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SADELAS
Sociedad Amigos de la Salud
EL BLUE JEAN
SUCESO:
Jacqueline Kennedy, primera dama estadounidense, baja presurosa de
su departamento rumbo al supermercado para realizar compras de última hora. Lo
hace vestida con un desteñido BLUE JEAN.
REACCIONES:
Un fotógrafo avizor capta en celuloide la inusual
escena, para una mujer marcadamente fastuosa en su atuendo y demás accesorios.
Las fotos cruzan electrónicamente el mundo por vía de prensa y TV.
RESULTADOS:
El blue jean, ropa propia de peones,
vaqueros, marineros, mineros, artesanos, pescadores y cazadores, todo lo cual
implica derroche de energía, vitalidad y, particularmente, de juventud,
estimula la imaginación de los modistas y a partir de ese momento comienza un
proceso de ennoblecimiento para semejante prenda de vestir con el consecuencial
cultivo en el ya abonado terreno de la industria textil gosipina o algodonera.
FINALMENTE:
Esta ropa, fresca, duradera, encubridora de
suciedades, susceptible de deterioro por concepto de raeduras, desteñido y
deshilachaduras, sin merma en su utilidad, prendió fértilmente en las grandes
masas populares en atención a su relativo bajo precio, por lo menos durante la
fase de promoción tendente a crear hábitos de consumo en aquellas damas y
caballeros un tanto alienados, mismas que
venían asociando blue jean con trabajos innobles y gente pobre, razón
por la cual dicha prenda no figuraba en sus vestuarios, salvo para específicas
faenas obreriles, artesanales y deportivas.
Cubierta esa fase promocional, bajo el aguijón de
la publicidad y de los efectos psicológicos que en gente adulta provoca la
proyección de una joven imagen ofrecida por el blue jean, éste logra
imponerse y se hace moda como útil disfraz para la negada vejez que a aquella gente va ineluctablemente
envolviendo.
CONCLUSIONES:
El blue jean, hasta hace pocos años,
vejado y menospreciado comienza a ser
demandado para ser usado con finos calzados y medias para bailar y gerenciar,
para pasear y hasta para hacer visitas, pero no tanto por el ennoblecimiento
que de esa prenda se hiciera, sino porque, al final de cuentas, se convirtió en
la ropa más asequible a los menguados ingresos de la gente trabajadora quien,
ahora, sin aún caer en cuenta de ello, se halla virtualmente uniformada, y así
enmascara el pauperismo in crescendo en que firmemente va cayendo.