos índices de consumo son necesarios para el imperio a fin de que  haya  armonía entre un empresariado saturado de inventarios y de capacidad productiva ociosa, y una población trabajadora  que infatuadamente se jacta de recibir elevados salarios y ganancias varias, pero que se mantiene tan carente de ahorros como el asalariado  de países como el nuestro. Cualquier desbalance entre esas dos variables supone *capital* en proceso de descomposición.

Yendo al punto que denomina a esta entrega: La compañía Telcel, por ejemplo,  terminará ofreciendo a bajos precios y casi regalados los móviles que todavía vende   a precios especulativos. Esta compañía  terminará adecuando sus necesidades de venta del servicio telefónico a la tenencia sine qua non de los móviles en cuestión.

Pues bien, desde hace varias décadas los  empresarios e industriales de EE UU    cayeron en la cuenta de que el mecanismo más expedito para incrementar las ventas de fruslerías, de dieta básica y de rentables innovaciones suntuarias e innecesarias,  venía dado por la garantía de casa propia para sus pobladores, o de viviendas *dignas* que   absorbieran sólo una pequeña parte o nada del ingreso familiar. Como se conoce, hasta hace 4 décadas, aprox., una buena tercera parte del presupuesto familiar era absorbido por el rubro vivienda en cualesquiera de sus modalidades: alquileres, amortizaciones, etc.

De manera que USA resolvió hace tiempo el problema habitacional. Recuerdo aquellas casas prefabricadas de aluminio que eran enviadas por correo en paquetes relativamente pequeños. Asimismo, en Venezuela se emprenderá un plan agresivo y masivo para que tenga casa hasta el gato, a fin de que quede libre el mayor porcentaje de los salarios de sus inquilinos para que los inviertan o consuman en  las quinientas mil cursilerías que requiere el régimen burgués.

Ellos (sus teóricos o economistas oficialistas) concluyeron en en que eso de casas en alquiler para que se lucren sólo los terratenientes es un vestigio del pasado medieval y feudal. Ahora necesitan un salario reintegrable 100% a los bolsillos del industrial para  poder seguir dándole empleo  a sus enormes inventarios de bienes de capital ocioso.  Es la salida a la crisis presente de un Capitalismo que se niega a morir, pero que morirá, y tal es la metamorfosis que cíclicamente sufre la demanda y oferta burguesas.

           

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